La fuerza de la costumbre

Por Julio Pérez | 2017-02-07 | 07:00

Por las mañanas, lo de siempre: se viste con desgano, no se afeita, apenas desayuna. Eso sí, fuma mucho. Y piensa todavía más. Luego se seca las lágrimas. Es hora de partir al trabajo. Apaga el cigarro en la mesa, entre un montón de cosas sucias y malolientes. Y antes de cerrar la puerta tras de sí, nunca olvida despedirse de su esposa, la que le responde desde algún rincón de la casa: "Chao amor, nos vemos a la noche".

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