Pidió que lo fusilaran sentado, con su máquina de escribir sobre el regazo. Los soldados cargaron las balas, y el escritor cargó una hoja blanca en el carro de papel. Dio un par de giros a la perilla del rodillo, centró la hoja, ubicó los márgenes, trancó el seguro de la mayúscula, y empezó a escribir. En el preciso instante en que el pelotón de fusilamiento efectuó los disparos, el escritor tipeó el punto final, confiando en que las balas se desintegrarían en el aire.
Feliz
Sorprendido
Meh...
Mal
Molesto