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Imagen: César Mejías

Por qué educar con gritos y castigos no funciona, según la ciencia

Si un niño se siente amenazado e inseguro, su cerebro se bloquea y no podrá absorber nueva información, por lo que no aprenderá las nuevas lecciones que queremos que asimile.

Por Macarena Fernández | 2017-07-04 | 07:00
Tags | disciplina, crianza, educación, educar, hijos, castigos

¿A quién no le gritaron fuerte y castigaron cuando chico por meter los dedos en el enchufe o por rayar las paredes? ¿A quién no le pegaron una palmada por tirar cosas al escusado o por pegarle al hermano chico? Y también, ¿a qué padre no le ha pasado que pierde la paciencia y levanta la voz?

Si bien hoy la crianza ha cambiado, y hay menos padres que consideran los castigos físicos como aleccionadores; los gritos y las prohibiciones siguen estando presentes a la hora de educar, tanto en la casa como en el colegio.

"Los niños tienen que aprender a tener disciplina". Sí, todos (o la mayoría) estamos a favor de eso, pero las formas para lograr que aprendan es la que debemos modificar, según la ciencia.

¿Por qué? Porque los estudios neurológicos señalan que si el niño no se siente cómodo, seguro y protegido; su cerebro activará el modo de supervivencia y bloqueará todo tipo de nueva información. Y la gran responsable de esto es la amígdala cerebral.

Neuronas reguladoras de emociones

Para entender por qué, aquí vamos. La amígdala cerebral o cuerpo amigdalino es parte de nuestro sistema límbico. ¿Y qué significa esto? Que su trabajo es regular, procesar y almacenar nuestras emociones y también se hace cargo de la supervivencia (instinto). Lo que hace es integrar las emociones como la angustia, el afecto, el miedo, etc., con la respuesta correspondiente a ellas, que puede ser fisiológica (cambios internos del cuerpo) o conductual (cambios visibles como postura y expresiones).

Es un conjunto de neuronas ubicadas en la parte interna del lóbulo temporal medial y tiene conexiones con la gran mayoría del cerebro, pudiendo afectar al sistema nervioso y a la funcionalidad del organismo. ¿Cómo?

Enviando proyecciones a otros sistemas para incrementar los reflejos de vigilancia, paralización y escape/huida, para las expresiones de miedo o para la activación de neurotransmisores de dopamina, glucocorticoides, noranedralina y adrenalina.

Además, se encarga de coordinar las áreas emocionales con la corteza cerebral encargada del sentimiento consciente, por lo que permite que valoremos el significado emocional de las experiencias, reteniendo en nuestras memorias el sentimiento predominante, pero no necesariamente acompañado de la vivencia.

¿Qué significa esto? Que es posible que alguien le tenga mucho miedo a los perros (memoria emocional), sin recordar por qué ocurrió esto, debido al estrés que sufrió en el evento traumático.

Bloqueo automático ante el miedo

De acuerdo a lo anterior entonces, al igual que alguien puede temerle a un perro, sin saber la razón misma; los niños, al recibir fuertes gritos o castigos por haber actuado mal, recordarán el mal trato pero no podrán relacionarlo al hecho mismo.

Es decir, se podrán acordar que los papás le gritaron muy fuerte y lo castigaron sin ver televisión por una semana, pero no por la razón que fue. Esto, porque como les decíamos antes, el cerebro al sentirse incómodo, inseguro y desprotegido, activa el modo de supervivencia y bloquea la entrada de nueva información. Entonces, el niño no aprenderá que no debe jugar con los enchufes, pero sí guardará cierto temor hacia sus padres.

“Una vez que detecta el peligro, la amígdala orquesta una respuesta rápida de todo el cuerpo que nos empuja a alejarnos de la amenaza, lo cual aumenta nuestras posibilidades de supervivencia”, señala la neurocientífica Koncha Pinós-Pey.

Así, de forma involuntaria, en lugar de mostrar al niño una enseñanza o habilidad necesaria como el poder ir al baño solo, el ser amable con los demás, el no copiar en las pruebas, o el no mentir; lo que hacemos al gritarle o castigarlos es activar sus sensores de supervivencia volviendo imposible el aprendizaje profundo. Y, claro, el niño aprenderá, por miedo, a evitar el castigo o el grito, pero no lo que queríamos enseñarle.

Entonces, si se encuentra nuevamente frente a un enchufe, y no hay adultos cerca, o si quiere pegarle a un compañero y no están los profesores mirando, lo más probable es que lo haga.

Más razones para no gritar

Por esta razón es que investigaciones de psicólogos dejan en claro que a personas o niños les cuesta muchísimo más recordar cosas o retenerlas cuando su cerebro está viviendo emociones intensas, como la ansiedad y el miedo.

Agregando más evidencia, una investigación que analizó la comunicación y los gritos (no enfocado directamente en los padres), descubrió que la gente tiende a recordar las palabras pronunciadas en un tono neutro mejor que los que se habla en un tono triste.

Y en cuanto a las consecuencias negativas, un estudio del Reino Unido realizado a 19.000 niños que evaluó el impacto de los estilos de crianza de los niños, observó que especialmente los gritos excesivos, el castigar o ignorar a un niño travieso, aumenta sus problemas de comportamiento, y agregan: “sólo el razonamiento no tiene impacto en el comportamiento del niño.”

Por otro lado, investigadores de la Universidad de Pittsburgh observaron en un estudio que la disciplina verbal dura, puede ser tan perjudicial para los niños como un golpe, e incluso aumentaba las probabilidades de depresión.

Por una crianza más sana

Los niños necesitan saber cómo ejercer sus responsabilidades, cómo actuar frente a distintas situaciones, cómo evitar riesgos y cómo comportarse con los demás, y para eso, los adultos debemos recurrir a la educación positiva, al ejemplo, a la explicación calmada, a enseñarles a resolver conflictos, porque de esta forma la amígdala cerebral sí absorberá el aprendizaje profundo. ¿Significa esto que le debemos permitir hacer lo que quieran?

No, ese es el otro lado de la balanza, y para saber cómo mantener bien el equilibrio, los invitamos a leer nuestra Guía para padres: dime cómo mandas y te diré como serán”, donde pueden encontrar cómo evitarse ser padres muy autoritarios o demasiado permisivos, buscando generar una relación de cariño y sana confianza con sus hijos. También pueden encontrar una guía sobre las estrategias para acabar con los malos castigos o consejos para no estallar ante el colapso familiar. Por último, les dejamos algunos consejos de Empowering Parents, para evitar los gritos con nuestros hijos:

1. No responsabilizarse por todo: si creemos que lo que hace nuestro hijo depende de nosotros, seremos más reactivos a sus errores, pero si reconocemos que muchas veces es su responsabilidad, estaremos menos ansiosos.

2. Conocer los factores desencadenantes: ¿qué cosas te llevan a gritar? Identifica esas situaciones y prepara una respuesta diferente, para que cuando llegue el momento al menos estés preparado para reaccionar de otro modo.

3. Hacerse cargo de las reacciones: reconoce lo que te hizo gritar o enojarte, para gastar tu energía en controlar eso en vez de descargarte con tu hijo. ¿Es una semana estresante? ¿Algún problema familiar o económico? Es bueno buscar soluciones para bajar la intensidad de esos sentimientos y así no “aprovecharnos” de un mal comportamiento de nuestros hijos para liberarlos.

¿Qué otra forma de disciplina efectiva conoces?

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Comentarios
Lorenzo Reyes | 2017-07-04 | 13:16
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¿Qué tienen en particular los niños en este sentido? ¿No podría aplicarse lo mismo en adulto?
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Macarena Fernández | Colaboradora | 2017-07-04 | 13:48
1
Que son bastante más indefensos que los adultos, por un tema físico y psicológico.

Saludos,
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Magdalena Araus | Colaboradora | 2017-07-04 | 15:45
2
Hola Lorenzo! De todos modos, hay estudios que citamos que también consideran a los adultos y concluyen que los gritos también les afectan en su aprendizaje y conducta. Saludos!
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Lorenzo Reyes | 2017-07-05 | 06:09
1
Si si, indefensos por supuesto, y por lo mismo el impacto puede ser mucho mayor.
La pregunta es más científica y creo que Magdalena me responde después. ¿los adultos también activamos el modo "escape/huida" cuando nos gritan? ¿pasa lo mismo cuando un jefe está retando a su subordinado?

Ideas para un próximo artículo :).
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