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Imagen: César Mejías

Este país pagó a sus campesinos por no talar árboles. El resultado fue sorprendente

Uganda pagó a sus campesinos un monto anual por hectárea de bosques conservada. Gracias a ello, la tasa de deforestación bajó y muchos chimpancés tendrán más árboles para habitar.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2017-08-09 | 12:01
Tags | uganda, áfrica, deforestación, árboles, bosques
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A veces, la sola conciencia ambiental no basta para realizar grandes cambios. Sobre todo en lugares donde personas de escasos recursos han dependido por años de algunas actividades “poco ecológicas” para sobrevivir. Pero este experimento realizado en Uganda, uno de los países con mayores tasas de deforestación en el mundo, demuestra que un mínimo incentivo puede hacer la diferencia.

¿Por qué la deforestación es un problema?

Los árboles juegan un papel clave en nuestro planeta, tanto así que el 50% de las precipitaciones del mundo, son producto de su acción (como te contamos en este artículo). Al igual que cualquier ser vivo, los árboles transpiran y, gracias a eso, devuelven el agua a la atmósfera, produciendo lluvias. Si los bosques desaparecen, llega la sequía y junto a ella grandes problemas como la falta de alimento y, por consecuencia, la pobreza.

Tal como explicó alguna vez el profe de biología, los árboles absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno, en un proceso conocido como fotosíntesis. Entonces, cuando los bosques se talan, se pierde una cuota importante de absorción de CO2 en la atmósfera, y luego su descomposición o su quema, puede aumentar la emisión de este tipo de gases.

De hecho, la deforestación es la segunda fuente más grande de emisiones de carbono producida por los seres humanos, sólo superada por el uso de combustibles fósiles. Y, como ya te hemos explicado, ello colabora al efecto invernadero en el planeta y, junto a esto, al cambio climático, que tan funestas consecuencias tiene para todos.

¿Y por qué es un problema aún mayor en Uganda?

Cuando hablamos de Uganda (y de varios otros países africanos) la cosa se pone aún más peliaguda, pues entre el año 2000 y el 2010, el país ha venido perdiendo sus bosques a una tasa de 2,6% al año. ¿Por qué tanto?

Porque los ugandeses que son propietarios de pequeños territorios, dan prioridad a sus cultivos antes que a la conservación de los bosques, algo bastante lógico en un país donde los índices de pobreza superan el 40% y la población continúa en aumento.

Otro punto en contra, es que el 70% de los bosques ugandeses son privados, nadie los protege, por lo que están al arbitrio de lo que sus dueños quieran hacer con ellos. Y como si fuera poco, estos increíbles bosques nativos son el hogar de chimpancés en peligro de extinción, que no solamente urge proteger porque se trata de una especie maravillosa, sino también porque son ellos los que atraen turistas al país (una fuente de ingreso importante). Y si ya no hay bosques, ni monitos, ¿quién va a querer ir a gastar la plata de sus vacaciones a Uganda?

Una iniciativa repetida, ¡pero esta vez monitoreada!

Un grupo de investigadores -liderado por Seema Jayachandran de la Northwestern University de Evanston, Illinois- utilizó fondos del gobierno ugandés, donados por la ONU, para pagar a los dueños de terrenos por no talar sus bosques. El proyecto no es el primero en su tipo, pues la misma estrategia había sido utilizada antes, aunque sin los mismos resultados.

Hace algunos años, la ONU había establecido un programa llamado REDD+, que canalizaba 10 mil millones de dólares de países donantes ricos, como Noruega o Japón, para pagar a propietarios de países pobres por no talar los árboles de sus predios. Sin embargo, los resultados nunca estuvieron muy claros por varios factores. Primero, no se sabía si los propietarios que recibían la plata, iban a proteger sus árboles de todos modos. Tampoco se tenía certeza de si esas personas estaban talando otros terrenos para subsistir, para proteger el propio y así recibir el dinero extra.

“A menos que establezcas un ensayo aleatorio, en el que estés comparando cuidadosamente a las personas que participan del programa con las que no, es difícil saber si estás teniendo algún efecto”, señala Seema. Fue entonces que este nuevo equipo, decidió realizar una investigación muy precisa para acompañar la iniciativa, la que fue publicada por la revista Science.

“Yo le pago, pero no me corta ningún arbolito”

¿Qué fue lo que hizo Uganda? Primero el equipo eligió 121 aldeas al azar, dentro de los distritos de Hoima y Kibaale, pero sólo la mitad de ellas entró en el programa, pues el resto serían monitoreadas como un grupo de control.

Luego, entre 2011 y 2013, pagaron 28 dólares (más de 18 mil pesos) a cada propietario que era capaz de conservar una hectárea intacta durante un año, lo que más o menos equivalía a las luquitas que ganaban por talar un árbol grande, y corresponde al 16% de sus ingresos promedio al año. Además, en general cada propietario tenía dos hectáreas, así que acababan ganado unos 56 dólares (más de 30 mil pesos). Solamente se toleraba el corte de un árbol, en caso de extrema emergencia.

El proceso fue rigurosamente vigilado a través de imágenes de satélite de alta resolución, que permitían identificar en cada pixel la cantidad de árboles presentes. ¡No se les escapaba ninguno!

¡Y el programa fue un exitazo! Durante los dos años siguientes, los investigadores fueron testigos de cómo en los grupos de control la cubierta forestal del suelo caía en un 9,1%, mientras que en el caso de los aldeanos pagados, sólo caía en un 4,2%. O sea, la tasa de deforestación se veía reducida en casi la mitad cuando los propietarios recibían plata por ello.

El proyecto también fue un triunfo económico para el país: de acuerdo a un índice que se conoce como “el costo social del carbono” (daño económico producido por el cambio climático). El costo de la iniciativa fueron unos $300 pesos por tonelada no emitida de dióxido de carbono, pero se ahorraron $700 pesos por tonelada al retrasar esas emisiones durante dos años. Y este beneficio en muchos casos, resulta más barato a otras medidas para contrarrestar el cambio climático, como subsidiar paneles solares o autos eléctricos, en el caso de países más ricos.

Annie Duflo, directora ejecutiva de Innovations for Poverty Action –una de las organizaciones que participó en el proyecto- dijo: “éste es el primer estudio experimental de su tipo que demuestra no sólo cuán eficaz y rentable son estos programas. Buenos proyectos científicos también nos ayudan a entender cómo combatir el cambio climático y preservar hábitats en peligro, al mismo tiempo que se ayuda a los campesinos más pobres”.

Este tipo de experiencias, reflejan cómo a veces una ley o una iniciativa social puede caer en terreno seco si no va aparejada de un estudio riguroso sobre su impacto. Para disminuir las consecuencias del cambio climático, se requiere de buenas ideas impulsadas por profesionales, científicos o ingenieros dispuestos a hacer un seguimiento de la causa. Sólo así se podrá saber qué medidas son exitosas para imitarlas en otras partes del mundo.

¿Conoces otras iniciativas exitosas contra la deforestación?

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Comentarios
Mario Vial | 2017-08-17 | 23:36
0
Vine a pedir por favor que no usen ese tipo de títulos, POR FAVOR!!
Gracias!!
Buena nota, PEEERO ya estoy (seguro no solo yo) condicionado a evitar la lectura de cualquier contenido encabezado con ese tipo de títulos, se lee SPAM en mi cabeza.
Saludos, con respeto ;)
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