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Imagen: Gojko Franulic

¡Salud! Una ruta con toques de historia por diferentes cervezas artesanales en Santiago

Esta es la particular peregrinación de nuestro colaborador Raúl La Torre, por distintos "monasterios de la cerveza" en Santiago. ¿Te animas a conocer esta entretenida ruta de la histórica y milenaria bebida?

Por Raul La Torre @raullatorre2 | 2019-07-08 | 13:00
Tags | cerveza, santiago, chile, historia, edad media, cerveza artesanal, ergo, barut, tubinger
Es durante la época medieval, tiempo donde los monasterios cumplieron la misión de la conservación y desarrollo de la cultura en varios aspectos, en la que los monjes llevaron la cerveza a un desarrollo jamás visto.
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Hace no mucho, llegó a mis manos el libro Una breve historia de la borrachera, del inglés Mark Forsyth; una obra que ya me habían comentado y recomendado. Cuando partí con su lectura, entendí el porqué del título elegido: el autor intentaba resumir la historia de la humanidad y los hechos más importantes de cada civilización, con una directa relación a las bebidas alcohólicas. Es más, cada borrachera era tomada como un pequeño paso del hombre ─como Neil Armstrong en la luna─ y un gran salto para la humanidad.

Pensé que, si la tesis fuera tan cierta, varios países de nuestra región no sólo serían desarrollados, sino que tal vez, algunos de ellos podrían estar cerca de colonizar Júpiter. En fin, traigo esta lectura a colación porque, lo que sí logró este libro en mí, fue otorgarle un lugar protagónico a las diferentes bebidas que han ido madurando a la par con la humanidad y, de manera especial, una que podría remontarse a varios miles de años antes de Cristo: la cerveza.

¿Hacemos un poquito de historia?

La referencia más antigua que se tiene sobre la cerveza, la encontramos hacia el tercer milenio antes de Cristo, en una tablilla escrita en acadio (una lengua extinta, hablada en la antigua Mesopotamia), conocida como el Poema de Gilgamesh. Esta histórica composición no es otra cosa que la versión mesopotámica del diluvio universal ─del cual posiblemente se inspiró el relato bíblico─, en el que el protagonista premia a quienes le ayudaron a construir la gran barca con vinos y cerveza.

Por cierto, cabe destacar que tanto en el poema, como en el relato bíblico, hacen alusión a una gran borrachera, siendo la de Noé tan famosa, que el pintor renacentista Miguel Ángel la incluyó en uno de sus frescos de la Capilla Sixtina.

Las siguientes referencias nos llevan a un lugar común, Oriente Medio y Egipto, cuna de las grandes civilizaciones. Desde allí, se fue exportando la receta y la bebida por el mediterráneo hacia Grecia, desde donde es posible que los pueblos indoeuropeos la hayan conocido. De hecho, son las tribus germánicas las que la hacen suya, produciéndola cada vez con mayor sofisticación y llevándola a cada rincón de Europa, con sus respectivas particularidades, después de la caída del Imperio Romano.

Pero es durante la época medieval, tiempo donde los monasterios cumplieron la misión de la conservación y desarrollo de la cultura en varios aspectos, en la que los monjes llevaron la cerveza a un desarrollo jamás visto.

Los monasterios se convirtieron en los grandes centros de desarrollo y producción de esta bebida, generando una amplia variedad e introduciendo el lúpulo en ellas, para su maceración y conservación.

Hasta el día de hoy, estas recetas monacales despiertan el interés de los amantes de la cerveza, tratando, en no pocos casos, de imitar estas centenarias instrucciones que se llevaron los monjes a sus tumbas, o buscando perfeccionar alguna de ellas.

El Camino de Santiago... ¡pero no de Compostela!

Empapados de estos tintes medievales, llegamos a nuestra ciudad, la que paradójicamente lleva el nombre de una de las rutas de peregrinación más importantes durante la Edad Media. El Camino a Santiago de Compostela, tenía ─y tiene hasta hoy─ numerosos monasterios en su trayecto, los que servían de hospedaje para los peregrinos. Aquella estadía, era también la oportunidad de probar la especialidad de lugar: su cerveza.

Esta vez, quise hacer una ruta diferente y me fui directamente a los "monasterios", o sea, a los productores que hacen posible que pueda desarrollarse cualquier tipo de ruta de la cerveza en nuestra capital. Ellos vienen desarrollando el área de la cerveza artesanal, buscando, como aquellos monjes medievales europeos, la perfección y originalidad de sus recetas.

Barut: el proyecto recreativo de cuatro amigos

Sentado en una cafetería de la Comunidad Ecológica de Peñalolén, veo aparecer a Simón Fercovic, fundador y socio, junto a dos amigos más, de la Cervecería Artesanal Barut.

Con una mística y particular pasión, me cuenta, de forma pausada y rítmica a la vez, la historia de cómo cuatro amigos del colegio francés La Girouette, decidieron en 2015 incursionar en el mundo de la cerveza, a manera de conocer más sobre la producción de una bebida que les era común.

Al poco andar, solo cinco meses después de iniciar este "proyecto recreativo", como lo llama Simón, obtuvieron una medalla de bronce con una IPA (India Pale Ale) inglesa, una cerveza muy difícil de lograr debido a su carácter frutal.

Durante un par de años más, estos amigos de colegio hicieron casi que una labor monacal, generando pequeñas producciones de carácter no comercial, en las que buscaban experimentar e ir perfeccionando varias de las recetas que iban teniendo buena crítica. Pero llegó un momento, después de ganar un oro y plata en la Copa Nacional de Cerveceros en categoría casero, en el que vieron la necesidad que este proyecto recreativo pueda convertirse en algo más.

Así, de los cuatro amigos, tres fundaron una sociedad, pusieron manos a la obra, se juntaron a pensar en el nombre de la marca y… ¡Barut vio la luz!

Fercovic me contó la historia de cómo fue creada la Barut IPA belga. Diego, uno de los fundadores, andaba pedaleando por la costa sur de Brasil en pleno verano, específicamente en Blumenaula que para muchos es la Tierra Prometida de la cerveza─ y de repente, ante el reflejo del sol en el río Itajaí, detuvo su bicicleta y comenzó a escribir en su celular la receta que le había venido a la cabeza. Lo increíble es que, esta iluminada cerveza, ganó la medalla de oro en el 2018.

La encontramos en: Cáñamo Coffee Shop a metros del Cerro Santa Lucía, en Mossto de Barrio Italia, el Bar Santa Cebada en San Miguel, entre otros locales más.

Les recomiendo probar: la Barut IPA Belga, la misma de la teofanía de Diego en Brasil. Una cerveza refrescante, con notas de limón, frutas tropicales y un rico amargor final; y la Barut Tripel, una rubia tradición de los monjes trapenses de aroma dulce, notas florales y un final amargo moderado. Con esta cerveza vayan con cuidado, porque es exquisita y disimula a la perfección sus 8,0° de alcohol.

Ergo: una cerveza "de origen cartesiano"

Durante un viaje de intercambio, Daniel Moscoso, fundador de la cerveza artesanal Ergo, tuvo una compleja experiencia filosófica, algo que definiría como cartesiano. La familia que lo acogía en Inglaterra lo llevó probar una cerveza de tipo Ale, en un bar cualquiera de la ciudad donde se encontraba. Daniel tomó el chop, bebió de la cerveza, tras un momento de silencio interior volvió a beber y, como le sucedió al famoso pensador Descartes, puso en duda absolutamente todo.

Su experiencia al probar esa cerveza inglesa fue de tal magnitud que, literalmente, comenzó a pensar en cerveza.

Es así como al volver a Chile, se inscribió en un curso para la fabricación de cerveza artesanal casera. Daniel me cuenta que sus primeras experiencias fueron tremendamente horribles, pero con el paso del tiempo se fue perfeccionando hasta conseguir cervezas muy bien logradas y premiadas a nivel internacional.

La casa de sus padres comenzó a quedar chica para su producción, postuló a un fondo que ganó… entonces, ergo, ¡existió Ergo!

Lo especial de Ergo, es que Daniel partió a experimentar con uvas, así como el añejo de la bebida en barricas de vino, lo que le imprime una particularidad que yo, pocas veces he probado en otras cervezas.

La encontramos en: Trüf Bar de Ñuñoa, El Honesto Mike de Providencia, Santa Cebada de San Miguel, Santa Filomena 91 en el Barrio Bellavista, entre otros varios lugares conocidos.

Les recomiendo: La Fumé Blond, para partir con una experiencia diferente. Es una Belgian Blond, con mosto de uva Sauvignon Blanc, añejada en barricas por un año. Es una edición limitada, así que no pueden perder la oportunidad de probarla antes que se acabe.
También deben probar la "Sangre, Sudor y Lácryma", una cerveza del estilo Barleywine inglesa, con mosto de uva Lacryma Christi (por eso el nombre) que le da ese increíble color, aroma y sabor de frutos rojos. Una cerveza perfecta para tomar en invierno por sus 13,5°. Tremenda experiencia.

Tübinger: tradición alemana e irlandesa en un gran abrazo del oso

A casi 40 kilómetros de la ciudad alemana de Stuttgart, se encuentra Tubinga, una próspera ciudad conocida por ser el lugar donde se inventó la famosa torta Selva Negra y tener una de las universidades más antiguas de la nación europea.

En esa misma ciudad realizó sus estudios Christoph Flaskamp, fundador de la cerveza Tübinger; ese es el origen del nombre de la cerveza que, no es otra cosa que el gentilicio de Tubinga.

Con el proyecto de hacer una cervecería artesanal de tradición alemana, Flaskamp llegó a Chile y en el 2007 partió su aventura cervecera en Farellones. A los pocos años, se sumó al proyecto el irlandés Martin Flannery, dando como resultado la rica y vasta variedad de cervezas que tiene la marca del oso. Alemania e Irlanda, tremenda combinación cervecera, ¿no?

La encontramos en: Glück Restobar de Ñuñoa, el Jardín Mallinkrodt del Barrio Bellavista, el Fiddlers Bar de Providencia, entre muchos otros sitios más.

Les recomiendo: La Irish Red, como parte de la tradición cervecera irlandesa, tiene es color rojo intenso que me encanta. En su aroma resalta claramente el toffee y unas notas a tostado. Es una cerveza de poco amargor y sólo 5,5°, para tomarla sin miedo y disfrutarla al máximo.
La Tübinator, con la que el oso se volvió loco, es una Dark Strong Ale (de mis preferidas) con un color café oscuro. Al tomarla se nota con mucha claridad el tostado de la malta que se mezcla con el aroma a caramelo y toffee. Tiene 8,0°, los que se perciben, pero gustan, así que mucho cuidado con eso y vaya con calma.

Como verán, esta vez las posibilidades de hacer una ruta diferente son muchas, porque son tres cervecerías que están presentes en varios de los bares y restobares más conocidos de nuestra ciudad. No le tengan miedo al frío y vayan a por una cerveza con historia, tradición y mucha pasión. ¡Prost!

¿Has probado alguna de estas cervezas?

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