Una vez más

Por Julio Pérez | 2017-02-28 | 07:00

La tormenta solar apagó la tecnología, y nos dejó momentáneamente ciegos. El terror nos precipitó a las calles, y sobrevino una estampida con atropellos y ahogos, y todos gritábamos por nuestras familias. La histeria colectiva se volvió una pandemia incurable. En algún lugar barcos y aviones se perdieron para siempre. Muchas bestias del mar salieron, muertas, a flote. Las cenizas de los bosques incendiados envolvieron las ciudades. Los satélites cayeron como meteoritos. Y los llantos y lamentos y auroras boreales duraron días, noches. Entonces la gente volvió a adorar al sol y a ofrecerle sacrificios, tal como se hacía antes.

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