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Imagen: Gojko Franulic

¿Cómo transformó este profesor un colegio que no tenía ni ventanas?

Partió como un profesor común y corriente, incluso autoritario, hasta que se dio cuenta que educar significaba escuchar a los alumnos y trabajar para ellos. Con esa certeza, Francisco Ruiz tomó muchos riesgos y siendo director, logró revolucionar un colegio completo. Esta es su historia.

Por Magdalena Araus @mmaraus | 2014-12-15 | 12:00
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"Tú no puedes educar si no crees en las personas, si no quieres que las personas lleguen lejos"
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Nhassim era de Curanilahue, un niño de familia sencilla estudiando una escuela municipal casi sin recursos, como muchas del país. ¿Su futuro profesional? Probablemente algún trabajo sencillo que le sirviera para mantenerse, porque de estudios superiores ni soñar.

Eso, hasta que llegó un profesor y director que decidió creer en los alumnos, confiar en sus capacidades y que trastornó su vida. Formó una pequeña orquesta escolar, Nhassim participó, ensayó con perseverancia y gracias a eso hoy recorre el mundo con la Filarmónica de Berlín, porque es uno de sus destacados contrabajistas.

Se dice mucho de educación en la actualidad, pero de sus 20 años siendo profesor y director de una de las escuelas más pobres de Curanilahue, Francisco Ruiz tiene mucho más que decir. El caso es bastante conocido y no por alguna polémica amarillista a las que estamos acostumbrados.

Este colegio que partió sin vidrios, sin tener plata para tizas, ni para el cloro de los baños o para los materiales de sus talleres, terminó siendo nido de destacados directores de orquesta, de profesionales técnicos expertos, de universitarios, pero sobre todo, de personas integrales, con un sentido de vida.

¿Qué es lo que pasó ahí? Pasó un profesor y director que contagió. Alguien que quisiéramos ver en cada sala de clases de nuestro país. Sin fórmulas ni recetas, aprendiendo de la experiencia, Francisco transformó la vida de este liceo y la de sus alumnos. Esta es su vida y lo que opina de la educación actual.

Aprendiendo a ser un profesor de verdad

Obvio que a su papá no le gustó la idea. Francisco quería ser profesor, pero incluso el trabajo de camionero le dejaría un sueldo mejor para vivir, se encargó de destacarle. Hoy, conociendo la trayectoria de su hijo, ese comentario se lo habría guardado, porque sabría que estaba equivocado.

Estudió en la Universidad de Concepción para enseñar castellano y cuando empezó a hacer clases, fue uno más del montón, que imitaba a sus profesores de la infancia, el clásico modelo-tipo-enciclopedia-autoritario.

"Yo quería ser como ellos. Pero además en aquella época no se usaba esto de tener muchas expectativas en los alumnos, en general eran bien duros para tratarte e irónicos algunas veces, por lo tanto, yo repetía ese modelo, porque creía que así se era buen profesor. Tratar de que no les fuera bien en las pruebas, no les hacías preguntas para que demostraran si habían aprendido o no, les hacía preguntas para pillarlos".

Fueron 7 años así, todo ese tiempo, hasta que se dio cuenta de que eso estaba mal y quiso dejar de ser el centro de la clase. Cuando sus colegas empezaron a criticarlo por su mano blanda, pues ya no había tantos alumnos que se quedaban repitiendo, descubrió que estaba bien.

"Poco a poco me fui interesando porque los alumnos aprendieran y buscaba la forma, empecé a trabajar para ellos. En ese momento noté que les empezó a ir bien y fueron cariñosos conmigo, algo pasó ahí. Yo me encanté con ellos, ellos se encantaron conmigo y yo me encanté con la educación, cuando descubrí que yo tenía que hacer los esfuerzos para que ellos aprendieran".

Y decidió no solamente enseñar mejor, sino aprender también. Escucharlos. Entender sus intereses, motivaciones, la vida de los alumnos que veía a diario. Así comenzó Francisco su recorrido por la educación, que marcó a generaciones de generaciones y sigue hoy.

Después de haber ejercido 14 años su como profesor en Liceo Mariano Latorre de Curanilahue, Técnico-Profesional y Científico-Humanista (hoy Artístico también), pasó otros 6 años en un centro de formación técnica donde llegaban los alumnos expulsados y donde entendió que trabajando su autoestima, grandes cosas se podían lograr.

Luego volvió al Liceo para ser director. Ahí fue cuando cambió todo para siempre.

De madera en los baños, a madera de violín y cello

"Estaba todo tan destruido que yo no sabía ni por donde partir. Lo único que sabía era que ese era mi destino y por eso yo me había ido ahí, eso lo tenía más o menos claro a nivel de intuición (…)"

- Usted es el nuevo director, qué va a hacer aquí -dijeron los alumnos. 


- ¿Qué quieren que haga? - contestó Francisco. 


- Arregle los baños.

Por los baños partió. En la Municipalidad no había plata, solo tenían para cloro. Empezó a buscar ayuda con conocidos, sacó un poco de su bolsillo. Fueron a ver los de un mall para hacerlos igual de lindos y los alumnos que trabajaban en el taller hicieron marcos para los espejos con madera nativa. "¿Para qué haces esto?, si los cabros lo van a hacer pedazos", decían los profesores. Pero no hicieron pedazos nada, ni los espejos, nada. El papel higiénico al principio se lo robaban, después ya no.

Esa mentalidad pesimista hacia los alumnos (la misma de muchos profesores hoy) es la que Francisco trabajó para cambiar en su equipo. Confiar, tener expectativas y confiar. Los mandó al mismo centro técnico de los alumnos expulsados donde él había trabajado, para que vieran las maravillas que se podían hacer, "y vieron una dimensión de los cabros que no habían visto nunca", asegura.

Desde el episodio de los baños, Francisco y su equipo no pararon más. Comenzaron a organizar proyectos para conseguir materiales para los distintos talleres técnicos del liceo, al punto que crearon una mini empresa donde los mismos alumnos trabajaban y así fueron juntando plata para comprar más y más materiales y les dio incluso para tener excedentes que usar en otras necesidades de la escuela.

Y de pronto surgió la idea de una orquesta. ¿Una orquesta? ¿En un lugar con niños que jamás habían visto música clásica en vivo? Francisco se la propuso a Américo Giusti y ese fue el principio de la emblemática Orquesta Juvenil de Curanilahue.

"Cuando partimos con la orquesta no teníamos un peso. Puras patas y el buche y las ganas que esos niños pobres, que jamás iban a saber lo que era un violín, un piano, un cello, pudieran tener acceso a la belleza a través de la música, a través de las artes. Para eso había que jugarse el pellejo, no había que estar solamente en lo de las clases. Yo entiendo que eso hoy día está un poco dejado de lado. Hoy todo es la clase, el SIMCE, el resultado, ¿te fijas? Y qué sacamos con tener tan buenos resultados, si no formamos grandes personas".

Pero incluso si quieren medir consecuencias académicas, esta primera generación de la orquesta llegó a dar la PSU y rompió todos los records jamás alcanzados en Curanilahue, donde el puntaje promedio era 450. Esta vez no hubo ninguno que sacara menos de 550 puntos.

"¿Qué fue lo que tiró para arriba a los cabros? Los profesores eran los mismos, con los que antes se sacaban los 450 puntos. Oportunidades. Las oportunidades que accedieran no solo a viajar, a conocer otras personas, sino que la música les puso a ellos una disciplina, una exigencia y ese ritmo no lo pararon más".

Más allá de los logros académicos, este proyecto les enseñó la paciencia, la perseverancia y la fe, aprendizajes más valiosos que ninguno. "Lo que más me admiro cuando los encuentro y converso con alguno de ellos, es en lo que se han convertido. Son tipos sensibles, cultos, buenas personas. Eso es educación".

Todo esto comenzó hace 15 años, pero la escuela se transformó para siempre y sigue formando jóvenes hasta el día de hoy. Actualmente Francisco trabaja en la Fundación Chile haciendo asesorías a equipos directivos y transmitiéndoles todo lo que la experiencia le ha enseñado, recordando sus mejores años en ese rincón de la Región del Bío-Bío.

- ¿Qué crees falta en nuestra educación?

"Creo que lo que nos falta hoy día a la gente, y tiene que ver también con cómo ha cambiado el país, es más corazón. Tú no puedes educar si no crees en las personas, si no quieres que las personas lleguen lejos. Va a parecer sentimentalismo, pero en verdad no concibo la educación sólo como una profesión, por una cuestión técnica, sino que también como un acto de servicio al prójimo, de amor al prójimo, que es el viejo concepto que se tenía en las antiguas escuelas normales, donde uno iba a estudiar para ser profesor y lo formaban para que en realidad fuera un agente de cambio (…)

Falta corazón, porque la sociedad nos ha moldeado hoy día para estar más en lo técnico, más en el resultado y no en el proceso, al que está en el proceso se le mira mal. El país ha ido tras las cosas concretas y no tras las cosas utópicas. Entonces la educación no es solo una cuestión del resultado, también tiene algo de utópico, también tiene algo de sueño. Cuando le quitas eso, nos quedamos con la pura parte dura.

También  le hace falta a la gente correr riesgos (…) Como profesor y especialmente como director uno siempre tiene que andar caminando por el borde de la cornisa. No puede estar en una posición muy cómoda, porque cambiar a las personas no es una cuestión cómoda, tu no las vas a cambiar estando centrado, tienes que moverte".

- ¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?

Viene de un empresario. Él destacaba, nos cuenta Francisco, por cómo trataba a sus empleados y cómo los entendía: "Ese señor con el tiempo me ayudó a cambiar mi manera de mirar las cosas. Donde yo veía que los cabros eran pura indisciplina y desorden, ahí él veía energía. Con estos chiquillos se puede llegar lejos. Donde yo veía puros problemas, me enseñó a ver oportunidades (…) Aprendí a desarrollar eso y me fui atreviendo más y me enseñó a hacer esto de caminar un poco más al borde de la cornisa. Me decía, tú puedes, ese tipo de cosas me animaron".

Ese mismo consejo, Francisco se lo da a otros hasta el día de hoy.

- ¿Estamos subestimando el potencial de los alumnos?

"Se subestiman, lo que pasa es que los cabros no te van a dar nada si no te ganas tu también el derecho con ellos. No son tontos, te perciben a un profesor (…) Son vivos para eso, porque los cabros nunca, nunca se han farreado a un buen profesor".

- ¿Y qué es ser un buen profesor?

"Ese profe bueno tiene varias cosas. Primero, sabe de lo que está hablando, porque también uno se gana el respeto así con su disciplina. Segundo, se interesa por los alumnos. Puede que no sea tan generoso o incluso estricto, pero igual con los años se valora igual, a pesar de que en el momento mismo le haya parecido más simpático el otro (…) Tiene que ser auténtico".

- ¿Qué les dirías a los profesores de hoy?

"Yo creo que hoy día los profesores están vapuleados, porque desde hace años los medios de comunicación se apropiaron de una expresión referida a la mediocridad de los profesores, la falta de liderazgo de los directores, entonces después fue un lugar común (…) Sin embargo, el poder que tiene el profesor, en buenos términos, frente a los estudiantes, sigue estando intacto. Lo sé, porque voy por las escuelas y sé como los niños pueden mirar a sus profesores con un encanto.

Si esa profesora es cercana y tiene afecto por ellos, y se las juega por enseñarles, los chiquillos la adoran y la palabra de su profesora es ley incluso ante la de sus padres. Entonces, todavía está ese espacio, eso no se ha terminado. Por mucho que los medios hayan hecho este "bullying". Pero también el profesor tiene que creer en sí mismo, en que eso es real y eso puede ser (…)

La formación de los profesores es la que debe cambiar (…) Yo le diría a los profesores: no dejen de exigir sus derechos para que cambien las condiciones en que laboran, si tienen que salir a la calle para eso que lo hagan, pero A Dios rogando y con el mazo dando. Mientras tanto hagan bien la pega también, porque es verdad que hemos estado muy desprestigiados, porque un sector importante de nuestro gremio es un sector que hace rato debió irse de ahí, porque no tiene las ganas de hacer la pega, no sabe cómo hacerla y está amargado. Y tú no puedes estar amargado en la educación, no puedes. Tienes que ser alguien que transmita ganas".

Francisco recuerda con nostalgia y alegría sus años en Curanilahue. Tener un sueldo pequeño, una vida sencilla y trabajar muchas horas cada día nunca lo amargó ni lo puso en contra de la sociedad, nos asegura, tenía demasiadas razones para ser feliz.

Contento por los nuevos proyectos de educación en los que participa, hoy le transmite a sus colegas lo que la experiencia le ha enseñado y esa profunda confianza de que la educación transforma vidas.

¿Recuerdas a algún profesor o director que haya impactado en tu colegio? ¿Crees que la calidad de la educación depende en gran parte de la visión que un profesor tenga de ella?

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Comentarios
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María José Salazar | 2014-12-15 | 13:39
5
Me emocionó mucho este articulo, y me recordó a dos profesoras muy queridas del liceo. Una, que nos enseño que la igualdad no es justicia, a cuestionar la vida y la historia (porque cada historia tiene versiones diferentes) y la otra que nos enseñó a amar la ciencia. A causa de ella casi todas en mi curso terminamos estudiando carreras relacionadas con la química, o del área de la salud.
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cristian guajardo | 2014-12-15 | 16:42
3
Wow nw encantan estas histiruas este año di la Psu y quiero ser profesor y poder maraca este tipo de diferencia en la vida de los alumnos, esta historia me inspira a luchar por concretar este sueño a mis 33 años, gracias.
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gif Comentario destacado por El Definido
Alicia Bravo | 2014-12-15 | 20:32
4
Estar en un sitio cómodo es fácil, como dice el reportaje estar al borde de la cornisa implica compromiso y una fe inmensa. Hay tanto esfuerzo anónimo e hidalguía en el gremio que vale la pena resaltar... Espero poder ser la mitad de buena profesora que Ud. fue. Muchas gracias por la historia, a veces, el ruido y el problema del día empaña la verdadera vocación.
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Arlene Musume | 2015-06-02 | 09:29
1
En mi vida dos profesoras tocaron enormemente mi corazon, una en la basica y otra en la media.
La profesora Ruth de la basica me enseño a que todo en la vida hay que cuestionarlo, que nunca nos quedemos con lo que leemos, que si pensamos que no está bien, investiguemos, hasta llegar a la respuesta. Me enseño a tolerar la frustracion, siempre me decía que para llegar a la cima hay que caerse muchas veces y lo mas importante. aprender a levantarse. Gracias a esta profe comencé a sentir que tenia ganas de ser profesora igual que ella.

Con la profe Jessy en la media reafirmé mi amor por la pedagogia, ella era la profe de biologia, tambien me enseño a ser constante, a estudiar mucho y a ser siempre autentica.

Cuando salí de la media entre a Pedagogía en Biología, carrera que tristemente tuve que abandonar al casi 4to año (se acabo la plata). eso es siempre algo que me quedó ahi, una frustracion de no haber podido terminar.
pero siempre llevo a esas dos profes en el corazon, porque fueron muy importantes para mi y para mi vida :)
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Liliana Cerda | 2015-07-28 | 12:35
1
Los profesores son entes de cambio, pero para eso es importante incluir y considerar al alumno, un ser pensante y que sabe valorar las diversidad de personas o situaciones que se presenten en su camino, para eso y como lo dice este profesor, que al leer el articulo se nota que es un docente idóneo y de vocación, es importante escucharlos, y considerar de sobremanera que no son momias sentadas solamente para atender las clases, sino que también son seres y que me incluyo, porque aun soy alumna, seres de carne y hueso, que poseen alma y corazón, ademas de un cerebro que les permite reflexionar, razonar y analizar los mil y un problemas que se pueden presentar a lo largo de la vida, pero para eso es necesario la motivación y la confianza de parte de los profesores hacia los alumnos creer en cada uno de ellos, debe haber una conexión alumno-profesor que permita generar un ambiente enriquecedor y motivador para seguir en la vida emprendiendo como persona.
Lo mas bonito es que después recuerdas a tus profes por sus buenas enseñanzas y motivaciones para continuar adelante.
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marcela rosas | 2017-10-25 | 14:02
1
Bello, totalmente de acuerdo, motivación y recordar lo que algunos de ellos nos dejaron en nuestras vidas actuales..
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