ISIS, Estado Islámico, Irak, yazidismo, yihadismo
Imagen: Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar

Las esclavas sexuales del Estado Islámico que hoy son símbolo de resistencia

Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar vivieron en carne y hueso meses de abusos y violencia por parte de sus captores. Ahora que pudieron escapar, se dedican a ayudar a víctimas de la esclavitud y se convirtieron en íconos de su comunidad amenazada: los yazidíes.

Por Eloísa Alberdi | 2016-11-15 | 07:00
Tags | ISIS, Estado Islámico, Irak, yazidismo, yihadismo
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Un poco más de dos años han pasado desde que el Estado Islámico mató a muchos hombres y esclavizó a cientos de niños y mujeres de Kocho, un pueblo iraquí que queda cerca de la frontera con Siria, y cuya comunidad ha sido amenazada constantemente por practicar el yazidismo como religión.

Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar son dos mujeres que fueron capturadas y convertidas en esclavas sexuales por el grupo extremista a la edad de 16 y 21 años, respectivamente. Ambas lograron escapar luego de meses de abusos y trato humillante e inhumano por parte de sus captores.

Hoy, ambas jóvenes se dedican a defender los Derechos Humanos, transformándose en portavoces de la escalofriante situación de la que lograron sobrevivir, pero de la que muchas otras jóvenes siguen siendo víctimas. Por esta y otras razones es que el Parlamento Europeo las premió recientemente con el Sájarov de la Libertad de Conciencia, por ser “portavoces de las mujeres víctimas de la campaña de la violencia”. En El Definido te contamos su increíble historia, por si aún no la conoces.

Sobrevivientes de un verdadero calvario

Lamiya y Nadia aseguran que antes de la invasión a su pueblo, la vida de los habitantes de Kocho era “muy, muy feliz”, la convivencia era de mucho respeto y tolerancia entre todos, y existían muy buenas relaciones entre las personas.

Eso hasta que el 3 de agosto del 2014, la organización terrorista llamada Estado Islámico (EI) entró a la ciudad y perpetuó una verdadera masacre, asesinando a más de 3.000 personas, en su mayoría hombres, y tomando prisioneras a las mujeres y niños. ¿La razón de esta masacre?

Estas jóvenes y todos los habitantes de esa aldea tienen algo en común: son seguidores del yazidismo, una religión minoritaria que se concentra en pequeñas comunidades de Irak, consideradas infieles por el grupo extremista islámico, quienes los persiguen por ser “adoradores del diablo”. Pero, en realidad, varias de las creencias de los yazidíes provienen del propio cristianismo. De hecho, se definen a sí mismos como “adoradores de Dios”.

Cuando el EI entró a la aldea, obligó a ingresar a una escuela a todos aquellos que no habían alcanzado escapar, dándoles dos oportunidades: o se convertían al Islam o los mataban.

Estas dos jóvenes iraquíes fueron capturadas por resistirse, al igual que sus hermanas y otras 150 mujeres, convirtiéndose en esclavas sexuales de sus captores durante meses e incluso años. 18 familiares de Nadia, incluidos su mamá y seis de sus nueve hermanos, fueron asesinados, al igual que el padre de Lamiya y otras 3.000 personas.

Nadia y Lamiya cuentan que permanecieron mucho tiempo (3 y 20 meses respectivamente) en manos del terror y la violencia, donde las trataban como si fueran objetos. Fueron vendidas en varias ocasiones,violadas reiteradamente y de forma colectiva, torturadas y maltratadas física y sicológicamente durante todo el cautiverio. A Lamiya además la obligaban a fabricar bombas y chalecos suicidas en Mosul, y ambas presenciaron el suicidio de muchas niñas y mujeres, quienes prefirieron quitarse la vida antes de seguir tolerando ese calvario.

Su añorada y arriesgada libertad

Después de tres meses, todo dio un vuelco positivo para Nadia, quien pudo huir gracias a una familia musulmana de Mosul que la ayudó a salir, entregándole un velo y un documento de identidad, lo que le permitió llegar hasta la frontera para refugiarse en Kurdistán. Allí pasó los siguientes meses hasta que logró reunirse con su hermana en Alemania, gracias a una organización de ayuda a los yazidíes.

La libertad de Lamiya fue bastante posterior y casi le cuesta la vida. Luego de 20 meses de cautiverio y de varios intentos de escape, unos traficantes locales pagados por su familia la ayudaron a escapar y la llevaron a la frontera kurda, donde fue víctima de una explosión de una mina antipersonal que la dejó ciega del ojo derecho y llena de cicatrices en su rostro. Así y todo, Lamiya no se dio por vencida y logró escapar a Alemania, donde se reunió con sus hermanos sobrevivientes y comenzó un tratamiento médico y sicológico.

Desde su escapada, Nadia y Lamiya viven en Alemania, y ambas decidieron militar a favor de su comunidad, ya que más de 3.200 yazidíes continúan en manos del EI. Nadia reclama y lucha para que las persecuciones hacia los yazidíes sean consideradas un genocidio, da entrevistas y charlas exponiendo el abandono que sienten por parte de la comunidad internacional, e incluso fue nombrada embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas (ONU) para la dignidad de los supervivientes a la trata de personas, y se dedica a la protección y recuperación de las víctimas de la trata de blancas. Ha visitado el Parlamento británico, el Bundestag, los senados de Francia y Estados Unidos, se ha reunido con el presidente del Parlamento Europeo, con el presidente de Egipto y con el primer ministro de Noruega, buscando acabar con esta violencia.

Lamiya optó por un camino menos mediático, ayudando a niños y mujeres víctimas del Estado Islámico, y hoy está comenzando a rehacer su vida junto a su hermana en Alemania, y sueña con estudiar y convertirse en profesora.

El Premio Sájarov: sólo para luchadores de los Derechos Humanos

El Parlamento Europeo reconoció a estas dos jóvenes con el galardón que, según su página oficial, “se concede a personas que han contribuido de manera excepcional a la lucha por los Derechos Humanos en todo el mundo”.

La selección de los ganadores pasa por un proceso de tres meses, y Nadia y Lamiya, fueron las escogidas este año por su coraje, dignidad y por su militancia por los Derechos Humanos.

"Es importante que el mundo no olvide a las mujeres y a los niños encarcelados por el EIy que estos crímenes ya no sean perpetrados por nadie", aseguró Lamiya Aji Bashar, en un mensaje a la ONG Luftbrücke Irak tras conocerse el galardón.

Por su parte, Nadia Murad, señaló que el reconocimiento significaba que "el mundo libre condena la inhumanidad criminal de EI y honra a sus víctimas”, agregando que "esta recompensa es un potente mensaje a nuestro pueblo y a los más de 6.700 mujeres, chicas y niños convertidos en víctimas de la esclavitud y del tráfico de seres humanos del EI”.

Ambas jóvenes fueron ganadoras de uno de los mayores reconocimientos mundiales en cuanto a Derechos Humanos y recibieron 50.000 euros, por “su lucha por la dignidad, libertad de conciencia y por la supervivencia tras el cautiverio del Daesh (EI), en el que fueron utilizadas como esclavas sexuales. Hoy, tras su huída, son portavoces de las mujeres víctimas de la campaña de violencia sexual del Daesh(EI)", explicó el Parlamento Europeo. La ceremonia de entrega del galardón tendrá lugar el 14 de diciembre en Estrasburgo.

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