fracasos, inventos, errores, innovación, ciencia, Literine, Play-Doh, plástico, anilinas
Imagen: Rodrigo Avilés

Listerine y otro tres productos cotidianos que partieron como grandes fracasos

A veces los mejores y más prácticos inventos, surgieron de una metida de pata. Este es el caso de cuatro que usamos bastante en nuestra vida, y que de no ser por el error, tal vez no existirían actualmente.

Por Alvaro Lopez B. | 2016-11-02 | 12:00
Tags | fracasos, inventos, errores, innovación, ciencia, Literine, Play-Doh, plástico, anilinas
Relacionadas

No todos los productos que son tan cotidianos y útiles, fueron creados de una sola vez. Algunos, incluso fueron creados con propósitos totalmente distintos. Porque hay descubrimientos que se hacen por error o casualidad (las papitas en forma de chips, como las Lay’s, fueron producto de una broma a un cliente maleducado), mientras que otros partieron derechamente como fracasos: nadie nunca dio un peso por ellos, o sencillamente no funcionaban bien. Sin embargo, a través de una actitud positiva y abierta a las oportunidades, por parte de sus creadores, y a veces con un poco de suerte, estos productos lograron encontrar su camino para ser parte de nuestras vidas.

En El Definido les contamos de cuatro que se usan muchísimo en la actualidad.

Los envoltorios de burbuja plástica

¡Ah! ¡Qué maravillosos son los envoltorios de burbujas plásticas! Qué relajante, es reventar a esos pilluelos repletos de aire… (para los fanáticos, aquí hay una versión online). Perdón, me distraje. Bueno, resulta que estos envoltorios fueron un gran, gigantesco fracaso. ¿Pero cómo? Dirán ustedes, ¡si es tan maravilloso! Lo que pasa, es que estos envoltorios, al comienzo no eran envoltorios. ¿Qué? Así es… era papel mural. Antes de que pongan extrañas caras, les cuento la historia: en 1957, los ingenieros Al Fielding y Marc Chavannes, tuvieron la brillante idea de crear un nuevo tipo de papel mural. Para eso, sellaron dos cortinas plásticas, de forma que se crearan burbujas entre ambas. Lamentablemente, la idea no prendió mucho (¿han visto alguna casa decorada así? Yo tampoco), por lo tanto, decidieron dar un uso mucho más adecuado al invento: aislamiento para invernaderos. Otra vez, un fracaso absoluto. Imagino que se ahogaron en toneladas del producto, hasta que recién en 1959, el encargado de marketing Frederick Bowers, le vendió este producto a la IBM, pensando que quizás podía servir como envoltorio para proteger al computador 1401 (que tenía unos enormes 16 kbytes de RAM). Y así fue: el 5 de octubre de 1959, se estrenó el IBM 1401, y el envoltorio de burbuja plástica, finalmente encontró su destino.

Play-Doh se usaba para limpiar paredes

La mundialmente famosa y colorida Play-Doh, fue inventada en 1933 por Noah McVicker, para salvar de la ruina a la fábrica de jabones familiar. Necesitaban un producto para limpiar los residuos de carbón, en los papeles murales (¿Otra vez papel mural? Noto un patrón aquí…). No fue exactamente un éxito arrasador, pero les permitió mantenerse. Sin embargo, empezaron a tener grandes problemas económicos cuando se inventó el papel mural vinílico, y además las casas cambiaron el carbón por derivados de petróleo, para la calefacción. En resumen, las paredes ya no se manchaban, así que los ingresos empezaron a disminuir, a disminuir… y más encima, se murió el hermano de Noah, que era el presidente de la compañía. El sobrino de Noah, Joe McVicker, ocupó su puesto. Y enfermó de un cáncer fulminante - pero sobrevivió hasta 1992, debido a un tratamiento experimental. El caso es que estaban mal, y el producto de Noah, era inútil, y se había vuelto un verdadero fracaso.

La situación era angustiosa, hasta que en 1954, Kay Zufall, cuñada de Joe, salva a la compañía por primera vez. Kay era directora de un jardín infantil, y necesitaba hacer decoraciones con los niños. En alguna parte, leyó que esto se podía hacer con limpiador de papel mural. Así que para ayudar a la familia, le encargó a su cuñado, un envío de su producto. Se dio cuenta que los niños disfrutaban mucho, así que le sugirió a su cuñado que podrían venderlo como juguete, en vez de como limpiador. Le pareció una excelente idea, así que le quitaron el detergente que contenía, y le pusieron esencia de almendras y colorantes (originalmente era blanco). Joe llamó al flamante producto: “Compuesto Modelador Arcoiris de Kutol” (¿Qué?). Kay salva por segunda vez la compañía, y le dice a su cuñado que cómo se le ocurre un nombre tan horrible, y que mejor le ponga “Play-Doh”. Pronto usaron sus contactos, difundieron el producto, y el resto es historia… 

Charla TEDx: El fracaso, el combustible de tu éxito: Iñigo Sáenz de Urturi.

La primera tintura artificial

A Sir William Henry Perkin, le encantaba la química, y además fue muy adelantado para su edad: a los 15 años, en 1853, ya estaba ingresando al Royal College of Chemistry, una de las instituciones de educación superior más prestigiosas de Inglaterra. En esa época, la química no era como hoy. Por ejemplo, sólo se conocían algunos elementos químicos, y aunque la teoría atómica era aceptada, no había claridad respecto a la forma que ocurrían las reacciones, y ni soñaban con elaborar esas famosas “ecuaciones químicas” que tantos dolores de cabeza dan en Educación Media.

Entonces nuestro joven científico, se interesó por un problema, que tenía a los químicos de cabeza desde hacía mucho tiempo, y que recién fue resuelto casi 100 años después: la producción artificial de quinina, que es el compuesto que sirve para tratar la malaria o paludismo, que aún sigue afectando a millones de personas. Así que lo intentó, y falló. Lo intentó… y falló. (Obvio, si nadie lo iba a conseguir en un siglo). Se obsesionó con el tema, así que armó un laboratorio en su pieza. Y naturalmente, ¡siguió fallando más y mejor!

Hasta que un día, se fijó en el líquido que estaba desechando como “fracaso”, y se dio cuenta que tenía un color muy lindo. William tenía 18 años, y había descubierto la primera tintura artificial: la anilina púrpura. Como hasta entonces ese color era carísimo, y además denotaba alcurnia, Sir William se volvió millonario, y tras casi 20 años de incursionar en el negocio de las tinturas, vendió todo su patrimonio, y pudo dedicarse a investigar el resto de su vida. Así, un “fracaso”, creó una industria completa, basada en la química.

Listerine… no se usaba para los dientes

El año: 1865. El doctor Joseph Lister, demostraba que el fenol era útil como antiséptico quirúrgico. 14 años después, esto inspiró al químico Joseph Lawrence: ¿por qué no aprovechar esta necesidad de asepsia, para vender un producto?. Así que creó una mezcla de alcohol, aceite de eucalipto, mentol y otros componentes, y decidió venderlo como antiséptico. Pero no era un antiséptico muy bueno. Así que el Lawrence, decidió venderlo, como cura para la gonorrea (¡En serio!). Aunque, bueno, aplicar Listerine en las partes afectadas… ufff… no cura precisamente la gonorrea. Ante este nuevo fracaso, el químico ¡decidió que curaba los hongos de los pies! (Cosa que es posible que sí haga) Pero tampoco le fue bien con eso… así que, el sr. Lawrence pensó, “mmmhh… ¿para qué podría servir mi invento entonces? ¡ya sé!”. Y lo promovió como limpiador de pisos.

En realidad las cosas hubieran quedado ahí, si no hubiera intervenido Jerry, el hijo del sr. Lawrence. El producto no tenía mucho futuro, y ya habían intentado venderlo como muchas cosas. Hasta que se le ocurrió una idea “genial”. La halitosis. Antes de la feroz campaña de Listerine (si no me creen, vean la imagen más abajo), el mal aliento era “algo más” en la vida. Como alguna vez lo fue la “pancita”, o la papada, hasta que se necesitó vender algún producto. El asunto, es que en la década de 1920, Listerine popularizó el término “halitosis” para referirse al mal aliento, y lo vendió como un mal que sólo su producto podía remediar (y de hecho lo hace). Cuatro grandes tropiezos, finalmente encontraron su nicho. Y en siete años, las ganancias de la compañía pasaron de 115 mil dólares al año, a superar los 8 millones (unos 5.200 millones de pesos chilenos).

Así que sí, cada vez que usamos Listerine (o cualquier producto similar), echamos en nuestra boca un producto utilizado como cura para la gonorrea y limpiador de pisos, antes de encontrar su utilidad final.

Publicidad de Listerine, de comienzos del siglo XX. Dice: La Halitosis te hace impopular. Es inexcusable... pero puede ser remediado de inmediato. No te engañes a ti misma - como la halitosis nunca se anuncia a la víctima, no puedes saber si la tienes. Listerine.

No temamos al fracaso

Los cuatro ejemplos expuestos, no son sólo una curiosidad, sino una muestra de cómo se puede sacar lo mejor, de situaciones aparentemente muy negativas. El fracaso, en realidad, no es algo para temer. De hecho, en El Definido ya nos hemos referido a esto anteriormente. Porque el fracaso es parte del proceso de búsqueda, ya lo habrán escuchado: Edison falló más de mil veces antes de encontrar un modelo funcional de ampolleta. Por lo tanto, no debemos perder tiempo en lamentarnos, porque a pesar de que a veces no es fácil fracasar, no se gana nada sintiéndose mal. Así que más bien, al fracasar es mejor levantarnos y seguir trabajando, pues en el fondo cada fracaso es un escalón que nos acerca a lo que queremos. Y es por ello, que debemos estar atentos a los aspectos buenos o aprovechables de cada fracaso. Como Sir William Henry Perkin, que nunca pudo fabricar quinina, pero inventó una industria completa, al fracasar.

¿Qué otros productos que surgieron del fracaso conoces? ¿Qué experiencias positivas te ha traído algún fracaso?

¿CÓMO TE DEJÓ ESTE ARTÍCULO?
Feliz
Sorprendido
Meh...
Mal
Molesto
ESTADÍSTICAS: APOYO A FRASES DE ESTE ARTÍCULO
Estas estadísticas sólo se le muestran a los usuarios que ya han dado su opinión con un click sobre alguna de las frases rojas destacadas en el texto del artículo.
Comentarios
Angela Millar | 2016-11-02 | 17:43
5
Solo debo decir que el Listerine o cualquier enjuague bucal no sirve para nada jajaja. Me explico: no mata las bacterias que producen caries o problemas encías, ya queseras están bajo la encía o formando una capa llamada biofilm, por lo tanto el producto no llega a las malas bacterias, y dos, el mal aliento por lo general no viene de la boca, si no del estómago por lo tanto solo tapa el olor, no soluciona nada. No soy dentista pero si microbiologa y una vez en el congreso chileno de microbiología me metí a los seminarios de dentistas especialmente a averiguar esto y ellos me confirmaron lo que les digo a mi y a cientos de alumnos e investigadores. En fin, sería mi aporte. Otro día hablamos de porque las pasas tampoco sirven jajaja :P
responder
denunciar
apoyar
Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2016-11-02 | 19:14
1
OMG! Muchas gracias por la aclaración! Es bueno saberlo!! Puchas, que onda con los inventores de Listerine, entonces!! :O :O
responder
denunciar
apoyar
Agustín Correa | 2016-11-07 | 04:00
1
La historia del Post-It es digna de aparecer!
https://en.wikipedia.org/wiki/Post-it_note
responder
denunciar
apoyar
Miguel Vega García | 2016-11-07 | 20:16
2
(q machista el aviso del listerine...)
responder
denunciar
apoyar
Matias Infante | 2016-11-08 | 23:55
2
Ojalá Donald Trump no lea este post.
responder
denunciar
apoyar
* Debes estar inscrito y loggeado para participar.
© 2013 El Definido: Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de este sitio sin el expreso consentimiento de nuestro representante legal.