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Imagen: César Mejías

Ver 300 objetos secretos y volar sobre un dragón: la increíble exposición sobre la Ciudad Prohibida de China

La Ciudad Prohibida fue el hogar del emperador chino durante 500 años y nadie que no fuese cercano a él podía ingresar. Hoy una exposición del Centro Cultural Palacio la Moneda trae 300 de sus valiosas piezas para todos. Y sí, también se puede recorrer esta ciudad volando sobre un dragón, en realidad virtual.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2016-10-28 | 15:17
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Durante casi 500 años, la Ciudad Prohibida de Pekín estuvo cerrada para los comunes mortales. Quienes habitaban afuera veían alzarse a este monstruo palaciego de madera, pero sólo podían admirarlo desde lejos, porque ni el emperador ni su corte se mostraban a los ojos populares. Era el misterio que rodeaba a su sagrada figura, lo que lo convertía en un Hijo del Cielo (Tiznan): todos sus decretos eran sagrados y nadie podía llamarlo por su nombre.

Hoy, el Centro Cultural Palacio la Moneda abre sus puertas para presentar una alucinante exposición sobre la mismísima Ciudad Prohibida, a la que están invitados grandes y chicos, pues hay actividades para todos. Después de 500 años, esta oculta urbe se muestra en todo su encanto a los chilenos, sin reservas. En El Definido hicimos la visita y les contamos aquí su esencia, para quienes estén interesados en visitarla.

Una maravilla oculta…

Un batallón de eunucos (hombres que eran sometidos a una cirugía de castración) dedicaban su vida a cuidar y a realizar las labores domésticas que el emperador y sus concubinas requerían dentro de los muros de la Ciudad Prohibida. Ahí, a través de sus 72 hectáreas y 980 edificios, el emperador chino se paseaba alzado sobre un palanquín acompañado por una comitiva de servidores, pues no podía caminar con libertad e igualarse al resto de su corte.

Era una vida repleta de música, arte, hermosos jardines e impresionante arquitectura, pero quienes tenían la fortuna de disfrutarlo eran únicamente el entorno cercano del emperador. Las concubinas eran seleccionadas cada tres años por su belleza, por su rango social o por razones políticas y, una vez dentro de la ciudad -rodeada por muros de diez metros de alto y ocho de ancho- jamás podían volver a salir. Su misión era únicamente garantizar la línea hereditaria al trono y brindarle un hijo al emperador.

Esta exposición está particularmente dedicada al emperador Qianlong (1711-1799), quien fue el quinto gobernante de la dinastía Qing, la misma que en el siglo XX vería el derrumbe del imperio ante el nacimiento de la República China (la que tras la llegada del Partido Comunista Chino al poder, sería conocida como la República Popular China).

El gobierno de Qianlong estuvo marcado por el esplendor de la cultura tradicional china y el siglo en que estuvo a la cabeza del imperio, es conocido como “el siglo de oro”.

… y revelada en esta increíble exposición

La exposición, inaugurada el 3 de septiembre y abierta hasta el 27 de noviembre, en el Centro Cultural Palacio la Moneda, muestra en sus dos salas toda la majestad y el esplendor de la corte y la familia imperial china durante el reinado de Qianlong y antes, durante la dinastía Ming.

Las 300 reliquias fueron traídas desde el Palace Museum de Pekín y conforman en el espacio en que fueron dispuestas una verdadera experiencia. Al entrar, la música tradicional china nos transporta inmediatamente a otro mundo, en donde los instrumentos de cuerdas, el té bajo los árboles y las vestimentas de seda, eran la norma. Una de las piezas que más llama la atención al entrar, es la gran maqueta de la Ciudad Prohibida. Al verla, podemos tomar conciencia de las gigantescas dimensiones del hogar del emperador, el complejo palaciego más grande el mundo antiguo.

Luego, destacan las “Armaduras de Las Ocho Banderas”, ocho trajes de seda que corresponden a las divisiones de las familias más importantes de la China Imperial, y una impresionante pintura de un banquete del emperador realizada a lo largo de un rollo de unos cuatro metros.

Los trajes del emperador, cuidadosamente decorados, eran de un brillante amarillo, pues ese color estaba únicamente reservado para él y su entorno cercano. Su elaborada vestimenta estaba bordada con hilos de oro y debía ser la más lujosa sobre la faz de la Tierra.

Los gigantescos y exóticos instrumentos de la corte aparecen también en esta primera sala, uno a cada lado del imponente trono del emperador, rodeado de biombos e incensarios.


La segunda sala de la muestra está dedicada a la vida doméstica de la familia del emperador y, al entrar, impresiona ver el estudio de Qianlong o “Salón de los Tres Tesoros”, intacto. Aquí practicaba caligrafía y anotaba frases populares escritas por personas de dinastías anteriores, como por ejemplo: “después de la lluvia sale el sol”, “la esperanza es como el azúcar en el té. Aunque es muy poca, todo lo endulza” o “antes de ser dragón, hay que sufrir como hormiga”.

Siguiendo nuestra ruta, nos encontramos con todo un sector dedicado a las religiones imperiales, pues el Imperio Chino utilizó a la religión como un instrumento de unificación de su territorio. Así, no es raro encontrar retratos del emperador como deidades budistas.


Finalmente, los espectadores pueden maravillarse con varios artículos cotidianos de la vida imperial: instrumentos, una colección de relojes, joyas de las concubinas y espectaculares muebles de ébano lacados.

Bonus para los más chicos: ¡a cabalgar sobre el lomo de un dragón!

Los museos tienen hoy un gran desafío, que consiste en hacer de sus muestras, una atracción interesante para grandes y especialmente chicos en un mundo donde lo digital es pan de cada día. ¿Cuántas veces nos hemos topado en una exposición con la frase “mamá estoy aburrido”? Y es natural, porque muchas exposiciones no contemplan una buena experiencia para los niños, una generación acostumbrada a la pantallas y a la interacción de la tecnología.

Lo bueno, es que para esta atractiva exposición, la Fundación Mustakis tomó en cuenta a los niños, ofreciéndoles una rica y mágica experiencia (¡qué también los adultos pueden disfrutar!). En una sala más pequeña (ZIM), están dispuestos una serie de visores de realidad virtual que, al ponértelos sobre los ojos, te trasladan a una experiencia 3D sobre la Ciudad Prohibida. Luego de señalarte cada una de las partes del complejo palaciego, sin saber cómo, te encuentras montado sobre el lomo de un dragón amarillo, sobrevolando cada rincón del lugar (como consejo, agárrate bien de las barandas de metal porque puedes marearte). Puedes mirar arriba, abajo, a los lados o darte vuelta, una experiencia aérea de la Ciudad Prohibida como jamás la vas a vivir.

Esto está acompañado por una zona interactiva que tiene como objetivo que sus visitantes conozcan los olores y las texturas del imperio: las hierbas, frutos y minerales de la medicina tradicional china.

La exposición está abierta de lunes a domingo entre las 9.00 y las 19:30 horas y aún hay tiempo para que vayas, porque se acaba el 27 de noviembre. Es gratis todos los días hasta las 12 del día y luego, la entrada general es de $2.000 y para los estudiantes, tercera edad y convenios, cuesta $1.000. No hay excusas y, de verdad, vale la pena.

¿Conocías algo sobre la Ciudad Prohibida?

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