amor, relaciones, pareja, pololeo, formas
Imagen: César Mejías

4 cosas que no debes ignorar en un pololeo (si quieres que sea sano)

A raíz del triste y recurrente tema de la violencia en el pololeo, Mane Cárcamo apunta a esos temas que debemos tener en cuenta en una relación de pareja para que sea constructiva.

Por Magdalena Cárcamo @manecarcamo | 2017-07-07 | 15:00
Tags | amor, relaciones, pareja, pololeo, formas
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El caso de Tea Time y la violencia en el pololeo sin duda se ha tomado la agenda noticiosa esta semana. Y no es para menos. Lo visto y narrado debe hacernos reflexionar acerca del tipo de relaciones que estamos construyendo y el cómo todos (mujeres y hombres), debemos concebir y vivir esa palabra tan grande llamada AMOR.

Todos estos lamentables sucesos me hicieron preguntarme, ¿cómo se están viviendo los pololeos? ¿Cuáles son los códigos? ¿Las formas? Porque personalmente creo que en las relaciones humanas las formas sí importan, porque al descuidarlas también se comienza a diluir el fondo y todo aquello que hace que el vínculo con el otro nos lleve no sólo a quererlo mucho, sino que también a ser una mejor versión de uno mismo.

Y bueno, creo que qué hay materias revisables que podríamos sentarnos a pensar y mirar ,porque tal vez las hemos normalizado y sin querer ser grave, son los primeros síntomas de actitudes que podrían hacer que una relación deje de ser sana y cuidada.

El pololeo emoticón

Soy seca para el uso del WhatsApp y nada más lejos de esas personas que condenan su uso a ultranza. Pero sí prendo las alertas cuando en una relación, todo pasa por la app. Los cabros ya no son capaces de tocar la puerta para avisarle a la conquista que llegaron (todo se resume en un "afuera") el amor se declara con lindos y actualizados emoticones y los conflictos se resuelven a través de audios. 

¿Y qué pasa con el cara a cara? ¿Con la mirada de perro San Bernardo enamorado, el rostro chato por la actitud del otro, el gesto de tocar la puerta y esperar un ratito haciéndole la pata al suegro? Mi punto no tiene que ver con una exaltación de la Edad Media, sino que con el real encuentro personal y toda la riqueza no verbal que eso implica. Una experiencia que nos habla mucho de la persona que tenemos al frente y que por ende nos hará tomar mejores decisiones también.

La ausencia de intimidad

En un mundo en donde se publica hasta el último Papanicolaou, la intimidad parece un concepto tan pasado de moda como el Axé. No solo la vida es un reality en las redes sociales, sino que además lo que nos pasa, lo que nos hace felices, lo que nos complica, lo sabe todo el mundo menos la persona de la que estamos enamorada/os. De un tiempo a esta parte parece normal que todas las amigas de la oficina sepan lo que ocurre con el pololo entre cuatro paredes (y no me refiero solo a lo físico) y el protagonista de la historia sea el último enterarse de aquellas cosas que no van bien. Lo mismo para los hombres que muchas veces se jactan frente a sus amigos exponiendo a la otra persona como la gaviota de Viña.

¿No debería ser el otro el primero en saber lo que me molesta, lo que me hace feliz, lo que complica o preocupa? ¿No debería existir una zona en la que nadie puede entrar y la que se resguarda bajo siete llaves? A veces me da la sensación que vivimos relaciones en donde toda la cuadra sabe nuestros conflictos, menos el que los está causando. Volver a cuidar lo de adentro, resolver lo que nos preocupa con quien corresponda y ponerle clave de seguridad a lo que tiene que tenerlo, es algo que deberíamos repensar.

Las cosas lateras también son parte del pololeo

Es así. El que solo quiera hacer las cosas que tiene ganas en una relación, lamentablemente le está poniendo fecha de vencimiento a la misma. Hay que apañar en esos panoramas que no nos pueden interesar menos como el cumpleaños de la ahijada que no conocemos, la comida de pega soporífera, la final del campeonato de ajedrez o el encuentro de jedis latinoamericanos. Simplemente porque para el otro es importante y como alguien me dijo por ahí "se debe aprender a ser feliz con la felicidad del que quiero". Podré sonar cliché y tíldenme de anticuada, pero el amor profundo sí requiere de sacrificios. El que quiera lo contrario y el que no esté dispuesto hacerlo, tiene menos posibilidades que MEO en las próximas elecciones.

¡Abajo los negociantes!

Queridas y queridos, ojo cuando en la relación todo se transa y se negocia. Los pololeos con cupones van directo al abismo. “Te fuiste con tus amigas a un pub… OK yo hoy me desbando con los cabros”, “Si te sumas a ese viaje con tus compañeros de U, voy al matrimonio donde va a estar mi ex polola”. Ese tipo de amenazas en las que el canje es la manera de “castigar “a la pareja, puede ser una manera muy sutil de dominación. El respeto a la libertad en el pololeo es simplemente un mandamiento. Eso no quiere decir que uno no pueda manifestar la molestia frente a algo que no le parece, pero utilizar la transa, la manipulación sicológica o la culpa, es una tarjeta amarilla que nos debe hacer reflexionar acerca de cómo quiero vivir una relación.

La violencia no parte con el combo en seco, como todo en la vida los pequeños y sutiles detalles, comienzan a revelar signos que nos deben hacer tomar conciencia.

Una vez mi papá me dijo en mi tierna juventud “el pololeo es para ser feliz, para pasarlo bien, para conocerse, para madurar. Si es una tragedia venezolana, por mucho que te duela, como diría el vocalista de Magneto ‘vuela vuela’”. ¡Y sí que tenía razón! Y obvio que se lo copiaré y diré a mis hijos. Porque cuando se elige a alguien para ser tu compañero de vida, o construir un proyecto familiar, la capacidad de resolver conflictos con serenidad, el respeto por los intereses y pasiones del otro, la posibilidad de enfrentar marejadas juntos sin naufragar, y ante todo la admiración y la complementariedad con el otro, serán la claves para alcanzar esa felicidad que tanto buscamos los seres humanos.

¿Qué otras cosas agregarías a la lista?

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Comentarios
Pablo Raín | 2017-07-07 | 17:25
2
me declaro culpable del emoticon D:
es que si uno en la semana no está en condiciones de ir a ver a la polola, qué otra queda?

y totalmente de acuerdo en todo excepto lo de negociar... porque lo que describes es más venganza que negociar.

negociar para mi es "este viernes nos vamos pa tu casa o la mia", "el viaje a punta arenas o la serena", "sushi o pizza con piña" (que rico xd)


yy por ultimo, sí: las cosas malas son parte De. si uno parte porque no es perfecto, sabe que el otro tampoco lo es. y sí, también pienso que el amor se construye y hay que esforzarse... hoy en dia todo es tan light, tan desechable, que lo unico que queda practicamente que pueda ser profundo en esta vida es el amor.



(permiso, me iré a vomitar arcoiris )
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Valentina Solar | 2017-07-07 | 21:30
1
No estoy de acuerdo con lo de los panoramas lateros. Creo que cada uno debe pensar "¿realmente quiero que vaya a un lugar que le aburrirá mucho en el poco tiempo que tiene libre?" Con mi jornada laboral, lo último que quiero es tener que estar donde no quiero un fin de semana. Además, no tiene nada de malo ir a cumpleaños de tías y demás eventos sola/o.
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Vale | 2017-07-12 | 14:09
0
Estoy de acuerdo en que el otro debería pensar en que quizás a ti no te gusta cierto panorama y pensársela dos veces antes de invitarte a algo que te va a latear, pero uno debería igual dar a torcer el brazo en cosas importantes para el otro. Por ejemplo, si mi pareja juega fútbol y a mí me carga y me aburre, igual ir a apoyarlo a la final más que sea. O si me invitan a un compromiso al que no puedo decir que no y es muy aburrido, me gustaría que mi pareja aceptara invitarme, por último para pasarlo bien entre los dos.
No es como una obligación ir a los eventos fomes del otro, pero a veces hay que sacrificar un poco de uno para que el otro sea feliz.
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Vale | 2017-07-12 | 14:10
0
**si me invitan al compromiso fome, me gustaría que mi pareja aceptara acompañarme jajaja no invitarme****
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Damián | 2017-07-09 | 22:01
3
Creo que 2 cosas que llevan una relación directo al fracaso son:

1) la fantasía de poder cambiar al otro, llevando a que la relación sea un constante intento de transformar a la pareja en lo que a uno le gustaría que fuera...Sino somos capaces de ver a la pareja tal cual es y aceptamos que es así, la relación se vuelve una constante de frustraciones, reproches y desencuentros... Lamentablemente gran culpa de esto viene de la idea del príncipe azul, donde el sapo, la bestia, el maltratador puede convertirse en un ser reluciente, bello, etc, gracias al amor incondicional de la mujer.

2) El querer estar con una persona para cubrir las necesidades y carencias propias, y no por lo que es la persona es en sí misma. Es muy común ver personas que desean estar con otras por motivos como "me escucha", "me contiene", me hace reir", sin embargo muchas veces esas motivaciones se transforman en demandas constantes, lo cual se vuelve prácticamente una obligación, exigiendo también exclusividad. Es decir, no solo se le exige al otro ser pareja sino también hacer de terapeuta...
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