piano, musica, excentricidad, outsider, técnica, virtuosismo, genialidad
Imagen: Glenn Gould

Glenn Gould: el pianista genio que fue formado por un chileno

Cancelaba conciertos, tarareaba las obras al tocarlas, no se vestía de etiqueta... pero fue uno de los más grandes pianistas del mundo. Conoce la historia de Glenn Gould.

Por Alvaro Lopez B. | 2017-10-05 | 17:10
Tags | piano, musica, excentricidad, outsider, técnica, virtuosismo, genialidad
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Hoy les hablaremos de un genio musical desconocido para muchos: algunos dicen que fue el mejor pianista de música clásica del siglo XX, otros dicen que uno de los mejores de todos los tiempos. De hecho, pronto se celebrará una serie de eventos por el 85° aniversario de su nacimiento (supervisados por el inigualable Ryuichi Sakamoto).

¿Quién era y qué tenía de especial? Poseía una técnica impecable, un sensibilidad maravillosa… y un desprecio único por el público y los convencionalismos. Era realmente “diferente”. Hoy les contaremos en El Definido, la historia de Glenn Gould, un esencial, maravilloso y excéntrico pianista.

Datos claves que marcaron su genialidad

Glenn Gould nació en Toronto, Canadá, el año 1932. Desde muy pequeño tuvo un interés muy grande por la música, tanto, que aprendió a leer partituras, antes que a leer textos. Antes de los seis años, tocaba sus propias composiciones ante su familia y a los 10, entró a estudiar al conservatorio de Toronto. Ahí es donde pasarían dos cosas esenciales en su vida: conoció al maestro que le enseñó técnicas que aplicaría toda su vida, el chileno Alberto Guerrero, y sufrió una caída que dañó su espalda por un breve lapso, lo que hizo que su padre construyera una silla especial, que le permitía sentarse muy derecho, y lo que es más importante, le permitía sentarse muy, muy abajo del piano. Ya veremos que ese fue un detalle central en la vida de Glenn Gould.

Se tituló de pianista profesional a los 12 años, y comenzó a dar conciertos… pero lo que realmente produjo su salto a la fama, fue su grabación de las Variaciones Goldberg de Bach, a los 23 años, la que causó un profundo impacto por lo espectacular de su técnica.

A partir de entonces, se sentiría cada vez más incómodo con la idea de tocar en público, y daría el último concierto de su vida a los 32 años, en 1964. ¿Por qué?

Porque consideraba los conciertos en público eran “una fuerza del mal”, pues se habían convertido en una competencia continua entre quien mostraba más virtuosismo, con un público que no se sumergía en lo que entregaba el artista, sino que más bien buscaba la equivocación en el intérprete, para criticarlo más fácilmente. Le parecía que era, en el fondo, una institución deshumanizada y deshumanizante. O sea, se aburrió del asunto. De hecho, no dio más de 200 conciertos durante toda su vida (¡y es lo que algunos dan en un año!).

Glenn Gould, sentado en su sillita, tarareando y tocando en forma magistral "El Clavecín bien Temperado". ¡Como disfrutaba! Bruno Monsaingeon.

Excentricidades muy excéntricas

Varias de estas “excentricidades” derivan de su muy especial técnica para tocar, o del cuidado que tenía con sus manos. Partamos con lo que le caracterizaba más: su silla. ¿Se acuerdan que el papá de Glenn le hizo una silla a los 11 años? Pues bien, ¡conservó esa silla toda su vida!

Y era la única en la que se sentaba para tocar, incluso en los conciertos. ¿Y qué tenía de especial? ¡Medía 33 cms. de altura! Así que quedaba con la cabeza apenas sobre el teclado del piano, ángulo que calzaba muy bien con la técnica que le había enseñado Alberto Guerrero: empujar las teclas suavemente con los dedos, en vez de golpearlas, dando una precisión inaudita a su interpretación.

También tarareaba mientras tocaba. Cuando Glenn era muy pequeño, su madre fue su primera maestra de piano y le enseñó a tararear la música para aprenderla mejor. Y sería algo que nunca más dejaría de hacer… de hecho, en sus grabaciones, es frecuente escucharlo. A algunos les fastidia infinitamente, y a otros les encanta, pues muestra lo mucho que amaba la música. Y lo mismo pasaba cuando daba conciertos… los que, en ocasiones, cancelaba sin previo aviso, incluso momentos antes de salir al escenario. Bueno, más que en ocasiones.

De hecho, canceló un 25% de sus conciertos. Y esto era, de acuerdo a su biógrafo Mike Clarkson, porque temía terriblemente a los gérmenes, y era bastante hipocondríaco. Entonces, si se llegaba a sentir un poco mal, cancelaba el recital sin asco (incluso el gran Leonard Bernstein bromeó con ello). ¡Ah! Además le gustaba experimentar con los tiempos en ellos, así que a veces tocaba el doble de lento, o mucho más rápido de lo habitual.

También cuidaba mucho sus manos y odiaba que extraños le dieran un apretón; pedía que mejor le tocaran el codo. Esto hizo que igual terminara cancelando un concierto, porque un fan brusco apretó tan fuerte, que le dañó un nervio, y perdió sensibilidad en su dedo meñique.

Glenn también era muy sensible al frío, así casi siempre andaba con guantes de lana, y muy abrigado, aunque hiciera un calor insoportable. Y muchas veces, se presentó así a dar conciertos: sobre su sillita, con guantes y gorro de lana, y extremadamente abrigado. Un poco distinto a la imagen que uno se hace de un concertista de piano.

Glenn Gould muestra su trabajo en estudio, y como corta y pega trozos de interpretación. "Glenn Gould the Alchemist",François Ribadeau.

Innovaciones, aportes y una temprana partida

Ahora bien, a pesar de sus excentricidades, Glenn Gould sabía lo que hacía. Una vez que se retiró de los conciertos, se dedicó totalmente a la grabación de discos. Y aquí fue un gran, gran innovador. Para él, un intérprete también tenía que entregar algo en la obra que tocaba, debía aportar algo. Esto lo llevó a ser uno de los primeros en realizar algo que ahora es pan de cada día, pero que en su época escandalizó a los puristas de la música docta: grababa muchísimas versiones o tomas de una obra, y luego cortaba y pegaba las mejores secciones, de modo que la grabación final era un collage de los mejores trozos. Con la tecnología actual se hace en un computador… pero él cortaba la cinta magnética, para luego pegarla con tela adhesiva (y lograba que fuera imperceptible).

Opinaba que al igual que en una película, donde meses de filmación se terminan convirtiendo en dos horas de pantalla, en los discos se podía hacer exactamente lo mismo: engañar al oído, y convertir muchas horas de grabación, en unos pocos minutos perfectos.

Le obsesionó tanto el trabajo de estudio, que terminó grabando casi toda la obra de Bach, de quien se dice que es uno de sus mejores intérpretes en la historia, y fue uno de los primeros en grabar en formato digital. Nunca grabó una obra dos veces, excepto aquella que le hizo famoso, las Variaciones Goldberg, el año 1981. Y eso fue pocos meses antes de morir de un infarto cerebral, algunos días después de su cumpleaños número 50.

Glenn Gould fue un personaje polémico, pero a la vez, respetadísimo por su visión artística, y por haberse adelantado a su época. Y aunque a veces sea molesto escuchar a Bach con la voz de “alguien” tarareando la melodía, su unión con las obras que tocaba, su amor absoluto por la música, y su sublime interpretación, sin duda que hacen olvidar todos esos “pequeños detalles”.

¿Conoces otro artista virtuoso pero excéntrico?

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Comentarios
Miguel Martinez | 2017-10-05 | 21:33
1
Que wuena, no lo conocía, le vamos a parar oreja
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2017-10-06 | 06:56
0
Es genial!! Su interpretación realmente es maravillosa... y verlo tocar es un espectáculo en sí mismo, se ve que amaba mucho la música que interpretaba ^_^

Y es casi inevitable escucharlo tararear! pero a Glenn le perdono todo!! jiji :)
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Rodrigo Diaz | 2017-10-06 | 08:44
1
En El Silencio de los Inocentes Hannibal Lecter escuchaba las Variaciones Goldberg intrepretadas por Glenn Gould mientras masacraba a los guardias antes de fugarse.
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2017-10-06 | 15:45
0
Eso es muy cierto... y Hannibal Lecter, es sabido, tenía un gusto estético exquisito. Estaba loquito y era un psicópata asesino, pero tenía un gusto exquisito. O sea, lo invitaría a decorar mi casa... pero que lo haga por skype, o si no quedo como parte de la decoración! jajaja :O
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Mario Céspedes | 2017-10-06 | 16:07
1
Excelente.. no lo conocía... yo pensaba que aquello de tararear los temas al piano era exclusivo de pianistas más cercanos al jazz, como Keith Jarrett
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2017-10-06 | 16:40
0
Se podrá deber a que desarrollan un vínculo muy, muy personal con las obras que tocan?
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Mario Céspedes | 2017-10-07 | 23:27
1
Puede ser.. siempre lo he atribuido a que la expresión en el jazz es más libre... sin tantas reglas pre-definidas...
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Rodrigo Diaz | 2017-10-10 | 08:40
1
Lo de Keith Jarrett es super gráfico, aunque no sé si se pueda llamar "tarareo". Además que nunca está completamente sentado y mueve los pies y gesticula un montón... me imagino que es como dice Álvaro, por el vínculo tan personal con lo que tocan.
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