¿Qué te distraía cuando eras estudiante? ¿el segundero del reloj sobre el pizarrón? ¿tu compañero de puesto hasta que les llamaban la atención? ¿las hojas limpias del cuaderno que te tentaban a escribir garabatos? Bueno. Piensa en que hoy día, lo que distrae a los alumnos son los Trending Topics comentados en Twitter por cientos de personas, el video viral de Youtube, el grupo de Whatsapp con 25 integrantes y las nuevas fotos de Instagram de modelos internacionales. El desafío de poner atención en la clase es mucho mayor y el reto para el profesor de lograr mantenerla, es casi imposible.
Ahora, si nos detenemos en los métodos de copia de ayer y hoy, el celular simplificó bastante las cosas. Adiós espejos, torpedos escritos en el antebrazo y hojas con información microscopia escondidas en el estuche. Bienvenido: Señor Google. Si los alumnos le quieren poner un poco de dificultad al cuento, pueden hablar por WhatsApp durante la prueba, intentando que no los descubran.
A mediados de este mes, se dio a conocer el caso de 30 alumnos de la Pontificia Universidad Católica, los que crearon un grupo por WhatsApp llamado “Asado familiar” y fueron sorprendidos copiando a través de la red social, razón por la que arriesgan las sanciones que dicha casa de estudio tiene previsto para este tipo de situaciones.
La copia siempre se ha dado en las salas de clase y con frecuencia. El problema es que ahora es en masa y son los profesores los que están sometidos a prueba cuando los alumnos tienen control. Han sido ellos los que han tenido que utilizar su creatividad para abordar el problema que trajo la generación que nació con el celular en la mano, ya que no existe un ramo o alguna asignatura para enseñar “como evitar el plagio o los celulares en clases”.
Javiera Sancho, alumna de pedagogía de cuarto año, rescata que al menos los profesores están conscientes del problema, e invitan a los futuros pedagogos a buscar herramientas para usar la tecnología a su favor. Eso es algo que ya se está instalado. Son varios los que utilizan los celulares, proyectores y videos educativos para explicar la materia, así como también cada vez son más chicos los alumnos que se ven con celulares inteligentes en las manos.
El profesor de Ingeniería Comercial de la Universidad de Chile, Nicolás Williams, dice que hay que ir adaptándose a las nuevas generaciones e ir cambiando los métodos: “Una buena forma de evitar el plagio es no realizar pruebas con alternativas. Hacer los exámenes con preguntas de desarrollo, pero con preguntas que los hagan pensar, no con preguntas exactas. También tener más evaluaciones con trabajos, ensayos y presentaciones”.
En El Definido, hablamos con diferentes alumnos universitario que nos contaron algunos métodos que aplican sus docentes para evitar el celular en las salas de clase, algunos menos pedagógicos que otros, pero que pueden intentar “solucionar” este problema. Aquí cinco ejemplos:
A principios de este año se lanzó una aplicación llamada “Pocket Points” creada por la Universidad de California, que busca proponer una nueva manera para evitar que los jóvenes usen sus celulares. La idea de esta es dar recompensas a través de “puntos” que se acumulan por no usar el teléfono en clases. El móvil tiene que estar abierto en la aplicación, y acumula puntos mientras el celular no tiene actividad. El puntaje final se puede canjear en diferentes lugares asociados al establecimiento. La idea es que puedan jugar, ganar, y que los profesores logren entregar su conocimiento al 100%.
Dejando que los niños o adolescentes se den cuenta de que estando en el celular, en vez de aprovechar la clase solo les perjudica a ellos, es una medida poco realista. Se necesita pensar en colectivo la mejor forma de adaptarse a la tecnología, y hacerlo en comunidad. Compartir los casos de éxito y ojalá impartirlos cuando los profesores se forman, para que no tengan que improvisar con ensayo y error cada vez que entran a una sala de clases.