Llegan los primeros días del año, periodo de fiestas, reuniones familiares y las anheladas vacaciones. Ya sea por placer o trabajo, muy probablemente a muchos nos toque abordar un avión para poder cumplir con nuestra estructurada agenda de verano.
Todo listo y preparado para ir a la caza de nuevos recuerdos, solo hay una última prueba de valor que algunos deben afrontar para demostrar lo comprometidos que están con ese plan, y esa prueba (que se puede transformar en todo un desafío) es hacer uso de un vuelo comercial para llegar a su destino.
La sensación de ansiedad o temor en algún grado a volar, afecta al 25% de los pasajeros, según estimaciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo. De ese porcentaje, estiman que solo un 5% de ellos presentan en realidad una fobia o trastorno emocional y/o psicológico diagnosticable que requiere de la intervención de un especialista del área de la salud, mientras que el resto de los pasajeros solo presentan cuadros de ansiedad o temor moderado asociado al hecho de volar.
Si eres de este segundo grupo, te alegrará saber que nuestro malestar al momento de subir a un avión muy probablemente pueda ser aliviado mediante algunas técnicas sencillas y conociendo un poco más sobre el funcionamiento y regulaciones de los aviones. Recordemos que según J. A. Marina en su “Diccionario de los sentimientos” el origen de la gran mayoría de los miedos proviene principalmente de la sensación de peligro frente a algo que escapa de nuestro control. Eliminar esa sensación de peligro mediante información y preparación, entonces, es la clave.
Al parecer todos hemos escuchado al día de hoy que el medio de transporte más seguro, por lejos, es el avión. El profesor del MIT Arnold Barnett, preocupado por su propio temor a volar, ha calculado “Q” o “probabilidad de que algo trágico suceda en un vuelo comercial” en tan solo 1 en 60.000.000, en base a los datos aeronáuticos analizados de los últimos 10 años. Esto, en comparación a la posibilidad de 1 entre 9.000.000 de morir en un viaje dentro de un automóvil. De esta forma, volar representa, de hecho, menos peligro para nuestras vidas que otras actividades diarias, como por ejemplo, bajar una escalera o tomar un baño.
Sabemos que aunque las estadísticas están a nuestro favor, pero aun así, es más probable que algún familiar cercano tenga miedo a volar antes que miedo a ahogarse con una aceituna. Siendo así, la visualización ofrece una valiosa herramienta.
Visualizar, es una de las técnicas más accesibles al momento de buscar entrenarse en el arte de mantener la calma, según declara la psicóloga clínica Rocío Lacasa en su Decálogo para superar el miedo a volar, donde explica que sirve para “aclimatarnos” a la gran mayoría de las instancias relacionadas con un viaje aéreo. Por ese motivo, el ejercicio consiste en imaginar todo el proceso y las acciones relacionadas con este hecho, desde que salimos de casa hacia el aeropuerto hasta que nos subimos al avión, viajamos, aterrizamos y terminamos exitosamente toda la situación. Lo importante es recrear una experiencia satisfactoria y visualizar conservando la mayor cantidad de detalles posibles.
Aunque existe mucha información tranquilizadora sobre lo bien diseñados que son los aviones y sus protocolos, no necesitamos recordarlos todos ni repetirlos como un mantra, ya que nuestro deber como pasajero es intentar disfrutar del viaje. Aun así existen algunos datos que deberíamos conocer sobre los aviones que nos ayudarán a ampliar nuestra sensación de control y que sirven, además, para construir una visualización más cercana a la realidad del vuelo. A continuación esos pequeños detalles que nos pueden ayudar al momento de visualizar:
En sí, la ansiedad es un estado emocional que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad al sentir que se pierde el control de lo que podría suceder.
Aunque a estas alturas ya sabemos algunos valiosos datos sobre el vuelo de los aviones, y ya hemos realizado una o más visualizaciones del proceso, no podemos engañarnos pensando que nuestro nivel de ansiedad durante todo el vuelo será de cero, pero al menos, sabemos que podremos superar cualquier indicio de ella.
Para combatir la ansiedad debemos considerar un simple plan de tres momentos que nos facilite las cosas y llevarlo a cabo de la mejor manera posible.
Por cierto, no olvidemos agregar en nuestro equipaje de mano, algún objeto que permita divertirnos o distraernos y obviamente no subamos al avión sobreestimulados con alcohol o cafeína, ya que esas sustancias podrían dificultarnos el mantener el control.
Viajar en compañía también nos entrega mayor seguridad, por lo cual entablar una cordial conversación con nuestro vecino de viaje podría facilitarnos las cosas. Si no somos muy conversadores, siempre podemos ir equipados con una selección de nuestra música favorita o ver alguna buena película en algún reproductor de video.
También existen algunas técnicas de control de la ansiedad que pueden ser útiles en los momentos de debilidad. Repetir el ejercicio de inhalar por la nariz y exhalar por la boca lentamente contando hasta diez nos ayuda a relajarnos, al igual que visualizar un lugar confortable y construir mentalmente cada uno de sus detalles, colores, texturas, aromas y sonidos, entre otros.
En definitiva, se trata de no dejarse arrastrar a una espiral de ansiedad y procurar mantener los pensamientos negativos lejos de nuestra cabeza.
Recogemos nuestras maletas, preparamos los documentos, seguimos las instrucciones (si tiene dudas, pregunte a otros pasajeros o a personal del aeropuerto. Créanos, muchos están en su misma situación y tienen las mismas dudas), declaramos cualquier cosa que creamos que nos pueda traer problemas, para evitar exponernos a multas y estaremos fuera antes de darnos cuenta.
Luego reflexionamos sobre lo bien que lo hicimos y sobre las cosas que hay que mejorar la próxima vez que volemos. Lo importante es que cada experiencia en el aire sea parte de un aprendizaje, y que nos demos cuenta que además de llegar a nuestro destino, también realizamos un viaje por nuestro mundo interior aprendiendo un poco más de nosotros mismos.
Y recordemos que la principal estrategia para vencer nuestro temor a volar, es volar, volar y volar, hasta que se transforme en algo totalmente rutinario (asumiendo que tengamos el dinero para hacerlo). Además bajo esa filosofía, siempre tendremos una excusa para conocer el mundo. Así que tal vez la próxima ocasión que subamos a un avión, lo que antes era una pesadilla se convierta en un gratificante viaje de ensueño.