bodyboard, superación, antofagasta, emprendimiento social
Imagen: César Mejías

El antofagastino que aprendió del mar, evitó la droga y hoy organiza un mundial de bodyboard

“Nadie me puso una meta, yo mismo me la puse", dice Arturo Soto, el hombre que a partir de su especial conexión con el mar, evitó caer en la droga o la delincuencia para crear una escuela de bodyboard. Hoy es un agente de cambio reconocido internacionalmente.

Por Valentina Valech | 2019-06-13 | 13:00
Tags | bodyboard, superación, antofagasta, emprendimiento social
“Comenzaron a llegar los chicos de mi barrio, aquellos chicos que tenían problemas, similares a los que yo tuve cuando tenía sus edades. En ese momento me dije, `puedo hacer lo mismo que el océano hizo por mí por estos niños´ (Arturo Soto, creador de Budeo).
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Arturo Soto nació en la histórica población el Golf de Antofagasta, inicialmente una zona de pescadores, pero que lamentablemente en la actualidad se ha convertido uno de los lugares considerados entre los más peligrosos, vulnerables y estigmatizados por la delincuencia y las pandillas. 

“Éramos súper pobres y nos movíamos de casa en casa arrendando piezas. Cuando llegaba a un barrio, me gustaba caminar y explorar otros lugares fuera de mi barrio. Siempre fui aventurero […] Vivir solo a los 13 años en este barrio, no me daba muchas alternativas de vida y como les pasó a muchos de mis amigos y del mismo modo, como les pasa a miles de niños en el continente, mi opción, en una diminuta encrucijada casi sin alternativas, era tener la imagen de padre sustituto o de guía de parte de los mismos delincuentes que estaban en la esquina, y seguir el camino del traficante como opción”, nos cuenta quien en el futuro crearía uno de los emprendimientos más destacados de la zona, Budeo.

Muchas veces Arturo cayó en esas esquinas oscuras de su población y se sintió desorientado, pero algo hizo que no se quedara ahí para siempre….

Conexión con las olas

La conexión que hice con mi territorio, en especial con el océano, me llevo a tener otra visión del mundo, me enseñó a reconocerme en el mundo […] Me enseñó a ser más humano y me preparó para ir en su defensa y me dio las herramientas necesarias para enfrentar la vida, no importando los problemas que se me presentaran” reflexiona Arturo. 

Arturo descubrió que el mar y la naturaleza lo hacían feliz y se decidió a vivir de eso. Cuando se conectaba con el mar y surfeaba solo, lograba tener el control de su contexto, disfrutaba lo que se aparecía ante él y se empujaba a perfeccionarse.

Nadie me puso una meta, yo mismo me la puse; ser bueno, superarme de a poco. Y vivir de aquello que me hacía feliz”, nos comparte.

En un cartel fuera de su casa escribió que hacía clases de bodyboard. Y cuando se dio cuenta que muchos jóvenes de su barrio llegaron a tocarle las puertas, entendió que sus ganas de trabajar con el mar, podían generar un impacto positivo.

“Comenzaron a llegar los chicos de mi barrio, aquellos chicos que tenían problemas similares a los que yo tuve cuando tenía sus edades. En ese momento me dije, puedo hacer lo mismo que el océano hizo por mí por estos niños, y ahí comenzó mi trabajo social. Comencé a recolectar tablas viejas y trajes viejos con mis amigos. Con un carrito de supermercado y 13 niños caminado detrás de mí, comencé sacándolos del barrio y llevándolos a la playa”.

Budeo: la escuela de body que organiza un mundial

Como te contamos hace un tiempo, Budeo nació de las ganas de Arturo de construir una escuela en la playa y de conectar a estos jóvenes con la naturaleza, con esta otra esquina del mundo, alejada de las drogas y la delincuencia. De a poco, él mismo fue construyendo la iniciativa, topándose con muchos obstáculos, pues cuando creía que ya estaba terminada, le robaban la madera y las herramientas. “La delincuencia no me la va a ganar”, pensaba cada vez que esto sucedía. Con pasión, la volvía a reconstruir. Y este sentimiento contagiaba a otros, que de a poco lo fueron siguiendo.

“La pasión me permitió que otros me ayudaran, hasta que un par de ellos me siguieron con todo y todavía estoy con ellos”. Si bien no tenía nada concreto que ofrecerles, siempre les prometía metas a futuro, promesas que se convertían en compromisos, y compromisos que se convertían en objetivos.

Budeo es hoy una empresa de emprendimiento social que busca acercar a los jóvenes al mar a través de su escuela de bodyboard y, al mismo tiempo, potenciar a Antofagasta como un destino turístico de interés. A través de esta iniciativa, Arturo está transformando a otros jóvenes vulnerables como lo fue él, para que construyan sus propias nuevas oportunidades.


Clases de body/Budeo

Arturo además es parte de la organización del Grand Slam Antofagasta Bodyboard Festival 2019, a realizarse del 4 al 14 de julio en Antofagasta, que se convirtió en el evento cultural socio deportivo más importante en el mundo del body, comprometiendo la ayuda del gobierno regional y de privados (BHP, FME, CCU, FCAB, Antofagasta Minerals). Este evento busca reunir a más de 200 competidores de todos los rincones del mundo.

¿Cómo Arturo se transformó en un agente de cambio?

Cuando le preguntamos a Arturo qué se necesita para salir de los rincones oscuros donde muchos se ven envueltos, su respuesta es enfática:

“Tener claro donde te sientes bien, qué te hace feliz. Tenerlo en la mente para no quedarse en las barreras, en los problemas, en los obstáculos. Hoy en día son pocos los que se atreven a vivir de lo que aman. Yo sabía que era un peligro si estaba en un trabajo formal, pensando en otras cosas”.

Arturo habla de la importancia de “reconocerse en el mundo”, de tomar un espacio consciente en este universo mayor, entendiendo que somos parte de un lugar infinito pero interdependiente. Reconocernos como seres humanos con virtudes y defectos, y estar conscientes de que afectamos y nos vemos afectados por otros y por la naturaleza, en una relación perfecta que nos llama, al fin y al cabo, a entender el rol que ocupamos todos en construir un mundo mejor.

Hay una segunda idea también potente en la historia de Arturo, que tiene que ver con la libertad. Él sabía lo que quería, que era estar en el lugar que lo hacía feliz. Pero también sabía lo que no quería, que era transar su libertad. Y surge una característica fundamental de los emprendedores (tanto sociales como de negocios): la capacidad de mirar más allá. Logran despegarse del espacio donde están parados y mirar el horizonte. La libertad solo se logra cuando miramos más allá de nuestros pies, de nuestro espacio, de los problemas que pueden surgir en el camino.

Todavía tenemos mucho que aprender de Ashoka, esta red de emprendedores sociales de la que Arturo ya forma parte. El camino de este agente de cambio nos hace sentido, pues sintiéndose apartado en un entorno lleno de obstáculos, supo ver una oportunidad, lo que resultó en un camino de transformación personal y motor de toda una comunidad.

¿Conoces alguna otra historia de trasformación como la de Arturo?

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