palabras, ideas, diccionario, prejuicios, lengua, riqueza.
Imagen: César Mejías

¿"Comes" o "cenas"? No atemos las palabras a prejuicios sociales

Dejemos que las palabras transmitan ideas, pero no trayectorias de vida, es lo que nos propone Joaquín Barañao en esta columna. Dejemos que “cenar”, “provecho” o “boda” corran libres, y no cercenemos el diccionario por consideraciones sociales.

Por Joaquín Barañao | 2018-01-25 | 15:00
Tags | palabras, ideas, diccionario, prejuicios, lengua, riqueza.
Podemos oír un término que nos irrita y, en lugar de juzgar en silencio a nuestro interlocutor, poner paños fríos en nuestra mente.
Relacionadas

*Esta nota fue originalmente publicada en enero de 2018.

Los hispanoparlantes solemos sentirnos orgullosos de la riqueza de nuestra lengua, en especial al compararla con el (supuestamente) sencillo idioma inglés. Muchos se asombran al enterarse de que el Diccionario de la Real Academia cita 93.000 palabras, mientras que el Oxford English Dictionary contiene 171.000. Ni hablar de los cerca de 600.000 términos que define el diccionario de la Academia Sueca, o el 1,1 millones que aparecen en el principal diccionario de coreano.

Pero el punto de esta columna no es el poderío relativo del castellano en relación a sus pares. Es esa dañina costumbre de autocercenarlo por consideraciones sociales.

Que las palabras transmitan ideas, no trayectorias de vida

Es esquizofrénico: por un lado, celebramos la amplia gama de posibilidades que nos brinda nuestro extenso vocabulario, y sentimos cierto gusto a derrota al descubrir que hay otros todavía más ricos; por otro, vetamos un subconjunto de ese mismo universo porque nos habla de una cuna que no es la nuestra.

Fui criado en un entorno en que palabras como “colocar”, “falda” o “lentes” estaban prohibidas, aun cuando se trataba de palabras oleadas y sacramentadas por la Real Academia, que expanden las alternativas lingüísticas. Solo eran admisibles sus equivalentes “poner”, “pollera” y “anteojos”. ¿Por qué?

Porque el tiempo y el uso han teñido ciertos términos de barnices socioeconómicos, y los utilizamos para distinguir esferas de pertenencia. En el caso de los santiaguinos de clase alta, permite identificar de inmediato a quien enuncia “casaca” como un forastero, ajeno a ese círculo exclusivo.

Esta nociva costumbre no es exclusiva del sector nororiente de la capital, ni de Chile. Los hábitos lexicográficos han sido utilizados como marcadores sociales por milenios. Por ejemplo, los hebreos acuñaron el concepto de shibboleth (espiga), a partir de un pasaje bíblico que narra cómo las diferentes formas de pronunciar esa palabra permitió diferenciar tribus.

Otra situación ejemplar sucedió en 1937, en República Dominicana, durante una horrenda matanza de haitianos -conocida como la Masacre del Perejil. Se reconoció a los oriundos de ese país por su particular forma de pronunciar la “r”.

No obstante la data inmemorial de los shibboleths y otros casos, hay al menos tres razones por las que en el caso de Chile estos juicios merecen ser extirpados:

1. Porque las diferencias sociales son ya tan marcadas, que estas distinciones se vuelven odiosas.

Piensen en el “provecho” al ver a alguien comer. Es pura y simple expresión de afecto, una impoluta transmisión de buenos deseos que solo debiese despertar gratitud. Sin embargo, ciertos sectores han logrado transformarlo en señalizador de cuna.

O considere el fonema “sh”. ¿Cómo se explica que chilenos que hablan perfecto inglés y que jamás renunciarían a pronunciar mall como “mol” o sale como “sail” hablen de restaurantes de suchi o de ir de choping? Porque el sonido “sh” evoca pobreza rural, y recuerda el pernil de “shansho”. Nadie ha tomado esa decisión de forma consciente, por supuesto, pero es difícil explicar de otra manera que en Vitacura los términos ingleses se pronuncien fieles al original, “siempre y cuando no contengan ´sh´”.

Ciertos códigos son todavía más arbitrarios, y son solo unos pocos elegidos quienes los dominan. El círculo de “los nuestros” se circunscribe así a un radio todavía más exclusivo. Aunque viví en La Dehesa y asistí a un colegio privado, recién a los 31 años me enteré de que para un sector de nuestra sociedad no es aceptable el verbo “desayunar”. “No pues, que desubicación más grande, hay que decir ´tomar desayuno´” (¡!).

Lo grave es que, de forma implícita, quien enjuicia presupone que la cuna es más importante que los méritos personales. Imaginen que van a la Clínica Alemana y le escuchan decir al neurocirujano que el examen ha terminado y que debe “colocarse la casaca”. Ok, sabemos ahora que esa persona no asistió a los colegios privados más exclusivos del país, y hay buenas chances de que su origen sea humilde. Pues bien, ¿no es acaso motivo de alabanzas más que de reproches? ¿No es incluso más meritorio que quien llegó hasta ahí, citando la metáfora del ministro Eyzaguirre, “porque siempre calzó patines”? En lugar de pelar al “doctor flaite”, habría que aplaudir su trayectoria y considerarlo un ilustre nuevo miembro de la élite. La movilidad social que todos queremos es exactamente eso.

2. Porque estos delimitadores de exclusión empobrecen el idioma

Por ejemplo, “cenar/cena” permite distinguir con precisión a la última comida del día de todas las demás, enriqueciendo el abanico de alternativas lingüísticas. En mi familia, sin embargo, solo era admisible el genérico “comer/comida”, mucho menos exacto. De niño tampoco estaba autorizado para hablar de “tomar once”, aun cuando es una expresión mucho más certera que “tomar té” (yo formaba parte de la mayoría de niños que ni siquiera tomaba té a esa hora). “Boda” permite diferenciar el evento de una noche del “matrimonio”, una institución permanente.

Hay quienes no admiten “adelgazar” y hablan de “enflacar”, a sabiendas de que esa palabra no es parte de los diccionarios. El caso más absurdo, por fortuna en retirada, es el veto a la frase “ir al cine” al asistir a una película, y su reemplazo por “ir al teatro”, aun cuando ¡no se va al teatro!

3. Porque estas limitaciones del lenguaje sólo son utilizadas en un entorno geográfico limitado

Términos que ciudadanos de Las Condes asocian a estratos socioeconómicos bajos, pueden ser del todo normales para la “aristocracia” osornina o chillaneja. Es decir, estos marcadores no solo dan pie a odiosas caracterizaciones sociales, sino que más encima dichas caracterizaciones pueden ser erróneas sin que quien emite el juicio se entere.

Pero también hay hábitos que empobrecen el lenguaje

Con esto, no quiero insinuar que todo uso lingüístico es por completo neutral. También hay muchos hábitos que empobrecen el castellano, y un idioma más pobre es un peor vehículo para transmitir ideas. El abuso de las muletillas, por ejemplo.

Es triste como el adjetivo genérico “cuático” ha venido a reemplazar decenas de términos precisos, por ejemplo. Son muchos quienes descansan su cerebro en ese concepto paraguas para proveer apenas una vaga noción de lo que quieren decir. Recurrir en forma permanente a un comodín en lugar de hacer trabajar el cerebro para identificar la palabra precisa, atrofia lentamente la musculatura verbal.

Es también perniciosa la anteposición innecesaria de las expresiones “como” o “como que”, en oraciones del tipo “como que estoy aburrido”. Transforma lo que debieran ser afirmaciones certeras en amebas del lenguaje, sin decisión ni fuerza alguna.

Pero los “cuático” y los “como” son involuciones objetivas del idioma, no exclusiones arbitrarias de vocabulario legítimo.

“No puedo evitar sentir lo que siento, pero racionalmente sé que es una boludez”

No es factible desprendernos en forma voluntaria de nuestras raíces. Si pudiera resetear mi cerebro para estos efectos lo haría, pero nadie ha inventado esa funcionalidad todavía. Sé que seguiré sintiendo un micro revoltijo involuntario en el estómago cuando escuche “boda” o “bebé”. En mi opinión, frente a eso no hay nada que hacer, de la misma manera que no es posible adquirir acento nativo al aprender una lengua extranjera. Este tipo de cosas quedan grabadas muy adentro en el entramado neuronal.

Lo que sí está a nuestro alcance, es imponer la razón por sobre nuestras vísceras. Podemos oír un término que nos irrita y, en lugar de juzgar en silencio a nuestro interlocutor, poner paños fríos en nuestra mente y recordarnos algo de este tipo: “no puedo evitar sentir lo que siento, pero racionalmente sé que es una boludez. La valía de esta persona no tiene absolutamente nada que ver con la posición social de su entorno natal”.

Salvo, claro está, que diga “ir al teatro” cuando va a por una película. Ahí sí puede sonreírse en su interior de semejante ridiculez.

¿Te irrita alguna palabra? ¿Por qué crees que te sucede?

¿CÓMO TE DEJÓ ESTE ARTÍCULO?
Feliz
Sorprendido
Meh...
Mal
Molesto
ESTADÍSTICAS: APOYO A FRASES DE ESTE ARTÍCULO
Estas estadísticas sólo se le muestran a los usuarios que ya han dado su opinión con un click sobre alguna de las frases rojas destacadas en el texto del artículo.
Comentarios
Felipe Lazo | 2018-01-25 | 15:30
0
Uf, desde hace algunos años a esta parte me cae pésimo que me digan «hermano» o «elmano». Presumo que el porqué es bastante obvio.
responder
denunciar
apoyar
Ptx ... | 2018-01-25 | 17:40
2
ni se te ocurra asistir a una iglesia en La Dehesa entonces :(
responder
denunciar
apoyar
Marcelo San Martín | 2018-01-25 | 15:34
0
Me parece muy necesario dejar de acuñar términos según con quién nos rodeamos durante nuestra vida. Por suerte, como bien mencionas, las barreras de entrada para acceder a un buen vocabulario son cada vez menores.

El desafío es transmitir sin miedos lo que pensamos e invitar a los demás que también "hablen bonito".

Saludos
responder
denunciar
apoyar
Ptx ... | 2018-01-25 | 17:47
1
la única solución es el "roce" social, el enfrentarte a nuevas culturas (los inmigrantes hacen su aporte) mientras te quedas en tu burbuja suceden cosas como "ch"opping, mientras más conoces te darás cuenta de la tontera (en UK no serías discriminado por decir chopping XD)
responder
denunciar
apoyar
Samara Neva | 2018-01-25 | 18:00
0
En mi mente siempre me ha molestado la palabra "guagua", me imagino a un microbus diminuto en vez que a un humano de poco tiempo de vida, probablemente por la influencia extranjera de mi entorno, puesto que también me molesta la palabra "pololo/polola", prefiero usar "novio/novia" a sabiendas que en Chile se usa como sinónimo de "prometido/prometida".
responder
denunciar
apoyar
Gonzalo Vergara | 2018-01-25 | 18:30
3
Me molesta el "ts" que usa el sector oriente de stgo, los cuicos. Hablan de Tshile, de otsho, de deretsho. Qué molestia más grande.
De todas formas, la molestia es de clase, no de lenguaje. No me molesta el "shhia" ni el "elmano".
responder
denunciar
apoyar
Daniela Asenjo | 2018-01-25 | 19:02
1
Hay cosas que ni siquiera sabía que molestaban a la high society chilensis, como lo del bebé y los lentes. Y bueno, mi familia viene del campo, así que palabras como chauchera, pullover, chomba, siempre las hemos usado, aunque a veces me pregunten que es lo que quiero decir... jejeje ¡uyui!

Les dejo un video, a cerca de lo mismo
https://www.youtube.com/watch?v=ogpvfRTFWRk

Parte dos:
https://www.youtube.com/watch?v=K1CSU3KQLkw
responder
denunciar
apoyar
Isidora Varela | 2018-01-25 | 20:32
7
¡Uf! Sin duda significó un palo para mí. Soy Traductora e Intérprete, mi vida gira en torno al buen uso del lenguaje y las palabras que no suelo usar, como bebé, boda, teta (y en esa soy intransigente: odio esa palabra) y olorosar, entre otras, me generan un rechazo inmediato. Pero cuando llegué a la parte que aconseja no juzgar, sino alabar que una persona de escasos recursos haya logrado lo que a otros les pudo haber resultado mucho mas fácil, me di cuenta de lo limitada de mente que he sido.
Estoy segura de que seguirán habiendo ocasiones en que preferiría no haber escuchado ciertas palabras o expresiones, pero intentaré hacer caso omiso... Dudo que lo logre (es un grave defecto), pero haré mi mejor esfuerzo.
Gracias por la columna.
responder
denunciar
apoyar
Pablo Hevia | 2018-02-03 | 01:06
0
Claro, difícil que dejes de llamarte Isidora, pero yo olorosar la he escuchado medio transversalmente, y teta creo que no se rechaza por razones socioeconómicas, sino de urbanidad, igualmente transversales. El más purista te dirá que borres la "n" en "seguirán", porque es auxiliar en este caso del verbo haber con el sentido de existencia, pero eso también atraviesa lo social. Y a mí me criticarán por lo menos la conjunción a comienzo de oración, además de la falta de comillas. El punto principal, en mi opinión, es que las representaciones sociales de las connotaciones son terreno en abierta disputa y todas las expresiones están sujetas a reevaluación. Todos podemos estar equivocados. Mientras que el más pretencioso defensor de la conciencia lingüística está condenado por saber, el que no presta atención lo está por la propia ignorancia, y por eso es que el tema es en algún sentido problemático para todos. Muchos parecen (creer) tener más conocimiento de estos temas socioculturales que de la redacción o la ortografía pura y dura.
responder
denunciar
apoyar
María José Salazar | 2018-01-25 | 22:14
1
Que buena e interesante nota!!! Me gusta mucho nuestro idioma, y si bien hay palabras que no me gustan (como Guagua por ejemplo) lo que más odio al escuchar hablar a alguien es el uso de muletillas... Que el Weon sea adjetivo, verbo y sustantivo todo al mismo tiempo me exaspera... Lo mismo que "cuestión" y "cosa" (típico de la ferretería: "deme un coso del cosito")
El haberme cambiado de ciudad me ha obligado a aprender palabras nuevas (como asumagado, la primera vez que la escuché me reí como media hora... Y aún me confunde que le digan comedia a las teleseries/telenovelas... Pienso en El señor de la querencia -carnet al piso- o Perdona nuestros pecados -que es más actual- y son cualquier cosa menos comedia!)
En fin, así como hay palabras que me molestan, hay otras personas que tienen otras palabras que les molestan (una profe que tuve odiaba la palabra axila) pero también hay palabras que me dan risa, como hipopotasemia
En resumen, viva y deje vivir...
responder
denunciar
apoyar
Victor Hammersley | 2018-01-30 | 18:26
0
Asumagado es muy buena palabra!
responder
denunciar
apoyar
Letícia Lia | 2018-01-26 | 18:28
1
Perdona, por pura curiosidad ¿Alguien de la comunidad (incluyendo al autor del artículo) ya escuchó hablar de "sociolinguística", o ha leído algo sobre el tema? Lo pregunto no por provocación, sino, realmente, por curiosidad.
responder
denunciar
apoyar
Daniel Eduardo Vergara Martínez | 2018-01-30 | 14:40
2
me irrita significativamente que le pongan "a" a la ulta "e" de Ente
responder
denunciar
apoyar
Victor Hammersley | 2018-01-31 | 16:24
0
Te refieres al uso de president'a' y president'e'? La terminación -ente?

Pasa algo similar pero desde el otro lado con "egoísta", he escuchado "egoísto" cuando se refieren a un él.
responder
denunciar
apoyar
den l | 2018-01-31 | 11:31
2
Me pasa lo mismo que al autor del artículo. Hay palabras que, por crianza, sé que no debo decir; cuando las escucho me da "cosa" (como al doctor Chapatín). Al crecer salí de mi burbuja y aumenté mi roce social, viví en otras comunas y en otras regiones. Ahora me doy cuenta de que creer que hay palabras correctas o incorrectas es una estupidez y que es una forma de perpetrar el clasismo. Debemos preguntarnos ¿en qué medida nosotros hemos sido cómplices de ese clasismo? ¿burlándonos secretamente de una persona por decir una palabra? ¿Nos hemos reído de alguien por decir "gánate" o pronunciar la "sh"?

responder
denunciar
apoyar
Victor Hammersley | 2018-01-31 | 16:18
1
Y en forma transversal hay palabras que no se usan del todo porque el doble sentido las consumió y reducimos nuestro vocabulario de puros we*s.
Ejemplo:
- hueco
responder
denunciar
apoyar
Maria de los Angeles Espejo | 2018-02-01 | 15:07
1
Jajaja sí, otro ejemplo
- Paja (ahora es bombilla)
responder
denunciar
apoyar
María José Salazar | 2018-12-13 | 18:21
0
Me crié en el sur y para mí siempre ha sido bombilla
responder
denunciar
apoyar
Maria de los Angeles Espejo | 2018-02-01 | 07:50
2
Personalmente las palabras que me enseñaron a decir y no decir son parte de mi historia familiar, crianza y de quien soy. No voy a dejar de "tomar té", hablar de mi marido (en vez de esposo), la guagua o el hot dog. Es parte de como me educaron y me recuerda con mucho cariño a mis padres, tías o abuelos transmitiendo sus enseñanzas, costumbres, cultura y no porque algo sea distinto a lo mío o lo tuyo va a ser malo, es sólo distinto.

Lo que me parece ok es que no porque alguien hable con palabras que no estamos acostumbrados a usar o que te dijeron que no usaras, va a ser molesto o menos que uno, nadie es menos que yo o que tú.

No nos debería molestar como hablamos o las palabras que cada uno use. Si pronuncio tshile o shile, si me pongo los calcetines o coloco las calcetas, no debería ser tema para nadie. Cada quien habla como le enseñaron y como quiere. Debemos ser respetuosos.

responder
denunciar
apoyar
Javiera Velasquez | 2018-02-01 | 10:41
1
Parte de mi rebeldía (con la que corté lazos con la gente del colegio) fue precisamente usar palabras "de otros contextos": guagua es de origen indígena, igual que quiltro, ¿por qué no usarlas? De hecho, cuando voy donde la familia de mi pololo, en el campo, aprendo más expresiones y palabras, se ríen de mí porque no las conocía, y sería, las trato de aplicar en mi vida cotidiana.

Cuando hay que estar en contexto "pirulo" me puedo desenvolver casi sin problemas, el colegio particular sigue siendo útil para validarse en esos contextos, pero cuando es fuera de esas circunstancias formales -por lo demás escasas en mi trabajo- prefiero hacer la mescolanza... Y curiosamente, los que me han corregido son más que nada arribistas: los que ya son de "más arriba" se ríen porque hay palabras que ni siquiera conocen, pero no le dan más vueltas. Hay un tema social fuerte ahí.

Lo de la "pollera" aún me intriga, antes era la falda de campo (allá tienen pollos), y de un tiempo a esta parte se ha vuelto más pituco.
responder
denunciar
apoyar
den l | 2018-02-11 | 10:46
2
mi gran rebeldía fue cambiar "patas" por "calzas" (porque realmente "patas" me parece irrisorio...."me pongo las patas en las patas"...ridículo)
responder
denunciar
apoyar
* Debes estar inscrito y loggeado para participar.
© 2013 El Definido: Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de este sitio sin el expreso consentimiento de nuestro representante legal.