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Imagen: Rodrigo Avilés

"Reintegra un reo en la sociedad y te pagamos". El curioso modelo de cárcel en Nueva Zelanda

Nos vamos actualizando en muchos ámbitos, pero el mundo de las cárceles pareciera no variar. Durante décadas estas se han mantenido casi iguales, pero en Nueva Zelanda decidieron hacer un cambio y esto fue lo que lograron.

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2017-10-31 | 07:00
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Generalmente en el mundo de las cárceles existen dos posibilidades: o están a cargo del Estado o están en manos de privados. En Chile existen ambos casos desde 2005, cuando el expresidente Ricardo Lagos inauguró la primera cárcel concesionada (o privada) del país.

La idea era crear diez de estos recintos, aunque al final se construyeron solo ocho, los otros dos están pendientes, pero dicen que no hay mucho interés en concretarlos. El asunto es que estas cárceles funcionan a partir de las subvenciones que el Estado les entrega por cada reo que tengan en su interior: $600.000 al mes, aproximadamente. Así, mientras más reos, más dinero (aunque también más gastos, claro).

El problema no es sólo que es demasiado costoso para el Estado (y hasta poco eficiente) mantener miles y miles de personas encarceladas, sino que además, podría terminar siendo un incentivo para que este tipo de cárceles les convenga tener más reclusos o mantenerlos en prisión.

¿Por qué no probar otro modelo y de paso aportar a la sociedad? Nueva Zelanda está probando un sistema totalmente diferente en una cárcel privada.

Cambiando el foco

En 2015 Nueva Zelanda construyó su cárcel concesionada más grande (alberga hasta 960 reos). Se trata del recinto Auckland South Correctional Facility (ASFC), también conocido como Wiri. El recinto estatal es una prisión para hombres y es administrado por una empresa privada (Serco).

Está enfocada principalmente en la población maorí que se encuentra sobrerrepresentada en los centros penitenciarios del país (más del 55% de quienes fueron arrestados el año pasado en Nueva Zelanda eran de esta etnia), al igual que otros grupos indígenas.

¿Bueno y cuál es la gracia? Funciona como ningún otro recinto de este tipo. En vez de recibir dinero solo por cada reo que tengan en su interior, aquí aplicaron una lógica de pago según las metas que se logren alcanzar. Y todas ellas apuntan a que los reos que salen de la cárcel permanezcan fuera de ella.

¿Cómo? A través de la reinserción. La idea de Wiri es lograr que quienes pasen por ahí, sea cual sea la razón, puedan reinsertarse luego en la sociedad. Si se cumple eso, la cárcel recibe un incentivo monetario. Pero la meta es bastante ambiciosa: ir disminuir en un 10% la tasa de reincidencia.

¿Por qué ambiciosa? Bueno, porque las cifras también lo señalan. En Chile la reincidencia bordea el 50% de los reos, es decir, la mitad de quienes salen de la cárcel vuelven a ella eventualmente y se trata de un problema que es muy complejo de resolver.

El “Kiwi way”

Todo esto no es tarea fácil, pero por lo mismo Wiri fue diseñada desde principio a fin para mantener a sus reos fuera del recinto una vez que salgan. Absolutamente todo ahí está orientado a la reinserción social y para esto crearon el siguiente sistema.

Fuente: Google Maps

Como se puede ver en la imagen de arriba, el recinto cuenta con tres edificios con forma de “X” y al lado de estos hay diez casas pequeñas en forma de “B”, que están más cerca de la puerta de entrada de la cárcel.

Los presos que han sido evaluados como de mayor peligro, los ubican en la X más lejana. A medida que van mejorando su conducta, pueden ir moviéndose de edificio hasta llegar a una de las casas que mencionamos. Ahí es donde la magia comienza.

Mientras más lejano el edificio esté de la puerta, más restricciones habrán para los reos y viceversa. Finalmente, cuando llegan a las pequeñas casas, la dinámica cambia radicalmente, porque empiezan a vivir como personas “libres”: están en residencias autónomas en donde pueden moverse con libertad, prepararse su comida, lavar la ropa, agendar horas al doctor, etc.

Tienen diversos programas para trabajar la rehabilitación de los reos, como de alcohol y drogas, de conexión y mejoramiento de relaciones familiares, cursos educativos de habilidades básicas y habilidades para el trabajo, de finanzas, lectura, arte, entre otras cosas.

Además, durante toda la estadía en la prisión los reos que se quedan en las residencias autónomas tienen acceso a computadores y teléfonos. La idea es que sigan desarrollando habilidades que después les servirán para reintegrarse en la sociedad. También se incentiva el desarrollo de relaciones interpersonales con los guardias (quienes tienen que llamarlos por su nombre de pila o por su apellido si va acompañado de un “señor”), pueden recibir visitas estando vestidos con “ropa de calle”, etc.

Paso a pasito

Si bien dos años de funcionamiento de una cárcel es poco tiempo, ya se cuentan con algunos datos sobre cómo se han dado las cosas en Wiri. Por ejemplo, durante sus primeros 18 meses de funcionamiento, el recinto fue catalogado como uno de los menos efectivos dentro de la red de cárceles de Nueva Zelanda.

Por suerte eso cambió, ya que la información del último cuatrimestre de 2016 hizo que Wiri subiera a la categoría de “efectiva. Y pese a que aún no tenemos datos sobre cuánto dinero han recibido a modo de incentivo por cumplir o no las metas (se divulgará el próximo año, según informa Citylab), sí sabemos que se estima que este tipo de cárceles le ahorre al estado neozelandés unos US$ 123 millones (alrededor de CLP$ 79 mil millones) durante los 25 años que durará la concesión.

Para dar con esa cifra se analizaron distintas variables que van desde el valor de reinsertar a la población penal hasta las multas que se le cobra a este tipo de cárceles (que pueden ser por la muerte de un prisionero, un motín, un secuestro, etc.).

Ahora, si se trata de la solución para disminuir la cantidad de personas en las cárceles o no, y más importante, para lograr rehabilitar a los privados de libertad, es algo que el tiempo dirá. Pero este cambio de paradigma abre una puerta en el mundo de las cárceles que parece mucho más prometedora que el clásico sistema, que sabemos es costoso y que no ha logrado solucionar el problema de la reincidencia, ni ofrecerles una segunda oportunidad a quienes han cometido un delito.

¿Crees que este modelo se debería aplicar en todas las cárceles del mundo?

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