Ocio, definición, beneficios, experiencias, tiempo, libertad, felicidad.
Imagen: César Mejías

Esta es la razón por la que deberías ser más ocioso

Tenemos una idea equivocada de lo que es el ocio y en vez de verlo como algo positivo, es más bien flojera. Conversamos con Andrés Reid, un profesor que tiene un doctorado en ocio (literalmente) y nos explicó en qué consiste y cuáles son sus beneficios.

Por María Victoria Coutts | 2017-12-12 | 12:56
Tags | Ocio, definición, beneficios, experiencias, tiempo, libertad, felicidad.
“Es un lugar donde no hay restricciones para ser quien soy y me reporta satisfacción” (Andrés Reid, profesor de la U. Católica de Villarrica)
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¿Sabemos qué es realmente el ocio?, ¿por qué lo relacionamos con la flojera? y ¿qué beneficios podríamos percibir si empezamos a ser más ociosos?

Hablamos con Andrés Reid, un profesor de la Universidad Católica de Villarrica, quien tiene mucho que decir al respecto. Él es profesor de educación física y además, doctor en Ocio y Potencial Humano de la Universidad de Deusto (España).

¿En serio?, ¿un doctorado en ocio? Y eso, ¿existe? Así es, porque el ocio es mucho más importante de lo que crees.

No tiene nada que ver con la flojera

Me tiene preocupada mi amiga Luisa, está en nada, es una ociosa que se dedica a ver series todo el día, no está ni ahí con buscar trabajo o hacer algo con su vida.

¡Gran error! Puede que Luisa esté en una etapa relajada de su vida (o desanimada), pero eso no significa que sea ociosa. De hecho puede que esté lejos de serlo, porque la verdadera definición de ocio es muy distinta a la mayoría conocemos y no se relaciona para nada con la flojera.

El ocio es el tipo de experiencia que uno vive cuando hace algo que le gusta, que produce satisfacción, que se realiza libremente y que “provee un conjunto de resultados que te permiten ser feliz”, asegura Reid. Está lejos de ser algo poco activo.

Sí, sentarse a ver televisión o juntarse a tomar unas cervezas con amigos, es efectivamente una experiencia de ocio, pero “hay otras experiencias de ocio más fructíferas”, dice Reid. Como hacer deporte, tener un grupo de literatura, participar en un coro o en un voluntariado, por ejemplo. Las experiencias de ocio van desde juntarse a tomar un café con amigos hasta escalar el Everest.

Se asocian a beneficios psicológicos, de relaciones con otros, de goce y además le pueden dar sentido a la vida de cada persona. “Me acerco libremente a ellas, las elijo hacer y cuando las practico, yo ejerzo libertad porque puedo ser yo mismo. Es un lugar donde no hay restricciones para ser quien soy y me reporta satisfacción”, asegura Reid.

Entonces, ¿por qué muchas veces lo relacionamos con la gente floja?

En la antigua Grecia y en distintas culturas, el espacio donde uno podía hacer lo que uno quisiera con libertad, era muy bien valorado, explica el profesional. Sin embargo, con la reforma y contrarreforma de la Iglesia, que consideraba el trabajo como la vía por la cual el ser humano podía llegar a ser libre, el ocio se comenzó a ver como contrario a la libertad y se asoció a una condición negativa de gente floja y poco productiva.

Bueno, y más allá de la visión religoso-cultural, luego vino el mundo moderno con todo un sistema de trabajo, donde las jornadas laborales, fueron poco a poco relegando el ocio a momentos muy escasos de nuestras vidas.

Aunque Reid cree que en los últimos 40 años esto ha ido cambiando rápida y drásticamente. “Especialmente en los últimos 20 años la sociedad ha logrado ciertos niveles de bienestar en que el trabajo. Ya no es la única manera de alcanzar satisfacción material”, dice.

Explica que con las nuevas generaciones que ya no están dispuestas, por ejemplo, a trabajar en cosas que no le gustan, la frontera del ocio con el trabajo se ha ido diluyendocada vez más.

“Puede llegar a ser una paradoja, pero se está dando cada día más que las personas pueden trabajar en su ocio”, asegura, pero agrega que esto ocurre más en los países cierto nivel de bienestar, porque todavía en Chile, la mayoría de las personas no trabajan en lo que les gusta o quieren hacer.

La licenciada en psicología y doctora en Ocio y Potencial Humano de la Universidad de Deusto, Maria Jesus Monteagudo, explica que nuevamente se está comenzando a valorar el ocio y que hoy hay un interés científico en él. Dice que ahora más que nunca adquiere sentido la frase ”no vivimos para trabajar sino que trabajamos para disfrutar del ocio”.

¿Cómo lograr el ocio en medio de una agenda apretada?

Ahhh, es que yo trabajo, tengo hijos y no tengo tiempo para esas cosas, llego muerto a mi casa.

Es cierto que hoy en el mundo escolar o en el trabajo muchas cosas suelen estar definidas. Lo que tienes que hacer, a la hora que lo tienes que a hacer y a veces hasta cómo lo tienes que hacer, y aunque siempre hay espacio para nuestra propia libertad, el ocio es de los pocos momentos donde realmente cada persona puede decir qué hacer y cómo.

Sabemos que es difícil comenzar a dedicarle más tiempo a lo que nos encanta porque las jornadas laborales, los tiempos de traslado y las obligaciones, ocupan la mayor parte de nuestro día (es la vida real, amigos), pero sí se puede y Andrés Reid nos da tres claves para lograrlo:

1. Hay que ser conscientes de que hay que disponer de tiempos determinados para esto. No hay que dejar el ocio “para cuando pueda”, hay que convertirlo en una suerte de disciplina para que sea algo constante. “Es una obligación autoimpuesta. Entonces hay que decir tengo que tener tiempos de ocio porque me hacen bien, me hacen ser feliz y me hacen ser mejor persona”, dice. Que esas horas fijas, entonces, sean sagradas e inamovibles.

2. Hay que proponerse vivencias de ocio o aficiones que sean fáciles de desarrollar, que requieran poca energía de activación, es decir, que no te obliguen a hacer mucho esfuerzo. Por ejemplo si te propones ir al gimnasio, pero para eso tienes que ir demasiado lejos y los tiempos de traslado son muy largos, probablemente no vas a ir muy seguido y rápidamente lo dejarás o inventaras excusas para no ir, porque el esfuerzo es muy grande. Busca algo que te guste, pero que no sea complicado que realizar. Eso no significa que no te impongas desafíos, sino que esos desafíos sean alcanzables y no haya demasiados obstáculos para cumplirlos.

3. Compartir con otros en la afición, es decir, que haya otras personas involucradas en la actividad de ocio. Así además de ser más entretenido, uno también se compromete más, porque si falta, perjudica al resto. “El ocio social, el ocio con otros, siempre es más rico que el ocio individual, creo yo”, agrega.

Dice que si cada uno le dedicara seis horas a la semana al ocio, podríamos empezar a reportar sus beneficios.

¿Y si todos fuéramos más ociosos?

Con nuestro concepto errado de ocio, seguramente te imaginas a todo Chile echado en un sillón viendo televisión todo el día.

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Elimina eso de tu cabeza y piensa en su significado real. En este caso hipotético, Reid dice que él cree que si la gente fuese más ociosa, sería más feliz y más auténtica, porque “cuando yo tengo espacios para hacer lo que yo quiero por voluntad propia y donde puedo desplegarme en cuanto a persona, me hace ser una persona más comprometida, más integral y feliz”, asegura.

También es interesante el punto de vista del ingeniero civil, Luis Matte, quien sostiene que si comenzaramos a valorar el ocio en nuestra cultura, es probable que desarrollemos “capacidades de innovación, creatividad, felicidad y espiritualidad no conocidas ni imaginadas”, dice.

Además Reid sostiene que curiosamente seríamos más productivos, porque está estudiado que las personas que tienen aficiones tienen menos licencias médicas, menos trastornos de salud mental y son personas que están dispuestas a al trabajo, explica.

Él cree que una reducción de la jornada laboral, los niños con más tiempo al aire libre y un mayor contacto con la naturaleza, son ideales para poder vivir más experiencias de ocio.

¿Cuál es tu ocio y qué haces para compatibilizarlo con la universidad o el trabajo?

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