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Imagen: César Mejías

Los desafíos de ser mujer y hacer música en Chile, en palabras de sus protagonistas

Como en todas las demás áreas de desarrollo, la música y las artes en general son un espacio en el que el machismo todavía tiene mucha fuerza. Con motivo del Día Internacional de la Mujer, conversamos con tres destacadas artistas nacionales sobre las problemáticas de género que les ha tocado enfrentar en el mundo de la música y las soluciones que proponen para combatirlas.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2018-03-08 | 17:24
Tags | sexismo, mujeres, día internacional de la mujer, 8 de marzo, música, feminismo, música chilena, milenasax, natalie santibáñez, dania neko
“La solución finalmente es tomarnos los espacios e instalar desde nosotras la necesidad de estar, opinar, compartir nuestro arte” (Dania Neko, rapera y compositora)
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Gran revuelo causó en la prensa la cantautora Francisca Valenzuela cuando, en octubre pasado, usó su cuenta de Instagram para difundir una carta abierta en la que daba a conocer los tratos sexistas a los que ha debido enfrentarse en el mundo de la música por el solo hecho de ser mujer. En ella contó cómo sus capacidades han sido siempre cuestionadas por ser mujer, cómo se le han negado oportunidades por tener pareja, cómo fans y colegas se han intentado propasar con ella, y cómo el público, la industria y los medios han reducido siempre su trabajo a su apariencia física, llegando a decirle que mejor se dedique a posar para calendarios.

La denuncia de Valenzuela, a pesar de ser seria, no es nada nueva. Es una lamentable constante a la que las mujeres deben enfrentarse al momento de elegir esta profesión, que de por sí ya es difícil.

En El Definido quisimos ahondar en este tema y saber de primera fuente cuáles son los principales problemas y sus posibles soluciones. Para eso, conversamos con tres destacadas músicas nacionales.

Natalie Santibáñez (46) es bajista, compositora y música de sesión. Durante sus dos décadas de carrera, se ha ganado un espacio en el medio nacional gracias a su trabajo como integrante de Mamma Soul (banda de que es fundadora), la serie infantil Tikitiklip y en el rol de bajista de sesión de artistas como Franco Simone. En paralelo a esto, ha trabajado como docente en diversas academias de música y como actriz de doblaje para series de Discovery Kids y Nickelodeon.

MilenaSax (31) es el nombre artístico de la saxofonista, cantante y compositora Milena Araya. Formada como saxofonista de la Conchalí Big Band, ha hecho carrera como integrante de las bandas Tizana y Manu da Banda, y como líder de su proyecto solista, con el que ha lanzado dos discos. Su música se mueve dentro de un amplio espectro de géneros musicales, que van desde el funk hasta el pop y la fusión latinoamericana.

Dania Neko (32) es una rapera y compositora chilena oriunda de San Joaquín. Su música es el resultado de la fusión del hip hop con el folklore latinoamericano, con letras que hablan de política y temas sociales. Su celebrado disco debut Depura (2015) y su inquietud por participar como artista invitada para otros proyectos la han convertido en una exponente nacional de la nueva generación del hip hop en Chile.

La obligación de ser bonita

“La problemática de ser mujer músico en Chile sigue siendo que la sociedad es muy machista”, dice Natalie. “La imagen es una cosa demasiado importante, la mujer es vista como un accesorio. Tenemos toda una escuela que viene de afuera, occidental, en la que la mujer tiene que ser súper atractiva, ojalá súper flaca, súper linda, súper joven, para hacer música. Sobre todo si es cantante. La mujer es medida mucho en su parte estética, más que por lo que hace”.

La misma opinión tiene Dania: “veo que sigue usándose a la mujer muchas veces como un accesorio decorativo visual en videoclips, como refuerzo del éxito de un hombre, o en el caso de mujeres artistas, que siguen reforzando su rol de mujer sexy para aumentar el alcance o el marketing en la industria”.

Dania Neko

La poca presencia femenina en escenarios importantes

Al igual que en la política y en el trabajo, las mujeres siempre han estado subrepresentadas en los escenarios de grandes festivales y premiaciones.

Un estudio realizado por el equipo de Ruidosa Fest demostró que la presencia femenina en premios de relevancia regional como los Latin Grammy, los Premios Billboard y los Premios 40 Principales, es bajísima. Las mujeres representan tan solo un 14% de las nominaciones, versus un 76% de los proyectos liderados por hombres. Los proyectos mixtos, por su parte, concentran apenas el 10% restante. Esto a pesar de que, al momento de ser nominadas, las mujeres ganan la misma cantidad de veces que los hombres.

“Me atrevería a decir que no hay tanto problema en cuanto a tocar en locales”, dice Milena. “También diría que se paga relativamente lo mismo, que es una de las pocas profesiones en las que pasa, pero sí en grandes festivales se nota la falta de espacios. Sin ir más lejos, ¿cuántas mujeres chilenas se presentaron en el Festival de Viña? Teniendo tantas chicas talentosas y famosas, no hubo ninguna exponente. Ahí se nos da a conocer la falencia del espacio de grandes festivales para el mundo femenino. Bueno, y es por eso un poco que nace el festival Ruidosa, ¿no? Para sopesar esa falta que había de lugares mucho más grandes para darse a conocer”.

La lucha contra los estereotipos

Esta falta de espacios puede explicarse por una baja consideración de parte de productores y gestores para incluir a mujeres en festivales y premiaciones, pero también por el poco incentivo que hay para que ellas encabecen sus proyectos musicales.

Es recurrente en la música el enfrentamiento contra estereotipos que limitan a las mujeres desde muy temprana edad a tocar ciertos instrumentos y dedicarse a aquellos géneros musicales “aptos para señoritas”.

Milena lo explica: “antes, una mujer que se decidía a tocar un instrumento ‘masculino’ partía mucho más tarde. (El saxofón) no era un instrumento que te inculcaran desde chiquitita, porque de niña era mejor tocar clarinete, flauta dulce, o ser cantante, que era algo más estereotipado para las épocas anteriores”.

La reproducción de estos estereotipos, nos cuenta Natalie, conduce a un separatismo carente de sentido, en el que se da a un grupo de artistas un tratamiento diferente solo por su sexo.

“Como bien decía una colega bajista, ¿hasta cuándo se dice ‘qué bien toca para ser mujer’? O cuando hacen publicaciones de ‘las mejores mujeres bajistas de Chile’, por ejemplo. Debería ser ‘el mejor bajista’, no separarlo por mujeres y hombres”.

Natalie Santibáñez

Otra carga cultural relacionada con los estereotipos es la culpa que se deposita sobre la artista mujer por cómo lleva (o no) a cabo su rol de madre.

“Es muy difícil también, como le pasó a Ana Tijoux, cuando le preguntaban con quién deja a sus hijos para ir de gira, como diciendo ‘¡¿cómo es que puedes dejar a tus hijos para irte de gira?!’, cuando a un hombre esa pregunta jamás se la harían”, dice Natalie. “Siempre tienes el prejuicio de la gente que dice ‘oye, pero ¿cómo te dedicaste a tu carrera?’ Yo pienso que, finalmente, si uno tiene esa necesidad enorme de hacerlo y no lo hace, tienes como resultado a una mamá histérica en la casa, una mujer que a lo mejor estaba, como en mi caso, acostumbrada a desarrollar su vida y su carrera y, de repente al no hacerlo, se le parte el alma y se seca como una pasa”.

Mejor que antes, pero todavía falta

Consultadas por los avances en esta materia, las tres entrevistadas coinciden en que hay avances considerables en la erradicación de las prácticas sexistas, pero que todavía no son suficientes.

Para Natalie la labor de ser música es más aceptada que en el pasado. “Antes era muy rupturista ver a una mujer haciendo cosas y ahora es muy normal, y así mismo es muy interesante el mundo desde la visión femenina, que además es muy diferente de la visión masculina. Ahora, artísticamente uno mezcla ambos extremos, el arte no tiene mucho sexo en ese sentido, pero se tiñe por las experiencias que uno tiene desde su género”.

Según Milena, el cambio surge de un mayor atrevimiento de las mujeres a hacer su trabajo sin miedo: “el rol que tenemos las mujeres en el arte y en la vida en general, yo creo que todos lo hemos sentido, ¿no? Es de empoderamiento. De saber que mi proyecto lo puedo sacar adelante, que tengo amigos y amigas músicos que me van a ayudar, que soy un sujeto de creación, que soy un sujeto de mandato que puede ir y montar este show… Ya no hay miedo. Ya no es el ‘le voy a pasar mis composiciones a algún músico para que las arregle y las monte él’. Ya no está esa situación, ya podemos ser libres en cuanto a mostrar nuestro material artístico y colocarnos codo a codo en una jam session a improvisar con compañeros. Ya no está el miedo a decir ‘no, mejor no’, porque en realidad llevas las mismas horas, los mismos años de estudio, que los hombres en Chile, cosa que antes no pasaba. Yo partí hace un tiempazo en esto, voy a cumplir 21 años tocando saxofón, y he sentido cómo ha cambiado la percepción de todos en el medio, tanto de mujeres como de hombres. Y también está la ayuda de las demás mujeres, porque hay otros espacios donde nos ayudamos las unas a las otras, y es hermosísimo.”

MilenaSax

Justamente respecto a este punto, de la solidaridad entre mujeres, es que en el último tiempo se han dado grandes avances.

Según Dania, “creo que el problema de la representación en festivales se ha ido solucionando en la medida de que las artistas también se han transformado en gestoras de estas instancias inclusivas, ya sea organizando festivales femeninos, o cuando nos visibilizamos a nosotras mismas con el apoyo de género en función al mérito artístico. Ejemplos como el Festival Ruidosas, que es un excelente escenario de propuestas musicales, y que además de atraer mucha prensa adjunta, tiene foros y espacios de encuentro entre mujeres emprendedoras y artistas independientes.”

¿Y cómo solucionamos esto?

La solución a los problemas de sexismo en la música, según Milena, tiene que ver con un cambio cultural: “yo creo que va de la mano con la solución para los problemas actuales de la calle, de que no te vean como un objeto, que no estás ahí para coquetear, que no necesitas de un abuso de poder para poder llegar a ser más, que si se da una mano que sea porque le interesó tu trabajo y que no se pida nada a cambio. Y eso va con un cambio cultural potente que, por lo menos, se está encaminando para allá. Y más que eso, yo creo que de parte de nosotras es importante mantenernos firmes, poderosas y gritonas (risas). Decir lo que molesta, decir ‘oye, no te acerques’ y mantener la frente en alto de que te hiciste respetar en todo momento y, cada vez que gritemos las molestias, también los hombres van a ir cambiando y van a ir entendiendo, como lo han estado haciendo. Yo creo que la evolución ha sido excelente en ese sentido, de parte de los hombres y de las mujeres jóvenes”.

Según Dania, “la solución finalmente es tomarnos los espacios e instalar desde nosotras la necesidad de estar, opinar, compartir nuestro arte”.

Tanto Dania como Milena y Natalie coinciden en que su música es una plataforma imprescindible para seguir luchando por más igualdad y dignidad. En ellas, como artistas, está parte importante del poder de cambio.

En cuanto a mi música, trato siempre de estar dando un mensaje”, dice Milena. “Si le pones atención de pronto a alguna letra, que de repente uno cree que es tan banal como algo de amor, te vas a dar cuenta de que jamás te vas a encontrar algo como ‘no me dejes, no puedo vivir sin ti’ o ‘no importa si me tratas mal, yo ahí voy a estar’. No va a ser algo así. Generalmente en todos los temas tengo una pequeña historia que contar, y esa historia trato de que su final sea una pequeña moraleja. Porque si no, siento que estoy perdiendo tiempo, estoy perdiendo compases, estoy perdiendo momentos en los que alguien me va a escuchar. Son tres o cuatro minutos en los que puedo decir algo. Entonces, no me quiero perder esa oportunidad, y espero que nadie se pierda esa oportunidad de dar un mensaje.

“Desde mi caso”, dice Dania, “el mensaje es visto como una construcción pensada con ánimos de reflexión y de experiencia compartida en una rima. Pretendo que así tenga más impacto que el contenido panfletario. El arte es arte en la medida que despierta emociones o remece al oyente, en la medida que conmueve. Siento y pienso que a la hora de crear somos contenido, intención y música coherente con eso desde lo más sutil. Creo que por ahí va mi búsqueda, casi como una elaborada preparación subliminal de reflexiones que buscan empoderar o hacernos cargo de estar aquí, habitando este lugar en este contexto particular”, concluye.

¿Qué otras maneras de combatir el machismo en la música propones?

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