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Imagen: César Mejías

Agricultura bajo el mar: una oportunidad para salvar los océanos

Frente a la extracción abusiva, el cambio climático y los problemas en los ecosistemas marinos, las granjas de algas podrían nuestro gran aliado.

Por Magdalena Araus @mmaraus | 2018-05-08 | 07:00
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Para partir, son muy nutritivas como alimento, son ricas en calcio, fibra, hierro y antioxidantes. Son tremendamente útiles para industrias como la de los cosméticos y tienen un gran potencial para generar biocombustible.
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Bren Smith era un pescador que amaba su trabajo, hasta que un día se quedó prácticamente sin tener qué pescar. La sobrepesca y dos huracanes lo llevaron al borde de la quiebra.

Fue cuando se le ocurrió la solución no solo para subsistir económicamente, sino para combatir los estragos del cambio climático y la extracción abusiva del mar. Hoy se dedica a promover y apoyar el cultivo de algas y moluscos para rescatar la pesca sustentable y proteger a los océanos.

En El Definido te contamos de qué se trata su premiado proyecto.

Algas paleteadas

No estamos hablando de un ecologista innato. Smith admite que destruyó ecosistemas enteros, pescó ilegalmente en aguas protegidas y hasta botó cientos de kilos de peces muertos al mar: “Estábamos destrozando ecosistemas enteros con nuestras redes de arrastre”, confiesa.

Pero los huracanes Irene y Sandy le dieron una lección sobre el impacto del cambio climático y la irresponsabilidad del ser humano con los recursos marinos. Desde entonces decidió cambiar de rumbo e iniciar su romance con las algas.

Son poco atractivas, las ignoramos y las consideramos casi malezas, pero el mundo marino las necesita cada día más. Es probable que nuestra relación más cercana con las algas sea el cochayuyo o el nori que acompaña al sushi, pero estas plantas marinas son bien “paleteadas” con su hábitat y su potencial es increíble.

Para partir, son muy nutritivas como alimento, son ricas en calcio, fibra, hierro y antioxidantes. Son tremendamente útiles para industrias como la de los cosméticos y tienen un gran potencial para generar biocombustible. Pero además de todo eso, pueden combatir la contaminación que está afectando a los ecosistemas marinos y el cambio climático.

Hoy los océanos están absorbiendo el 25% del CO2 que hay en el planeta, lo que junto a otros contaminantes como el nitrógeno y fósforo, están acidificando las aguas y afectando, entre otras cosas, la formación de conchas y esqueletos de las especies marinas. Las algas absorben todos estos elementos, permitiendo contrarrestar estas negativas consecuencias y el cambio climático (el CO2 es gas de efecto invernadero).

Pilar Muñoz, bióloga marina y magíster en Oceanografía de la Universidad de Valparaíso, explica a El Definido: “Capturan el dióxido de carbono y producen hidratos de carbono más oxígeno. Los hidratos de carbono o glucosa sirven como alimento para el resto de los organismos de las redes tróficas. El oxígeno se libera a la atmósfera, lo que permite la respiración. El hecho de capturar el dióxido de carbono, que es un gas de efecto invernadero, reduce la temperatura de la atmósfera y por lo tanto el cambio climático. Además las praderas de macroalgas sirven como refugio para los animales marinos e incluso actúan como rompeolas frenando la erosión de las costas”.

No hay por dónde perderse.

Arando las aguas del mar

Es por todas estas razones que Bren, con su ONG GreenWave, está promoviendo y apoyando las granjas marinas de pequeña escala. ¿Qué significa esto? Que les enseña a quienes quieran aprender a cultivar algas con su método, les regala las semillas y se compromete a comprarles el 80% de la producción durante los primeros cinco años. ¿Y en qué consiste esta agricultura marina?

Smith la llama “agricultura oceánica 3D” y consiste en cuerdas que cuelgan de flotadores en el mar (a prueba de huracanes), y que sostienen los cultivos de algas. Las algas son fáciles de cultivar pues, a diferencia de las plantas de tierra, no necesitan ni agua, ni fertilizantes o pesticidas y, como absorben CO2, tienen finalmente una huella de carbono negativa.

Para llegar a esto, Smith se basó en los estudios de Charles Yarish, científico marino de la Universidad de Connecticut (EEUU), que ha estudiado el cultivo de algas para la alimentación y la restauración de los océanos.Bren se dedica a cultivar la especie sugar kelp”, que crece muy rápido: más de 2,5 centímetros al día.

Pero esta agricultura integra más cosas. Las redes de algas están intercaladas por rejas colgantes que albergan moluscos como choritos y ostiones, mientras que en el fondo marino, amarradas a todo este sistema, hay jaulas con ostras y almejas. Todo un mundo apenas visible desde la costa.


Fuente: GreenWave/Vimeo

Así, tenemos un sistema de cultivo donde se pueden generar alimentos de manera sustentable para diversos tipos de consumo, sin arrasar con la fauna marina, ofreciendo una alternativa a la pesca o extracción tradicional.

Su modelo es de código abierto y está disponible gratuitamente para quien quiera usarlo. Aplicarlo no solo es positivo para los océanos, sino que es una oportunidad de un muy buen negocio para pescadores. Como mencionábamos, sus usos son muy variados, por lo que pueden vender las algas y moluscos como alimentos, fertilizantes, cosméticos y bicombustibles.

Como alimentos, hay todo un mercado por explotar. Los asiáticos las consumen más y sabemos que las algas aún no son populares en nuestros platos. Smith señala que los humanos comemos solo una pequeña fracción de las 10 mil plantas marinas que podríamos consumir, por lo que el potencial es enorme. Como parte de esta cruzada por valorizar las algas, el chef Barton Seaver, que también aboga por un consumo sustentable, escribió un libro de recetas que integran estas hojas verdes del mar.

Y hablando de potencial, las algas pueden producir hasta 30 veces más biodiesel por hectárea que los cultivos terrestres como la soya.

“Tenemos que hacer esta transición, ese movimiento desgarrador de ser un cazador a un granjero”, dice Bren. Su organización GreenWave, ha sido premiada por el Design To Improve Life Award y el Fuller Challenge del Buckminster Fuller Institute.

“Para mi generación, este es un momento realmente emocionante: puedo cultivar y cultivar alimentos, pero también puedo absorber carbono y nitrógeno, al mismo tiempo que creo empleos y le doy a las personas la oportunidad de crear pequeñas empresas”, señala Smith.

Una oportunidad en Chile

El cultivo de algas ha aumentado cada vez más alrededor del mundo, pero aún no es significativo al lado de otros cultivos marinos. Chile, con sus extensas costas, tiene grandes posibilidades de aprovechar esta agricultura tanto como oportunidad económica en la venta de algas, como para impactar positivamente en un mar que también sufre por la explotación.

En nuestro país existe el cultivo de algas, pero todavía en bajo porcentaje, mientras la producción anual de macroalgas aumenta cada año en 5,7% . Investigadores chilenos han estado probando el cultivo de algas pardas para repoblar los bosques de algas deteriorados y su potencial para generar biocombustibles. Además estudian los alcances de los alginatos, sustancia útil como espesantes, gelificantes y saborizantes con usos cosméticos e industriales.

El año pasado, Subpesca lanzó un Programa de Bonificación al Repoblamiento y Cultivo de Algas para pequeños acuicultores, pescadores y organizaciones de pesca artesanal, aportando hasta un 70% del costo total para proyectos de esta índole. El objetivo es aumentar los cultivos de algas y recuperar la cobertura de los bancos naturales en nuestras costas, "aumentando de manera sustentable la producción nacional y las exportaciones del recurso".

En total, 153 proyectos de cultivo de algas fueron aceptados y durante este 2018, se potenciará la asesoría técnica. Ricardo Radebach, encargado nacional de la Implementación de la Ley de Algas, añade que se trabajará en el desarrollo de una línea de comercialización y valor agregado para estos recursos marinos cultivados.

Pilar Muñoz nos explica: “Cada día aumenta más la demanda de recursos algales debido a su utilización en la producción de geles (agar, carragenano, alginato), alimento humano y animal. Chile ya tiene el ejemplo de lo que pasa cuando los recursos marinos son explotados sin control, como ha pasado con muchas especies de peces y moluscos. Entonces es necesaria la implementación de centros de cultivo de algas para satisfacer las necesidades del mercado. Esto sería especialmente útil para los huiros, que son algas pardas cuyas poblaciones se han llevado a la sobreexplotación y cuentan con vedas extractivas desde la Región de Arica y Parinacota hasta Coquimbo”.

En un escenario en que los pescdores artesanales se ven cada día más complicados, este tipo de iniciativas de código abierto, significan una enorme oportunidad para el cultivo y desarrollo de nuevos productos.

¿Crees que deberíamos aprovechar más este tipo de productos? ¿Cómo?

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