crianza, hijos, niños, maltrato, educación, golpes, cuidado, amor.
Imagen: César Mejías
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Educar a coscachos: por qué la violencia en la crianza está obsoleta

“Un cachamal no le viene mal a nadie”. En la columna de hoy, María Paz Badilla, directora de la Fundanción Ideas para la Infancia, nos explica por qué el maltrato no debe normalizarse y cuáles son sus graves riesgos.

Por Maria Paz Badilla Budinich | 2018-05-08 | 10:59
Tags | crianza, hijos, niños, maltrato, educación, golpes, cuidado, amor.
Si queremos una sociedad más justa, equitativa, colaborativa, con mejores índices de salud mental y con mayor calidad de vida, tenemos que invertir tiempo y energía en la promoción activa de los buenos tratos a niños y niñas.
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Esta historia comienza con un padre que me señala enfático y con plena convicción: “A mí me pegaron de niño y me sirvió, si no fuera por esos golpes no sería quien soy hoy en día”. Al escucharlo inmediatamente me conecto con el niño herido que habla desde su interior, ese que sufrió el dolor de ser maltratado por sus padres en su infancia, ese que no tuvo la oportunidad de encontrar un espacio de escucha, de empatía, orientación y consuelo cuando lo necesitó.

Esto que le pasaba a este hombre, le pasa a muchos otros padres, madres y adultos. Al traer historias no reparadas de malos tratos en sus propias infancias, no logran dimensionar y elaborar el impacto que pueden tener los golpes, gritos o bien las críticas constantes hacia los niños y niñas, ya que han llegado a normalizar y/o legitimar este tipo de actos violentos y usarlos como estrategias disciplinarias al criar a sus propios hijos, llegando a repetir su propia historia.

En Chile, los índices de salud mental se encuentran en riesgo: un 17% de la población tiene cuadros depresivos y, según lo indica el cuarto estudio sobre maltrato infantil realizado por UNICEF, un 71% de los niños encuestados dan cuenta de haber sufrido algún tipo de violencia -física leve, emocional o grave- por parte de sus padres. Y no nos referimos al estigma social de niños de mayor precariedad económica, sino a pequeños de todas las clases sociales: ¡el maltrato en Chile es un tema transversal!

En El Definido hoy quisimos entender, desde la psicología, por qué el maltrato es dañino; ese que se normaliza y se vuelve una práctica en apariencia inocente, pero que puede marcar a un niño por el resto de su vida.

“¿Si yo fuera un niño o niña, cómo me gustaría que se me trataran?”

Hoy en día sabemos que a mayor legitimación de prácticas de malos tratos, hay más posibilidades de elegir usar una disciplina punitiva a la hora de criar a nuestros hijos, por lo que es necesario despertar y pensar: ¿si yo fuera un niño o niña, cómo me gustaría que se me trataran?

Sería dudoso que la respuesta fuera: a golpes o a gritos. No nos parecería normal que, al no estar de acuerdo con otra persona, esta decida darnos una cachetada o nos humille gritándonos o amenazándonos. Probablemente NO.

Entonces, ¿por qué hacer lo que no permitiríamos que nos hicieran a nosotros? Hay algo en la ecuación que no cuadra y que pone el tema de la prevención del maltrato infantil, como una urgencia y una prioridad. Si queremos una sociedad más justa, equitativa, colaborativa, con mejores índices de salud mental y con mayor calidad de vida, tenemos que invertir tiempo y energía en la promoción activa de los buenos tratos a niños y niñas.

Calentitos monitos de felpa

Para un niño, lo esperable es que quien lo cría debe cuidarlo y protegerlo garantizándole que este cuidado estará basado en el amor. De hecho, los seres humanos como especie, para sobrevivir a nuestra larga infancia, necesitamos ser amados. Venimos programados con un sistema operativo que nos lleva a buscar afecto y confianza para nutrirnos y desarrollarnos sanamente.

Fue a finales de la década de los ´50, cuando el psicólogo estadounidense Harry Harlow logró demostrar con sus experimentos la importancia que tiene el afecto y el amor para el desarrollo de la especie, el que llega a ser hasta más necesario que demandas básicas como el obtener alimento. Para realizar este experimento -el que actualmente sería imposible por razones éticas- Harlow separó a crías de monos recién nacidas de sus figuras de apego primarias, para así observar cómo se comportarían en el laboratorio frente a distintos contextos.

En las jaulas donde estaban los monitos, habían dos estímulos: el primero era una mamadera que proporcionaba alimento con una figura de un mono forjado en alambre, y el segundo, una figura peluda de felpa que asemejaba un mono, pero que no tenía alimento. ¿Cuál creen fue el estímulo que eligieron los monitos recién nacidos?

¡Sí! Prefirieron el calor del mono de peluche por sobre el obtener comida del mono de metal. Este importante estudio dio luces y ratificó lo importante que es el apego y el vínculo afectivo para el desarrollo, dándole un rol protagónico al amor en la crianza no solo de los monos, sino también de los bebes humanos.

El peligro de abrirle la puerta a los malos tratos

El gran entrampe de los malos tratos es que, para los niños que lo sufren, se produce una paradoja vital: quien debe cuidarme… me descuida y me daña. ¿Cómo le explicamos a un niño que su papá o su mamá lo quieren si se pasan el día gritándole o criticándole?

Un niño que es maltratado, aprende que el mundo en el que vive no es confiable, y pone al servicio de su propia estabilidad toda su energía psíquica, teniendo que estar más preocupado de defenderse de un entorno que se le aparece como amenazante, que de jugar, pasarlo bien y crecer, como debería hacerlo.

Los padres que tienden a generar crianzas desde estilos autoritarios, ponen el foco de la educación de los hijos sólo en la conducta, esperando como consecuencia siempre su obediencia. Tienden a tener expectativas rígidas respecto del comportamiento de sus hijos, priorizando el control y anulando la posibilidad de detenerse para preguntarse: ¿qué se esconde detrás de su comportamiento? Es decir, validar sus sentimientos.

Una buena relación entre padres e hijos -que traerá como consecuencia la tan anhelada “obediencia”- sólo se consigue cuando hay suficiente conexión, la que siempre se produce en el nivel de los sentimientos y en la validación del mundo emocional de nuestros niños. Toda conducta tiene una explicación desde nuestro mundo emocional, el problema es que como padres queremos resultados rápidos, y nos frustramos porque no hemos sido criados ni educados en una cultura pro-infancia que nos enseñe a darle una interpretación asertiva a conductas que pueden ser difíciles de manejar.

Este es un problema mayor cuando nosotros mismos fuimos educados con estilos de crianza autoritarios y creemos que este es el camino para obtener la obediencia, repitiendo el patrón de forma automática y sin conciencia. Como dice Shefali Tsabary en su libro de apoyo para padres sin control: “Los patrones de conducta que vemos en la infancia, terminan siendo la base de nuestro propio estilo parental”.

Cuando somos violentos con nuestros niños, ellos pasan a ser víctimas y en este rol, también aprenden a legitimar y usar la agresión en sus propios contextos de relaciones, ya sea con otros niños, sus parejas o bien hacia la familia, creándose un círculo vicioso a partir del que los malos tratos se heredan y se cronifican en el ciclo de vida de varias generaciones.

Rompiendo mitos: creencias obsoletas

¡Tomar Conciencia! ¡Cuestionarse! ¡Romper con la cadena! Y darnos espacio para revisar nuestra historia, tanto aquello que nos hizo bien como aquello que nos pudo causar dolor. A mayor conciencia de cómo nos relacionamos y cómo logramos identificar los patrones con los que nos criaron, hay menos posibilidades de repetir automáticamente relaciones negativas y dañinas con nuestros hijos.

Para tomar conciencia es importante desmitificar creencias obsoletas, que lo único que hacen es normalizar los malos tratos en la familia y en nuestra sociedad. ¡Vamos viendo!

1. “Lo hago por su bien, cuando grande me lo agradecerá”: Muchas de las personas que validan los malos tratos, justifican su uso pensando que tendrá un efecto positivo a largo plazo, lo que es un error y generalmente se da en forma contraria.

2. “A mí me educaron así y estoy bien”: Cuando los malos tratos se replican de forma hereditaria, se puede tender a quitarle importancia, lo que es un síntoma propio de experiencias traumáticas de la infancia.

3. “Debes hacer lo que yo digo, porque eres mi hijo y yo sé lo que es bueno para ti”: Muchas veces el maltrato aparece por la creencia de que los hijos son propiedad de los padres, dejando de verlos y reconocerlos como personas con derechos.

4. “Tú eres el culpable de que te trate así”: Otro de los argumentos que se escuchan cuando se validan prácticas de maltrato, es culpar a la víctima del acto agresivo. Es importante relevar que cuando hay malos tratos, la responsabilidad siempre es de quien agrede y la reparación también.

6. “No me sentía bien”: Nada justifica que se elija el maltrato como camino habiendo muchas otras alternativas antes que esta.

Para prevenir los malos tratos a la infancia, debemos ser TODOS actores activos en esta cruzada, buscando sensibilizar a nuestra sociedad, para darle a los niños el lugar que se merecen.

¿Sientes que has normalizado el maltrato alguna vez en tu vida?

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Mario Céspedes | 2018-05-08 | 11:42
1
Excelente artículo...


ojo con el "quicimos" del cuarto párrafo.
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Gracias Mario! Ya lo arreglamos :)
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Patricio Bajodepino | 2018-05-08 | 13:41
3
Estoy en total desacuerdo, los correctivos físicos son útiles y claros. En vez de dar más herramientas a los padres se las quitan y se demonifica su función de figuras fuertes. Mal por El Definitido.
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Hola Patricio, precisamente María Paz, desde la psicología, pretende destacar que existen otras herramientas, como el vínculo emocional, para lograr una buena y adecuada educación. La ansiedad por la obediencia muchas veces lleva al maltrato, lo que sí, puede producir un buen comportamiento a corto plazo, pero por miedo y no por entendimiento. La idea no es criar a niños temerosos del mundo que los rodea, sino independientes y fuertes emocionalmente: que actúen por convicción y no por temor.
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Cristóbal Caro | 2018-05-08 | 16:13
1
Las figuras "fuertes" terminan por generar hijos rebeldes y es igual con padres muy permisivos. Es cosa de comparar, mi primo fue criado con una figura super autoritaria y mano dura, esto dió como consecuencia un hijo que ahora, con los 18 años cumplidos años, comenzó a irse de la casa y llevar la contra en todo y, claro, es igual que sus padres, ""fuerte"". A mí me criaron con mucha más justicia, aunque tampoco me escapé de esas cachetadas y tirones de pelo, pero eran extremadamente raras. No puedo decir que sea un hijo super ejemplar, pero en general tengo una relación mucho más tranquila con mis papás y no he tenido casi ningún conflicto.
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Damián | 2018-05-08 | 21:38
2
Lamentablemente Patricio esa misma lógica utilizan los hombres maltratadores con sus parejas, donde creen que por el hecho de ser "suyas" tienen el derecho de "corregirlas" a golpes frente un comportamiento el cual sienten que no es el adecuado.

Hay que entender que un niñ@ no tiene todas las herramientas para regular la emociones por sí mismo, y el mejor agente de aprendizaje durante la infancia es la imitación; es así como los niñ@s aprenden una serie de conductas de socialización. Cuando tienes a un niñ@ que grita y patalea, y el padre o la madre en su desesperación actuá también a gritos y amenazas, como esperas que el niño aprenda a manejar sus emociones si el propio adulto responsable quien lo cuida no es capaz de hacerlo por sí mismo. Entonces que ocurre, el golpe finalmente lo que hace es "corregir" la conducta, pero no sirve para que los niñ@s aprendan a reconocer, comprender y modular la emoción. Por lo tanto se aprende finalmente a que tener rabia, pena, euforia, etc. son emociones malas que no deben ser expresadas, y en donde la regulación emocional depende a futuro de un autoridad o de normas represivas para actuar correctamente, ya que la regulación por si mismo no es posible.

Obviamente regular la emoción de los niños sin golpes es una tarea muy difícil, porque primero requiere un trabajo personal por parte de los padres (de poder sanar sus propias heridas), y por otro lado requiere de tiempo y dedicación. Con una sociedad que corre todo el día, y donde tienes que en 15 minutos lograr que tu hijo vaya al colegio porque ese día despertó mañoso y no puedes atrasarte porque sino te agarras el taco y llegas tarde al colegio y al pega, claro que sale más "facil" pegar un golpe y amenazarlo, que sentarte a conversar con él los motivos de porque no quiere ir ese día al colegio.
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Patricio hola! Lamentablemente no podemos estar de acuerdo en esto. La violencia solo genera violencia y si bien resulta ser una herramienta que genera temor en un niño y desde ahí los niños terminan obedeciendo a largo plazo todos los estudios en Chile y en el extranjero demuestran que los malos tratos tienen efectos nocivos para el desarrollo. Te invito a ver la charla TED de la prestigiosa Doctora Nadine Burke quien es experta en el tema. El maltrato hoy en Chile esta penado por la ley, es un delito y a lo que el artículo se refiere es a tomar conciencia de cómo tenemos instaurada la idea de educar a golpes sin siquiera pensar en el impacto a largo plazo que esto puede tener. Algunos efectos por ejemplo son: niños con mayor predisposición a tener Deficit atencional, trastornos del apego, niños que pegan a sus pares y no regulan emociones, temas de salud como a largo plazo enfermedades cardíacas, efectos en el desarrollo cerebral con una baja en la circunferencia craneana y con esto menores conexiones neuronales lo que a largo plazo implica por ejemplo dificultades en el aprendizaje en el colegio, etc.
La verdad no tratamos de imponer una verdad única pero si respecto a una verdad que tiene evidencia científica suficiente como para que esto sea un tema a nivel país. Tratamos en el artículo de dar cuenta de una realidad invisibilizada por los adultos que muchas veces buscamos justificar este tipo de actos cuando no tienen justificación alguna.
Gracias por tu comentario y por leer el artículo.
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juan antonio garcia sanchez | 2018-05-24 | 11:19
1
el problema en la actualidad es justamente lo contrario,vemos a niños golpear a sus padres y a sus profesores al ver que no reciben ningún castigo, de esta forma crecen prepotentes, también creo que este articulo esta muy mal enfocado, los problemas de la actualidad no son los padres golpeadores sino los niños altamente agresivos.
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Patricio Bajodepino | 2018-05-08 | 22:48
1
Chiquillos, a mi me encantaría que se pueda arreglar todo con besos, abrazos y conversaciones pero no es así, un niño necesita ser criado, obviamente la base de todo esto es el cariño por los hijos y por la familia y por eso mismo no se debería dudar tanto del criterio de los padres normales de aplicar algún correctivo. Vean que uno aprende a no meter las manos al fuego porque alguna vez se ha quemado, cosa parecida pasa si el niño hace alguna maldad, un correctivo bien aplicado lleva por el buen camino, es más, pienso que un niño que no recibió castigo está más dañado y ablandado que uno que aprendió que la vida es dura y que la vida duele y que hay que ser resistentes, amables, andarse con cuidado, educarse lo más que pueda, he dicho, caso cerrado!
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Lo interesante es ver como este tema es un tema prioritario de llevar a la reflexión social, basta solo mirar todos los comentarios e ideas que aparecen.
El reflexionar sobre esto, el darle una vuelta, el detenerse a pensar cómo me criaron, qué me sirvió, qué me hizo daño es fundamental para tomar decisiones respecto a cómo criar a nuestros hijos.
Uno puede equivocarse y cuando lo hace es importante también aprender a reparar y pedir perdón. Lo importante es que el castigo físico no puede ser entendido como la única herramienta posible ya que hay miles antes para poder lograr la tan anhelada educación de los niños.
Hoy por ejemplo sería una aberración si un niño llega diciendo que su profesor le pego en el colegio porque se portó mal... Por qué entonces eso si podría pasar en su propia casa y generado por las personas que más quiere?

Dejo la inquietud y me encanta que se generen comentarios y reflexiones al respecto de este tema. Solo basta ver los índices de malos tratos en nuestro país para darse cuenta que es super importante que nos planteemos cuan preparados estamos los adultos para criar a nuestros hijos. Nadie es perfecto!
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Patricio Bajodepino | 2018-05-10 | 07:07
1
El señor director está apoyando el comentario de Damián siendo tergiversado y tendencioso. Me dice que apoyo la violencia intrafamiliar, que las mujeres son propiedad de los hombres, todas esas cosas que nunca dije. Además que Damián habla tanto de los niños con respeto a la identidad de género pero no tiene la misma consideración al apuntar a los hombres como los abusadores y violentos. Acaso a las mujeres solo hay que incluirlas en la cosas linda y los derechos? Eso es discriminación! El doble estándar galopante. Aguante Juanelo.
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Damián | 2018-05-10 | 21:55
0
Patricio, yo en ningún momento señalé que apoyas la violencia intrafamiliar (aun que técnicamente agredir a un niño dentro de un contexto de familia es en sí violencia intrafamiliar), lo que estoy diciendo es que la visión correctiva con golpes en niños puede llegar a ser peligrosa ya que existe gente o instituciones que no solo llevan a cabo los golpes en niños como forma de "educación", sino también con cualquier persona que consideran que deben corregir (mujeres, homosexuales, manifestantes, etc.). Entonces en que punto trazamos la linea de cuando está bien o no golpear a alguien para corregirlo.

Junto a ello, no señalé en ningún momento que todos los hombres son maltratadores, solo puse un ejemplo de un hombre maltratador que corrige a su pareja (sea hombre o mujer) a golpes. Se puede aplicar el mismo caso de si algún carabinero/a muele a lumazos a un estudiante, de una civilización que invade a otra, o de cualquier forma de represión donde existe una contraparte más indefensiva, y donde no hay motivos reales para utilizar la violencia, y en donde el único argumento de acción es el que había que "corregirlo" o "educarlo"





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Patricio Bajodepino | 2018-05-10 | 22:37
0
Eso mismo poh Damián, como tu bien dices es un tema de trazar bien la línea. El mero hecho de vivir se trata de poder entender la dualidad de las cosas. A mí me da un montón de pena que haya que comer animalitos pero en realidad todavía es la única forma en que la humanidad puede seguir adelante, pero ya que les quitamos la vida lo que podemos querer, exigir y pelear es que se haga con respeto y el mínimo de sufrimiento posible.

Como último comentario quiero decir que para mi lo importante es educar con amor, con preocupación y los menos cachuchazos y chantajes emocionales posibles.

Gracias por la paciencia, es que me pico.
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Cristóbal Caro | 2018-05-11 | 00:25
1
En verdad no necesitamos comer animales para seguir adelante como humanidad, lo hacemos por gusto. De hecho, el comer animales (junto con todos lo que esto acarrea) es uno de los grandes limitantes para el progreso de la humanidad.
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Diego R Contreras | 2018-05-12 | 14:06
1
Felicitaciones cabros, siempre que entro a leer aquí me llevo algo que reflexionar y que poner sobre la mesa...

Quería agregar que mi Mamá a mi nunca me pego, pero si fue agotadora mental y emocionalmente, lo que me llevo a decidir salir de la casa a los 18... ahora con 25, profesional y con la vida encaminada, pude conversar con ella sobre esto y llegamos a varias conclusiones, ella entró a yoga y dio varios giros en su actitud y su forma de ver la vida, que resultaron infinitamente bien! Nunca es tarde para enmendar!

Punto aparte que al tocar este tipo de asuntos (o el aborto, matrimonio igualitario, dictadura), se deja entrever la realidad de nuestro país, donde muchos salen a defender posturas que deberían estar obsoletas desde mi perspectiva.

Ojo Patricio que no lo digo por ti, es cosa de leer otras plataformas o redes sociales como emol (puaj).

Saludos, buen fin de semana!
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Natalia Martínez Albornoz | 2018-05-16 | 10:40
1
No sé ah? si mi cabro chico me saca la madre, dudo que vaya a conversar con él.
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Manuel Aquiles Rebolledo Toro | 2018-05-16 | 12:57
1
Con respecto a este tema, tenemos apreciaciones distintas con mi esposa. Ambos vivimos las dos caras de la moneda.

Por mi parte, mi padre solucionaba todo con violencia, yo le tenia miedo, y mi madre lo usaba como amenaza para que yo me comportara.

Por el lado de mi esposa, sus padres eran permisivos y prácticamente nunca le tocaron un pelo.

Cuando fuimos padres, en una rabieta de nuestra hija, mi esposa terminó llorando en la pieza porque no lograba hacer entrar en razón a la pequeña que lloraba como si la estuvieran masacrando (El asunto era que no quería ponerse unas pantis), como podrán adivinar, mi solución fue darle un palmazo en el trasero y ponerle las pantis de todas maneras.

Mi hija me miró con ojos de plato y se me partió el corazón, pero entonces le expliqué que si su madre le decía que se pusiera cualquier cosa, ella tenia que obedecer y punto. Y que no quería nunca más que hiciera espectáculos como ese.

Luego con el tiempo y al igual que a mi, si la niña comenzaba con sus rabietas, la amenazaban con acusarla y se acabó el show.

Nuestra relación padre e hija por lo demás es absolutamente normal, jugamos juntos, hacemos deportes y nos gusta armar legos. Todas las noches me pide que le lea un cuento y corre a abrazarme cuando llego del trabajo.

Y ella con sus compañeros no tiene absolutamente ningún problema más allá de los normales entre los niños.

Desde mi propia experiencia, la única diferencia entre un método y otro, es que a mí, mi hija me hace caso a la primera y sin dudar.

A su madre la cuestiona hasta que llegan a un acuerdo o hasta que la amenazan con "El malo"
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