HBO, Temporada 8, Final, Game of Thrones, Juego de Tronos

Hablemos del final de "Game of Thrones": ¿fue un desenlace perfecto?

Ocho temporadas y millones de fanáticos; el fenómeno mundial terminó con cierres inesperados. ¿Qué le pareció a Cinestro? Los Lannister siempre pagan sus deudas y desde la profunda desolación de Desembarco del Rey, te lo cuenta.

Por Cinestro | 2019-05-20 | 11:00
Tags | HBO, Temporada 8, Final, Game of Thrones, Juego de Tronos
"Ella cree que su destino es hacer del mundo un lugar mejor. De verdad lo cree y es capaz de quemar a cualquiera que se interponga en su camino" (Tyrion Lannister).
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Ojo que todo, de aquí hacia abajo, contiene spoilers del final.

UFFF. Llegamos al final de una serie que seguimos por años y que nos hizo debatir hasta el cansancio en redes sociales, popularizó masivamente la palabra spoiler y nos dio clases argumentales de drama, poder y fantasía. A propósito de eso último –y más allá de que algunos hayan quedado disconformes con el final– es que en todo este camino descubrimos una serie de elementos que lograban colarse a nuestras conversaciones de sobremesa, a los trabajos, a la familia, e incluso probablemente también aterrizaron en nuestras almohadas, esas noches de dominGOT.

Es interesante analizar después de tantos años de teorías, cómo terminaron nuestros queridos personajes y cómo quedó revuelto el tablero del Juego de Tronos. ¿Repasemos algunos?

Reina de todos, reina de nada

Daenerys Targaryen (Emilia Clarke), “La que no arde”, “Madre de Dragones” y legítima heredera de los Siete Reinos, fue durante seis temporadas un personaje que evolucionó a su propio ritmo al otro lado del mar. Despojada de todo, creó un reino a costa de pachorra, sacrificios y empoderamiento, apoyada por miles de ex esclavos y nómadas.

El tema, es que en el argumento de la serie (al igual que la hermosa saga de libros de George R. R. Martin) nos pintó desde el principio a una gloriosa "Reina prometida" que debía volver a tomar lo suyo, a cobrar venganza, a impartir justicia. Claramente siempre fue la favorita, muy por sobre cualquiera de los otros "héroes prometidos" como Jon Snow. Con todos esos antecedentes y a pesar de los claros indicios de locura que hay detrás de este personajes, nada nos preparó para que finalmente se convirtiera en la peor jugada del Juego de Tronos, transformándose en genocida, irracional e impredecible reina de las cenizas.

En el capítulo final, hay una evidente analogía del poder actual. Esa idea de que la popularidad se puede convertir en tiranía en cosa de segundos, de que las apariencias engañan y que nuestros líderes en el poder –bajo banderas de lucha y lindos discursos– pueden ser exactamente lo que el pueblo menos necesita. Justamente, el discurso que Daenerys tiene frente a su ejército de inmaculados y Dothrakis en el último episodio, marca el límite del personaje. Implacable, temible, impredecible, terrorífica; Hitler en otro universo, si nos ponemos a hilar fino y lo leemos entre líneas...

Bien dice Tyrion en una parte del episodio: "Ella cree que su destino es hacer del mundo un lugar mejor. De verdad lo cree y es capaz de quemar a cualquiera que se interponga en su camino...". Y tuvo mucha razón.

Su conquista que intervino reglas y políticas extranjeras (además de asesinar a cientos de vidas, claro), efectivamente rompió La Rueda en diversas ocasiones, pero también fue celebrada y aplaudida por los suyos hasta que fue demasiado tarde. Nosotros, al igual que Tyrion, Jon y varios otros, la observamos crecer y nunca nos dimos cuenta de la irracionalidad, mucho menos de la ira y ambición que ella tuvo en su interior. “Fuego y Sangre” era su emblema de casa y lo coreamos tanto que terminó por quemarlo todo. Literalmente.

Su final no podía ser de otra forma: a puertas de arrasar con el resto de los pueblos, el único que podía acercarse a ella y asesinarla era Jon Snow. Es trágico, porque esta historia entera se trata de una "Canción de Hielo y Fuego" con más grises que contrastes, y nada necesariamente tenía que terminar bien.

Esperemos, al menos, que Drogon se encuentre bien :(

La recompensa de los héroes

Sí. Nunca hubo héroes reales en Game of Thrones, porque todos siempre se movieron en la escala de los grises, rompiendo sus códigos para sobrevivir y, a veces, haciendo cosas que nadie haría por sus propios intereses (es la gracia de la serie). Así mismo, los villanos nunca fueron "malos porque sí" y muchos de ellos simplemente se movían sabiamente en el tablero como piezas de ajedrez, o como bien dicen: “iban donde calentaba el sol”.

Tyrion (Peter Dinklage), fue siempre EL personaje más querido por todos. Sin embargo y a pesar de su tremenda inteligencia, cometió muchos errores, como fue llevar estratégicamente a Danerys a Poniente, convertir Desembarco del Rey en cenizas y tener que ver morir a toda su familia Lannister. Lo bueno es que en su rol de "héroe", al final fue recompensado al ser –nuevamente– la Mano del Rey y reivindicar sus errores con la esperanza de que la paz vuelva a los Siete Reinos.

Arya (Maisie Williams), titulandose como la gran badass de la serie, salvó el mundo destruyendo al Rey de la Noche, y en un viaje de ocho años que la obligó a madurar, pudo reconocerse a sí misma como una loba solitaria y autosuficiente. Full feminismo que se concreta comandando un barco con las velas Stark y recorriendo lugares inexplorados rumbo a Oriente.

Brienne de Tarth (Gwendoline Christie), partió como un rol secuendario y sobrevivió hasta el final. Es, en teoría, el personaje más honorable de todos después de Ned Stark (el ejemplo exacto de que en esta serie los "buenos" no tenían oportunidad alguna de resistir en pie). Hizo promesas, forjó amistades, se convirtió en caballera y como tal, consiguió el título de Lord Comandante de la Guardia Real, protegiendo al nuevo Rey del último capítulo. La escena emotiva viene cuando, con su pluma y letra, termina la página biográfica que Jaime nunca pudo redactar en el libro de los caballeros.

Hermoso final conciliador

Sansa (Sophie Turner), fue durante mucho tiempo el personaje con más suerte del mundo. Estando tan cerca de violadores, asesinos y peligrosos personajes del mundo de Game of Thrones, consiguió mover las fichas hasta ser The Queen in the North (La Reina en el Norte). Podría haber terminado de una forma trágica, pero ella es el ejemplo de las estrategias dentro de la historia y de cómo un personaje denigrado (hasta odiado en un principio por sus falsos ideales de princesa) puede sufrir una metamorfosis camino al liderazgo.

Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau), el "mata reyes", cruzaba la línea del heroísmo y la villanía cada año que sobrevivía en la serie. En ciertos momentos tuvo la oportunidad de reivindicar sus errores con el honor que en el pasado nunca tuvo y por el cual se hizo famoso. Lo cierto es que, nos guste o no, murió de la misma forma en que llegó a este mundo, al lado de la mujer que amaba y a la cual jamás iba a traicionar. Otro que no podía terminar de otra forma.

Bran Stark (Isaac Hempstead Wright), fue quien se convirtió en el rey (y de ahí el sobrenombre que adoptó, “El rey quebrado”) y es verdad: nadie lo esperaba y nadie lo creía posible. Pero aunque muchos no entiendan esta decisión, tiene mucho más sentido de lo que creíamos. Se los explico:

Bran, desde que se convirtió en el-cuervo-de-tres-ojos, dejó de estar ligado a alguna casa en particular. Los Stark eran su antigua vida y ahora su destino estaba sellado a fuego al ser un observador de los acontecimientos, lleno de sabiduría por la historia que ha visto/soñado y por lo que aún estaba por suceder. Como un ser –-digámoslo así– "supremo", era la persona idónea para regir un reino que estaba destruido por la ambición y el poder. Sin intereses personales y velando al 100% por la subsistencia de los seres vivos por sobre la muerte.

Hay muchas quejas en redes sociales respecto a su participación en los últimos acontecimientos (podría haberse “metido” a un animal o criatura en la batalla contra los muertos, podría haber ayudado más contando cosas importantes, podría haber usado a Drogon a su beneficio, etc.), pero la verdad es que nunca estuvo en su rol ser el salvador de nadie desde que volvió de "más allá del Muro". Es el chico que perdió las piernas, pero que aprendió a volar tan alto que su responsabilidad no estuvo nunca en los problemas de los humanos, si no en las soluciones macro del reino. En otras palabras, él y los otros estaban donde exactamente tenían que estar en su momento para que las cosas salieran bien.

Además, teóricamente el Trono de Hierro no fue ocupado por ninguno de los personajes. Bran comenzó una nueva era de reconstrucción tal como lo hizo otro Brandon en la historia de Poniente: Bran El Constructor, el personaje literario de la saga que, según dicen los libros, fue el fundador de la Casa Stark, constructor de El Muro y Rey en el Norte, creando un nuevo reino y sosteniendo la esperanza. Con eso notamos que el personaje de Bran estaba idealizado para ser Rey desde el principio y –como siempre– nunca lo vimos venir.

Para el final, dejamos a Jon Snow (Kit Harrington), el "héroe" que finalmente cumplió su profecía de Azor Ahai matando a su amada, frenando la oscuridad y levantándose como héroe. Metafóricamente la historia es la misma, pero contada de diferente forma. Jon nunca estuvo destinado a ser rey (nunca lo quiso tampoco), nunca sintió que era alguien especial, pero aun así pasó de ser un bastardo ignorado por todos a su alrededor, a ser el único que pudo detener a Daenerys en su frenética obsesión por lo que ella llamaba "justicia". Luego de eso, Jon no podía quedar feliz y sonriente reinando, tampoco deprimido en un rincón de Astapor, pero si volviendo al único lugar donde podía ser líder: El Muro.

En su rol de héroe silencioso, experimentó más cosas que ninguno de los otros personajes en la serie pudo vivir. Y esa misma experiencia, al final, lo llevó a liderar a quienes eran precisamente como él: los salvajes, los sin hogar, los desclasados.

Nunca fue un Targaryen, ni tampoco un Stark. Jon Snow era el bastardo que vivió (y revivió) para traer la luz en medio de la oscuridad. Sin él no se hubieran unido los salvajes y la Guardia, tampoco se hubiera tomado en serio al Ejército de La Noche ni se hubieran podido reagrupar los clanes del norte. Y sin él, el final de la serie podría haber tenido muchísimo más fuego y más sangre.

El recorrido se agradece, ¡y aún queda más!

La parte sorpresiva del final no vino con un descenlace trágico donde "todos mueren", como pensamos durante tanto tiempo. La gracia llegó cuando por última vez descubrimos que con Game of Thrones los giros estaban a la vuelta de la esquina y que un héroe podía darse vuelta la chaqueta y ser todo lo opuesto a lo creíamos (Daenerys), o viceversa, un villano podía morir en un breve y angustioso acorralamiento como Cersei. Después de todo, todos eran humanos y ninguno era perfecto.

Las profecías que venían desde los libros, cerraron de una u otra manera: algunas de una forma clara y directa (como la llegada del invierno y con él el Ejército de la Noche), con Azor Ahai como Jon Snow y Cersei muriendo con las manos de su hermano menor rodeando su cuello. Todo calzó y es normal que muchas cosas no sean del gusto de todos, sin embargo, es súper normal también que una buena obra te cause enojo, emoción o alegría. Una obra “mala” simplemente te aburre y dejas de darle importancia.

Game of Thrones finalizó y nos dejó con un vacío tremendo. Es posible que –en muchos aspectos– hayamos estado frente a la serie más importante de los últimos años o que simplemente fuimos parte de un fenómeno narrativo que nos puso de cabeza domingo a domingo.

Por ahora no nos desesperemos porque, según cuentan, aún quedan unos spin-off del universo, los dos libros de George R. R. Martin que aún no se publican (una historia un poco diferente a la serie) y un documental que HBO transmitirá el próximo domingo.

No sé ustedes, pero yo por lo menos me quedo feliz por estos casi diez años de GOT. Agradecido, emocionado, hypeado.

¡Valar Morghulis!

¿Están felices con el final? ¿Hubieran cambiado algo?

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Comentarios
Alex Klein | 2019-05-27 | 13:48
0
Me gusta el artículo, ya que está escrito con el optimismo de siempre, el que los caracteriza. Pero a modo personal, el final lo encontré pésimo. No por el desenlace general, sino por el cómo éste fue relatado, apurado, a la rápida. Me sentí estafado. Aún no lo supero.
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Don David | 2019-05-28 | 00:42
0
Valar Dohaeris :D
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