Consejos, Abuelos, muerte, niños, padres, conversación
Imagen: Autor: Juan Pablo Colasso
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Guía para padres - Enfrentando la muerte

El fallecimiento de un abuelo siempre es duro para la familia y un momento complicado para explicar a los nietos lo que sucedió. Sin embargo, hay una serie de prácticas que se aconsejan saber para estar más preparados para cuando ocurra.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2013-11-07 | 17:00
Tags | Consejos, Abuelos, muerte, niños, padres, conversación

Claudia y Fernando tienen tres hijos, María de 14, Arturo de 9 y Nicolás de 3. El abuelo paterno está hospitalizado muy grave desde hace 2 meses y los doctores dicen que las probabilidades de que se mejore son muy pocas. Los padres deciden informarse y reflexionar sobre cómo enfrentar el tema de la muerte con sus hijos. De la reflexión concluyen:

  • Hablar desde las propias creencias y credo. Cada uno debe dar las explicaciones a partir de las creencias familiares y los mensajes sobre la vida y la muerte que quieren transmitir a sus hijos.
  • Adecuar la explicación a la edad de cada niño. Los niños preescolares son muy concretos y aún no desarrollan la capacidad de entender la irreversibilidad de la muerte. Por eso la explicación debe ser muy simple y breve. En la edad escolar son capaces de comprender que la muerte es para siempre, pero no la ven como algo personal que pueda afectarlos a ellos o sus seres más queridos. En la adolescencia ya son capaces de ver la muerte como algo definitivo y personal, por lo que incluso pueden desarrollar una mirada más filosófica y pensar respecto al sentido de la vida y la muerte.
  • Ser explícito al decir que no volverán a ver a la persona. A pesar de que los preescolares, dado su nivel cognitivo, no dimensionan el concepto de tiempo ni el espacio, es importante decírselos, solo que no les producirá la angustia que le produce a los mayores el “nunca más”.
  • No usar metáforas, ya que éstas confunden al niño y pueden llevarlo a asociar elementos de la vida con la muerte, los que le generaran angustia posteriormente. Por ejemplo, que se durmió, se lo llevaron los ángeles o se fue a un largo viaje… en todos estos casos el niño puede desarrollar angustia en relación a esas experiencias.
  • Aprovechar experiencias anteriores vividas en relación a la muerte. Si es que al niño le ha tocado enfrentarse a la muerte de una mascota o de un pariente lejano, es bueno usar esas instancias para hablar del tema, sin evadirlo ni esconder lo que es la muerte. Muchas veces para evitar el dolor de los hijos, los padres evitan el tema, pero por el contrario, es necesario enfrentarlo.
  • Es importante que la muerte sea un tema que se haya abordado antes con el niño, de la forma lo más natural posible, de manera de que si le toca vivir la partida de un ser querido, ese no sea su primer contacto con la muerte.
  • No asociar la muerte a características de especial bondad de la persona fallecida, como por ejemplo, Dios se llevó a la abuelita porque era muy buena. Esto sólo lo puede llevar a temer que todas las personas muy buenas se morirán o sentirá que no es lo suficientemente bueno para ir al cielo o querrá tener un mal comportamiento para no morir. 
  • Es importante permitir al niño expresar lo que siente y responder sus preguntas. Recordar que, según el grado de cercanía de la persona fallecida, es esperable que el niño atraviese por un período de duelo normal, en el que pueden aparecer cambios conductuales o emocionales. Lo importante es que encuentre en sus padres apoyo y contención. También es probable que tenga dudas e inquietudes y haga reiteradamente preguntas. Los padres deben ser pacientes y darse el tiempo de respondérselas para no generar angustia en el niño.
  • Es bueno hablar con el niño de lo que los propios adultos sienten en relación a la partida del familiar. De este modo se valida la necesidad de expresar los propios sentimientos y se da un modelo de cómo hacerlo. Es necesario no evadir ni evitar el tema, ya que eso lleva al niño a disociar sus emociones, lo que es perjudicial en su desarrollo emocional. Por esto es bueno crear instancias en las que explícitamente se le pregunte al niño qué siente, que haga un breve relato o dibuje a la persona.
  • Tratar, dentro de lo posible que se mantenga la rutina del niño, de manera de minimizar los cambios y evitar que existan perdidas secundarias (que pierda su casa, su barrio, colegio, amigos, etc.)
  • De acuerdo a la edad del niño y creencias de cada familia, dar la posibilidad de participar en los ritos de despedida, tales como misas, ceremonias u otras. 
  • Explicarles que la muerte no es culpa de nadie sino que es parte del proceso natural de la vida. Muchas veces los niños, dado su egocentrismo, tienden a creer que cosas que hicieron o dejaron de hacer son las causantes de la muerte. Es por eso que hay que ser explícito para mostrarles que no son responsables.
  • Con el paso del tiempo, no dejar de hablar de la persona que ya no está, sino que recordarla, para que el niño sienta la pérdida como algo natural y no tabú.

Tras haber reflexionado esto, cuando el abuelo murió, lo que Claudia y Fernando hicieron fue:

A Nicolás le dijeron que el abuelo no se pudo mejorar y que por eso se había muerto y se había ido al cielo, al igual que el perrito de mascota que habían tenido. Le explicaron que su cuerpo había dejado de funcionar, ya que dejó de respirar y su corazón no latía. Que nunca más lo podrían ver, pero que podían hablarle desde el corazón ya que él los cuidaría desde el cielo. Por ser muy pequeño, decidieron no llevarlo al funeral, ya que por su edad no sería capaz de comprender de qué se trataba y se aburriría por lo largo de la misa. Sin embargo, a la semana siguiente lo llevaron al cementerio a dejarle un dibujo que él le había hecho al abuelo y le llevaron flores. Como Nicolás no dimensionaba la irreversibilidad de la muerte, muchas veces volvía a preguntar cuándo irían a ver al abuelo, por lo que los padres tenían que volver a explicarle muchas veces que no lo verían más.

A Arturo, le explicaron que su abuelo había muerto, ya que la enfermedad que había padecido era muy grave y no tenía cura, por lo que su cuerpo había dejado de funcionar y ahora estaba descasando en el cielo. Le contaron que al morir, el cuerpo se separa del alma y ésta se va al cielo mientras que el cuerpo se queda en la tierra. Él comenzó a tener pesadillas y a hacer muchas preguntas en relación a las enfermedades, por lo que los papás se dieron cuenta de que el niño estaba angustiado en relación a la muerte. Es por esto que lo estimularon a conversar sobre sus sentimientos, mostrándole que a ellos también les daba mucha pena y lo extrañaban. A él lo llevaron a la misa y al cementerio para que viviera la despedida.

A María, le explicaron que el abuelo había muerto porque la enfermedad era irreversible. Ella estaba enojada con Dios porque le había rezado mucho y el abuelo no se salvó. No entendía por qué se había ido, si ella quería estar con su abuelo. Los papás le dijeron que no es un castigo, sino que es parte de lo que toca vivir, a unos le llega antes, a otros después. Que el abuelo en su vida logró hacer muchas cosas buenas, formar una familia, realizarse en su trabajo y que les quedan sus recuerdos y todo lo que les enseñó. Le dicen que es normal tener rabia y pena, pero que es importante que entienda que el abuelo cumplió su misión en la vida y ahora está descansando junto a Dios. Que tiene que sacar sus sentimientos y que será una pena con la que vivirán siempre, pero aprenderán a vivir con ella. 

La muerte es la realidad más inevitable que nos toca vivir y a todos tarde o temprano nos tocará enfrentarla. Evitar hablar del tema o escondérselo a los niños para evitar que sufran o que sientan miedo es el peor error que podemos cometer, porque siempre llegará el momento de enfrentarlo. Y mientras más natural se haya abordado desde siempre, más llevadero y mejor preparados estaremos el día en que toque vivirlo.

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Comentarios
Rocío Sandoval | 2013-11-08 | 08:36
3
Muy buen articulo, es dificil enfrentar el tema con los hijos, este año en mi familia y colegio de mi hija hemos vivido varias muertes. Pero se puede, coincido en que hay que dejar claro que la persona no volvera, que es parte de la vida y que hay que aprovechar el día a día.
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Paper Luis | 2013-11-08 | 09:47
3
UUff...
Este articulo me sirve mucho en estos instantes de la vida.
Un tío del hijo, cuñado mío, tiene cáncer terminal. Y claramente esto ayuda a poder decirle que no lo va a ver más. =(
A mi viejote me costó poder entender y aceptar la muerte de mi madre, como será para los pequeños, donde todo es felicidad y fantasía.
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Selene Di Lunna | 2013-11-21 | 21:30
0
La muerte es un tema delicado... Concuerdo en que es necesario verlo no como algo malo, sino como algo natural por lo que todos debemos pasar. Creo que lo mejor es explicar, de manera más simple posible, los "aspectos técnicos" de la muerte: Que el cuerpo es una gran máquina, y que la muerte ocurre cuando deja de funcionar. Que es algo que pasa y, en el caso de un abuelito, esa máquina está ya muy gastada. Tampoco significa restarle importancia, pero si verlo desde un punto medio. Que la muerte en sí no es algo malo, sino que lo peor es la despedida, y que se puede sobrellevar.
En fin, el artículo es excelente! :)
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