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Imagen: Rodrigo Avilés

Convenciones en EEUU: el pueblo vota, pero ¿quién decide?

El que ni Trump ni Cruz consigan la mayoría de los delegados, sumado a su rechazo en sectores del partido republicano, revive la posibilidad de que sea la dirigencia del partido durante las convenciones y no los votantes durante las primarias, los que escojan al nominado presidencial republicano.

Por Tomás Croquevielle @kroque1989 | 2016-04-26 | 14:00
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“Contrariamente a la creencia popular, son los partidos políticos los que eligen a su nominado, no la gente”. Con estas palabras Curly Haugland, miembro del comité de las reglas del Partido Republicano, buscó dejar en claro, durante una entrevista con CNBC, que bajo el actual sistema de elección de candidatos presidenciales de EE.UU., son los partidos y no los votantes, los que tienen la última palabra.

Esta aclaración cobra especial relevancia en la medida que las primarias republicanas están siendo dominadas por figuras controvertidas, como el senador Ted Cruz, que ha vapuleado sistemáticamente la dirigencia republicana en el congreso, utilizando el termino de "El Cartel de Washington", afirmando que el partido vota en conjunto con los demócratas en el legislativo, y el magnate Donald Trump, que ha hecho noticia por sus propuestas radicales, como construir un muro en la frontera con México y prohibir la entrada de musulmanes al país .

Aunque ambos candidatos generan anticuerpos en vastos sectores dentro de los republicanos, es Trump el que genera más rechazo dentro de la dirigencia republicana. Importantes figuras del partido, como Mitt Romney, aseguraron que por ningún motivo lo apoyarían, llegando a calificarlo como un “farsante”.

Por otro lado, pese a la contundente victoria de Trump en las primarias del estado de Nueva York, aún existe  la posibilidad de que no alcance el número suficiente de delegados para asegurarse la nominación. Por otro lado, sus rivales en carrera, Cruz y el gobernador John Kasich (candidato moderado del que les hablamos en detalle aquí) ya se encuentran matemáticamente eliminados de obtener la mayoría de los delegados en el resto de las contiendas, es decir, aunque ganaran el 100% de estas, aán así no obtendrían la mayoría absoluta. 

Bajo este panorama, las convenciones podrían recuperar la importancia central que durante más de cien años tuvieron a la hora de elegir los candidatos presidenciales de los dos grandes partidos estadounidenses.

Las convenciones y sus complejidades

Aunque, técnicamente, es durante las convenciones partidarias -en que cada 4 años se reúnen los delegados y las figuras prominentes del partido-, donde se elige al nominado presidencial, en la práctica ha ocurrido que en las últimas década el candidato se conoce mucho antes. Esto, debido a que, según los reglamentos internos de los partidos, la gran mayoría de estos delegados están obligados a votar acorde a lo que los votantes decidan en las distintas primarias y caucus que ocurren durante el primer semestre del año, relegando esta instancia a un rol más simbólico que real.

Sin embargo, no existe ninguna ley que obligue a los delegados a votar por el candidato que se comprometieron a apoyar o que lo castigue si no lo hace. La Corte Suprema de EE.UU. ha establecido que los mecanismos internos de los partidos están protegidos bajo la primera enmienda de la constitución, que establece la libertad expresión y asociación, incluso si es que estos ignoran la preferencia de los votantes. Por lo que nada impide que al final del día sea en las convenciones y no durante las primarias, cuando se decidan a los nominados.

En los medios de comunicación se está hablando mucho de que este 2016 los republicanos podrían tener una Open convention (convención abierta), Contested convention (convención disputada) o Brokered convetion (convención negociada). Aunque las 3 tienen distintas connotaciones, todas estas tienen un mismo origen: se producen cuando ninguno de los candidatos en los meses de las primarias obtiene el 50% + 1 del total de los delegados.

En ese caso, existen 3 grandes alternativas: que los demás precandidatos le otorguen sus delegados al que lleva la delantera; que los precandidatos perdedores unan sus fuerzas en torno a uno y superen al que va primero; o que entre todos o la mayoría lleguen a un acuerdo y nominen a un candidato de consenso que no haya participado en el proceso de elecciones primarias. Pese a que desde 1976 no se da, dentro del partido republicano, que un aspirante a la nominación no tenga la mayoría antes de la convención, en el pasado ese tipo de situaciones era bastante común.  

Acuerdos entre pasillos

Como nos afirma Stephen Ansolabehere, de la Universidad de Harvard, “las convenciones permiten a los partidos a negociar un nominado cuando las primarias no producen un claro líder”. 

A lo largo del siglo XIX y la primera mitad del siglo pasado, era normal que las convenciones fuesen procesos complejos que tomaban varios días y en donde se necesitaba más de una votación para que saliera humo blanco.

Fue, por ejemplo, lo que sucedió en la convención nacional demócrata de 1924 en Nueva York, en donde se necesitó de 103 votaciones y 16 días para escoger al ex congresista John William Davis como nominado, una figura de consenso entre los dirigentes del partido.

Convención nacional demócrata de NY, 1924.

Allan Lichtman, profesor de Historia de la American University, nos recuerda que hasta la década de los '70, la mayoría de los delegados eran seleccionados por los dirigentes del partido y no mediante elecciones abiertas, pudiéndose incluso elegir, en reuniones a puerta cerrada, a un candidato que no hubiera competido en ninguna elección.

La última vez que un nominado se decidió en más de una votación, fue durante la convención demócrata de Chicago en 1952, cuando el entonces gobernador de Illinois, Adlai Stevenson, necesitó de una tercera ronda para conseguir la nominación. Esta fue conseguida gracias a que el entonces Presidente Truman movió los hilos a favor de Stevenson -que tampoco había competido en ninguna primaria- convenciendo al resto de los contendores de retirarse y apoyarlo.

Este tipo de negociación era común, en la medida que, como nos señala Steffen Schmidt, cientista político de la Universidad de Iowa, históricamente los “sabios” líderes de los partidos han tenido como misión el “proteger al partido”, ayudándolo a nominar el candidato más elegible posible para la elección general.

Vientos de cambio

Esta manera negociada de elegir al candidato presidencial, empezó a cambiar tras la convención demócrata de 1968. En aquella oportunidad, el entonces Vicepresidente Humbert Humprey fue ungido como el nominado, pese a que no había competido en ninguna primaria, gracias a que todos sus delegados los había obtenido en los caucus partidarios, los cuales habían estado controladas por la dirigencia demócrata.

Este resultado, sumado al descontento por la guerra de Vietnam, produjo una batahola en la convención y protestas violentas en la ciudad anfitriona de Chicago, en la medida que los simpatizantes de los candidatos opuestos a la Guerra de Vietnam -como el senador McCarthey y Bob Kennedy, quienes habían dominado las elecciones en los estados que habían realizado primarias-, consideraron como un robo la elección de Humprey, quien además era visto como un continuador de la intervención militar del Presidente Lyndon Johnson en Vietnam.

Luego de estos incidentes, el Partido Demócrata estableció en 1972 la comisión McGovern–Fraser, la cual impulsó cambios en la manera de elegir al nominado presidencial, establecido que los delegados que irían a la convención, fuesen elegidos directamente mediante un proceso abierto y transparente de primarias y caucus, haciendo sus resultados vinculantes, medida que fue imitada por los republicanos.

Esas modificaciones, llevaron a que fuera posible que en 1976 el entonces Presidente Gerald Ford, que tenía la gran mayoría de la dirigencia republicana de su lado, tuviera que enfrentar la dura competencia del entonces gobernador de California, Ronald Reagan, que en aquellos años era considerado por los líderes del partido como un outsider, con posturas muy extremas.

Para la convención en Missouri, Ford lideraba por poco en el voto popular y el conteo de delegados, pero no tenía los suficientes para asegurarse la nominación, por lo que existía la posibilidad de que ambos pudieran conseguirla. Finalmente Ford prevaleció, pero le ofreció el discurso central a Reagan, el cual obtuvo una recepción estruendosa por parte del público de la convención, que eclipsó al Presidente y que lo perfiló como líder dentro de los republicanos, luego de que Ford perdiera la elección general frente a Jimmy Carter.

Al centro a la izquierda, Ronald Reagan, secundado por la entonces primera dama, Nancy Reagan. Al centro a la derecha el ex-Presidente Gerald Ford, con su vicepresidente Nelson Rockefeller en segundo plano.

Sin embargo, desde que estas modificaciones fueron implementadas, no ha había habido un candidato con posibilidad de ganar que generara tal nivel de rechazo en su dirigencia de su partido como Trump. Por lo que en esta oportunidad los “sabios” republicanos, podrían durante la convención de este año en Cleveland, impulsar una figura de consenso que no haya competido en las primarias, como el Presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan o el nominado republicano de 2012, Mitt Romney. 

Lo que podría suceder en la conveción de Cleveland

Tal como nos aclara el profesor Schmidt, EE.UU. ha sido históricamente “una democracia indirecta que desconfía de las decisiones de las masas", la cual requiere de instituciones intermediarias, como las convenciones partidarias o el Colegio Electoral, a la hora de elegir a los candidatos presidenciales y al Presidente.

En ese sentido, es necesario remarcar que la selección de personas que harán de delegados en la convención republicana en la ciudad de Cleveland de este año, aún no se realiza y los precandidatos no tienen ningún poder de decisión a la hora de elegir a quienes irán al evento, sino que esta elección se realiza mediante mecanismos internos del partido en cada estado. En este sentido, aunque existen algunos estados que obligan por ley a que los delegados voten en la convención por quien se comprometieron a votar, según el resultado de las primarias o caucus, no existe ningún mecanismo que pueda asegurar totalmente que los delegados voten acorde al resultado de las las primarias

Por otro lado, en la última convención republicana de 2012, el comité de reglas de la convención del Partido Republicano, estableció la norma conocida como "regla Ron Paul" en donde se estableció que la convención sólo se podría nominar como candidato a quien hubiese ganado la mayoría de los delegados en al menos 8 primarias o caucus. Dicha regla se implementó para impedir toda posibilidad de que el entonces congresista y precandidato de la facción libertaria del partido se hiciera en dicha oportunidad con la nominación, en la medida que aunque este había conseguido varios delegados durante el periodo de primarias, solo ganó la mayoría de estos en 4 estados. 

Dicha regla se ha vuelto este año en contra de la dirigencia republicana, en la media que el único candidato aceptable para la cúpula partidaria, el Gobernador de Ohio, John Kaisch, sólo ha conseguido la mayoría de los delegados en un solo estado: Ohio. Sin embargo, las reglas para las convenciones de este año aún no se han decidido, por lo que aún la dirigencia partidaria puede pretender un último intento por evitar que personajes hostiles, como Trump o Cruz, se hagan con la nominación del partido.

¿Crees que la dirigencia republicana deba evitar que Donald Trump sea su candidato?

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Comentarios
Ed Braik | 2016-04-26 | 17:43
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