papás, hijos, niños, dibujos animados, cartoons, nostalgia
Imagen: Gojko Franulic

Papá a la antigua

¿Eran los monitos de antes más originales y más educativos que los de ahora? ¿Aprendimos convenciones sociales a través de ellos? La mirada de un padre chapado a la antigua.

Por javier salas | 2015-03-05 | 17:02
Tags | papás, hijos, niños, dibujos animados, cartoons, nostalgia

Las clásicas caricaturas de la Warner Brothers, de Tex Avery o Hanna & Barbera duraban 8 minutos porque eso es lo que duraba una bobina de cine antiguamente. Dicen que con dos de ellas ya tenías un cuarto de hora de evasión garantizada cuando las proyectaban en el cine durante los años de la gran depresión, entreguerras y otros hitos más cercanos, como nuestros años verde olivo, por ejemplo, cuando las transmitían por la tele durante las vacaciones o el plebiscito.

Esos 15 minutos de dibujos animados son todo lo que pido para bañarme, vestirme y desayunar una vez que tengo bañado, vestido y desayunado a Ángel, mi hijo de 3 años. Listo para ir al jardín.

Quienes ya pasaron por el aterrador período del terrible two, saben que luego de eso, arrecian las preguntas, la energía desbocada y la curiosidad de explorador. Saben también que bastan 10 segundos de descuido para que un niño de 3 años desate el desembarco en Normandía con la caja de cereales, los discos de vinilo de papá o la caja de las costuras de mami. Personalmente, prefiero salir sin el celular a asistir al Tribunal de la Haya que mi esposa monta cuando a éste carcelero mayor se le arranca el único huésped del Guantánamo doméstico.

Sucede que me he negado a instalar cable durante varios años, pero descargo décadas y horas de cartoons y shows clásicos para no depender de una oferta que angustia como un sinfónico caos de ruido blanco. Salvo honrosas excepciones como Hora de Aventura, Regular Show o Jorhe el Curioso, quizás, los estereotipos actuales de la programación en los medios parecen más anticuados que lo que las cosas eran cuando los marketeers no escribían libretos.

Bajo este paranoico sentido de la curatoría de monitos, en las mañanas pongo play a 3 caricaturas random de Tex Avery o las Merrie Melodies que me dan el tiempo justo, y medido con gotario, para captar su atención y detener esa maravillosa maquinaria del desastre que es Ángel.

No es que desee un hijo zombie y secuestrado por la tele, claro que hay libros, juguetes y plasticina para que se entretenga también, pero la frágil concentración de un niño de esa edad también suele ser molida por una consola de juegos, la tablet, un canal de dibujos animados las 24 horas o el nocivo torso de Luis Jara en el matinal a esa hora del día. Prefiero ejercer un primitivo tipo de control parental que al menos en mi infancia funcionó.

Si lo miras como una escuela de las relaciones humanas y sacándole la cáscara al maní, los cartoons eran ese curso extracurricular sobre convenciones sociales que te evitaban el bochorno del ensayo y error. Una temporada expuesto a las dinámicas del perro, el gato y el ratón o el lobo y el perro ovejero junto a la física extravagante del Correcaminos y el juego omnipresencial del perro Droopy (una vez escuché a un Jesuíta explicar parte de la magia del Bosón de Higgs comparándola con la habilidad de este sabueso asperger de estar detrás de cada puerta), bastan para saber para qué lado gira el mundo.

Quiero criar a mi hijo bien. ¿Quién no querría hacerlo? ¿Qué significa realmente eso? No hay manuales, tus padres te aconsejan sin darse cuenta de que eres el resultado de su ensayo y error, de su cariño infinito extraviado en un pequeño container de reglas también heredadas, por eso no puedes dejar pasar lecciones clave como “Debes ser perseverante o terminarás cayendo al barranco una y otra vez” o “Cuando el yunque no es lo suficientemente pesado, mejor cambia de estrategia”. Cosas que no te las explicaron nunca tan nítido fuera de la mesa familiar. En ese mismo sentido, debo confesar que más tarde, todo lo que hay que saber sobre la vida en pareja, lo aprendí viendo Los Picapiedras.

Luego, camino al jardín con mi hijo trato de llevarme gratis el focus group al trabajo y le hago a mi hijo esas preguntas bobas con las que todo padre juega a la orientación cinematográfica católica. ¿Crees que es bueno que el Gallo Claudio y el Perro se peleen así? ¿Te fijaste en que el conejo Bugs se disfrazó otra vez de mujer? ¿Por qué la gata se escapa del zorrillo Pepe LePew que la quiere tanto?, etc. Las respuestas a preguntas que yo me hice hace 30 años atrás me sorprenden por mi propia falta de ingenio. Tan evidentes que las pasé por alto durante toda mi vida.

Fiel a su falta de filtro y en sus términos, Ángel me precisa que en realidad el conejo Bugs es el malo y el Pato Lucas una víctima de bullying, lo mismo en el sádico caso del Correcaminos y del ratón Jerry. Que el Michigan Frog (¿recuerdan a esa rana que canta solamente cuando nadie más la ve, salvo su vapuleado dueño?) sí ejerce su don ante la audiencia, pero que en realidad canta mal o que toda vez que a un personaje le cae un yunque en la cabeza sí le duele y que no debería ser motivo de risa.

Quizás no sepas que la pegajosa melodía que abre los cartoons de la Warner Brothers se llama “The Merry go round broke down” y habla de la pésima cita de un joven que llevó a su chica a un carrusel que se averió. Cuando el Pato Lucas la canta en su primera aparición en color en 1938, advierte: “Ahora sabes porque estoy tan loco”. Muchos no nos bajamos más de ese carrusel delirante. 

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Comentarios
victor pozo | 2015-03-05 | 18:51
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o no entendí completamente el sentido de la nota, o estoy muy en desacuerdo contigo.

"En ese mismo sentido, debo confesar que más tarde, todo lo que hay que saber sobre la vida en pareja, lo aprendí viendo Los Picapiedras."

Pedro picapiedra modelo de pareja??.. buehh
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Fernanda Zamora | 2015-03-06 | 01:37
0
"Fiel a su falta de filtro y en sus términos, Ángel me precisa que en realidad el conejo Bugs es el malo y el Pato Lucas una víctima de bullying, lo mismo en el sádico caso del Correcaminos y del ratón Jerry. Que el Michigan Frog (¿recuerdan a esa rana que canta solamente cuando nadie más la ve, salvo su vapuleado dueño?) sí ejerce su don ante la audiencia, pero que en realidad canta mal o que toda vez que a un personaje le cae un yunque en la cabeza sí le duele y que no debería ser motivo de risa." Cosas que jamás pensé XDDDD.... en cualquier caso, yo reconozco que jamás mis papás se preocuparon mucho por preguntarme ese tipo de cosas... solo era ver tele, en la tele todo era mentira... hasta que llegaban las noticias en la noche
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Diego Alvarez | 2015-03-06 | 10:15
0
Me gustó mucho la columna, muchas gracias. Comparto muchas opiniones vertidas en el texto. Creo que hoy en día es tan grande la invasión de este sistema... sistema que si uno reflexiona en profundidad, no tiene sentido. El culto al dinero, al consumo masivo, a la velocidad y a los smartphones (que para mi son completamente stupidphones) absorbe a los niños rápidamente (bueno... prácticamente a todos), y creo que uno como padre debe generar un bastión en donde prime darle el sentido a las acciones y a lo que nuestros sentidos perciben. Y sobre todo, dedicarles TIEMPO de calidad a nuestros hijos. Tiempo de cariño, de conversación, de poder detenerse, mirar a las personas, mirar a un perro o a un árbol... finalmente ese presente, que muchas veces lo perdemos en gadgets, es la vida que se nos va extinguiendo a cada segundo.
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Paper Luis | 2015-03-06 | 12:06
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Vi Tom y Jerry con mi enanito y el se reía mucho con el "Ratón Pesado" que hacía sufrir al "Pobre Gatito".
Bugs Bunny o similares nunca los hemos pescado mucho...

Pero existen dibujos animados que son notables y se pueden ver en familia: Kick Buttowski es para desternillarse de la risa. Phineas y Ferb sirve para incentivar la inteligencia y la fantasía. Con Peppa Pig tenemos un atao, pq me desternillo de risa con las tonteras que hacen, pero la encuentro fome a lo largo.

Pero mi enano es inteligente, agarra el Tablet, pone YouTube y se pone a ver videos de Angry Birds o peliculas. Por ejemplo: Enredados le encanta, pq los feos, gordos y sucios... no son los malos, si no que cantan y son felices, incluso cuidan a Rapunzel (Mención especial a la canción "mi sueño ideal...")

Si al final: Los dibujos animados son el reflejo de la juventud y niñez como va evolucionando. Por ejemplo: Hora de Aventura la encuentro muy mala, siendo que ha sido la revolución del último tiempo...
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Marcia Flandes | 2015-03-12 | 16:04
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