océanos, mar, curiosidades, biología
Imagen: César Mejías

¿Lagos dentro del mar? 10 datos increíbles de los océanos que parecen mentira

Los hemos visto e incluso nos hemos bañado en ellos, y sin embargo conocemos muy, muy poco de esos imponentes cuerpos de agua que cubren la mayor parte de la Tierra, y que tan importantes son para la vida humana.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2017-02-06 | 12:14
Tags | océanos, mar, curiosidades, biología
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En pleno verano, pocas cosas te suben tanto el ánimo como la palabra "océanos" (o "mar", en su defecto). Solo esa palabra tiene el poder de gatillar una serie de memorias poderosas, como la primera vez que fuiste a la playa, el olor "salado" mezclado con protector solar y la sensación de ser un muñeco de trapo cuando te pilló una ola desprevenido.

Los océanos, sin duda, son poderosos en forma física y simbólica. Miles de artistas los han tenido como sus musas, siempre bravos y sin forma. Esta obsesión está más que justificada cuando recordamos que la vida en nuestro planeta surgió en estos imponentes cuerpos de agua y que, desde entonces, nunca han estado muy lejos de lo que hoy es la civilización humana.

Y a pesar de todo esto, ¿cuánto sabemos realmente de nuestros océanos? Sí, son cinco y sí, cubren el 71% de la superficie de la Tierra, pero hay mucho más que conocer sobre ellos. Quedarás con cara de OMG con estos 10 datos que te mostraremos en El Definido.

No sabemos (casi) nada

"Sabemos más del espacio que de nuestros océanos" es una frase exagerada, pero que tiene algo de verdad: los océanos son tan extensos, profundos e insondables, que poco ha sido visto por ojos humanos.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), de hecho, estima que solo el 5% del mar ha sido explorado. ¿Por qué?

Primero, por su extensión: consideren que, como hemos mencionado, los océanos ocupan el 71% de la superficie terrestre, y cuentan con una profundidad promedio de 3.700 metros (como referencia, la montaña más alta de Chile, el Nevado Ojos del Salado, se eleva 6.893 metros sobre el nivel del mar). En total, es mucho, mucho, terreno que recorrer.

Segundo, la presión. Cada 10 metros de profundidad, la presión aumenta en una atmósfera. Con un equipo especial (un traje de buceo atmosférico) se podría bajar hasta los 700 metros, pero luego las limitaciones físicas nos obligan a depender de naves diseñadas para afrontar la alta presión. Éstas existen y son capaces de llegar a lo más profundo de los océanos, pero obviamente sus altos costos las convierten en casos muy especiales.

En cuanto al conocimiento de su fauna, por ejemplo, un censo marino que culminó en 2010 estimó las especies conocidas de los océanos en 250 mil. ¡Y las desconocidas en al menos 1 millón!

Profundos, muy profundos

Y hablando de profundidad, si arrancáramos el Everest con sus 8.848 metros lo podríamos hacer cómodamente desaparecer dentro del mar. Esto, porque el punto más profundo conocido de los océanos, la Fosa de las Marianas, lo supera con 10.934 metros.

La Fosa de las Marianas es una vieja conocida, ya que fue "medida" por primera vez en 1875 utilizando una cuerda con pesas por la Expedición Challenger y "conquistada" en 1960 por el batiscafo Trieste (una especie de minisubmarino) abordado por dos personas.

Dato curioso: la Expedición Challenger embarcó con 291 kilómetros de cuerda de cáñamo para realizar mediciones de profundidad. Suficiente para cubrir la distancia Santiago-San Fernando ¡ida y vuelta!

¿Quién apagó la luz?

Desde los 200 metros de profundidad ya se vuelve imposible el proceso de fotosíntesis. Pasados los 1.000 metros de profundidad, los océanos envuelven a cualquiera que se atreva a llegar hasta allí con la más completa oscuridad: es la zona afótica (sin luz).

Y sin embargo hay luz o más bien bioluminiscencia, reacción química producida por seres vivos que genera luz sin calor. No toda la fauna del mar profundo la necesita, pero quienes la poseen la utilizan para una variedad de funciones:

  • Realizar patrones específicos con fines sociales y de apareamiento (1313)
  • Atraer a sus presas.
  • Contrailuminación: una forma de camuflaje de algunas especies que iluminan su abdomen para imitar la apenas perceptible luz solar de las zonas superiores, pasando así desapercibidas para predadores que nadan bajo ellos, ya que no perciben sus sombras.
  • Confundir a presas o predadores con flashes violentos de luz
  • Iluminar a su predador, para que un predador aún más grande lo ataque a él. Existen incluso pepinos de mar que cubren a sus predadores de una mucosa brillante, para que así el predador del predador lo pueda ubicar más fácilmente, ¡Genial!

En este video podrán ver a la especie Lophiiforme, pez que genera bioluminiscencia y que desde ahora poblará sus pesadillas:

La bioluminiscencia presente en el mar profundo suele ser azul o azul-verdosa porque son los colores que viajan mayor distancia en este medio.

Dato curioso: el pez-demonio es una de las pocas especies que puede producir y ver la luz roja. Esto le permite "marcar" a sus presas, ¡sin que ellos lo sepan!

Juntos pero no revueltos

En el Golfo de Alaska se produce un llamativo fenómeno que algunos llaman "El punto donde dos mares se unen, pero no se mezclan":

Créditos: Kent Smith

Hay dos detalles erróneos en ese título: se trata del mismo mar (el Pacífico), y eventualmente sí se mezclan. ¿Pero qué provoca esta división temporal?

Uno de estos cuerpos de agua es dulce, y arrastra sedimentos glaciales ricos en hierro de los ríos de Alaska hacia el mar. Allí se encuentra, en algún punto, con el agua salada del océano. La diferencia de salinidad provoca el efecto de la fotografía. Expertos, sin embargo, señalan que estos son casos contados, y que, normalmente, se combinan de forma más gradual.

Este fenómeno, llamado haloclina, es más frecuente de forma horizontal, cuando produce un engañoso efecto visual:

Lagos y ríos submarinos

¿Se imaginan un lago o río dentro del mismo mar? Suena ilógico, pero existen en el fondo de los océanos formaciones de agua tan ricas en sal que forman sus propios lagos y ríos con corrientes y olas. Así es, el mismo fenómeno de la haloclina.

¿Cómo se forman estas acumulaciones de salmuera? La NOAA explica que ocurre cuando agua pasa a través de las gruesas capas de sal que se ubican bajo el lecho marino. La sal se disuelve en ella y da como resultado esta salmuera que no puede disolverse en su totalidad en el agua corriente.

Dato curioso: hace pocos meses, una nave documentó una de estas pozas de salmuera en el Golfo de México, a 3.300 metros de profundidad, rica no solo en sal sino también en metano disuelto. La bautizaron como la "tina caliente de la desesperación" por la gran cantidad de cadáveres de pequeños seres marinos que observaron dentro de ella.

Océanos montañosos

Ni el Himalaya ni los Andes, la cordillera más larga del mundo se ubica en el reino acuático. La dorsal Mesoatlántica se extiende desde el noreste de Groenlandia hasta el norte de la Isla Bouvet, no muy lejos de ¡la Antártica! Suma, en total, más de 40 mil kilómetros de longitud equivalente a poco menos de 6 cordilleras de los Andes (7 mil kilómetros).

Esta cordillera es altamente volcánica y, aunque la mayor parte de ella es submarina, existe un pedazo que atraviesa Islandia:

El punto más solitario del mundo

Si de pronto estás harto de la humanidad y deseas estar solo, puedes tomar un barco y dirigirte a Punto Nemo, también llamado el polo de inaccesibilidad, la ubicación marítima más lejana de cualquier costa terrestre.

Punto Nemo se ubica a 2.688 kilómetros de las islas más cercanas: Isla Ducie por el norte, Motu Nui (parte de Isla de Pascua) por el noreste e Isla Maher por el sur.

Dato curioso: la banda virtual Gorillaz dice tener un estudio de grabación y residencia en este punto, al que llamaron Plastic Beach.

Crisis mediterránea

El mar Mediterráneo, el que tan importante papel ha cumplido en el desarrollo de las civilizaciones occidentales, estuvo a punto de estirar su acuática y salada pata hace poco menos de 5,5 millones de años.

En la llamada crisis salina del Messiniense, sus canales de conexión con el Atlántico se cortaron y la evaporación comenzó a hacer mella en su tamaño. Lo que antes estaba cubierto por el mar, dejó en su retroceso cuencas ¡de hasta 5 kilómetros de profundidad!

Por suerte, hace 5,3 millones de años ocurrió la inundación Zancliense mediante lo que conocemos como el estrecho de Gibraltar. Como souvenir de aquel casi-desastre, el mar Mediterráneo es hasta el día de hoy más salado que el Atlántico.

El Pacífico se achica y el Atlántico se agranda

Aunque nadie diría mientras se baña en el mar "oye, pero mira cómo se ha achicado el Pacífico", el movimiento de las placas está produciendo, año a año, pequeños crecimientos y decrecimientos en los océanos.

En las zonas de subducción entre las placas de Nazca y la Sudamericana y entre la del Pacífico y la Norteamericana, se está destruyendo corteza marina lo que genera un decrecimiento del océano Pacífico de 2 a 3 centímetros por año.

Por otro lado, la separación de las placas a lo largo de la dorsal Mesoatlántica expone magma que se enfría y genera nueva corteza marina en el Atlántico. Éste se estima entre 2,5 a 5 centímetros por año.

Un hábitat importantísimo, pero no protegido

Mientras que cerca de un 12% de la superficie terrestre cuenta con algún tipo de protección, apenas el 2,8% del mar está protegido (además, lo tenemos lleno de plástico, entre otras cosas). Aunque se ha avanzado mucho en el último tiempo (Chile especialmente), falta mucho para llegar al 10% propuesto en 2010 por líderes del mundo en un plazo de 10 años.

Tal como hemos visto, los océanos son importantes por la gran cantidad de vida que contienen (aunque mucha de ella no la conozcamos), pero también son el pulmón más importante del planeta: los océanos alojan fitoplancton que es responsable de producir el 50% del aire que respiramos. Tampoco podemos olvidar que los océanos son nuestro principal sumidero de carbono, ya que absorben gran parte de CO2 que produce la actividad humana (cerca del 26%).

Los océanos son, sin duda, no solo maravillosos, sino también inseparables de la vida sobre la Tierra. Vale el esfuerzo extra para conservarlos ¿no creen?

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