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¿Cómo vivir de la música en Chile?

De conciertos y venta de discos, ningún músico emergente (e incluso consagrado) logra sobrevivir en Chile. ¿Cómo lo hacen los músicos nacionales entonces?

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2015-12-09 | 16:02
Tags | música, artes, cultura, mercado
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Según Hermann Hesse, cuando odiamos a alguien, es porque vemos un reflejo de nosotros mismos en el sujeto odiado. En lo personal, me carga la gente autorreferente, precisamente porque es un defecto del que adolezco en demasía, y me carga.

Pero a veces la autorreferencia puede ser útil. Este artículo es ejemplo de ello (otra autorreferencia, LOL), pues lo comenzaré hablando de mí mismo.

Cuando me vine a vivir a Santiago, hace ya ocho meses, vine con la intención de hacer carrera en la música: rodearme de músicos mejores que yo, aprender de ellos y obligarme a mí mismo a ponerme las pilas, abandonando la zona de confort en la que sentí que estaba metiéndome en mi ciudad de origen, reemplazándola con un entorno de mayor competitividad. Y efectivamente, ha sido toda una experiencia: he disfrutado de los momentos buenos y he aprendido de los malos, he conocido a grandes personas (me he peleado con algunas malas) y he visto la experiencia de vida de quienes están varios peldaños más arriba que yo en este difícil, pero bello oficio que es la música.

Y es que hoy en día prácticamente nadie puede vivir solamente de conciertos y venta de discos. Al menos no en Chile. Un estudio realizado en el año 2013 por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), titulado “El papel de las políticas públicas en las condiciones laborales de los músicos en Chile” reveló que las condiciones laborales para los músicos nacionales son de máxima precariedad: quienes se dedican a la música se enfrentan a dificultades como la inestabilidad económica, la falta de previsión de salud y jubilación, desprotección en caso de accidente o enfermedad y la total ausencia de leyes que regulen y protejan su trabajo. Hoy en día, la única ley que manda en la actividad musical es la ley de la selva.

Como consecuencia de esto, quienes deciden enfrentarse a las dificultades de esta labor están obligados a repartir sus horas entre más de una actividad, en algunos casos complementadas por trabajos en otros rubros, que proporcionen un piso para cubrir ciertos gastos básicos.

Pero existen muchos músicos en nuestro país que, con gran esfuerzo y constancia, han logrado vivir dedicados a la música en un 100%. ¿A qué se dedican? Veamos:

Docentes

En colegios, en universidades, en escuelas de música o dando clases particulares, con estudiantes decididos a convertirse en músicos profesionales o simplemente personas que buscan cultivar un hobby, lo cierto es que en nuestro país se está viviendo un fuerte incremento en el interés de la gente por aprender a tocar un instrumento musical. Es por eso que muchos músicos generan una buena parte de sus ingresos a partir de la docencia. Es una pega con relativa estabilidad, con una buena remuneración por hora de trabajo, y permite asegurar un sueldo base que puede complementarse con conciertos u otras labores. Además, es un buen antecedente para el currículum, sobre todo si quieres postular a ser patrocinado por una marca.

Músico de sesión

Cuando se anuncia el concierto de artistas como Manuel García, Mario Guerrero o Myriam Hernández, no es que ellos vayan a tocar solos. Ellos son los intérpretes de las canciones (en muchos casos los autores), pero no son los que hacen todo el trabajo: para interpretar las canciones se acompañan por músicos profesionales que forman lo que se conoce como la banda soporte o de acompañamiento: bajistas, bateristas, coristas, etc. Sin estos músicos, los artistas que llevan una carrera como solistas tendrían que hacer sólo conciertos acústicos o, en el peor de los casos, conciertos a capella (qué fome sería, ¿no?). Por eso es que el trabajo de los músicos que los acompañan es de vital importancia, y aunque su perfil es discreto, su labor es relevante tanto en el estudio como en el escenario. ¿Te imaginas un disco de Francisca Valenzuela a puro piano y voz, sin bajo o batería?

Además de ser un trabajo importante para la producción de discos y la realización de conciertos, trabajar como músico de sesión es mucho mejor pagado que tocar con proyectos propios. Incluso, durante ciertas épocas del año, los sesionistas pueden asegurarse un sueldo estable: esto aplica especialmente en el verano, que es cuando se organizan la mayoría de los festivales y giras (inter)nacionales.

Iván Monsálvez es músico de sesión en la banda de Quique Neira y profesor particular de guitarra. Enseña a más de veinte alumnos cada mes, y anualmente realiza más de 100 conciertos.

Derechos de autor

De esto vivía Charle Harper en Two And a Half Men. Jingles, música incidental para teleseries y bandas sonoras, son algunos de los campos en los que se mueven quienes se dedican a la composición musical. Claramente no todos los compositores se pueden dar el vida de lujo y excesos que se daba el personaje de Charlie Sheen, pero el trasfondo es el mismo: cada vez que una pieza musical es utilizada en medios de comunicación o en productos audiovisuales, su autor recibe una remuneración, llamada Derechos de Autor. Otra porción, algo menor, es lo que se conoce como Derechos de Intérprete. Esto quiere decir que, si Charlie Harper compuso un jingle para una marca de camisas y la canción incluye una melodía de trompeta, el trompetista que grabó ese solo deberá recibir un porcentaje de los derechos de esa composición.

Jorge González declaró alguna vez en su libro “Maldito Sudaca” (2005) que haber compuesto hits como El Baile De Los Que Sobran o Tren Al Sur le garantizaba un pequeño ingreso adicional cada año, pues estas canciones siguen sonando con regularidad en radios y programas de televisión hasta día de hoy.

Producción musical

La pega del productor tiene de todo un poco: tiene que saber de composición musical, de marketing, de ingeniería en sonido y de lírica. El productor es el “oído externo” que aconseja a la banda sobre el rumbo que deben tomar sus composiciones. La idea es siempre sacar el mayor provecho posible a las canciones y darles un rumbo, según el público al que apunten: si quieres sonar en la radio, tu canción tiene que cumplir con ciertos requisitos de sonido, estructura y duración, que no son los mismos que debe cumplir si quieres apuntar a otras audiencias más específicas.

Las funciones del productor suelen ser puntuales y se suelen contratar durante un período acotado de tiempo. Por ejemplo: supongamos que con mi banda queremos hacer un disco de rock clásico. Obviamente, no me sirve un productor experto en bachata si quiero sonar como hard rock (aunque los falsetes de Paul Stanley y los chillidos de Romeo Santos se mueven en un registro similar), así que decidimos contratar a Mike Clink, productor del disco Appetite For Destruction de Guns n’ Roses (soñar es gratis), para que nos ayude a hacer un disco de impecable calidad técnica y compositiva, que además se ajuste a los requerimientos del estilo que tocamos. El disco contempla, sigamos suponiendo, un mes de grabación y tres meses de mezcla y masterización. En estos cuatro meses, le pagaremos al productor para que meta la cuchara cada vez que quiera sugerir algo, primero con los músicos y luego con el ingeniero en sonido. Su deber es ser la mirada global que ni los músicos ni los ingenieros pueden tener, por estar cada uno muy encerrado en su función particular.

En Chile, muchos músicos experimentados hacen la función de productores para artistas más jóvenes, de modo que pueden consolidar su experiencia en un apoyo real para la creación de nuevos discos, a la vez que complementan sus demás actividades con un ingreso adicional. Gonzalo Yáñez, por ejemplo, además de su carrera como solista y guitarrista de sesión, ha producido discos para cantantes como María Jimena Pereyra, Ximena Abarca y Denise Rosenthal. Otro ejemplo es el de Hernán Rojas, que si bien en estricto rigor no se desempeña como músico, es uno de los grandes productores musicales de nuestro país y es imposible no mencionarlo.

Hernán Rojas (al medio en la foto, junto a los músicos de Candlebox) histórico locutor de Radio Futuro, es un destacado productor musical. Ha colaborado con bandas del calibre de Fleetwood Mac, Santana, Van Halen, Frank Zappa y Steely Dan. FOTO: RadioFuturo.

Presentaciones en vivo

Cuando estuve en el conservatorio, escuché varias veces al profe de Apreciación Musical decir que para él, la música no estaba ni en los discos ni en las partituras. La música, decía él, estaba en los conciertos, en las calles y en todo lugar en el que hubiera una persona tocando un instrumento. Las demás eran solo formas de almacenamiento, pero que no estaban ni cerca de albergar todo lo que significa la música como experiencia.

Por eso, no es extraño que los músicos que se dedican de lleno a ella, lleven un intenso ritmo de presentaciones en vivo. Los más demandados (músicos de alto rendimiento, podríamos decirles), llegan a dar hasta 300 conciertos al año. Estamos claros, sin embargo, que estos son un número reducido y son, en su mayoría, artistas famosos que hacen extensas giras mundiales. Por lo general, podemos considerar que entre 60 y 80 conciertos al año ya se puede contar como un ritmo de alta actividad en escenarios.

Sin embargo, esta agenda de presentaciones no es homogénea. Con el fin de parar la olla, es usual que los músicos participen de varios proyectos musicales a la vez, algunos por realización artística, donde presentan sus propias composiciones, y otros concebidos sólo para generar ingresos, como matrimonios, fiestas privadas o presentaciones en casinos y centros comerciales, donde deben presentar un repertorio más “oreja”, pero con honorarios bastante mejores. Visto desde una perspectiva de planificación, si el músico comienza a mostrar su música hoy, los resultados llegarán en el mediano y largo plazo. Mientras eso sucede, las sandías caladas le permiten pagar las cuentas aquí y ahora.

Escribir para medios de comunicación...

Aquí no digo nada porque corro el riesgo de que el editor me rete ;)

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Comentarios
Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2015-12-09 | 18:47
2
excelente artículo, y qué final más sorpresivo!! jajajaja :D

pero me gustó mucho, que buena columna!! :)
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Martín Poblete | Colaborador | 2015-12-09 | 19:22
2
Viniendo de ti, eso es un gran piropo :D gracias por comentar Álvaro!!
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2015-12-09 | 22:22
1
Pues gracias en lo que me corresponda... (no vamos a empezar a pisarnos la capa entre superhéroes, la manguera entre bomberos... jijiji) (además "el editor" puede empezar a levantar una de sus cejas :D :O )

Para variar ando tapado de cosas que hacer, pero no pude evitar sentirme atraído como por un vórtice a tu artículo... tengo muchos amigos músicos, entonces me interesó. Y estaba bien escrito, bien documentado (excepto lo de Aguayo, como bien apuntan más abajo, pero son detalles), y además, entretenido. Qué más se puede pedir! :)
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Martín Poblete | Colaborador | 2015-12-09 | 22:33
2
A medirnos el ki entre sayayines, a leernos la suerte entre gitanos, a levantarnos la ceja entre editores (oli Marco :B), etc.
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2015-12-09 | 23:54
1
a comentarnos entre "comentadores", etc. etc. (oli Marco ti quirimo), etc.
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Pablo Correa | 2015-12-09 | 19:39
1
Excelente artículo, compadrito. Sólo un pequeño detalle: "Maldito Sudaca" fue escrito por Emiliano Aguayo. ¡Saludos y nos vemos en la ruta!
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Andres Espinoza | 2015-12-09 | 20:49
1
Me gustó mucho. Espero una segunda parte donde se desmenuce más el tema por estilo musical, aquí se habla más del músico en sí, entonces se podría abordar por el género, porque no es lo mismo un guitarrista de rock que uno clásico, por mencionar un instrumento muy común, y más específico cuando se trata de un flautista o más multigénero cuando se trata de un baterista. Además me gustaría ver el punto de vista de una banda, cómo sobrevive una de rock, una tropical, uno de hip hop, cada género es un mundo pero creo que sería interesante ver cómo sobreviven cada uno (de hecho tengo entendido que la banda Mala Junta era una banda de rock que tuvo que tocar música "popular" para echarle a la olla hasta que hicieron el "chileno de corazón" y le dieron el palo al gato).
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Luis Candia | 2015-12-10 | 11:06
1
Tengo un amigo baterista que toda la vida ha tocado jazz, pero cuando eramos compañeros de colegio siempre nos decía "en la cumbia están las lucas". Dicho y hecho, ahora es baterista de una banda de cumbia (de las exitosas), y aunque sigue con proyectos paralelos, es ahí donde está su fuerte, además le sirvió para hacerse un nombre y ya está tocando con otros artistas reconocidos.
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Jorge Vasquez | 2015-12-10 | 11:11
1
Excelente articulo, no sabes como me siento identificado con muchas de las situaciones que planteas, según mi experiencia gran parte del problema somos nosotros mismos que no hacemos nada por valorar nuestro trabajo como músicos, hay muchos y grandes músicos que trabajan casi por las propinas que dejan los pub´s y bares, entregando shows de altísima calidad aveces por montos irrisorios y un par de tragos. Ojala esto cambie en un futuro cercano ya que no hay nada mas reconfortante que tocar en vivo. De nuevo te felicito por el articulo y que la fuerza nos acompañe en este hermoso camino que elegimos.
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Natalia Martínez Albornoz | 2015-12-10 | 12:04
1
Es tan cierto todo lo que escribes. Lo vivo hace ya 3 años con amigos y en específico con mi novio.
Hasta para hacer una banda solo "por las lucas" es complicado. Usualmente, no quieren pagar lo que se solicita por esa pega, creen que tocar es por hobbie y no debe ser remunerado. Mis amigos, tuvieron una banda (Vitrola) de música para fiestoca (cumbias y demases). Lamentablemente, quedó ahi todo porque no aceptaban los precios que ellos sugerían diciendo: "es un hobbie de uds. como le vamos a pagar?". Es lo triste de ser músico en Chile.

Junto con todos los peros que hay en el camino, entre prejuicios para con los músicos, está también los precios de los equipos de sonido y de los instrumentos mismos, que hace que se complique aun más.

Espero que todos los músicos de Chile, que son muy buenos, sigan en esa senda. Sus mujeres los apoyaremos siempre!

Saludos!
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Ange Brik | 2015-12-10 | 13:06
1
tengo un par de amigos que estan ligados al mundo musical, uno es un orgulloso musico de sesion de cantantes que jamas veran la luz del sol ya que sus padres pagan por sus discos y mi amigo contaba que cual peor que el anterior, pero que eso le permitia poder dedicarse mas tranquilo a lo que realmente le gusta. Otros conocidos mios tocan en las bandas de otros musicos que si son conocidos por el resto, pero todos los que tocan en bandas tienen en comun que mantienen un trabajo paralelo. Tambien conozco de cerca a los chicos de Papa Negro, y se como, siendo que son un grupo conocido (y bacan), se sacan la cresta en sus pegas y proyectos.
Creo que en general las areas mas ligadas al arte son asi, musicales, plasticas, literarias, imaginen que hay muchas personas que tienen que hacer mil vueltas para llegar a fin de mes, para un artista es el cirque du soleil!
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Francisco "Panchote" Bascur | 2015-12-10 | 13:35
1
Buen artículo, acertada apreciación de la realidad nacional. Agregaría, por lo que me tocó ver en Conce, la autogestión de recursos y de locales como forma de subsistencia: un gran número de bandas en la calle con todo el soporte técnico para ello, incluyendo venta de disco y promoción; arriendo de espacios para talleres y tocatas, realizado por los propios músicos y/o agrupaciones culturales; venta de discos por todos los medios, etc. Todo lo que te menciono creo que cabe en las categorías señaladas en todo caso...
Importantes son los datos que señalan aspectos mas profundos, como la falta de seguridad y estabilidad en materias no sólo económicas, sino que en cobertura de salud y educación. Ahí el llamado a la organización pareciera ser un elemento a considerar y quizás sería bueno saber cual es la realidad nacional al respecto. En lo personal conozco el caso de conce y nada más. Te dejo la inquietud para otro artículo!
Un abrazo!
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Andres Espinoza | 2015-12-11 | 09:12
1
Yo soy de Stgo. y tenía una banda de rock entre los años 2000 a 2005 aprox., y teníamos que pagar por tocar, es decir, arrendar local, hacer los volantes (las redes sociales hubiesen ayudado harto yo creo), preparar todo, afortunadamente con bandas amigas hicimos una buena escena en esos años y autogestión por dorquier, el punto que quiero señalar es que me sorprendió cuando fuimos a tocar a Conce (viernes, sábado y domingo) donde en los locales si bien no nos pagaron, al menos no tuvimos que pagar, y nos atendieron (nos dieron comidas y bebidas), cosa que jamás vimos en Stgo., por lo que siempre he apreciado el espíritu musical (y sobre todo rockero) que tiene Conce (nuestro vocalista venía de allá). No sé cómo seguirá eso hoy en día, pero para mí fue una muy grata experiencia.
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