En la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, más del 50% del electorado no votó. Record histórico: uno de cada dos franceses se quedó en su casa, la tasa de participación más baja desde 1958. Esto trajo una serie de dudas sobre el estado de salud de sus instituciones y sobre un resultado final que pareciera no ser la expresión de las fuerzas políticas reales en el país.

Y es que alrededor del mundo, el ejercicio cívico del voto no está atravesando sus mejores momentos. Durante las últimas décadas la abstención electoral ha seguido creciendo.

A modo de ejemplo, en EE.UU. los ciudadanos que no acudían a las urnas pasaron de apenas un 4,2% en las elecciones presidenciales de 1964, a un 32,1% en las de 2012 (el voto en el ‘64 también era voluntario, pero no sabemos si influye la aprobación del voto afroamericano de 1965). En casi ese mismo periodo de tiempo la abstención en otra de las democracias más importantes y consolidadas del mundo, Japón, se encumbró del 28,9% al 47,3%. Y el fenómeno no se limita únicamente a las democracias consolidadas.

Incluso la joven democracia rusa ha visto un sostenido aumento de este fenómeno, desde sus primeras elecciones multipartidistas en 1991, cuando el abstencionismo fue del 25,3%, para 2015 ya había crecido a 34,7%.

Chile, por su parte, tiene el poco glamoroso primer lugar en abstención electoral de las democracias estables del mundo con un 58% en la última elección presidencial del 2013. Siendo que en la primera elección presidencial abierta de 1989 hubo una participación de un 95% aunque en un contexto político muy diferente, en donde se estaba saliendo de una dictadura y donde el voto era obligatorio (aunque la inscripción era voluntaria).

1. Elegir a los "mismos de siempre"

Razones para ese declive mundial de la participación electoral en el mundo democrático pueden ser muchas, como la desilusión con las élites políticas producto del incumplimiento de los programas propuestos, el destape de casos de corrupción entre los gobernantes y legisladores, o la apatía de los jóvenes Millennials y/o nativos digitales con la democracia.

Pero la razón más profunda deviene de la falta de legitimidad de las democracias (leer artículo anterior), en donde reina la sensación de que nuestros líderes no están motivados por la búsqueda del bien común y solo están interesados en defender sus propios intereses, ya sean políticos o económicos. Lo que lleva a muchos a pensar que no vale la pena levantarse temprano y salir a votar para "elegir a los mismos de siempre".

Sin embargo, aunque la abstención es un síntoma de la falta de legitimidad de un sistema político, por ningún motivo la soluciona. Por el contrario, solo la exacerba, la profundiza y la consolida, siendo absolutamente contraproducente al objetivo de renovación política que muchos argumentan al momento de optar por la abstención.

Actualmente en amplios sectores de la población, existe la idea de que votar significa una perpetuación del statu quo. En la foto un mural en el barrio Lastarria en donde se asegura que si uno vota se convierte en el culpable de su propia "opresión".

2. Sin poder no puedes afectar nada

Como les explicamos en este artículo anterior, creer que no votar ayuda a cambiar las cosas, es no entender cómo funciona la democracia (en realidad cualquier tipo de gobierno) en donde el poder está subdividido en muchos grupos, tales como los políticos electos, los partidos, los burócratas, las iglesias, los sindicatos, los estudiantes, el ejército, los empresarios, los jubilados y un larguísimo etc., cada uno de estos con su respectiva "llave de acceso” al poder y la riqueza de un país. En donde ninguno de estos es capaz de controlar, por sí solos, el sistema ni la riqueza en su conjunto.

Por lo que, a diferencia de lo que algunos pueden creer, una alta abstención electoral no es un signo de debilidad de la clase política, sino de debilidad ciudadana. Porque en la política contemporánea (independiente de su forma de gobierno) a los ciudadanos no se les satisface de manera individual, sino que en grupos, como los recién mencionados. Y las políticas que los gobernantes llevan adelante no se dan de manera equitativa o proporcional a cada grupo según a su tamaño dentro de una población, sino que acorde a su importancia como bloque electoral.

Por ejemplo, si en un determinado país el electorado es mayoritariamente adulto mayor y vive en el campo, entonces lo más probable es que las políticas que se realizan vayan enfocada a esos grupos, priorizándose legislaciones como el aumento de las pensiones o los subsidios agrícolas. Sí en cambio, en ese mismo país la población joven se abstiene de ir a votar, entonces estos ceden a otros sus llaves de "acceso al poder", por lo que los legisladores y gobernantes no tendrían por qué recompensarlos con políticas que los beneficien, como podrían ser subsidios al empleo y educación superior gratuita.

Es que al final del día, sin poder no se puede afectar nada. Y en la democracia, la más efectiva forma de poder que tiene cualquier ciudadano, tanto como individuo como grupo, es el voto, la más importante de sus llaves de acceso.

3. Polarización

Por otro lado, el abstencionismo electoral es contraproducente con la renovación política, pues mientras menos grupos de personas votan, quienes terminan siendo los únicos electores que acuden a las urnas son los grupos de ciudadanos con mayores convicciones, lealtades o simpatías con un determinado sector político. Por lo que los diversos candidatos terminan apelando principalmente a este grupo objetivo de base.

Con un participación electoral baja, las elecciones no las ganan los partidos o políticos que representan a la mayoría de la sociedad, sino quienes logra movilizar más a sus grupos tradicionalmente afines. Lo que genera un círculo vicioso en donde "los mismos" terminan eligiendo "a los mismos".

Esto lleva a una polarización política, no necesariamente ideológica, sino que principalmente sectorial, en donde cada facción política se atrinchera en sus respectivas esquinas, generando propuestas no para entusiasmar a la mayoría del electorado, sino que simplemente para complacer a su electorado objetivo.

Esta polarización, es esencialmente anti democrática, pues favorece el que se gobierne para ciertos grupos y no la mayoría. Pero además, genera que, producto del atrincheramiento sectorial, sea más difícil que los políticos y legisladores lleguen a acuerdos que enfrenten los grandes temas país, y en cambio se dediquen a realizar políticas de corto plazo que simplemente busquen complacer a sus respectivos votantes.

Y una parte esencial de la democracia moderna es que para realizar grandes cambios se necesitan grandes consensos y cuando estos consensos no son alcanzados el sistema político se paraliza y las legislaciones relevantes no pueden ser aprobadas.

¿Cuál crees que sea la principal razón del abstencionismo electoral? ¿Cómo aumentarías la participación en los comicios?