Rosemary Johnson es una mujer que alguna vez formó parte de la Orquesta de la Ópera Nacional de Gales, tenía un enorme talento y todo indicaba llegaría muy lejos. Lamentablemente, un inesperado accidente automovilístico la mantuvo en estado de coma durante 7 meses, provocándole daños cerebrales graves, ente ellos pérdida de capacidades de lenguaje y de movimiento, lo q le impidió volver a hacer lo que más amaba en el mundo: tocar y componer música para violín.

La ciencia le brindó una gran oportunidad

El Centro Interdisciplinario de Investigación para Música Computacional de la Universidad de Plymouth se hizo cargo de este problema, tomando los casos de decenas de ex músicos o gente común y corriente que se encontraba imposibilitada de componer melodías, entre ellos, Rosemary, y se propuso darles una solución. Junto al Hospital Real de Neurodiscapacidad, en el Reino Unido, trabajaron durante 10 años para crear un proyecto que permitiera a quienes sufren este tipo de daños en sus capacidades de movilidad y expresión, tomar el control de la composición musical mediante el uso de sus ondas cerebrales.

El arduo trabajo dio sus frutos y crearon un sistema llamado Music Brain Computer o "Computadora cerebral musical", el cual consiste en colocar electrodos sobre la cabeza del paciente, conectarlos a un computador y transmitir así sus ondas cerebrales. La pantalla del computador ofrecerá al compositor un código de colores que le permitirá seleccionar cada nota que quiere tocar, colocar pausas y cambiar la intensidad de la música. ¿Cómo se lleva a cabo? Al compositor le colocan un casco, se concentra intensamente en la acción que desea ejecutar y, mediante el movimiento de sus ojos, la tecnología comprende la instrucción. Luego, un músico lee la partitura y la interpreta de manera simultánea.

La emoción tras la primera composición

Antes de esta posibilidad, Rosemary sólo tenía la oportunidad de interpretar una pieza cuando su madre la llevaba hasta un piano de cola, donde ella tocaba con dificultad un par de acordes, hoy, por fin, puede expresarse musicalmente a sus anchas.

De acuerdo a Eduardo Miranda, integrante del Centro Interdisciplinario de Investigación Informática Musical de la Universidad de Plymouth, “Fue realmente muy emocionante. La primera vez que intentamos tocar con Rosemary estábamos todos llorando. Pudimos sentir la alegría que venía de ella al ser capaz de hacer música. El gran logro de este proyecto es que es posible interpretar música sin la capacidad de moverse. En esencia, controla a otro músico para que toque por ella. Todavía no es posible leer los pensamientos, pero podemos enseñar a las personas a utilizar las señales del cerebro para controlar las cosas”.

Mary, su madre, dice que “la música es realmente su única motivación, ella realmente no disfruta de ninguna otra cosa”. Con la ayuda de la tecnología, Rosemary ha recobrado una capacidad expresiva que se mantuvo durante mucho tiempo atrapada en su cuerpo, lo que le ha devuelto la alegría y la esperanza.

“The Paramusical Ensemble” (El Conjunto Paramusical)

La experiencia ha resultado ser absolutamente emotiva no solamente para quienes tienen la posibilidad de volver a componer música, sino también para sus familiares, para su entorno y para todos quienes han sido testigos de sus conciertos públicos. Tanto Rosemary, como tres otros pacientes, ya han presentado su música y se encuentran preparando un concierto en vivo bajo el nombre The Paramusical Ensemble (“El Conjunto Paramusical”).

Aquí un video del entrenamiento que han venido llevando a cabo para poder llegar a componer:

Esta iniciativa muestra el enorme potencial que surge cuando la ciencia y la creatividad se conjugan para dar soluciones originales a problemas que aquejan a nuestra sociedad. El equipo de investigación que desarrolló esta tecnología pretende, en el futuro, dar nuevos usos al sistema que permitan abarcar y resolver múltiples necesidades humanas.

¿Crees que este tipo de proyectos se hagan cada vez más comunes en el mundo?