felicidad, expectativas, optimismo, pesimismo

¿Es mejor ser pesimista?

Tener altas expectativas genera frustración cuando las cosas no se dan como esperábamos. ¿Será que es mejor esperar siempre lo peor?

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2014-01-28 | 10:55
Tags | felicidad, expectativas, optimismo, pesimismo

Conversando con dos amigos sobre el fallo de la Haya, uno consideraba que el fallo había perjudicado mucho a Chile y beneficiado demasiado a Perú. El otro, por el contrario, consideraba que nos había ido bastante bien. Indagando en el origen de sus diferentes visiones descubrí que a ambos les hubiera gustado que el límite quedara fijado en el paralelo, o sea, querían lo mismo, pero sus expectativas eran muy diferentes: uno creía que la Haya fallaría 100% a favor de Chile, mientras el otro lo sentía muy poco probable. Y al ver a mi amigo optimista tan frustrado, me pareció sensato preguntarme ¿No seríamos más felices si camináramos por el mundo creyendo que todo será catastrófico? Así nos aseguramos que la vida siempre nos dé más de lo que esperamos ¿No?

Sin expectativas ¿el secreto de la felicidad?

Vamos a ver una película que creemos buenísima y salimos frustrados. Vamos a ver la misma película jurando que es pésima y salimos felices. Entonces la cosa está clara: hay que pensar que todo va a ser terrible siempre y así la vida siempre nos va a sorprender positivamente. Pero si de verdad consiguiéramos pensar así, sentir profundamente que todo va a salir mal ¿de donde sacaríamos la fuerza y la convicción para esforzarnos por cosas que consideramos importantes? ¿Para qué trabajar, si todo va a estar pésimo? ¿Para qué pasar tiempo con mi familia si creo que no lo disfrutaré?

Para un pesimista absoluto, esforzarse no tiene ningún sentido y el dejar de esforzarnos por las cosas que nos importan, inevitablemente volverá nuestra visión fatalista en una profecía auto-cumplida. Difícilmente las cosas van a salir bien si no nos esforzamos por ellas. Es entonces que surge la (aparente) paradoja: ¿Qué conviene? ¿Mantener las expectativas altas siempre, con el constante peligro de vivir defraudándonos o mantenerlas bajas siempre, con el peligro de convertirnos en unos amargados?

Requisitos para ser feliz.

La vida está llena de desafíos por los que vale la pena luchar: desde la pelea por que se respeten los derechos de las personas hasta hacer un paseo en familia. Y natural e inevitablemente, tendremos una idea de cómo se desarrollarán estos proyectos a futuro. Esa idea, muchas veces idealizada, es la que nos mueve, la que nos motiva a esforzarnos, a poner de nuestra parte para hacer realidad nuestros planes, por muy banales que estos sean (como el simple hecho de ir a ver una película). Porque las buenas expectativas son nuestro mejor “jefe de obra” y juega un papel clave durante el proceso productivo para terminar aquello que nos proponemos. 

Lo importante es estar conscientes que, aunque un gran entusiasmo nos ayuda a avanzar, si transformamos las expectativas en la vara para medir nuestro éxito, difícilmente vamos a poder alcanzarlo corriendo el peligro de convertirnos en unos caprichosos inconformistas. Porque los proyectos nunca se vuelven realidad tal y como los planeamos: a veces se superan, otras no se alcanzan, y muchísimas veces el resultado es tan diferente a lo que imaginamos, que ni siquiera se vuelve comparable.

Disfrutar de lo bueno.

No importa el desafío que nos propongamos ni lo catastrófico que pueda ser el resultado: siempre hay algo bueno, por muy pequeño que sea, que podemos sacar en limpio. Las expectativas entusiastas son una gran ayuda anímica para avanzar, pero necesitamos despojarnos de ellas a la hora de sacar las cuentas, de evaluar el éxito o de disfrutar el resultado. Porque la vida nunca es como la planeamos y si esperamos poder predecir el futuro para estar felices, entonces siempre viviremos frustrados. Disfrutar la vida requiere de apuestas, de riesgos y de esfuerzos, así como de expectativas optimistas que nos ayudan a tomarlos. Pero para disfrutarla a concho, también se requiere ser flexible, creativo, capaz de reaccionar y disfrutar con las cosas pequeñas, pues es en esos momentos en los que más necesitamos liberarnos de las ideas preconcebidas que tenemos de la vida, tanto en los grandes desafíos como en los asuntos más cotidianos. 

Las expectativas optimistas son una excelente gasolina, pero una mala regla para medir la felicidad. De nosotros depende escucharla en los momentos adecuados e ignorarlas a la hora disfrutar. Así podremos avanzar por la vida con una mirada positiva (y no impositiva) que nos permita valorar de cada regalo que encontremos en el camino, sin importar lo pequeño que este sea.

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Comentarios
Susana Flores | 2014-01-28 | 11:09
1
Hola
interesante articulo sobre las expectativas, por mi parte generalmente cuando espero lo peor las cosas no san tan terribles, (bueno la verdad me he quedado corta en algunas situaciones, pero como regla general funciona) por otra parte Maria Luisa Bombal en el cuento "El Arbol" dice lo siguiente "...la verdadera felicidad está en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de disfrutar por fin de todos los pequeños goces, que son los más perdurables..."
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Paper Luis | 2014-01-28 | 11:25
4
¿Y por qué mejor no disfrutar las cosas y ya?

Todos tenemos expectativas para toda la vida: Que el hij@ sea el(la) mejor del curso, que en el trabajo nos paguen mucho por hacer muy poco, que el queque que cocinamos suba, etc... Todo es cuando el objetivo final de la expectativa se cumple.

Pero algo que las personas no valoran es el proceso: ¿Tener al hijo mejor del colegio o disfrutar mientras estudian juntos, aunque no llegue a tener la mejor nota? ¿No es mas entretenido cocinar entre muchos, aunque quede malo, que cocinar solo una exquisitez ?

Creo que en las pequeñas tareas que hacen el todo es cuando se disfruta la vida, mas que tener un resultado. Que manera de reirnos con mi hijito cuando hicimos una torre de lego, que se nos pasaba cayendo.. O que manera de recordar con felicidad el budín de zapallo italiano que nos quedó dulce con mi madre, porque se nos olvidó la sal, etc.

Insisto en la pregunta que hice al comienzo ¿Por qué mejor no disfrutar la vida y ya? Es tan corta la vida y se puede ir en un instante, así que mejor ser alegre y contagiar esa felicidad. Nunca salir de la casa enojado con tu familia, no estar peleado con tu hermano, ser uno el que se acerque al amigo distanciado, aunque la culpa no sea nuestra. No sabemos si vamos a volver, o lo vamos a volver a ver, etc.
(Me fui un poquito del tema)

Sean Felices! (Como imperativo)
Saludos
@paperluis
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Marco Canepa | Editor | 2014-01-28 | 11:44
0
Creo que uno inevitablemente espera un resultado de las cosas que hace. Pero claro, el problema es centrarte en eso, en lugar de lo que aprendes y disfrutas en el proceso.
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Marco Canepa | Editor | 2014-01-28 | 11:49
6
Toda mi infancia y adolescencia, fui un pesimista profesional. Negativo absoluto. Puedo dar fe de que eso NO te hace feliz. Al final, te generas una realidad mental, que es mucho más prolongada que el momento mismo en que se da el resultado. Es decir, puedes pasarlo mal semanas, para luego tener un momento feliz cuando la cosa sale mejor de lo esperado. Además, como bien dice el Barbón, al final también te das por vencido rápido y te pierdes de muchas cosas.

Por otro lado, gente cercana a mí, vive el fenómeno opuesto. El de negarse a pensar que algo pueda salir mal (y por lo tanto, negarse a prepararse para esa posibilidad). Ellos también lo pasan mal, porque pasan dándose porrazos y no aprenden de sus errores ni reaccionan a tiempo para evitar los desastres, porque quieren creer que todo estará bien.

En mi opinión, conviene tener expectativas "realistas". Es decir, estar consciente de los riesgos, las dificultades y los potenciales resultados, positivos y negativos. Es decir, no esperar lo peor, pero estar preparados para ello. Así, cualquier resultado (o al menos, los más probables) no nos pillará desprevenido y podremos enfrentarlos de mejor manera.

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Mauricio Arce | Podcaster | 2014-01-28 | 12:18
3
De hecho hay un dicho así muy típico, dice algo como: siempre espera lo mejor, pero mantente preparado para lo peor. Finalmente lo indicado, como en muchas cosas, parece ser el equilibrio.
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Paulina Araya | 2014-01-28 | 13:04
1
Igual uno siempre tiende a ser positivo o negativo a pesar de querer ser realista, por ejemplo yo discutía con una persona sobre una situación x y me decía que por tales razones todo iba a ser malo y que yo no lo veía por ser positiva en cambió el era realista, pero yo viendo esas mismas razones le decía que no tenía que ser tan malo, y al final no fue tan malo como decía.

El tema es ser más flexible como dice el articulo a todos los eventos posibles y no cerrarse solo a una idea.

Yo en general me considero positiva pues a cada situación trato de verle todos los lados posibles y tratar de que resulte o apuesto por el que más me gusta, igual critico las situaciones que no me parecen o cosas así. Si la película no es tan buena como esperaba igual voy a encontrar cosas para entretenerme. Si está demasiado mala para mi gusto, me voy a hacer otra cosa en vez de seguir amargándome. Y así sigo yo por lo menos y me considero una persona feliz :)
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inés meneses | 2014-01-28 | 14:35
2
Yo viví el caso contrario. Participé de una Iglesia full positivista, en la cual ni si quiera se mencionaba la posibilidad de que las cosas pudieran salir mal. Yo ni me atrevía a decir "oye pero que pasa si..." porque al tiro te decían que no pensaras de esa forma ni declararas el fracaso (ya que las palabras tienen mucho poder, y lo que digas puede ocurrir); y contrario a lo que muchos podrían pensar, en mí generó expectativas muy altas, y mucha frustración ante los fracasos. Al irme de ahí empecé a tomar las cosas con más calma.
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Luis Alejandro González Miranda | 2014-01-28 | 12:00
2
Hoy vi a una chiquilla en la micro. Era demasiado linda, era difícil dejar de mirarla. Pero no me atreví a decirle nada, sólo traté de distraerme con mis dibujos.

Cada vez que trato de dejar de ser pesimista, la vida se a encargado de enrostrarme mi error. Tenía una meta que cumplir ayer para un proyecto en el trabajo, todavía no he terminado. Había juntado dinero para algo que quería hacer el fin de semana, y tuve que apoyar a mi madre en un asunto urgente.

Siento que no puedo ser demasiado cuidadoso. Tengo miedo de dejar pasar detalles que pueden parecer pequeños pero causar graves consecuencias o perder oportunidades irrepetibles. Porque ya me ha pasado, con más frecuencia de lo que mi salud mental puede aguantar...
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Alvaro Cerda | 2014-01-28 | 17:21
3
Es difícil saber si uno es pesimista o miedoso , si es "realista" o es el temor al fracaso lo que nos impide intentar.
Nuestra cultura nos dice que el fracaso es negativo , pero en muchos lugares el fracaso es signo de empeño , de valentía , de superación...todo depende como lo miremos.
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Catalina Olavarría | 2014-01-28 | 12:26
0
No me considero una persona pesimista, para nada. De hecho me dicen que soy optimista. Pero a la hora de las expectativas propias, desde chica siempre he esperado lo peor casi como cabala para que me vaya bien.

En el colegio me recuerdan cuando decia: "Ay me va a ir mal" (de verdad creia que sería asi) y luego me sacaba un 7. En la U me pasaba lo mismo y todos me recuerdan con un poco de odio por esa razón.

Con el tiempo he ido dejando de hacer eso de a poco, con un poco de miedo, ya que cuando en verdad creia que las cosas iban a salir bien, (y lo aseguraba en voz alta) SIEMPRE salian mal. Casi como una maldición :S

Por eso me es dificil salirme 100% de ese esquema, pero lo he ido logrando de a poco... Eso si aun no tengo muy clara la respuesta a este articulo, si será mejor pensar siempre que las cosas saldrán bien, porque la caida puede ser muy fuerte. <b>Prefiero valorar los resultados finales y terminar viéndoles siempre el lado positivo, aunque no lo sean 100% </b>, como por ejemplo, el resultado de la Haya.
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Alvaro Cerda | 2014-01-28 | 17:23
0
..y siempre es bueno tener un Plan B , el cual bien puede ser darnos un pequeño gusto , ya que al menos lo intentamos y dimos lo mejor. :)
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Judith Garay | 2014-01-28 | 17:42
0
A mi me pasaba y en algunas cosas me sigue pasando como a Marco. Siempre he sido muy pesimista, pensando lo peor y esperando lo peor y definitivamente NO me ha hecho feliz.

El problema empieza cuando uno quiere salir de eso y trata de pensar positivo y las cosas de todos modos salen mal, resulta un poco decepcionante y hasta desmotivante.

Mi verdadero cambio empezó cuando me dí cuenta que soy demasiado perfeccionista, que las cosas nunca iban a salir como las planeaba porque en su mayoría dependían de otros factores que pues uno no puede controlar (preever si, pero no controlar) y que lo que más influenciaba mi pesimismo era mi temor al fracaso.

Comencé por preguntarme en cada ocasión que quería que pasara de cierta manera: ¿qué es lo peor que puede pasar? y empezaba a pensar en soluciones lo más sencillas posibles para resolver ese posible problema, si lo peor que puede pasar es algo que yo no puedo resolver simplemente lo desecho y sigo adelante. Al final de ese breve momento termino más tranquila al sentir "los posible problemas ya resueltos" y me enfoco en disfrutar el momento.

Ha sido muy difícil dominar mi pesimismo pero me ha traido excelentes resultados. Se los recomiendo.

Excelente nota. Saludos.
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José Arcángel Salazar Delgado | 2014-01-29 | 02:29
0
En lo personal, yo he aprendido a disfrutar el camino, mas que la meta a la que hay que llegar.

Me considero una persona realista, no me entusiasmo, pero tampoco creo que las cosas vayan a salir fatal. Trato de mantenerme en el punto medio de las expectativas.

Por otro lado, siempre he mantenido la filosofía de que solo hay 2 tipos de problemas, los que puedes resolver y los que no. Solo me ocupo (y no me preocupo) de los primeros.

Por último, siempre mantengo la filosofía de que solo debo enojarme por algo tan importante como para que me de diabetes, hipertensión o un paro cardíaco. O lo que es lo mismo, casi nada.
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