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No basta solamente con hacer 5 horas de ejercicio a la semana, llevar una dieta saludable que incluya una gran cantidad de verduras verdes y snacks saludables sin azúcar. Tampoco es suficiente alejarse del estrés que nos produce el trabajo.
A pesar de lo bueno que es realizar estas acciones (y que hay que reconocerlo, muchas veces son hazañas), no son los factores más importantes para vivir más años y ser más felices. Hay personas que han alcanzado los 100 años, pero comen pasta casi todos los días, han pasado por dos guerras mundiales y no le temen al chocolate. ¿Su secreto? La conexión… con las personas.
Tener vida social... ¡nos hará vivir más!
Susan Pinker es psicóloga, columnista de The Wall Street Journal y escritora de “El efecto Villa: cómo el contacto cara a cara puede hacernos más saludables y felices”. Decidió estudiar qué era lo que estaba pasando en la isla italiana de Cerdeña, uno de los lugares donde existen diez veces más longevos que en Estados Unidos.
¿Qué descubrió? En su charla TED nos explica cuál es el verdadero secreto para vivir más y mejor.
Pinker quería entender el por qué habían situaciones tan disímiles en lugares tan cercanos, ya que en la parte continental italiana - a solo 322 km de ahí- existían seis veces menos centenarios que en Cerdeña. Creía ir preparada para encontrar que la respuesta sería que poseían una genética privilegiada, sin embargo se percató de algo muy distinto: solamente el 25% tenía que ver con sus genes y un 75% con su estilo de vida. ¿Pero qué tenía de diferente la forma en que vivían a la que puede llevar una persona que come sano, se ejercita y está libre de estrés?
Simple: la cohesión social entre los habitantes de la isla. La canadiense se percató que incluso las villas estaban diseñadas de una forma diferente: casi todos los callejones estaban entrelazados, lo cual obligaba a los residentes a cruzarse y saludarse todo el tiempo.
Es más, explica que un tercio de la población dice tener dos o menos personas en las que apoyarse. Pero en lugares como Cerdeña sucede todo lo contrario. Se percató que cada vez que la gente envejece, la comunidad se preocupa que estén rodeados de familiares, amigos y conocidos. No permiten que pasen el resto de sus vidas solos.
Por su parte, la psicóloga y profesora Julianne Holt-Lunstad realizó una investigación en el Reino Unido sobre las Relaciones Sociales y el Riesgo de la Mortalidad. Entrevistó a miles de personas para dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué es lo que redujo las posibilidades de morir de estos individuos? A partir de eso descubrió importantes hallazgos.
No fueron ni el aire puro, el deporte, la hipertensión, el dejar de fumar o beber alcohol los factores más importantes... ¡sino que sus relaciones cercanas y la integración social!
A través de una encuesta, hizo preguntas como: ¿Habla Ud. con el cartero o con la mujer que camina con su perro cerca de su casa? Y gracias a eso, pudo concluir que incluso cuando se establecen vínculos “débiles” o de cortesía, esto afecta de manera positiva en la vida de las personas.
No solamente se vive más… sino que mejor
La sociabilización funciona como una vacuna natural. Por ejemplo, ayuda a protegerse de afecciones neurodegenerativas, del alzheimer, cáncer de mama o de muchos otros tipos de enfermedades crónicas. Según una investigación de la ONG estadounidense Kaiser Permanente, las mujeres que tenían menos relaciones sociales poseían un 34% más de posibilidades de morir que aquellas que contaban con apoyo.
Emma Seppala, escritora e investigadora del Centro para la Investigación y Educación de la Compasión y el Altruismo de Stanford, cuenta por qué la vida social es tan importante para las enfermedades mentales.
“Las personas que se sienten más conectadas con otras tienen menores niveles de ansiedad y depresión. Además, estudios demuestran que también tienen una autoestima más alta, mayor empatía con los demás, son más confiadas y cooperativas y, como consecuencia, los otros son más abiertos a confiar y cooperar con ellas”.
“En otras palabras, la conectividad social genera un ciclo de retroalimentación positiva de bienestar social, emocional y físico”, acota.
Las zonas azules: ¿por qué no nos vamos todos para allá?
La calificación de “zonas azules” fue concebida por National Geographic. Estos son lugares donde viven la mayor cantidad de longevos del mundo, en su mayoría sanos y felices.
Los sitios son: la Península de Nicoya (Costa Rica), Cerdeña (Italia), Icaria (Grecia), Okinawa (Japón) y Loma Linda, California (Estados Unidos). Por zona viven al menos 900 ancianos mayores de 90 años y 43 centenarios.
Un caso particular es el que sucede en la Isla de Okinawa, donde practican la conexión “moai”. Su propósito es crear fuertes lazos entre la comunidad y ayudar a los mayores para que se sientan aceptados y seguros. Además, los grupos que pertenecen a los moai pagan mensualmente para hacer reuniones sociales, jugar ajedrez japonés y organizar actividades que incentiven las relaciones entre los mayores y el resto de los habitantes de la Isla.
¿Las relaciones sociales nos ayudan realmente a ser felices?
Así es. Y no solo a los mayores, sino que a todas las edades. La investigación más extensa que ha realizado Harvard sobre el comportamiento humano, que incluyó a tres generaciones diferentes, llegó a la siguiente conclusión: el dinero y el éxito académico o laboral no son factores preponderantes para ser feliz, sino que lo que realmente influye son las interacciones que poseemos con nuestras familias, parejas o amigos.
El director del estudio, Robert Waldinger, dice que algo importante que descubrieron es que la soledad mata: “Las personas que están más aisladas son menos felices. Son más susceptibles a recaídas de salud en la mediana edad, sus funciones cerebrales decaen más precipitadamente y viven menos que las personas que no están solas. Y lo triste es que, en la actualidad, más de 1 de cada 5 estadounidenses informan estar solos”.
Con esta variada evidencia, deberíamos pensar en las prioridades de nuestra vida, detenernos por un momento y pensar: ¿cuán cerca estoy de mis seres queridos? ¿Cuánto tiempo le dedico a mis amigos? Tal vez sea hora de reordenar nuestra agenda, sabiendo lo que realmente vale la pena cultivar.
¿Dedicas tiempo para compartir con los adultos mayores? ¿Cuán importantes son las relaciones personales en tu vida?
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