Escuchar a los demás no siempre es fácil. Así, muchos hacen como Homero y simplemente se ponen unos anteojos con dibujos pintados para que parezcan que están despiertos y “escuchan” mientras duermen.

¡La buena noticia es que existen una serie de consejos para mejorar eso y te los mostraremos a continuación!

Atento con la predisposición

La psicóloga, escritora y columnista Scientific American Mind, Sunny Sea Gold, tiene uno que otro as bajo la manga. Uno de ellos tiene que ver con lo que uno suele asumir. Si uno está “seguro” de lo que la otra persona está pensando o se hace una idea previa de su postura, nuestro cerebro se predispone a aceptar solo la información que coincida esas nociones preconcebidas.

¿Qué hacer entonces? Verbalizar esas presunciones diciendo cosas como “¿entonces quieres decir que Juanita le fue infiel a Patricio?”. Así, daremos a conocer lo que creemos que la otra persona siente y, además, le daremos espacio para que lo corrobore. Todo esto, mientras paramos las orejas.

Otro aspecto tiene que ver con los juicios. Sunny explica que a veces nos atrincheramos en nuestros propios pensamientos y creencias y dejamos a un lado las opiniones de los demás, porque las calificamos de inmediato como erróneas. El problema de eso, agrega la experta, es que hace que nos cerremos a la opción de captar mensajes importantes.

Esto va más para aquellos que son buenos para interrumpir conversaciones del tipo política/religiosa/sensible. ¿La solución? Aguantarse la intervención y dejar que la otra persona haga su discurso completo, y ¡esperen! Sin estar pensando en paralelo lo que le diremos, eso sí. Al hacer esto, uno suele encontrar puntos en común con la otra persona, lo que favorece aspectos como la empatía (algo clave para tener una buena conversación, sobre todo si no queremos escuchar).

¡Ve más allá!

Martin Nemko, doctor en psicología educacional hace hincapié en factores que van más allá de una clásica conversación. Por ejemplo, asegura que es clave fijarnos en las cosas que NO se han dicho. ¿Cómo así?

Poner atención en lo que una persona no dice habla mucho de ella y lo ejemplifica con una primera cita: si el otro solo habla de su trabajo y no de sus relaciones sociales, quizás hay alguna luz de alerta que prender. Un aspecto que los que son buenos para escuchar tienen clarito.

Ahora, si quieres ser un “escuchador pro”, también tendrás que estar atento a los cambios corporales y de tono al hablar de la otra persona. Si se cruza de brazos puede estar a la defensiva, mientras que al elevar su voz puede indicar que está hablando desde las emociones (si quieres saber más sobre este tipo de gestos, entra aquí). En ese sentido, un buen escuchador enfrentaría la situación de una manera relajada y no confontacional, para entender mejor lo que ocurre en la mente de quien habla.

También tiene sus beneficios

Todo esto no se trata solo de ser bueno escuchando. En realidad tiene hasta un término y se llama “escuchar en profundidad” y es una forma de interactuar que tiene una serie de beneficios. Por ejemplo, se dice que es la clave para una buena relación amorosa, nos ayuda a crecer y a cambiar para bien y es algo que –por suerte- se puede practicar.

Diana Raab, doctora en psicología, plantea que para esto es importante seguir los siguientes consejos:

- Mirar a la persona que habla a los ojos

- Poner atención a los sentimientos asociados a las palabras que se dicen

- Repetir en tu cabeza y con tus propias palabras lo que la otra persona dijo (lo que se llama reflexión empática)

- Dar a entender que uno está escuchando al asentir con la cabeza o decir cosas como “ajá”

- Si tienes la oportunidad, resume lo que la persona ha estado diciendo (en tu cabeza, claro)

Bonus Track: algunos ejercicios prácticos

Y para aquellos que no solo les cuesta escuchar, sino incluso oír (que también puede afectar la calidad de nuestras conversaciones), un experto en sonido, Julian Treasure, entrega sencillos y prácticos consejos en su charla TEDpara ser mejorar nuestra audición. Ojo, que no se tienen que hacer durante una conversación, sino que más bien cuando estás solo.

1. Buscar un lugar silencioso y quedarse ahí sin emitir sonidos durante tres minutos. Según explica Julian, este ejercicio ayuda a recalibrar los oídos y volver a oír con tranquilidad.

2. Identificar las fuentes de sonidos en lugares ruidosos. Si vas en por la calle, intenta reconocer cuántos pájaros están cantando, qué música está sonando, quiénes están conversando, etc. Este ejercicio te enseña a enfocarte en escuchar algo específico, sin importar las distracciones.

3. Aprende a “saborear” los sonidos que no son muy agradables, como el de una lavadora. La lógica detrás es que los sonidos mundanos pueden llegar a ser interesantes si les pillas el ritmo, algo que te ayudará a ser mejor escuchando.

4. Este es el ejercicio más importante y consiste en cambiar nuestra actitud hacia el sonido. Eso significa que deberíamos intentar, por ejemplo, cambiar de un estado crítico hacia uno empático cuando se trata de escuchar. De pasivo a activo o de reductivo a expansivo. Las combinaciones son infinitas y básicamente se hace para no “dejarse estar” al momento de escuchar.

¿Cómo se aplica? Por ejemplo, si llevas mucho rato escuchando a alguien hablar, sería bueno cambiar esa actitud pasiva a una más activa haciendo preguntas o guiando la conversación.

5. Lo último tiene que ver con el acrónimo RASA, que significa Recibir (poniendo atención), Apreciar (asintiendo con la cabeza), Sintetizar (tratando de recopilar lo que se dijo) y Preguntar (haciendo preguntas, claramente).

¿Qué otros consejos agregarías para ser mejor escuchando a los demás?