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Imagen: César Mejías

Rainbow Village: el anciano que salvó su aldea a través de sus coloridos murales

Un anciano decidió tomar un pincel y decorar la aldea que había sido su hogar durante más de 40 años. Con esto no solo la salvó de la inminente demolición, sino que la transformó en un sitio cultural que refleja la historia de su vida.

Por Maria Paz Larrondo | 2019-06-10 | 11:36
Tags | murales, arte, rainbow village, adultos mayores, tercera edad, taiwán
FD: "Hay muchas cosas que ya no puedo hacer, pero aún puedo pintar. Me mantiene saludable, y agregar un poco de color puede convertir algo antiguo en algo hermoso" (Huang Yung-Fu a BBC)
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Cada mañana, Huang Yung-Fu, de 97 años, enciende una luz, sale de su casa estilo bungalow de dos habitaciones con sus sandalias puestas, y lleva tarros de pintura a las calles de su aldea en el distrito de Nantun, a las afueras de Taichung, en el centro de la isla china de Taiwán. Mientras la ciudad duerme en la oscuridad de la madrugada, Huang se sienta en un taburete y pinta en calma y absoluto silencio los muros, el suelo y las ventanas con coloridos murales.

La aldea que hoy está rodeada con alegres diseños repletos de imaginación, estuvo a punto de desaparecer hace un poco más de diez años, como cuentan desde BBC, pero fueron precisamente estos murales pintados por Huang los que la rescataron y terminaron por convertirla en un ícono de la ciudad.

Huang Yung-Fu, un soldado retirado, convirtió un antiguo asentamiento militar en un lugar lleno de ilustraciones: Rainbow Village. Precisamente cuando se enteró de que el gobierno amenazaba con derribar la zona, comenzó a llenar de dibujos y color sus edificaciones, en medio de un habitual paisaje urbano.

Defensor de Taiwán 

Yung-Fu nació en China y desde pequeño dibujaba con su padre. Su adolescencia fue intensa y su hábito se esfumó, pues debió abandonar su hogar cuando tenía 15 años para luchar contra los japoneses en la Segunda Guerra Sino-Japonesa. Luego, se unió a la lucha contra el gobierno comunista de Mao Zedong, mientras se desencadenaba la Guerra Civil China.

En 1949, fue derrotado el opositor Partido Nacionalista y Mao creó la República Popular China. En ese contexto es que muchas tropas militares y sus familias siguieron a su líder nacionalista, Chiang Kai-shek, que huyó y se estableció en Taiwán. Este fue el caso de Yung-Fu.

BBC relata que para acomodar a los refugiados, se les alojó en cientos de aldeas militares en toda la isla que fueron construidas rápidamente, de forma improvisada para que los nacionalistas pudieran vivir hasta que pudieran retomar el continente como pretendían. Sin embargo, nunca llegó ese momento y las viviendas temporales se hicieron permanentes.

Huang, por su parte, en 1978 se retiró del ejército con una medalla de oro por “defender a Taiwán”. Entonces juntó sus ahorros y se fue a un bungalow perteneciente a una de las aldeas militares.

Con el paso del tiempo, los sueños de los nacionalistas de recuperar la China continental se fueron esfumando, y muchos militares abandonaron sus hogares y las viviendas que habían sido construidas pobremente se comenzaron a deteriorar.

Ante esta situación, el gobierno de Taiwán comenzó una agresiva campaña para demoler los asentamientos en ruinas en los años 80s y 90s, y se construyeron nuevas edificaciones.

Una demolición salvada por el arte

En 2008, las autoridades habían quitado todas, excepto 11 de las 1.200 casas originales de la aldea para veteranos y sus familias. Huang no se había casado y tampoco tenía familia a quien acudir, entonces se quedó hasta ser de los últimos residentes.

Un poco antes de que Huang recibiera una carta del gobierno con la orden de que abandonara la aldea a cambio de dinero, hizo algo que no había hecho desde que era un niño de la escuela: tomó un pincel.

Primero pintó un pajarito en una pared del dormitorio en su bungalow, luego algunos gatos, personas y aviones. Entonces, sus dibujos animados, animales abstractos y arte surrealista (incluso la leyenda del kung-fu, Bruce Lee, entre sus obras), comenzaron a esparcirse fuera, a las casas y calles abandonadas del pueblo.

"El gobierno amenazó con derribar este pueblo. Pero no quería moverme. Este es el único hogar real que he conocido en Taiwán, así que comencé a pintar", dijo Huang a BBC.


Huang Yung-Fu en su aldea/Agencias AFP/Clarín

Contra todo pronóstico

En 2010, un estudiante de la Universidad de Ling Tung conoció la aldea de este viejo artista y la historia de su solitaria batalla para frenar las excavadores. Tras el encuentro, el joven comenzó una campaña para juntar fondos para comprar la mayor cantidad de pintura posible para Huang, e inició una petición para protestar por la demolición del pueblo y salvarlo.

La gente se asombró y conmovió por la pasión del anciano, así como la de los estudiantes que intentaban ayudarlo. En la medida en que se difundieron las noticias sobre Grandpa Rainbow ("Abuelo Arcoiris", en español), rápidamente se convirtió en un asunto nacional, que generó la atención y compasión de la sociedad taiwanesa.

Durante los meses siguientes, el alcalde de Taichung recibió más de 80 mil correos electrónicos de personas que pedían la preservación del lugar de Huang.

Increíblemente esto funcionó y el gobierno decidió revocar la orden de demolición. En octubre del mismo año, las autoridades ordenaron que las 11 edificaciones, calles y áreas adyacentes restantes se preservaran como parque público dedicado a la cultura, mientras Huang seguía siendo residente del lugar.


Una casa en Rainbow Village/Liam Fitzpatrick/Time

Rutina de años

El impresionante arte de este ex militar está inspirado en los recuerdos y la imaginación de su infancia, que estuvieron guardados por más de 70 años pero que encontraron el momento perfecto para resurgir.

La rutina de Huang ha consistido por más de diez años en levantarse de madrugada para pintar. Desde que salvó su pequeña aldea, toma su pincel y cumple su “deber” religiosamente (hábito que mantiene desde su época como soldado).

"Hay muchas cosas que ya no puedo hacer, pero aún puedo pintar. Me mantiene saludable, y agregar un poco de color puede convertir algo antiguo en algo hermoso", dijo Huang a BBC.


Casa y calle pintadas/My Modern Met/asiastock, Shutterstock

Luego de una extensa siesta, el artista vuelve lentamente de su hogar hacia el calor de la tarde para saludar a los visitantes recién llegados a su aldea para cruzar algunas palabras y fotografiarse con ellos.

Una camisa y una gorra plana, a menudo con manchas de pintura provenientes de su trabajo por las mañanas, muestran a Huang tal cual es al encontrarse con los turistas. 

“Si puedo, lo haré”

Inevitablemente en los últimos años, la salud de este artista se ha deteriorado mucho, lo que le ha significado pasar bastante tiempo internado por diferentes razones.

A pesar de que Grandpa Rainbow vivió muchos años solo en su aldea, en 2013 el amor llegó en el lugar menos esperado: el hospital. Durante uno de sus achaques, se encontraba hospitalizado por neumonía, cuando conoció a una enfermera mayor de la que se enamoró y se casó al poco tiempo. Ahora, Grandma Rainbow (Abuela Arcoiris, en español) acompaña a Huang en su bungalow rodeado de colores.

No se puede saber con seguridad cuánto tiempo más podrá pintar este anciano artista o qué podría sucederle a futuro a Rainbow Village. Se habla de convertir la aldea en una escuela de arte para niños o un museo. Pero Huang se está tomando las cosas con calma.

"Si puedo levantarme y pintar mañana, lo haré. Si no puedo, me sentiré bien sabiendo que este lugar se quedará y hará felices a los demás", dijo a BBC.

Un atractivo turístico diferente

Las imágenes de Rainbow Village se han extendido rápidamente por el mundo y ha aumentado el número de visitantes que fotografían este parque gratuito. Hoy en día más de un millón de personas, en su mayoría de Asia, visitan la aldea cada año para conocer a Huang, quien habita el lugar como residente permanente.


Panorámica de la aldea de Huang/Street Art Utopia/Steven R. Barringer

Para quienes tengan la oportunidad de ir alguna vez a este especial lugar, se puede reconocer la puerta tras la que vive el artista buscando la ilustración de un soldado sonriente que sostiene un pincel.

Durante la mayoría del tiempo en los últimos 11 años, Huang se sustentó con las monedas que recibía en una caja de donación fuera de su bungalow, con ese dinero compraba su pintura. Ahora un grupo de jóvenes lo ayuda a vender postales e ilustraciones de su trabajo. Lo increíble es que cualquier beneficio que no sea para su arte, se dona a organizaciones locales que ayudan a personas mayores.

La obra de este hombre es un real ejemplo para el mundo; no sólo transformó su aldea taiwanesa en un acogedor sitio repleto de murales con diferentes tonalidades, sino que también la salvó de la demolición que podría haber echado por la borda años de historia. Si bien muchas aldeas de veteranos han sido derribadas en Taiwán, esta aún se conserva gracias a Grandpa Rainbow, quien tiene un gran sentido de pertenencia por ella.

¿Conoces a otro adulto mayor tan activo como Grandpa Rainbow?

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