Todos tenemos un soundtrack personal. Canciones que representan momentos de la vida, etapas, recuerdos, personas... lo mágico está en que nadie puede intervenir en esa banda sonora, porque la vida se encargó de sellarla a fuego en nuestro corazón. De seguro a ustedes también les pasa que se enciende a diario para hacer de la vida algo más hermoso; sacamos el celular, ponemos el reproductor, play, y ahí es donde comienza el día.

Para Baby (sí, así se llama el personaje principal) el mundo se mueve a su ritmo siempre y cuando la música esté a su alcance. Particularmente, la gracia de Baby Driver, es que cada canción suena al ritmo de la historia con una precisión exquisita. Así como cuando escuchamos música por la calle e intentamos ahogar el ruido de la ciudad con nuestras canciones. Algo súper cotidiano pero que en esta película se vuelve primordial en la vida de Baby.

¿Las razones? Bueno, eso lo tienen que descubrir ustedes mismos… pero para que se hagan una idea, la sinopsis dice algo así:

Baby(Ansel Elgort), es un joven y talentoso chofer experto en fugas criminales, siempre y cuando el ritmo de su propia banda sonora esté en su viejo iPod. Cuando conoce a la chica de sus sueños, Baby ve la oportunidad de dejar la vida criminal no sin antes abandonar una peligrosa banda de atracos liderada por el "Doc" (Kevin Spacey).

Un elenco chispeante

Ansel Elgort (Bajo la misma estrella) tiene un carisma enternecedor como héroe de la película. Baila y juega con los graffitis de Nueva York, toma lo simple de la vida y lo transforma en un espectáculo personal. Es una faceta que pocas veces hemos visto, al menos en el cine comercial de acción. De hecho, es uno de los personajes con menos diálogos en la película, pero eso lo compensa con un lenguaje corporal soberbio.

Lily James (con un parecido impresionante a Shelly de Twin Peaks) desprende la química romántica que se necesita para endulzar la atmósfera en cada una de las escenas que participa junto a Ansel Elgort.

Hay todo un tema entre ellos, que recuerda ese hermoso romance adolescente que todos tuvimos alguna vez, pero lo plantea como un amor platónico, como los que hay en las películas de antaño (tu y yo en el auto, en la carretera, sin destino...). La dama atrapada por su presente, y el héroe que no puede escapar de su pasado.

Kevin Spacey es otro monstruo de la película, en el buen sentido de la palabra. Siempre es un agrado ver a tal actor en los zapatos de tipos "mal intencionados", tal como lo ha hecho desde hace seis años con House of Cards. Aquí el villano pasa por algo mucho más "gangsteriano", y más fácil de tragar que Frank Underwood.

El resto del elenco lo complementan Eiza González (Lola, érase una vez), Jon Hamm (Mad Men), John Bernthal (Netflix's Daredevil) y Jamie Foxx (Django). ¿Algo que decir?

Edgar Wright, la hiciste loco

Edgar Wright (Scott Pilgrim vs The World) pone a prueba todo lo que aprendió de sus anteriores películas, llevando a Baby Driver al top 1 de todo lo que ha hecho hasta ahora. Es una película tan dinámica y frenética, que uno sale con el corazón llenito de emoción y entretención. Al final de la película, uno también piensa que cosas como estas vale la pena descubrir en el cine; humildes, frescas, sencillas, pero potentemente entretenidas.

Hay personas que no logran enganchar con sus películas. Tal vez porque se arriesga demasiado en cierto tipo de audiencia como fue el caso de Shaun of the Dead, que es considerada (para nosotros los nerds) una de las mejores películas de Apocalipsis zombie, pero para algunos "críticos seriotes" de esa época, cruzó demasiado la raya de los gags.

Ahora entiendo por qué me gustó tanto, si en cada una de sus películas quedo con una sonrisa de oreja a oreja. Porque son películas que se atreven a explorar cosas, técnicas, sonidos, fórmulas, que el mundo hollywoodiense –tal vez– jamás apostaría a incluir. Desborda creatividad, y eso en el cine contemporáneo te pilla desprevenido, y te regala varios momentos de emoción.

Hay todo un tema con la manera que tuvo de organizar las imágenes y hacerlas calzar con la música. Algo que perfectamente puede tomarse como materia de estudio en las aulas de cine al crear un lenguaje nuevo de composición. Así que triple mérito para Baby Driver.

Aunque la verdad, a veces uno quisiera que toda la película fuera un videoclip de principio a fin, es necesario tomarse ciertos espacios para descansar de la dinámica (para que no se vuelva repetitiva, claro). Baby Driver se gana al espectador con dosis necesarias de entretención, sin caer en el exceso ni el aburrimiento.

Con decirles que hace mucho tiempo no veía una sala tan prendida como ahora; la gente aplaudía, reía, se emocionaba, ovacionaba Baby Driver. Así que supongo que la película es una obra hecha para nosotros, la gente común y corriente que ama la música y la ve como el combustible del diario vivir.

No sé ustedes pero me parece un detalle increíblemente potente que la gente logre conectar con una historia tan americana. ¿Hace cuánto no veíamos algo así? Digo, a la gente le puede gustar, pero la sensación de una entrada bien pagada es tan agradable como cuando uno va a ver un re-estreno de una película de culto.

Y así es Baby Driver, una banda sonora hecha película, en donde uno se entrega por completo. Porque en la primera media hora uno ya sabe que es el tipo de películas que nos gusta ver.

Una historia de romance, acción, motores, y sobre todo pasión. Hecha con mucho cariño, a pulso, un montaje riquísimo de adrenalina pura. Una obra que llegó a nuestra cartelera este jueves 10 de agosto para recordarnos que el cine puede ser romántico, musical y rudo a la vez. Todo en uno.

¿Irían a ver Baby: El Aprendiz del Crimen? ¿Qué opinan del cine de Edgar Wright?