Históricamente, las culturas alrededor del mundo han utilizado el agua durante siglos como instrumento terapéutico, para tratar diversos problemas de salud.

Este elemento es usado a diferentes temperaturas, generando una reacción de nuestro cuerpo, para aliviar molestias y promover el bienestar físico.

En general, el agua fría se utiliza para estimular y fortalecer, lo que aumenta la actividad interna del cuerpo, en cambio el agua tibia se emplea para calmar y aliviar, disminuyendo la intensidad del dolor.

Si bien en un comienzo era considerada como terapia alternativa, hoy en día la hidroterapia es recomendada y utilizada por la medicina tradicional, ya sea de forma térmica (diferentes temperaturas), mecánica (ejerciendo presión) o química (se añaden sustancias), para tratar lesiones y enfermedades con increíbles resultados.

Desde baños de vapor hasta ejercicios en el agua 

La terapia de agua incluye una diversidad de prácticas, algunas de las más utilizadas son los saunas, los baños de vapor o de contraste (caliente-fría-caliente), hidromasajes, o también, ejercicios en el agua. Todos estos se pueden realizar en centros de salud o deportivos, spas o incluso algunos se pueden llevar a cabo en casa.

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Dentro de los tipos de hidroterapia comunes, una de las más típicas son los baños, que pueden ser parciales, es decir en una parte específica del cuerpo, o totales, en ambos se varía la temperatura dependiendo de la función que se le quiera dar.

Mientras que otra práctica común son las duchas; el objetivo de este método es concentrar la acción del agua sobre una zona determinada, combinando la presión y la temperatura.

Más fuerza en músculos y huesos

En la realización de ejercicios subacuáticos, la falta de gravedad que se siente al estar bajo el agua alivia la tensión en las extremidades, por ello al soportar los músculos adoloridos y facilitar el movimiento, se pueden trabajar más fácilmente, especialmente en agua caliente.

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Además el agua se puede utilizar para proporcionar resistencia al movimiento de las articulaciones. Al empujar los brazos y las piernas contra el agua, también puede mejorar la fuerza muscular y el estado físico general de forma gradual en personas con enfermedades a los huesos como artritis u osteoartritis.

Con el agua caliente, aumenta el flujo sanguíneo y la circulación de los glóbulos blancos alrededor del cuerpo, lo que permite que la linfa (un fluido del sistema inmunológico que nos ayuda a recolectar y deshacernos de "materiales biológicos" no deseados) se mueva a través del cuerpo de manera más eficiente y, por lo tanto, fortalece el sistema inmunológico.

También, con un tratamiento a esta temperatura se ayuda a reducir la presión arterial causada por el estrés, así como puede disminuir la ansiedad, ya que promueve la relajación. Incluso en algunos trastornos mentales, puede utilizarse para calmar a una persona agitada e hiperactiva. 

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Además, aumenta la liberación de endorfinas, neurotransmisores que se encargan de hacernos sentir bienestar y felicidad, por lo que actúan como un analgésico natural que reduce el dolor y que a fin de cuentas mejora la calidad de vida. ¡Qué mejor!

Asimismo, los saunas y las salas de vapor inducen considerable sudoración, la principal forma de eliminar toxinas del cuerpo.

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Por otro lado, la inmersión en agua fría y la terapia con agua de contraste pueden ayudar con algunos aspectos de la recuperación después de realizar deporte, sobre todo para la recuperación neuromuscular y la fatiga.

Además, el agua helada disminuye la temperatura corporal, lo que hace que los vasos sanguíneos se cierren y reduzca el flujo, ayudando a prevenir la hinchazón después de una lesión y disminuyendo el dolor.

La recomendación más importante: ¡No olvides consultar a tu médico!

Como en todo tratamiento, hay algunas precauciones que se deben tomar en cuenta e información que hay que aclarar, al minuto de iniciarlo. La hidroterapia, independientemente de la forma en que se aplique, puede no ser adecuada en enfermedades cardiovasculares o presión arterial alta, ya que el aumento del flujo sanguíneo puede agregar estrés al corazón.

Específicamente, el agua caliente puede no ser recomendada en caso de fiebre, lesiones agudas, epilepsia, o disminución de la sensibilidad.

Pero ojo, el apoyo adicional que proporciona el agua y la falta de gravedad puede ocasionar un aumento de tu capacidad de hacer ejercicios, por lo que se debe tener cuidado de no exagerar, ya que el cansancio viene más tarde y podrías ocasionarte alguna lesión.

Sin embargo, lo más importante de todo es que siempre debes consultar con un médico antes de iniciar cualquier actividad que pueda complicar alguna condición de salud preexistente. La hidroterapia no debe utilizarse como sustituto de la atención estándar en el tratamiento de ninguna dolencia médica, sino como un suplemento.

El uso del agua como terapia se usa para diversas situaciones que afectan la salud, desde el fortalecimiento de los músculos débiles, hasta como tratamiento para la deformidad y el dolor en la artritis y dolencias. Es una terapia agradable a la hora de realizar, efectiva y muy simple: ¡solo necesitas traje de baño y toalla!

¿Alguna vez has practicado la hidroterapia?