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Imagen: César Mejías

Bolsonaro vs Haddad: a qué se debe el éxito del candidato de ultra derecha y qué lecciones nos deja

Hay un cambio de ambiente a nivel internacional que ya llegó a las costas de Sudamérica, atracando en Brasil. La ultra derecha está a un paso de gobernar en la economía más grande de la región. ¿Cuáles fueron los pasos para llegar a este escenario?

Por Glenn Ojeda @GOjedaVega | 2018-10-10 | 12:20
Tags | brasil, bolsonaro, haddad, elecciones, ultra derecha, sudamérica
El reto que tiene por delante el próximo presidente de Brasil, sea Haddad o Bolsonaro, es el de limpiar la casa, poniendo al gobierno nacional al servicio del pueblo, restableciendo su buena reputación y reconciliando al país después de años de conflictividad.
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En años recientes, la política a nivel internacional ha dado un importante giro. Después de la Guerra Fría, es decir desde la segunda mitad de la década de 1990 hasta aproximadamente la crisis financiera del 2008, todo era optimismo e integración. La economía global crecía, los países firmaban tratados de cooperación y libre comercio, había un auge en ayuda a los migrantes y la mayoría de los gobiernos eran generosos con los servicios públicos, como la salud y la educación.

Sin embargo, todo cambio con la crisis económica global a partir de los años 2007 y 2008. Durante los últimos diez años, casi todos los gobiernos del mundo se han visto obligados a recortar gastos y reducir sus presupuestos. Simultáneamente, muchas personas han quedado sin trabajo o no han visto un alza en sus salarios en casi una década. Esta dinámica a su vez ha hecho que en muchas partes del mundo se mire con nostalgia hacia un pasado que fue “mejor”, cultivado así sentimientos nacionalistas y anti-migrantes. Pues, si no hay trabajo para la gente nacida en el país, ¿por qué debe haber trabajos para extranjeros?

En años recientes, nuevas figuras políticas en varios países han cultivado y cosechado victorias precisamente sobre estos sentimientos de exclusión y abandono que han sentido sectores importantes de la población. Hoy analizamos la situación de Brasil a la luz de los resultados de las presentes elecciones.

Un cambio en el ambiente

Esta dinámica es la discusión política del momento, ¿está bien que algunos políticos le den prioridad a las necesidades de sus conciudadanos sobre las necesidades de los migrantes?, ¿es honesto el sentimiento de un político que dice que el gobierno de Francia debe velar primero por los intereses de los franceses y luego preocuparse por los extranjeros?, ¿o es esto meramente un racismo escondido?

Ciertamente, estas son preguntas serias y complicadas que ameritan un debate frio y abierto a distintas opiniones. Por ejemplo, solo en su mente y en su corazón sabe un líder político británico si su preocupación por los desempleados es genuina o meramente un vehículo para abogar por la salida de la Unión Europea. De igual manera, lo mismo se puede decir de aquellos que apoyan la permanencia del Reino Unido dentro de la Unión Europea.

En todo caso, las elecciones generales celebradas en Brasil durante este mes de octubre son el más reciente ejemplo de la llamada ola populista o derechista que ha visitado muchas democracias a nivel internacional.

Caos en Brasil

Brasil se encuentra en un estado de inestabilidad y contención política desde finales del 2015, cuando la entonces presidenta Dilma Rousseff, fue destituida por el Congreso y remplazada por el actual jefe de estado, Michel Temer. Los antagonismos que han protagonizado el drama político en años recientes, nacen de la riña entre el Partido de los Trabajadores (PT), al cual pertenecen los expresidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff, y los distintos partidos de derecha en el país. A esta dinámica hay que añadir los escándalos y procesos judiciales sobre corrupción que se han adelantado en Brasil durante los últimos años, particularmente la operación conocida como Lavado de Autos (Lava Jato). Esta es una operación anticorrupción a nivel internacional que ha implicado a importantes figuras políticas y a compañías multinacionales como la constructora Odebrecht, la petrolera Petrobras y el expresidente Lula da Silva.

En vistas a una normalización del panorama político, la campaña electoral para las elecciones presidenciales de octubre, comenzó con un intento por parte del PT de recuperar la presidencia presentando como candidato al muy popular expresidente Lula da Silva. Sin embargo, ya que Lula se encuentra preso desde abril de este año por lo que el mismo llama una persecución política, no fue posible su candidatura a la presidencia.

Después de varias semanas como favorito en las encuestas, Lula da Silva tuvo que retirar su candidatura a la presidencia ya que el Consejo de Estado dictó la Ley de la Ficha Limpia, estableciendo que ningún candidato podía tener antecedentes judiciales. Ciertamente, esta medida parece haber estado dirigida por algunos sectores políticos en Brasil que querían directamente descalificar a Lula ante la certeza de una reelección. Mientras tanto, el PT ha nombrado como nuevo candidato presidencial a Fernando Haddad y a la expresidenta Rousseff como candidata al Senado. Sin embargo, el PT no ha logrado recobrar la ventaja que disfrutó por varias semanas a principios del año.

El “gallito” entre Bolsonaro y Haddad

Desde hace semanas, los sondeos anunciaban que el nuevo favorito a la presidencia de Brasil es precisamente un excapitán del ejército, Jair Bolsonaro, cuyo discurso populista y nacionalista junto a su imagen como una figura fuera de la política tradicional, resuena en el contexto brasileño e internacional. Bolsonaro, cuyo compañero para la vicepresidencia es el general Antonio Hamilton Mourao, ha hablado de forma cándida del pasado de Brasil, particularmente de la dictadura militar que gobernó entre 1964 y 1985, aludiendo a recuperar ese pasado glorioso de orden y prosperidad.

Siendo el favorito en las encuestas desde hace varias semanas, el candidato Bolsonaro fue atacado con un puñal el 6 de septiembre y lamentablemente estuvo indispuesto para seguir en campaña por la gravedad de sus heridas. De todas maneras, obtuvo un impresionante 46% de los votos en la primera vuelta electoral y ahora se enfrentará al candidato del PT, Fernando Haddad, quien obtuvo un 29%. Ahora se espera una vigorosa campaña en miras a la elección definitiva el 28 de octubre.

Durante las próximas semanas, ambos candidatos tendrán como prioridad expandir su base electoral para así cruzar el umbral del 50% de los votos el 28 de octubre. Ciertamente, para Fernando Haddad este es un gran reto ya que debe atraer electores del Partido Democrático Laborista(PDT) y del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), lo cual implica construir puentes con otros líderes y moderar algunas de sus posturas para crear una coalición centrista. Adicionalmente, para tener una posibilidad de llegar a la presidencia, Haddad debe proyectarse como heredero del popular expresidente Lula da Silva.

Por su parte, Bolsonaro tiene una tarea un tanto más fácil, ya que solo debe consolidar su posición como candidato de la derecha, lograr que sus electores vuelvan a movilizarse el 28 de octubre y conseguir añadir un 4% o 5%, cautivando a electores de otros partidos de la centro derecha. Simultáneamente, debería moderar el tono de su campaña y sus propuestas de manera que sus declaraciones incendiarias no ahuyenten a posibles votantes.

Lecciones para América Latina

Ante la posible llegada de un populista de derecha a la presidencia de Brasil, es necesario recordar que son precisamente estas fuertes personalidades (sean de derecha o de izquierda) las que son peligrosas para la democracia en América Latina. Si algo podemos aprender del drama político en Brasil, es que Latinoamérica no necesita políticos fuertes y polarizadores, como ha sido Lula de Silva o como sería Jair Bolsonaro. En cambio, se beneficiaría más con instituciones democráticas fuertes, funcionales y transparentes que respondan a las necesidades nacionales y que los ciudadanos entiendan. La crisis y la polarización que agobian a la economía más grande de Sudamérica, podrían haber sido evitadas si las instituciones públicas no hubieran sido víctimas de la corrupción y las agendas de personajes individuales.

El reto que tiene por delante el próximo presidente de Brasil, sea Haddad o Bolsonaro, es el de limpiar la casa, poniendo al gobierno nacional al servicio del pueblo, restableciendo su buena reputación y reconciliando al país después de años de conflictividad. De lo contrario, Brasil pasará periódicamente de líder de izquierda a líder de derecha, con algunos años de crisis de por medio y una sociedad polarizada que no le permitirá al país desarrollarse como líder en el plano internacional.

¿Crees que fortalecer las instituciones democráticas es más importante que tener líderes fuertes?

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Comentarios
Varo Cerda Silva | 2018-10-10 | 15:04
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¿como se define el "ultra"?, siempre leo ultra derecha, pero nunca ultra izquierda
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Patricio Guzman | 2018-10-10 | 16:22
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Aquí lo que veo yo es un Brasil que esta hasta la coronilla de los últimos escándalos de corrupción liderados por los ex presidentes Ruseff y Da Silva, y piensan, o votamos por uno del mismo partido de estos corruptos o alguien nuevo, de la otra vereda con ideas radicales, algunas extremistas para los tiempos, pero que AUN no esta salpicado por la corrupción de los últimos gobiernos.

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Fernando M. Carrasco González | 2018-10-16 | 15:02
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Nada nuevo bajo el sol, a la débil república de Weimar, muchos pensaron que eran preferibles los nazis. Al zar los bolcheviques, etc. Muy de acuerdo con el artículo, las instituciones democráticas deben reforzarse, no son los individuos iluminados los que harán la pega que es responsabilidad de todos
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juan antonio garcia sanchez | 2018-10-16 | 18:51
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Los brasileños no se volvieron "ultra" de la noche a la mañana, ni la campaña de bolsonaro es tan ingeniosa ni tan populista, simplemente la izquierda brasileña a caido tan bajo y ha robado como nunca se habia visto antes, que si no fuera bolsonaro seria cualquiera que este lo mas alejado de la izuierda de lula o dilma, simplemente no puedes votar por haddad, alguien que recibe instrucciones desde la carcel, su jefe de campaña coordina todo desde la carcel igual que un mafioso.
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