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Imagen: César Mejías

6 consejos para no distraerte cuando necesitas concentración profunda

Si eres de los que revisa a cada rato su correo, estas siempre lleno de tareas pendientes y buscas ser mejor en lo que haces, tienes que leer "Deep Work" y seguir estos lúcidos consejos del autor para trabajar de manera concentrada.

Por Juan Reyes | 2019-06-26 | 11:00
Tags | concentración, consejos, Deep Work, distracciones, tareas, atención, trabajo, interrupciones, estrategias
Cuando pasas de una tarea a otra, una parte de tu atención queda revoloteando alrededor de la tarea anterior, a esto se le llama “residuo de atención”. Lo que significa que, a medida que vamos cambiando frenéticamente de labor, la atención va disminuyendo.
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En mis andanzas por Valparaíso, tuve la casual fortuna de comprar un mal cuidado libro que escondía en sus páginas un verdadero tesoro: Deep Work, de Cal Newport. Esta joyita ofrece una serie de consejos para mejorar notablemente tu concentración y, por ende, tu capacidad para lograr grandes resultados. Incluye, como ejemplo, costumbres de trabajo de hombres prolíficos, desde Carl Jung (filósofo) hasta Donald Knuth (experto en computación).

El libro es una crítica ácida a la ajetreada forma en la que hoy, nosotros —inquietos y distraídos seres humanos- llevamos nuestras vidas. Un tren de incesantes distracciones: llamadas, redes sociales, oficinas abiertas, notificaciones y compulsiva revisión del correo electrónico. Una vida a medias dentro y fuera del trabajo, sin desconexión, con escasos momentos para reflexionar y para husmear en la profundidad de nuestra propia mente. Es que parece que tenemos la receta perfecta para NO dejar una grieta en el universo y para vivir en un estado de letargo mental crónico… ¿Cómo hacer este cambio de switch?

Revoloteando de una tarea a otra

Un común denominador detrás de personas que logran resultados excepcionales, es su gran capacidad de concentración. El destacado filósofo Carl Jung, realizaba su trabajo en una casa de piedra en medio de la naturaleza. Allí transcurrían las horas y los días, de labor pura y dura, para luego volver a su ajetreada vida. Si Jung hubiese estado twitteando mientras trabajaba en su obra, ¿habría logrado un resultado tan notable? La forma en la que funciona nuestra mente, parece indicar que no.

Cuando pasas de una tarea a otra, una parte de tu atención queda revoloteando alrededor de la tarea anterior, a esto se le llama “residuo de atención. Lo que significa que, a medida que vamos cambiando frenéticamente de labor, la atención va disminuyendo y con ello también la calidad de nuestro trabajo. Esto se acentúa si la tarea anterior quedó incompleta: una parte de nuestro cerebro sigue allí, intentando atar los cabos sueltos. Como dice el dicho: estar ocupado, no es sinónimo de ser eficiente.

La precisión de un rayo láser

Alcanzamos nuestro máximo rendimiento cuando apuntamos nuestra concentración con la precisión de un rayo láser: nos centramos en una tarea y dedicamos al menos unas cuantas horas a ella, cosa que se hace cada vez más difícil en un mundo hiper conectado. Parece ser que la capacidad para trabajar de manera profunda se hace cada vez más escasa; es como un super poder que solo unos pocos logran desarrollar y, curiosamente, se ha vuelto una habilidad altamente valorada por esta horda de distraídos.

Trabajar profundo significa renunciar a muchas cosas, pero también abrazar la satisfacción de llevar al límite nuestras capacidades mentales y ser más felices… Acorde al autor, no todos los trabajos permiten o valoran un trabajo profundo, entendiendo por esto aquellas tareas que no se pueden hacer de manera casual o distraída, sino que requieren mayor reflexión o creatividad, como por ejemplo programar.

Tenemos una capacidad limitada para hacer trabajo profundo, cuatro o cinco horas al día parecen ser un límite común. Es razonable pensar que alrededor de la mitad de tu día laboral, sea dedicado a trabajar de manera profunda. No obstante, para ello hay que preparar el terreno y, primero, saber si tu trabajo lo permite: si tu jefe necesita que le respondas mensajes cada 15 minutos, olvídalo.

La capacidad de concentración nos hace más felices

Para lograr aquel estado de profunda concentración y gran productividad, el libro propone en gran medida cambiar nuestro estilo de vida, destacando sobre todo la manera dañina en la que usamos Internet, que está literalmente destruyendo nuestra capacidad de concentración. Se aconseja huir de las redes sociales, de las notificaciones, de la revisión excesiva del celular y también reducir al máximo toda interrupción.

Nuestra fuerza de voluntad es limitada, cada vez que decidimos entrar a Internet para entretenernos haciendo scroll en redes sociales o ver noticias, tenemos que agotar un poquito de voluntad para huir de ello y retomar lo que estábamos haciendo previamente. Eso nos va agotando y muchas veces interrumpiendo: gracias a que hemos repetido este ciclo dañino una y otra vez, luego de un breve momento de concentración, deseamos volver a recibir esa dosis de dopamina que nos trae acceder impulsivamente a contenido chatarra (bueno, obviamente no si lees El Definido).

Concentrarnos por largos periodos de tiempo, se hace cada vez más difícil, pues nos hemos vuelto adictos a cambiar caóticamente de contexto y hemos ido mermando nuestra capacidad de aburrirnos, de contemplar, de tener pensamientos profundos y prolongados.

Cuando nos enfocamos en una única actividad durante horas, contrario a lo que nuestra intuición podría dictarnos, somos más felices. Hay evidencia de que las personas se sienten mejor cuando están realizando una actividad desafiante, que les obliga a exprimir sus capacidades. Adicionalmente, el estado de concentración facilita enormemente el aprendizaje: ya no son varios circuitos neuronales activándose simultáneamente como cuando estamos trabajando de forma distraída, sino que en este caso los circuitos que están activos son más específicos, asociados a aquello que queremos mejorar.

A continuación, algunos consejos para mejorar tu capacidad de trabajar profundo:

Enfócate en lo más importante: hay que buscar aquella tarea que es vital para tu desarrollo profesional, la que realmente hace la diferencia y en la que te gustaría sobresalir. Allí es donde se deben colocar las horas de trabajo profundo. Pero no basta solo con identificar la tarea, también hay que medirla para tener una noción de progreso.

Vuélvete difícil de ubicar: si la naturaleza de tu trabajo lo permite, no dejes que cualquiera te pueda interrumpir escribiéndote o llamándote. Si alguien lo va a hacer, que sea por algo realmente importante. Apaga las notificaciones, desconéctate, sé selectivo con los mensajes que respondes, no te llenes de compromisos, di NO a casi todo lo que te saque de lo que es importante para tus objetivos.

Renuncia temporalmente a Internet: establece bloques de desconexión. Evita, por ejemplo, navegar en Internet viendo memes mientras haces una fila. Esta costumbre es letal para la concentración, le estás enseñando a tu mente a distraerse todo el tiempo. No es un asunto de cantidad, si usas harto Internet, puedes asignar grandes bloques de tiempo para ello. Lo que importa es que puedas ser capaz de aburrirte acompañado solo de tus pensamientos, para que cuando necesites concentrarte, tu cerebro tenga la capacidad de resistir a la tentación de la distracción.

Trabaja hasta una hora fija (por ejemplo 17:30): una vez terminado el plazo, te desconectas totalmente del trabajo, a fin de recargar energías correctamente. Esto implica también evitar estar revisando el correo fuera de la oficina, pues esta práctica puede drenar tu energía al no permitir a tu mente desconectarse completamente para descansar. Limitar tu horario de trabajo de una manera más rígida, te obliga a concentrarse en lo que realmente importa, reduce tus posibilidades de procrastinar y te fuerza a alcanzar una mayor eficiencia en el uso de tu tiempo. Adicionalmente, mejora tu calidad de vida: a veces menos, es más.

Planifica el día: pasamos demasiado tiempo del día en piloto automático, lo que se traduce en que seamos poco prolijos en el uso del recurso más valioso que tenemos: el tiempo. Cuando asignamos un tiempo determinado para cada tarea, nos volvemos más eficientes. Planificar dónde gastamos los minutos, puede ponernos en modo turbo. No importa que tengamos que replanificar 20 veces lo que nos queda de día debido a imprevistos: esto siempre va a ocurrir. Lo que importa no es la planificación, sino que el estado mental en el que entramos a trabajar.

Planifica tu tiempo libre: al dejar tu tiempo libre totalmente a merced del azar, es muy probable que te lo gastes navegando de manera aleatoria por Internet, sin rumbo fijo, convirtiéndote en una marioneta de los impulsos que te llegan en el momento. Este sin fin de clicks, finalmente termina por matar la calidad de tu tiempo libre, impidiéndote hacer actividades mucho más energizantes y positivas, como salir a caminar, reunirte con tus amigos, leer, ir a un espectáculo, etc.

Esto es solo un breve esbozo de lo que encontré en aquel valioso libro, que tiene explicaciones mucho más contundentes y una mayor variedad de recomendaciones, todas muy interesantes. Mi objetivo no es resumir el libro, sino que despertar tu curiosidad. Deseo que este mensaje te impulse a replantearte el uso que le das a Internet y a tu tiempo, que busques fortalecer el “músculo” de la concentración para ser más feliz y tener más posibilidades de convertirte en una versión super ultra pro de ti mismo :) . 

¿Ya aplicas algunas de estas técnicas? ¡Cuéntanos cómo!

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