

Tras una enorme batalla contra un cáncer de laringe murió anoche el escritor, cronista y artista visual, Pedro Segundo Mardones Lemebel, a sus 62 años. De un cáncer que amenazaba con dejarlo sin voz, pero como bien dijo su familia en el comunicado oficial “¿quién podría dejar sin voz a Lemebel? Su voz existe y persiste”. Y es cierto. Si algo hizo en vida este artista, es ponerle micrófono a lo marginal, a lo que no se habla, a lo que incomoda; convirtiéndose en un ícono de la diversidad y en un referente de la literatura nacional y mundial, siendo un genio de la provocación.
De pañuelo en la cabeza, maquillaje y taco alto, resulta difícil pensar que este personaje travestido y aseñorado, sin pelos en la lengua, con una pluma pulcra, honesta, lúcida, con punta y que desgarra; nació literalmente en el Zanjón de la Aguada, viviendo su infancia pobre y homosexual a orillas de un basural. Pero hace sentido, porque hay pocos que teniendo el talento innato de escritor, puedan hablar con tanta propiedad sobre la marginalidad y remecer la literatura de un país completo con sus críticas sociales, basadas no en quejas, si no en hechos reales, en historias, anécdotas, autobiografía, poemas y crónicas recogidas de la calle misma y así todo, con un humor negro envidiable.
Lemebel, si bien fue postulado para recibir el premio nacional de literatura el 2014, no lo recibió, (hecho por el que hoy la Ministra de Cultura se avergüenza públicamente), pero el mayor reconocimiento para él siempre fue la fidelidad de sus lectores y el haberse convertido en un escritor popular, al nivel de los best sellers, pero vendiendo crónicas deslenguadas y “a calzón quitado, no a calzoncillo”, como solía decir al hacer humor de su homosexualidad.
Pisando vidrios, con los pies completamente ensangrentados sobre un mapa de Latinoamérica y bailando la cueca solitaria en el día de la raza, fue como comenzaron las históricas performances junto al poeta y artista Francisco Casas, cuyo fin era denunciar las matanzas cometidas en las distintas dictaduras de América del Sur.
Así, ambos artistas, bajo el apodo de Las Yeguas del Apocalipsis, nombre inspirado en el sida como la plaga del fin del siglo; se convirtieron en un hito en la escena artística nacional, abogando a través de irrupciones plásticas, fotográficas, poéticas y fílmicas; por el rescate de la memoria, los derechos homosexuales, por la libertad de expresión y por el derecho a vivir en democracia. Algunas de sus más recordadas performances fueron las siguientes.
- En 1988, durante la entrega del premio de poesía Pablo Neruda al poeta Raúl Zurita en La Chascona; Lemebel y Casas irrumpieron la ceremonia para ponerle a Zurita una corona de espinas, ofreciéndola como un gesto que aludía a la coronación de Jesús, vinculado al contenido cristiano implícito en la obra del poeta.
- “Lo que el SIDA se llevó”, fue un montaje fotográfico en la sede del Instituto Chileno-Francés, que contaba con 30 fotografías de Las Yeguas del Apocalipsis en homenaje a distintas figuras de la cultura, como Marilyn Monroe, vistiendo ropa de amigos travestis víctimas de VIH.
Pedro Lemebel se refirió a esta performance así: “El set era pálido cuando salió la luna y pusimos cara de nomeolvides para el click fotogénico. Pero no era la luna, sólo un foco más del escenario penitencial donde se trizaban espejos y copas mientras afuera, en la calle de ese Santiago milico, el sida arreciaba en los suburbios del travestismo callejero. Entonces, en un ángulo del enfoque, algún adiós ironizaba el desplante de ponerse trapos de mujer antigua recolectada en los mercados persas… Trapos tristes heredados del esplendor materno, de una juventud materna, de un duelo materno, de alguna niñez materna. Splendor veneziano de carnaval luctuoso, Splendor de playa y verano pobre; el mar o aquel barquito a la deriva y la muñeca calva y fea que se pinta de linda para que el lente que la enfoca deshojándole el cuore”.
- La entrada a caballo a la Universidad de Chile completamente desnudos en 1990, por la que Pancho Casas dijo: “Se nos ocurrió ir a caballo, como Pedro de Valdivia, y desnudas, como lady Godiva. Nos conseguimos una yegua en Peñalolén. La bajamos en Macul con Las Encinas. Allí nos sacamos la ropa, y nos subimos al animal. Se veía muy bonito, como una escultura en movimiento. Más que morbosa, era una imagen tremendamente erótica, con una gran carga de homosexualidad. Vamos pasando frente a un colegio y justo coincide con la salida de los alumnos. Los cabros se quedaron plop viendo el espectáculo. La inspectora cerró las puertas para que los niños no vieran eso. Los cabros se desarmaron, se encaramaron a la muralla y, nosotros, tranco a tranco. Pensamos: aquí se nos acabó la performance, nos sacan la vida y se transforma en un escándalo. Pero se produjo un silencio impresionante. Los jóvenes nos vieron pasar y después escuchamos un aplauso cerrado. De ahí entramos al Pedagógico, salimos, volvimos a entrar y a salir sin ningún atado”.
Si quieren más, visiten la página de Las Yeguas del Apocalipsis.

Sus mejores crónicas están recopiladas en La esquina es mi corazón, Loco afán: Crónicas de sidario, De perlas y cicatrices, Zanjón de la Aguada, Adiós mariquita linda, Serenata Cafiola, Háblame de amores y la antología Poco Hombre.
En ellas habla desde un despliegue cotidiano, de la realidad social y cultural chilena, recorrida con una mirada incómoda, inquieta, agredida e irónica; tratando temas manipuladamente silenciados por el poder y la sociedad, desde un lenguaje agudo, directo, sincero y sin parafernalia ostentosa.
Y su única novela, que fue renombrada y aplaudida por lectores y críticos de todo el mundo es Tengo miedo torero, que trata sobre una historia de amor gay entre un homosexual adulto de escasos recursos y un joven revolucionario perteneciente al Frente Patrótico Manuel Rodríguez, que participará del atentado contra Pinochet.
La relevancia literaria de Pedro Lemebel traspasó las fronteras, su obra ha sido traducida a diferentes idiomas y alcanzó reconocimiento latinoamericano y mundial, obteniendo premios literarios como Anna Seghers de Alemania en 2006 y José Donoso en 2013. En Chile fue nominado en seis oportunidades al Premio Altazor y en 2014 fue postulado al Premio Nacional de Literatura, pero como suele pasar con los mejores talentos nacionales, no se llevó ninguno de estos últimos reconocimientos.
Finalmente, y para despedir a este tremendo personaje, les dejamos uno de sus poemas más famosos, que leyó en una reunión de los partidos de izquierda en la Estación Mapocho en 1986, donde por primera vez se vistió con sus famosos tacones.
Manifiesto (Hablo por mi diferencia)
 No soy Pasolini pidiendo explicaciones
 No soy Ginsberg expulsado de Cuba
 No soy un marica disfrazado de poeta
 No necesito disfraz
 Aquí está mi cara
 Hablo por mi diferencia
 Defiendo lo que soy
 Y no soy tan raro
 Me apesta la injusticia
 Y sospecho de esta cueca democrática
 Pero no me hable del proletariado
 Porque ser pobre y maricón es peor
 Hay que ser ácido para soportarlo
 Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
 Es un padre que te odia
 Porque al hijo se le dobla la patita
 Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
 Envejecidas de limpieza
 Acunándote de enfermo
 Por malas costumbres
 Por mala suerte
 Como la dictadura
 Peor que la dictadura
 Porque la dictadura pasa
 Y viene la democracia
 Y detrasito el socialismo
 ¿Y entonces?
 ¿Qué harán con nosotros compañero?
 ¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
 con destino a un sidario cubano?
 Nos meterán en algún tren de ninguna parte
 Como en el barco del general Ibáñez
 Donde aprendimos a nadar
 Pero ninguno llegó a la costa
 Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
 Por eso las casas de caramba
 Le brindaron una lágrima negra
 A los colizas comidos por las jaibas
 Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
 no recuerda
 Por eso compañero le pregunto
 ¿Existe aún el tren siberiano
 de la propaganda reaccionaria?
 Ese tren que pasa por sus pupilas
 Cuando mi voz se pone demasiado dulce
 ¿Y usted?
 ¿Qué hará con ese recuerdo de niños
 Pajeándonos y otras cosas
 En las vacaciones de Cartagena?
 ¿El futuro será en blanco y negro?
 ¿El tiempo en noche y día laboral
 sin ambigüedades?
 ¿No habrá un maricón en alguna esquina
 desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
 ¿Van a dejarnos bordar de pájaros
 las banderas de la patria libre?
 El fusil se lo dejo a usted
 Que tiene la sangre fría
 Y no es miedo
 El miedo se me fue pasando
 De atajar cuchillos
 En los sótanos sexuales donde anduve
 Y no se sienta agredido
 Si le hablo de estas cosas
 Y le miro el bulto
 No soy hipócrita
 ¿Acaso las tetas de una mujer
 no lo hacen bajar la vista?
 ¿No cree usted
 que solos en la sierra
 algo se nos iba a ocurrir?
 Aunque después me odie
 Por corromper su moral revolucionaria
 ¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
 Y no hablo de meterlo y sacarlo
 Y sacarlo y meterlo solamente
 Hablo de ternura compañero
 Usted no sabe
 Cómo cuesta encontrar el amor
 En estas condiciones
 Usted no sabe
 Qué es cargar con esta lepra
 La gente guarda las distancias
 La gente comprende y dice:
 Es marica pero escribe bien
 Es marica pero es buen amigo
 Súper-buena-onda
 Yo no soy buena onda
 Yo acepto al mundo
 Sin pedirle esa buena onda
 Pero igual se ríen
 Tengo cicatrices de risas en la espalda
 Usted cree que pienso con el poto
 Y que al primer parrillazo de la CNI
 Lo iba a soltar todo
 No sabe que la hombría
 Nunca la aprendí en los cuarteles
 Mi hombría me la enseñó la noche
 Detrás de un poste
 Esa hombría de la que usted se jacta
 Se la metieron en el regimiento
 Un milico asesino
 De esos que aún están en el poder
 Mi hombría no la recibí del partido
 Porque me rechazaron con risitas
 Muchas veces
 Mi hombría la aprendí participando
 En la dura de esos años
 Y se rieron de mi voz amariconada
 Gritando: Y va a caer, y va a caer
 Y aunque usted grita como hombre
 No ha conseguido que se vaya
 Mi hombría fue la mordaza
 No fue ir al estadio
 Y agarrarme a combos por el Colo Colo
 El fútbol es otra homosexualidad tapada
 Como el box, la política y el vino
 Mi hombría fue morderme las burlas
 Comer rabia para no matar a todo el mundo
 Mi hombría es aceptarme diferente
 Ser cobarde es mucho más duro
 Yo no pongo la otra mejilla
 Pongo el culo compañero
 Y ésa es mi venganza
 Mi hombría espera paciente
 Que los machos se hagan viejos
 Porque a esta altura del partido
 La izquierda tranza su culo lacio
 En el parlamento
 Mi hombría fue difícil
 Por eso a este tren no me subo
 Sin saber dónde va
 Yo no voy a cambiar por el marxismo
 Que me rechazó tantas veces
 No necesito cambiar
 Soy más subversivo que usted
 No voy a cambiar solamente
 Porque los pobres y los ricos
 A otro perro con ese hueso
 Tampoco porque el capitalismo es injusto
 En Nueva York los maricas se besan en la calle
 Pero esa parte se la dejo a usted
 Que tanto le interesa
 Que la revolución no se pudra del todo
 A usted le doy este mensaje
 Y no es por mí
 Yo estoy viejo
 Y su utopía es para las generaciones futuras
 Hay tantos niños que van a nacer
 Con una alíta rota
 Y yo quiero que vuelen compañero
 Que su revolución
 Les dé un pedazo de cielo rojo
 Para que puedan volar.
 Feliz 
 Sorprendido
 Meh...
 Mal
 Molesto