Aconcagua Summit, líderes, encuentros, eventos, actividades, dinámicas

Aconcagua Summit: La montaña mágica

Es difícil describir la experiencia que es este atípico encuentro, que reúne a gente de todas partes para imaginar y hacer realidad un país mejor. Cualquier palabra queda corta, pero hago mi mejor esfuerzo.

Por Marco Canepa @mcanepa | 2013-10-21 | 18:06
Tags | Aconcagua Summit, líderes, encuentros, eventos, actividades, dinámicas

"Miren a la persona que tienen delante. Miren sus ojos, su frente, su pelo, sus orejas..." –dice una mujer que se hace llamar La Caracola, mientras se pasea por la sala. Miro al extraño frente a mí, de cuyo cuello cuelga una libreta con el nombre Juan Carlos, sintiéndome increíblemente incómodo– "Ahora piensen en un sentimiento intenso que hayan tenido, tomen el tubo de papel higiénico en su mano, háganle tres cortes y dóblenlo. Transfórmenlo en ese sentimiento... Eso. Ahora, invéntenle un sonido y jueguen con él...  jueguen con la persona frente a ustedes". Mientras muevo por el piso un tubo de papel higiénico haciendo ruidos con la boca, intentando en vano mantener intacta mi dignidad, me pregunto cómo diablos llegué aquí. 

Desde que crucé la puerta del hotel Portillo, en las alturas del Aconcagua, me di cuenta que el evento al que me habían invitado no tenía nada que ver con lo que esperaba. La mayoría de los encuentros de "emprendedores" o "líderes" rebosan de ternos y tarjetas de visita, auditorios, salas de reunión, presentaciones Powerpoint, lenguaje comercial y mucho, mucho ego. Pero al registrarme en el mesón del Aconcagua Summit, sólo recibí la llave de mi habitación, una libreta con hilo para colgarme del cuello –la cual llevaba el nombre de un desconocido al que debía ubicar para recibir la mía– y un paquete de lápices de colores. ¡Colores! Algo andaba mal.

Rato después, al entrar al salón principal -un gimnasio- la sangre se me fue a los pies. Pufs de colores esparcidos por el piso en grupos con número y, en medio, un cuarteto de músicos tocando música autóctona. "Oh-oh..." pensé. Acto seguido me dirigí al número que me correspondía: un gerente, un par de emprendedores sociales, una estudiante universitaria, un educador, un coach y otras personas de diversas edades y orígenes se fueron incorporando a mi grupo. A mi alrededor veía líderes sociales, una encantadora ancianita aymara, pascuenses, empresarios, mapuches, extranjeros, jóvenes, adultos, gente mayor, hombres y mujeres por igual. No había un terno en 100 kilómetros a la redonda. Menos mal, no tengo terno.

Lo que siguió fue una serie de actividades y dinámicas: Presentarse, responder preguntas inusuales, soñar titulares para el futuro (y subirlos a El Definido), comer juntos, bailar juntos, ver espectáculos, participar de actividades (yoga, natación, trekking), talleres (tambores, canto, improvisación, yoga de la risa, introspección) y muchas dinámicas, como esta en que me encontraba ahora. Casi dos días en el evento y en mi cabeza resonaba la pregunta: ¿Cuál es el sentido de todo esto?

La voz de Caracola me vuelve al presente: "Ahora, en base a lo que vieron hacer a la persona frente a ustedes, anoten en un papel qué creen que representa su tubo de papel higiénico. Qué sentimiento es. De dónde proviene. Cuáles son sus fortalezas. Cuáles son sus debilidades", dice ella. Okey, creo que sé qué poner en el papel, al menos no haré el loco. Escribo. "Ahora pasen el papel a la persona que tienen al frente y lean lo que el otro vio en ustedes". Abro el papel que me pasa Juan Carlos y leo. Y entonces ocurre la magia. 

"¡Qué heavy!" dice Juan Carlos, mirando su papel, mientras yo leo en el mío, con la boca abierta, una descripción profunda de mi personalidad. ¡De parte de alguien con quien no he cruzado palabra! 

Entonces todo tiene sentido. 

Tiene sentido el título con que este día aparecía en el programa ("empatía"), tienen sentido todos esos encuentros improbables, todas esas actividades que te obligaban a salir de tu zona de confort, a echar abajo tus barreras, a tragarte tu orgullo, a exponerte. Porque sin hacer eso, es imposible hablar de igual a igual con quien tienes delante, es imposible oir lo que esa persona intenta decirte por sobre el ruido de tus prejuicios, de valorarla por sobre el valor de tu ego. ¿Cómo podías crear algo sincero, unirte en un proyecto, conversar con humildad y comprometerte de corazón, sin deshacerte antes de todas esas armaduras y mochilas? ¿Y cómo podrías ahora ver al otro como algo menos que un igual, cuando han pasado juntos por semejantes experiencias?

Esa es la magia del Aconcagua Summit: Que al tercer día, cuando llega la hora de reunirse, conversar, proyectar e idear en conjunto soluciones para los problemas más urgentes del país, y al cuarto día, cuando llega el momento de comprometerse a llevar esos proyectos a cabo, ya no hay dirigentes, líderes, empresarios, celebridades ni desconocidos. No. Lo que hay es una gran familia, un gran equipo humano (muy humano) que ha compartido experiencias profundas casi imposibles de explicar a alguien que no ha participado. Un grupo que al final del encuentro baja de la montaña a llevar adelante esos proyectos, con la seguridad que da el sentirse parte de algo más grande. Porque, como dijo la Caracola: 

"Subimos solos, pero bajamos acompañados".

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Comentarios
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Carlos Calvimontes Rojas | 2013-10-22 | 07:17
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¡Qué bien! Es una espléndida novedad esa forma de hacer relaciones y encaminar nobles emprendimientos. Valoro el 'pensamiento lateral' para la creatividad, pero ahora encuentro que para que las nuevas ideas fructifiquen mejor deben ser compartidas con el 'sentimiento lateral', para "sentirse parte de algo más grande"
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Alejandra Pizarro | 2013-10-22 | 11:26
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Gracias Marco...pones en tus palabras mi propia experiencia..no hablamos en el Aconcagua Summit y empatizamos en la experiencia!!
Un abrazo muy grande!
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Marco Canepa | Editor | 2013-10-23 | 17:43
0
Igualmente!
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Ojalá hayan surgido grandes ideas en la cumbre, bien interesante el concepto tras la iniciación. Me hace pensar en Google y su manera distinta de hacer las cosas.
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Marco Canepa | Editor | 2013-10-23 | 17:42
1
Lo interesante fue que la mayoría de las soluciones que se plantearon, tenían que ver con conectar gente que ya está haciendo cosas bacanes. Al parecer, los ladrillos están, sólo falta unirlos.
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Qué emoción leer eso, Marco, ojalá se sigan fomentando los círculos virtuosos y "race to the top" con este tipo de iniciativas, ¡a por un mejor Chile miércale!
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Pia Soto Riquelme | 2013-10-22 | 14:44
1
Buenísimo!...me siento identificada con cada una de tus palabras.
Una tremenda experiencia difícil de explicar!
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Marco Canepa | Editor | 2013-10-23 | 17:43
0
Me alegro =D
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Myriam Chiffelle. | 2013-10-24 | 23:19
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Marco, te felicito...por escribir lo que mi corazón quiere decir, por tu conexión , por se tan jugado.
un gran abrazo.
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