solidaridad, ayuda, sociedad, beneficencia, amistad, generosidad, bienestar, felicidad

Un mundo mejor, sin sacrificios

El Barbón sugiere que ayudar es más un placer que un sacrificio, porque ver el sufrimiento de otro es todo lo que se necesita para desear ayudar y sentirse feliz de hacerlo.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-07-09 | 09:28
Tags | solidaridad, ayuda, sociedad, beneficencia, amistad, generosidad, bienestar, felicidad

Mi mamá siempre me contaba la historia de una señora o amiga, no recuerdo bien, que a pesar de no tener grandes problemas en su vida se sentía profundamente infeliz. Luego de unas cuantas visitas al psicólogo, el hombre le encargó un ejercicio muy simple: que visitara alguna institución de beneficencia. No le dijo que diera dinero, tampoco que trabajara o colaborara de ninguna forma con la institución, simplemente que la visitara y pidiera ver en qué consistía la labor que realizaban. La mujer hizo lo que su terapeuta le pidió y, para su sorpresa, su angustia desapareció. Así, de forma instantánea. La experiencia le hizo modificar posteriormente muchos aspectos su vida, pero lo que más me llamaba la atención de la historia es cómo el simple hecho de ver el sufrimiento de otra persona, en vez de deprimirla, achacarla o enojarla, provocó un cambio en su vida que la hizo más feliz. Entonces ¿qué nos pasa que le hacemos tanto el quite a algo que nos puede hacer más felices?

No tiene lógica.

Todos sabemos que es importante ayudar al resto. El problema es que nos lo enseñaron como un deber, una obligación, una tarea que tenemos que realizar. A la fuerza si es necesario, contra nuestra voluntad. Porque aunque no hay nada más rico que descansar en la casa y olvidarse de los problemas del mundo, tenemos que ayudar al resto (y sentirnos culpables si no lo hacemos).

Yo odio esa perspectiva, porque tengo la teoría contraria, que ayudar al resto es entretenido, es fácil y te hace más feliz. Incluso creo que no requiere un esfuerzo, sólo tener la voluntad y perder el miedo. Lo sé, pareciera no tener ninguna lógica, pero tengo la convicción de que es así. Si no me crees, hagamos un pequeño experimento que no requiere ningún esfuerzo. Repito: ningún esfuerzo, porque si te parece inabordable, lo estás haciendo mal.

El experimento tiene dos etapas:

Etapa 1: Buscar a quien ayudar.

No te estoy diciendo que te vayas a Haití ni a la India. Ni siquiera que viajes fuera de tu comuna o que cambies tu rutina. El único desafío inicial es que busques a tu alrededor a alguien que lo esté pasando mal. Puede incluso ser un pariente enfermo, un amigo triste o un compañero de oficina que tuvo un mal día, no te compliques de más, lo único que importa es que sientas que en ese momento lo esté pasando peor que tú. ¿Cómo sabrás que lo encontraste? Porque pasarán dos cosas. La primera es que que te sentirás afortunado, porque el ponernos en contacto con alguien que sufre nos hace valorar instantáneamente lo que tenemos nos hace sentirnos afortunados. En cierta forma nos hace más felices, porque pone nuestros propios problemas en perspectiva. Lo segundo que ocurre es que nos dan ganas de ayudar voluntariamente, no por deber. Si no sentimos ninguna de las dos sensaciones, entonces aún no tenemos que pasar al siguiente paso, tenemos que ampliar nuestra área de busqueda y mirar mejor.

Etapa 2: Buscar cómo ayudar.

Un típico error que cometemos es no ayudar porque no podemos solucionar el problema, o porque solucionarlo significaría un sacrificio enorme. ¿Cómo ayudo yo a mi amiga que tiene un familiar enfermo? ¿Cómo soluciono yo el problema del hambre en África? Que la solución esté más allá de nuestro alcance no quiere decir que no podamos hacer nada por ayudar esa persona, o a otra persona. Una sonrisa puede ser clave a la hora de hacer más feliz a quien está sufriendo, pero tenemos tanto miedo a que la culpa nos haga sentirnos obligados a hacer algo que no queremos que preferimos no hacer nada. Si nos diéramos cuenta de lo significativa que puede resultar una sonrisa, un chocolate, un abrazo, una frase o un billete que “nos sobra”, no dudaríamos en compartirlo.

El padre Hurtado decía que había que “dar hasta que duela”. Yo no creo que existiera una intención masoquista en la frase, sino que se refería que había que dar todo lo que no doliera. Si lo piensas al revés, entonces “si te duele, detente”. Y al revés también, si no te duele ¿para qué detenerte? Es el mejor sistema para que el ayudar siempre se mantenga en el terreno del placer, cuidando de no caer en la complacencia de no ayudar. 
Y si sabemos que podemos ayudar más, pero simplemente no tenemos ganas, no creo que tengamos que obligarnos. Más bien tenemos que volver a la Etapa 1 (del conectarse). Porque la Etapa 2 (de ayudar) siempre debe ser consecuencia de la anterior.

Etapa 3: Repetir.

Igual que cuando hacemos deporte, mientras más lo practicamos, más fácil resulta. Y así mismo, para que realmente sirva, tenemos que ser constantes. Te aseguro que mientras más ayudes por gusto, sin importar lo pequeño que resulte tu aporte, más fácil te resultará volver a ayudar. Y con el tiempo, sin darte cuenta, ampliarás tu terreno de lo indoloro. La clave es nunca ayudar por costumbre, porque estanca el crecimiento, ni por deber, porque mata el espíritu. Por eso es tan importante la Etapa 1. Es el contacto con el dolor ajeno el que nos entrega la gasolina para mantener avanzando en este ejercicio. Si crees que todo el mundo está bien, es el momento para ampliar tu mirada.

El gusto de ayudar.

Me carga la caridad por cumplir, creo que el situarnos desde un punto de vista superior y lanzar una colaboración ciega a quienes necesitan ayuda sólo contribuye a distanciarnos socialmente y a aumentar la desconfianza entre nosotros. Si creemos que ayudar es una lata es porque no estamos viendo, no nos estamos conociendo, no estamos conectando con el sufrimiento del que está al lado y no estamos considerando el aporte que podemos hacer. Pero por sobre todo, no estamos concientes de lo profundamente felices que nos puede hacer a nosotros mismos el colaborar en la felicidad de otro. 

Parte por cosas pequeñas, sin hacer sacrificios, y te aseguro que vas a disfrutarlo. Porque el ser feliz no requiere enormes esfuerzos ni grandes cambios, sino algo mucho más simple. 

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Comentarios
Paper Luis | 2013-07-09 | 10:43
1
Ayudar es entrete... Y ayudar en lo que sea...

Me da lata poner ejemplos, porque... Lo que hace tu mano derecha... que no lo sepa la izquierda, y viceversa

Salu2
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-07-09 | 12:06
0
En lo que sea... a veces uno no dimensiona el valor de lo pequeño... o de eso que no es material.
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Arlene Musume | 2013-07-09 | 10:57
3
Yo aun recuerdo una vez que vi a una viejita pidiendo plata en la calle, y hacia frio, y tenia una luca para comprarme un café, y se la dí.
Y paso algo curioso, pero maravilloso tambien, la abuelita se emocionó tanto que se acerco y me dio un abrazo super fuerte, me sentí tan bien, y a la vez tan mal, porque pucha, una luca para mi era un café, pero para ella definitivamente significaba mas que para mi...

A veces no es necesario hacer grandes sacrificios para ayudar o darle una alegria a alguien, es cosa de hacer con los demas lo que nos gustaria que hicieran con nosotros...
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-07-09 | 12:08
0
Le hiciste el día a la viejita... qué bacán. Y de verdad que cuando uno siente que le hizo un bien al otro, es imposible seguir pensando que es una lata o algo difícil.
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Marco Canepa | Editor | 2013-07-09 | 11:01
1
Me parece buen consejo partir con esfuerzos mínimos. Hace poco un conocido notó medio decaído el ambiente en su oficina y le compró a todos unas sopaipillas. El esfuerzo fue mínimo, pero la alegría que generó el gesto cambió todo. Ese tipo de detalles a veces hace toda la diferencia.

Cuando uno ve cuánto puede cambiarle el día a otros algo tan sencillo, es imposible no querer hacer más de eso.
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-07-09 | 12:09
3
Si! Se vuelve adictivo, porque en verdad es bkn hacer algo que hace feliz a todos.
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Gillda Gutiérrez G. | 2013-07-09 | 11:35
4
Tengo una amiga que de su vida podríamos hacer una buena cantidad de tomos de libros, una trilogía cinematográfica, etc. Tiene 3 niños y estudia en la universidad. Siempre que puedo voy a visitarla y me he sorprendido un día en que me dijo "tu no sabes cuanto me ayudas" y yo "pero si no hago nada" y me dijo "tu sola presencia me ayuda y hacer todas esas cosas chicas que para ti son nada, para mi es pérdida de tiempo: hervir el agua, lavar una cuchara, ir a buscar algo, eso para mi es mucha ayuda". Y en ese momento me di cuenta o dimensioné que algo tan mínimo como eso hacía que mi amiga estuviera más aliviada.
A veces uno ayuda sin darse cuenta y darte cuenta de eso es la mejor parte :)
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-07-09 | 12:05
0
Exacto! Qué mejor que replicar esas cosas que no nos cuestan nada y que ayudan a mejorarle la vida al resto! =)
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Natz Wangnet | 2013-07-09 | 18:56
1
Misma situación aquí. Dan ganas de llorar.
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Mari Piña | 2013-07-09 | 17:17
4
Ooooh... Varias veces me he enfrascado en discusiones por tratar de explicar mi visión sobre la "ayuda al prójimo", de como siento que a veces se distorsiona lo de ayudar y se transforma en una obligación culposa, porque si no ayudas eres como el forro. Entonces, automáticamente, estás haciendo cosas para que el resto vea lo buena gente que eres. Y claro, he quedado como la escéptica mala onda cuasi monstruo que desconfía de las buenas intenciones de los demás.
Ahora leo tu columna, y creo que tus palabras son las que debí usar al momento de explicar lo que para mí significa ayudar a otro.
Con mi familia nos hicimos cargo de una tía en sus últimos años de enfermedad terminal. Ni siquiera se pensó,nos la trajimos no más. La quisimos y la cuidamos en casa "hasta que dolió". Afortunadamente solo estuvo un mes en una residencia especial... Creo que eso ha sido lo más lindo que he hecho por alguien. Más allá de lo que significa cuidar un enfermo de esas características,saber que el solo hecho de hacerle cariño en la cabeza y decirle que la quieres, que todo va a estar bien, aunque no hubiera vuelta atrás, la hacía sentir segura y feliz... Tu columna me encantó y me emocionó. Gracias :)
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-07-09 | 19:25
0
¡Me emocioné leyendo tu testimonio! ¡Muchas gracias por compartirlo!
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Natz Wangnet | 2013-07-09 | 19:04
1
"El padre Hurtado decía que había que “dar hasta que duela”. Yo no creo que existiera una intención masoquista en la frase, sino que se refería que había que dar todo lo que no doliera.
Si lo piensas al revés, entonces “si te duele, detente”. Y al revés también, si no te duele ¿para qué detenerte? Es el mejor sistema para que el ayudar siempre se mantenga en el terreno del placer, cuidando de no caer en la complacencia de no ayudar. "

EXCELEEEEEEENTE.


Yo soy de poco ayudar xD Yo suelo esperar una retribución a cambio. Ahora la cosa es "qué nos enseñan a esperar". Y si ayudo desinteresadamente, no es tan así, si no que me reconforta saber que alguien estará bien, ver a esa persona y/o hablar con ella, hay algo mutuo, o al menos algo que alimenta mi conciencia y mis ganas de seguir dando.

Las películas Disney te enseñan que si haces tal recibirás un príncipe o princesa por toda la eternidad; o algunas personas te enseñan que "si haces esto otro" recibirás una amistad inquebrantable.

A veces en nuestro fuero interno, como comentaba el barbón, de la señora que no tenía grandes problemas, uno quiere levantarse, hacer cosas en la vida, y enriquecerse, y eso, en nuestra naturaleza humana, es posible gracias al poder de sociabilizar.

Yo lo veo incluso más allá de un puro acto de "beneficencia". Muchos queremos sentirnos comprendidos y queremos lograr metas, es obvio que a veces necesitemos "ayuda". Para mí esa ayuda puedeconsistir desde lo más pequeño como botar la basura o lavar la loza como decía Gillda, hasta estudiar o emprender trabajos en equipo.
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-07-09 | 19:29
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Exacto. Y empezar de a poco es la clave. Solo así podremos disfrutarlo para querer aspirar a más. Además, la ayuda sincera y "por gusto" suele ser mucho más beneficiosa que la "por cumplir", ya que se preocupa por buscar la felicidad del otro y no solo resolverle el problema.
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Manuel Loyola | 2013-07-10 | 10:38
0
no esta mal, pero yo soy de ayudar a los problemas desde la raiz y tratarla para que no vuelva a pasar por lo mismo de nuevo (o si pasa, que no sea tan reiterativo) porque asi vemos como la gente crece con tus palabras. Yo soy muy realista y le digo las cosas como son a una amiga, incluso le desmorono su vision de las cosas, porque a veces las personas ven desde un enfoque incorrecto, pero lo hago para que vea mejor y haga las cosas como deben ser. Ahora ha cambiado desde que la conoci (mas o menos 2 años) y dice que como yo la ayudo es mejor que otras personas.

El articulo enfoca algo como una solucion parche, podria ser para las personas que no son tan cercanas a uno pero a las que pertenecen a tu circulo deberia actuar como lo dije antes :P
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Alfredo Rodríguez | El Barbón | 2013-07-10 | 11:42
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Yo creo que tú lo enfocaste como solución parche, jajajaja. El artículo nunca dice cómo se debe ayudar y se enfoca en conocer bien el problema primero y después ayudar. Lo que sí dice el articulo es que no importa lo pequeño del problema, uno siempre puede ayudar.

A veces decir las cosas tal como son es la mejor solución, y otras veces solo empeora las cosas. La clave es conocer bien la problemática para poder entender cuál es la mejor solución.
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Manuel Loyola | 2013-07-10 | 12:09
1
entiendo para donde van los tiros, es bonito el gesto simbolico de que puedes ayudar o estar ahi para alguien que se encuentre en problemas. Claro que uno puede ayudar a todos pero tambien hay que saber cuando ayudar o no. A veces uno no debe interferir de ninguna manera en ciertos temas de una persona
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