Síndrome de Down, profesionales, oportunidades, educación
Imagen: Felipe Belmar y Pablo Pineda

Dos testimonios de profesionales con síndrome de Down que harán replantearte todo

Pablo Pineda y Felipe Belmar, además de tener la misma condición, comparten el mismo ideal, la lucha por la inclusión. Ambos son profesionales y saben lo difícil que puede ser integrarse a la sociedad teniendo síndrome de Down, pero coinciden también en que sí se puede.

Por Felipe Costa | 2016-08-23 | 11:43
Tags | Síndrome de Down, profesionales, oportunidades, educación
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Hace unas semanas, publicamos una nota sobre los mitos respecto al síndrome de Down derribados por una madre, quien desmintió uno de los más comunes: que las personas con esta condición siempre van a ser dependientes y que jamás podrán ejercer un trabajo estable y profesional.

Tomando en cuenta este mismo mito es que ahora quisimos ahondar en el tema, presentándoles dos exitosos casos de profesionales con síndrome de Down. Uno es el español Pablo Pineda, considerado el primer profesional europeo con síndrome de Down; y el segundo es Felipe Belmar, el primero en Chile, con quien tuvimos la oportunidad de conversar directamente.

Uno es profesor, actor y escritor. El otro es técnico agrícola. Ambos tienen gustos bien similares y buscan lo mismo: una sociedad inclusiva. Les dejamos sus inspiradoras historias, a través de las que demuestran con hechos concretos que con oportunidades y con inclusión, cualquier persona con síndrome de Down puede ser profesional e independiente en su vida adulta.

Pablo, el primer europeo

Pablo Pineda nació en Málaga, España (1974), siendo el menor de cuatro hermanos. Hijo de una familia convencional, con madre dueña de casa y padre de familia de marinos, que a lo largo de su vida desempeñó múltiples profesiones. Familia que además, toda la vida lo trató prácticamente como un hijo más, con el mismo desarrollo social y educativo que el resto de sus hermanos (obviamente con una cuota especial de atención).

"Hace muchos años mis padres, pieza fundamental en estos temas, decidieron que fuera como el resto de mis hermanos. Ahí empezó todo, fui a las mismas escuelas. No esperaban que llegara a la universidad, pero lo hicieron todo para que estuviera en contacto con la gente", asegura.

Su paso por el colegio fue normal durante la básica, pero a los 16 años, en plena adolescencia, se le empezaron a presentar los primeros problemas. Sus compañeros dejaron de hablarle y comenzaron a hacerle la vida imposible. Pablo atribuye los quiebres de lazos a la adolescencia “los (jóvenes) de 16 se hacen los duros, son crueles, y entonces comenzaron a mirarme por encima del hombro, a no hablarme”.

Pese a todo, Pablo, quien estuvo hace unos días en Chile dando su testimonio, siempre conservó una actitud positiva y dice, que eso lo ayudó a sobrellevar los problemas y a conseguir amigos, porque a esa edad lo que quería era demostrarle al mundo quien era y lo que podía hacer.

Terminar el colegio no le resultó tan difícil, si bien tuvo problemas en la época de la adolescencia, dice que son dolorosos, pero propios de la edad. Poder encajar para él significó tener que siempre andar demostrando que se puede, que puede hacer las mismas cosas que los otros, que puede viajar solo, etc. Eso para él fue lo más agotador de su etapa escolar.

Luego de terminar la escuela, Pablo logró entrar a la Universidad de Málaga con 21 años a estudiar Magisterio (que es equivalente a tener un título de profesor de primaria y secundaria), carrera de la cual se recibió en 1999. Y en la que por su paso, al tocar el tema de la educación diferencial, se dio cuenta de lo que era la discapacidad y como la describían los libros: “hablaban de que era una enfermedad y de la cultura del déficit”. Pese a esto, Pablo nunca se sintió así, se sentía especial y también pensaba que muchos otros síndromes de Down no eran como lo describían los libros.

La literatura nos pone peor de lo que somos, y nos aparta (…) Dicen que somos deficientes, que somos retrasados. Y que no hay ninguna solución, que es lo peor”, comenta.

Pero todos estos defectos de los cuales hablan los libros pueden ser derribados con su ejemplo. Pablo, hoy en día puede decir con orgullo que, además de pedagogo es psicopedagogo, actor, conferencista y consultor a la edad de 42 años.

Protagonizó la película “Yo También”, donde interpreta a un joven con síndrome de Down que entra a la universidad y se enamora de una compañera de trabajo sin esta condición. Rol por el que obtuvo la Concha de Plata al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Hoy Pablo tiene el honor de viajar por el mundo dando charlas y conferencias con un mensaje muy claro, el aprendizaje y la inclusión. Parte de su trabajo, junto a la fundación Adecco, se trata de demostrar cómo las personas con síndrome de Down no son personas enfermas, sino que tienen una condición que las hace diferentes y que el entorno actúa como un agente que puede favorecer o desfavorecer las habilidades desde temprana edad.

Felipe, el primer chileno

Así como Pablo, está el caso de un chileno que ha logrado romper mitos en torno a su condición de síndrome de Down, además de alcanzar importantes metas en su vida personal. Su historia y opiniones, tiene bastante que enseñarnos.

Oriundo de Temuco, Felipe Belmar es quizás el mejor ejemplo de inclusión y perseverancia en el sistema educacional chileno, que pese a las trabas, demuestra que si uno se propone una meta, con esfuerzo se puede lograr. Tiene 24 años y en 2015 se tituló de Técnico agrícola en la Universidad Tecnológica Inacap de Temuco, convirtiéndose en el primer chileno con síndrome de Down en alcanzar un título profesional.

Hoy, Felipe trabaja con la fundación Edudown en el proyecto “Sembrando Vida” que se encarga de enseñar a los padres de hijos con síndrome de Down a sembrar plantas y el valor del cultivo de ciertas hierbas medicinales. Además, Felipe se mantiene haciendo distintos proyectos paralelos como por ejemplo obras de teatro, como “La pérgola de las flores” y “Jesucristo súper estrella”, en las que actualmente está trabajando.

Conversamos con Felipe, quien cree que factores como la sobreprotección de los niños con síndrome de Down es el peor error que se puede cometer. Según sus palabras “la sobreprotección limita al niño y de esta forma el hijo que uno tiene va a depender siempre del otro(la familia) y lo que queremos es que se convierta en una persona independiente”.

- ¿Qué importancia tiene el apoyo familiar en el proceso de inclusión escolar?

“Sí. La familia es la base que da la confianza y el apoyo incondicional al hijo, en donde el trabajo es lo más importante; por consiguiente del buen trabajo que se realizó en su estimulación temprana se puede lograr la inclusión escolar”.

- ¿Cómo te impulsó tu familia a estudiar?

Mi familia me ha dado valores muy importantes que es ser responsable, esforzado y me ha dado todas las herramientas posibles para mi buen desarrollo para lograr ser un aporte para la sociedad”.

- ¿Tuviste algún problema de inclusión en tu paso por el colegio?

“Con mi colegio (Golden School) no tuve problemas, pero sí hubo un par de dificultades antes. Cuando pasé a primero medio en el “Colegio Concepción” debido a problemas internos, me dejaron repitiendo y me cambié, pero no fue por humillación ni discriminación de compañeros. Eso sí, después tuve una psicóloga que me ayudó en ese proceso”.

- ¿Costó que se te abrieran puertas?

“En la universidad no, pero al principio cuando quise entrar al colegio sí, tuvimos que tocar varias puertas, pero yo era muy chico así que no recuerdo por qué me negaban entrar”.

- ¿Sufriste problemas de discriminación en tu colegio?

“No nunca”.

- ¿Cuál crees que pueda ser un factor que perjudique el desarrollo educacional de quienes tienen síndrome de Down?

“De partida, que no la tengan, porque la educación es un derecho tan importante como la salud, ya que toda la etapa educacional es importante y se debe aprender desde chico la responsabilidad”.

- ¿No crees que el sistema educacional le juegue en contra a aquellos que tienen ésta condición?

“No, lo que sí creo es que con responsabilidad y con esfuerzo todo se puede lograr, porque el síndrome de Down no es ni una patología ni enfermedad, es una condición, lo que pasa es que a algunas personas les cuesta más que a otros y a esas personas hay que trabajarlos más, dándoles apoyo”.

- ¿Qué piensas entonces de los colegios diferenciales?

“Mmm… Lo que pasa es que hay casos y casos, en mi caso yo estudié en un colegio común y corriente siempre, por lo que creo que si un niño o niña solo tiene síndrome de Down, deberían meterlo a un colegio normal pero hay casos y casos… por ejemplo hay algunos niños que además de tener síndrome de Down tienen autismo o asperger y para ellos serían buenos estos colegios”.

- ¿Qué consejo les darías a otras personas con síndrome de Down que quieran convertirse en profesionales?

“Mi consejo a esas personas es que con dedicación, siendo perseverante y constante se puede lograr todo lo que se proponen, porque teniendo todos estos aspectos se puede lograr una buena estimulación temprana y junto con los controles de salud pueden tener un buen desarrollo. Esto debe hacerse junto con la ayuda de las familias y con los profesionales que están para el mejor desarrollo y que pueden guiarlos a saber qué es lo que quieren para su futuro (…) De esta forma todos estos jóvenes pueden ser útiles para la sociedad y teniendo ese conocimiento, los empresarios le pueden dar esa oportunidad para que puedan ser felices e independientes”.

- ¿Cuáles fueron tus claves y tus mayores herramientas?

“Mis claves para lograr lo que he logrado son las herramientas que me han entregado mis padres, junto con el ejemplo que me han dado mis hermanos y mi entorno. El empeño, el esfuerzo, la responsabilidad y los buenos hábitos de conducta y de estudios”.

¿Conocías la historia de Pablo o de Felipe? ¿Qué opinas de sus logros y sus declaraciones?

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