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Guía para padres - La llegada de un hermano

El nacimiento de otro hijo significa, muchas veces, una verdadera invasión en la vida de los niños, muy difícil de aceptar. Por eso, los padres deben esforzarse por facilitar la adaptación, incluso desde antes del parto y demostrar con hechos que su cariño sigue vigente.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2013-11-21 | 16:21
Tags | niños, infancia, paternidad, maternidad, crianza, bebés, nacimiento, hermanos, hijos, papás

Camila acaba de tener un hermano. Para ella ha sido muy duro ver cómo su mamá pasa menos tiempo con ella para estar con el pequeño Tomás. Sus padres están desesperados, porque además de tener que adaptarse a la nueva rutina que implica otro hijo, pasan todo el día peleando con Camila.


“Camila, no aprietes a tu hermano”. “Camila, deja a tu mamá dar papa tranquila”. “Camila, para qué te haces la guagua”. "Camila, no te comas las uñas". “Camila, para con las pataletas”. “Camila, no le tires los juguetes dentro de la cuna Tomás”. “Camila, la mamá se quedará con Tomás, no llores que ya volvemos”. "Camila, no me pegues”. “Camila, no le botes la ropa a Tomás”. “Camila, acuéstate por favor que tenemos mucho sueño“. Y así sucesivamente, se la pasan discutiendo con ella. 

Un día, Camila estaba jugando a sus muñecas y sus padres escuchan el diálogo que tiene con entre ellas, en que una le dice a la otra: “¡Pepita, Tomás me quitó a mi mamá! ¡Tirémoslo al basurero!”. En ese minuto ellos comprendieron lo que Camila estaba viviendo.

Para tratar de aproximarnos a las vivencias de un niño frente a la llegada de un nuevo hermano, podríamos ponernos en la hipotética situación de que un día el marido llegara a la casa con una nueva mujer y dijera “Te presento a Sofía, mi nueva señora. De hoy en adelante va a vivir con nosotros, así que tendrás que quererla, compartir mi cariño con ella, prestarle tus cosas y darnos tiempo para los dos solos”. Algo simplemente imposible. Para el niño, la llegada del otro hijo es una invasión a su espacio, a su relación con sus papás, a su tiempo… y cuando llega es simplemente un extraño.

Por eso, es fundamental preparar la llegada del nuevo integrante con anticipación. Los nueve meses del embarazo son cruciales para ir preparando al niño, para que vaya comprendiendo que recibirá a un hermano, de manera que lo espere lo más tranquilo posible. Para eso hay que conversar con ellos respecto a lo que ocurrirá, decirle que dentro de la guatita de la mamá está creciendo un nuevo hermano con quien podrá jugar y pasarlo bien. Y el cómo manejemos la llegada del nuevo miembro de la familia es crucial, ya que puede traer consecuencias muy positivas o negativas para el niño, afectándole hasta en su autoestima y seguridad.

Sugerencias:

Rabia y enojo es lo que sienten contra los papás y eso lo demuestran de diferentes formas. Puede ser con pataletas, poniéndose muy regalones de la mamá acentuando algunos malos comportamientos, etc. Lo más importante es validar los sentimientos del hijo, es decir, decirle y mostrarle que está bien que sienta rabia, pena o enojo, que es comprensible en su situación. Junto con ello es necesario ayudarlo a canalizar las expresiones de dichas emociones. En la primera etapa es importante ser más paciente y dejar que ellos ganen algunas batallas para que la relación  no se convierta sólo en peleas, porque eso en su mundo se traduce a “el extraño me quitó el amor de mis papás”.

  • Abrir, en forma explícita, espacios para que el niño pueda hablar de la rabia que le produce este nuevo miembro de la familia. Para esto se pueden usar frases tales como “Qué lata cuando la guagua llora tanto”. 
  • Es muy común que se exacerben algunos malos comportamientos, sobre todo las mañas, porque es su forma de mostrar el enojo y la rabia que sienten. Hay que tener mucha paciencia y mirarlos desde el contexto que están viviendo. Aguantar más no convertirá a nuestro hijo en un “mal educado”, sino que para él será una muestra de nuestro amor incondicional.
  • Puede ser que aparezcan ciertas conductas nuevas como que se pongan más miedosos, quieran más chupete, quieran tomar más leche en mamadera, se “aguagüen”, se coman las uñas, duerman peor… todo esto son vías de escape de su ansiedad y temores a los que no son capaces de poner nombre. Es importante detectarlas, no alterarnos y ser capaces de mantener la calma, tal vez es una forma sana de canalizar y si por ejemplo está comiéndose las uñas, distraerlo, no retarlo. Si siente miedo ante nuevas cosas, decirle que entiende que le de miedo, pero que no le pasará nada y que no está solo. El miedo no es más que el reflejo del temor a perder nuestro cariño.
  • Lo más típico es que con el nuevo hermano, el niño se muestre amoroso, lo quiera abrazar, tomar en brazos y hacer cariño, pero como no miden su fuerza y, a su vez el nuevo integrante les produce ciertos sentimientos encontrados, es muy posible que la demostración de afecto se convierta en un pellizcón… no hay que privarles su demostración de cariño, sino que con creatividad hay que decirles que al hermano le gusta que le den besos en los pies (partes menos peligrosas) y estar conteniendo la fuerza del hermano mayor para que no sea tan brusco. Es fundamental no retarlos por querer mostrar afecto.
  • La relación con el papá pasa a ser clave. Lo ideal es que desde antes de la llegada, él empiece a asumir roles especiales, cosa que cuando llegue el hermano nuevo, sea algo común. Y una vez que ya haya nacido, el no estar con la mamá sea algo entretenido, porque tiene tiempo especial con el papá.
  • Dentro de lo posible, crear alguna instancia en que la madre pueda estar a solas con su hijo mayor, dedicándole un tiempo exclusivo en el que ambos puedan disfrutar juntos. Por ejemplo, puede ser salir a tomar un helado solos, llevarlo a él a la plaza o aprovechar la hora de acostarse para contarle su cuento favorito. Lo importante es que el niño tenga una experiencia concreta y real de que su madre está disponible para él, a pesar de todas las tareas que exige una guagua recién nacida. 
  • Hacerlos partícipes de las tareas con el nuevo hermano, pidiéndole que nos ayude trayendo los pañales, a “sacarle chanchitos” o lo que nuestra creatividad nos sugiera. Así el niño se siente útil y no desplazado.
  • Siempre hablarles de que es el hermano mayor y el que llegó es un hermano, no hablar del “nuevo hijo” para los padres.
  • No hay que hablar de lo celosos que están delante de ellos, porque así se lo tomarán más a pecho y será más difícil dejar ese rol. Como padres, muchas veces caemos en el error de hablar con otros adultos, frente a ellos, como si no estuvieran o no fueran capaces de entender nada de lo que decimos, lo cual está muy lejos de ser cierto.
  • Es muy buena estrategia decirle que el que llegó es un compañero para él, que tal vez hoy no lo entiende, pero con el tiempo será lo más preciado que los papás le pueden dar: alguien con quien podrá jugar y pasarlo bien para la vida.
  • También sirve hablarle al niño de cómo era él cuando guagua y mostrarle fotos o libros de recuerdos de su propio nacimiento. Contarle anécdotas de cuando él era más pequeño y mostrarle los cuidados que sus padres tenían hacia él.
  • Mostrarle las ventajas que tiene él en la actualidad por ser más grande, como por ejemplo, las cosas ricas que puede comer. mientras que el hermano sólo toma leche, los paseos que puede realizar mientras que el más pequeño debe quedarse durmiendo.

El nacimiento de un hermano puede ser una de las experiencias más enriquecedoras de la vida, si es que como padres sabemos aceptar y encauzar la amplia gama de sentimientos que nuestro hijo experimenta frente a dicha realidad.

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Comentarios
Gerardo Buenrostro González | 2013-11-21 | 17:26
7
Super buen articulo!! :D Prepararé la llegada de mi nueva polola con anticipación para que las 2 se lleven bien! ^_^ jaja
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Paper Luis | 2013-11-21 | 17:28
2
=(
Me dio pena, porque nosotros no le podremos regalar un hermanit@ a mi retoño desde la panza de la mamá...
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Marco Canepa | Editor | 2013-11-21 | 18:10
4
(っ˘̩╭╮˘̩)っ
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Paper, los hermanos son muy importantes pero quien no los tiene por diversos motivos tb pueden construir relaciones fraternas o de compañia de vida con amigos o primos y para ellos pasan a ser como verdaderos hermanos!
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Selene Di Lunna | 2013-11-21 | 21:20
1
Lindo artículo n.n
Por suerte yo no tuve ese problema, mis papás siempre se preocuparon que yo no me sintiera relegada, siempre me dijeron que yo tendria que cuidarles, enseñarles, darles ejemplo, y el resto de la familia también ayudó, me daban regalos al igual que a los pequeños, me regaloneaban.... nunca sufri de celos, y ahora bueno, la típica relación amor-odio fraternal xDDDD
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Rocío Sandoval | 2013-11-22 | 08:29
2
en mi caso fui la que llego para mi hermano fue terrible creo que porque era muy pequeñito 1 año 1 mes (y 1 día)pero despues crecimos hicimos muchas maldades juntos, fuimos muy yuntas. Cosa que con mis otros 2 hermanos menores no paso por diferencia de edades 5 y 15. Debo eso si decir que son los mejores diferentes y unicos todos =).
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Marco Canepa | Editor | 2013-12-05 | 11:50
0
Igual hay un factor con la diferencia de edad. Es muy distinto un niño de 2 años al que le llega un hermanito, que cuando ya tiene 9 o 10 años y aparece "el conchito".

Yo tuve ambos tipos de hermanos y con el primero no tuve problemas (o no los recuerdo, para mí siempre estuvo ahí). En cambio, con el conchito me desesperaba porque yo no tenía la madurez para enfrentar la actitud de un niño de dos o cuatro años.
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