antropología, paleoantropología, historia, homo sapiens, hombre de neandertal, ancestros, ADN, evolución
Imagen: Rodrigo Avilés

Los últimos descubrimientos sobre el hombre de Neandertal derriban todo lo que creías

Aunque compartimos ancestros, siempre se ha considerado al hombre de Neandertal como ultra primitivo. Pero los últimos hallazgos le otorgan muchos comportamientos similares a nosotros (homo sapiens sapiens) y deja una gran interrogante: ¿por qué se extinguieron?

Por Alejandra Concha Sahli | 2018-02-27 | 11:37
Tags | antropología, paleoantropología, historia, homo sapiens, hombre de neandertal, ancestros, ADN, evolución
Algunos estudiosos plantean que quizás hasta habrían sabido del uso medicinal de ciertas plantas, gracias a restos encontrados en el sarro calcificado en una mandíbula de Neandertal.
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Era 1856, tres años antes de que Charles Darwin publicara su famoso libro El origen de las especies. Un grupo de trabajadores se encontraba haciendo excavaciones en el valle de Neander (Neandertal en alemán), al este de Düsseldorf, cuando se toparon con un cráneo extraño, algo ovalado, con la frente achatada, casi sin mentón y con gruesos arcos supraciliares, junto con unos huesos fosilizados demasiado gruesos que parecían no calzar entre ellos.

En ese entonces la idea de la evolución de la especie humana todavía no había sido formulada y lo que significaba Neandertal 1, como se conocen estos restos, no podía ser realmente entendido. Eso, en todo caso, no frenó el que se buscaran teorías para darle sentido, y la más aceptada, pero no menos curiosa, proponía que los huesos –más bien osamentas, para usar la jerga correspondiente– habrían pertenecido a un pobre cosaco ruso que padecía raquitismo por pasar demasiado tiempo sobre el caballo, lo que explicaba la deformidad de sus huesos.

¿Y el cráneo? El constante dolor que lo aquejaba le hacía estar permanentemente con el seño fruncido, lo que habría deformado su frente produciendo ese abultado arco sobre sus cejas. ¡Duuuhh obvio! ¿O no?

Bueno, para nuestra fortuna y tranquilidad, podemos seguir frunciendo el seño mientras jugamos sudoku, porque hoy sabemos que más allá de producirnos más arrugas, no puede llegar a deformarnos el cráneo. Para la fortuna también de Neandertal 1, en 1864 al geólogo anglo-irlandés William King se le prendió la ampolleta y propuso que tanto estos restos, como otros encontrados antes en Bélgica y en Gibraltar, no podían pertenecer a un ser humano, sino que debían ser de una especie aparte, la que denominó Homo neanderthalensis u hombre de Neandertal.

Y aunque King le ganó el “quién vive” a otro estudioso buena onda que proponía llamarlo Homo stupidus, las palabras favorables para la nueva especie se acababan prácticamente ahí. Reflejando la mentalidad colonialista y algo racista de la época, el hombre de Neandertal fue considerado como más cercano a los simios que al ser humano, dominado por el instinto y sin capacidad de autoconsciencia ni de formas más complejas de pensamiento. En resumen, unos brutos hombres de las cavernas; unos “neandertales.”

Por suerte, la ciencia ha llegado a hacerle justicia a esta especie que resultó ser nuestros primos lejanos. Hoy sabemos que en realidad la imagen negativa que tiene la cultura popular sobre los Neandertales no es más que mala fama, pues los descubrimientos de los últimos años no hacen más que confirmar que eran, en realidad, bastante más parecidos a nosotros de lo que pensábamos. Incluso hoy se sabe que compartimos un 99,7% de nuestro ADN con ellos y todos quienes no tenemos ascendencia africana –el hombre de Neandertal evolucionó primariamente en Europa– tenemos entre un 1,5% y un 2,1% de material genético heredado de los Neandertales. ¿Cómo llegó ese ADN ahí?

Neandertales y humanos anatómicamente modernos (Homo sapiens sapiens) habrían compartido Europa y Eurasia durante varios miles de años, entre la llegada de estos últimos al viejo continente hace más o menos 45 mil años y la extinción de los primeros, hace alrededor de 28 mil años. Esto dio tiempo de sobra para que ambos llegaran a conocerse –sí, también en el sentido bíblico– con el consecuente traspaso de genes de cada uno a las nuevas generaciones mixtas.

Mucho más parecidos e inteligentes de lo que creíamos

De partida, tanto el hombre de Neandertal como nosotros descenderíamos de un mismo antepasado, probablemente del llamado Homo heidelbergensis,separándonos en distintas ramas evolutivas entre 800.000 y 400.000 años atrás.

Pero no es solo en el ADN donde podemos ver que nuestro pariente arcaico es más cercano a nosotros de lo que pensábamos, sino también en lo que hoy sabemos sobre su comportamiento y formas de vida.

Hay que tener en cuenta, en todo caso, que en el mundo de la paleoantropología –la ciencia que estudia a los antepasados del hombre moderno– hay menos consenso que en una bolsa de gatos… si los gatos se dedicaran a excavar fósiles y estudiarlos en laboratorios ultra modernos. Y esos consensos se acaban básicamente en saber que los Neandertales existieron y que fueron un tipo de humano primo del homo sapiens. Ni siquiera se han podido poner de acuerdo en su clasificación, pues unos disputan si deben ser vistos como una especie aparte, Homo neanderthalensis, otros como parte de la especie humana, Homo sapiens neanderthalensis. A pesar de esto son cada vez más los hallazgos que están poniendo las ideas preconcebidas sobre estos humanos antiguos patas arriba. Estos son algunos ejemplos:

Es probable que los Neandertales vivieran en comunidades donde se prestaban apoyo y cuidados mutuos, especialmente en el caso de los enfermos y de los más viejos. Así lo demostrarían los restos del llamado Hombre (o “el Viejo”) de La Chapelle-aux-Saints, encontrados en 1908 y pertenecientes a un hombre que habría tenido cerca de 40 años ­–un anciano para esa época– que habría perdido la mayoría de sus dientes años antes de morir y que habría padecido también de una severa artrosis a los huesos.

Esto hace suponer a algunos expertos que “el Viejo” habría dependido de los cuidados de su comunidad tanto para poder alimentarse como para trasladarse, cosa que no habría podido hacer por sí mismo, mostrando que eran mucho más “humanos” de lo que pensábamos.

Un caso similar es el de los restos de 10 Neandertales encontrados la cueva de Shanidar en el norte de Irak. Los restos del llamado Shanidar 1 habrían también pertenecido a un hombre anciano de entre 35 y 45 años que habría sufrido enfermedades incapacitantes y varias fracturas en vida, incluyendo una en el cráneo que lo habría dejado ciego, las que habrían logrado sanar durante los años, lo que demostraría que habría contado con los cuidados de su círculo social para sobrevivir. Junto con esto, “el Viejo” de La Chapelle-aux-Saints es considerado como un ejemplo claro de que, al menos ciertos grupos de Neandertales, habrían enterrado a sus muertos, un tipo de comportamiento hasta entonces atribuido únicamente al ser humano.

Otros paleoantropólogos aseguran que los Neandertales fueron los primeros artistas, mucho antes de la creación de las famosas pinturas de la cueva de Altamira y de Lascaux.


En la cueva de Altamira fueron pintados y grabados animales, manos y signos por los primeros homo sapiens europeos, durante los milenios en los que estuvo habitada, entre hace 36.000 y 13.000 años. Imagen: Wikimedia Commons, Museo de Altamira y D. Rodríguez, CC BY-SA 3.0

Esto lo confirmarían por ejemplo los hallazgos de líneas trazadas con pigmento ocre en la cueva de la Pasiega, cerca de Bilbao, datados en cerca de 65 mil años, al menos 20 mil años antes de la llegada del Homo sapiens a Europa. Las manifestaciones artísticas han sido consideradas prueba de un pensamiento simbólico complejo y de autoconsciencia, ambos hasta ahora considerados un rasgo exclusivo del ser humano moderno.

En esa misma dirección apuntaría el descubrimiento de unas estructuras circulares construidas con estalagmitas en las profundidades de la cueva de Bruniquel en el suroeste de Francia.

Lo fascinante de este hallazgo es que tendría al menos 175 mil años de antigüedad, o sea, más de 170 mil años antes que Stonehenge, y que se encuentran en la parte más profunda de la cueva, donde habría sido necesario mantener iluminación artificial ­–es decir fuego­– para poder trabajar en la construcción. Así también el tamaño y la distribución de las cerca de 400 estalagmitas sería evidencia no solo de la presencia de pensamiento simbólico e incluso quizás ritual de la comunidad Neardental que lo construyó, sino también de su capacidad de planear con antelación y de comunicarse, abriendo la posibilidad de que tuvieran una forma de lenguaje hablado, también considerado hasta ahora una exclusividad del ser humano moderno.

Esta misma capacidad de planificación estaría también evidenciada en las técnicas de caza desarrolladas por algunos grupos de Neandertales. Comúnmente considerados carroñeros incapaces de cazar grandes animales, nuevas excavaciones muestran que, todo lo contrario, habrían sido capaces de poner en práctica estrategias de caza parecidas a las de humanos para atrapar manadas herbívoros grandes, como bisontes y renos, incluso teniendo conocimiento de sus rutas migratorias. Este tipo de ataque planificado habría exigido tanto buena coordinación como la capacidad de comunicarse entre ellos. ¡No tan básicos después de todo!

¿Todavía no convencido?

Un último ejemplo del nivel de desarrollo de los Neandertales es su elaboración y uso de herramientas complejas, algunas elaboradas con un tipo de pegamento hecho en base a corteza de abedul que no ocurre naturalmente y que debe ser sintetizado en un proceso complejo que habría requerido altas temperaturas (340°C–400°C), mostrando que sabían manejar el fuego a su antojo y con extrema destreza. Más aún, ¡incluso habrían usado mondadientes para sacarse molestos restos de comida y para aliviar el dolor de encías! Una práctica con la que probablemente todos nos podemos identificar.

Algunos estudiosos plantean que quizás hasta habrían sabido del uso medicinal de ciertas plantas, gracias a restos encontrados en el sarro calcificado (puaj!) en una mandíbula de Neandertal. El análisis mostró evidencia de uso de álamo, fuente natural de ácido salicílico (el principio activo de la aspirina) en uno de estos pobres Neandertales que tenía dolorosa infección dental, posiblemente para aplacar el dolor, como también del hongo de la penicilina, dejando abierta la pregunta de si incluso habrían sabido usarlo como antibiótico.

¿Quiénes serían los brutos ahora?

La pregunta que sigue cayendo de cajón, y por la que los paleoantropólogos siguen tirándose los platos por la cabeza, es por qué, si eran probablemente tan avanzados como sus primos Homo sapiens sapiens, se extinguieron tan rápidamente (claro unos cuantos miles de años, pero un abrir y cerrar de ojos en esta disciplina), al entrar en contacto con los humanos anatómicamente mordernos llegados a Europa hace unos 40 mil años.

Las teorías abundan, en general apuntando a una supuesta superioridad de los últimos, aunque, como hemos visto, cada nueva evidencia parece negar esta idea de primacía humana. Algunas apuntan a las probables enfermedades traídas por los humanos desde África para las cuales los Neandertales no habrían tenido defensas. Otras hablan de las supuestas ventajas de las comunidades más extensas de humanos, que habrían tenido más recursos que los grupos pequeños de Neandertales durante la última glaciación, lo que habría permitido a unos sobrevivir y habrían liquidado a los otros. Mientras que otros incluso plantean que lejos de extinguirse radicalmente, los Neandertales habrían sido lentamente absorbidos por los seres humanos con los que se cruzaban.

Lo más probable es que haya sido una mezcla de factores. Lo cierto es que los Neandertales habrían existido por al menos 200 mil años, batiéndoselas con eficacia en un ambiente hostil con constantes cambios climáticos. Quizás ya es hora de empezar a tenerles más respeto a nuestros parientes lejanos. Ya sabemos qué decir la próxima vez que alguien quiera insultarnos llamándonos neandertales. 

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Comentarios
Felipe Lazo | 2018-02-27 | 18:29
5
Creo que tengo bastante ascendencia Neandertal: con casi 35 años ya estoy hecho pebre.
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Mauricio Melo | 2018-02-27 | 21:57
2
Me inclino por una mezcla de factores, pero una alta mortalidad por algun tipo de virus, al cual el homo sapiens era inmune o parcialmente inmune.. los sobrevivientes deben haber sido asimilados a la colectividad humana (lo cual explicaria el bajo porcentaje de ADN?)
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Daniel Ruiz | 2018-02-28 | 17:59
1
Jean Marie Auel es la escritora de una saga de libros titulada "Los Hijos de la Tierra", donde narra la historia de Ayla, una niña Cromañón, adoptada por un clan de Neandertales, ella desliza en sus libros como habría sido la cultura de ellos, con algo de ficción por cierto, pero también acompañado de mucha investigación del tema, la saga es buenísima y mucho de lo mencionado en el artículo me recordó ello.
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Claudio Duran | 2018-03-03 | 10:05
1
Según Claudio Naranjo, las osamentas de Neandertales y los orificios en sus cráneos, sugieren entre algunos antropólogos, que fue el hommo sapiens el que extinguió al Neandertales, no solo se le comió, sino que le succionó el cerebro.
Pero es difícil que nuestra cultura asuma, que en realidad nosotros somos los bárbaros y que extinguimos todo vestigio de culturas civilizadas, como la africana, asiática y americana y promovimos la cultura de la dominación, el abuso y el desarrollo tecnológico.
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YEMILIE GOLDBERG | 2018-03-09 | 14:33
0
Cuál es la fuente de este artículo ???
Gracias
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