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Imagen: César Mejías

Adiós a Marni Nixon, la legendaria voz "fantasma" de Hollywood

Fue una de las voces más prodigiosas de la historia del cine musical, pero durante años su nombre no apareció en los créditos de ninguna película. Su trabajo era engañar a la audiencia y hacer creer a todos que su voz era la de otra persona. Y en eso fue la mejor.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2016-07-29 | 12:00
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Mucho del material cultural que consumimos existe no sólo gracias a la genialidad de unos pocos nombres conocidos, sino también al valioso soporte que proporcionan muchos talentos anónimos en su realización.

Dentro de estos se encuentran los escritores fantasma, que ayudan a personas con historias interesantes (pero poca habilidad con la pluma) a plasmar en papel sus relatos. En la industria de la música pop los artistas también se apoyan con productores y compositores quienes les ayudan a crear sus nuevos hits. Y en los conciertos además existen los músicos offstage: encargados de reforzar el sonido en vivo tocando detrás de las cortinas. Así que no todo gira en torno a lo que hace tu artista favorito.

Drama musical, música dramática

La aparición del cine sonoro en los años ’30 permitió el surgimiento de la música como elemento cinematográfico, ya no solo como un acompañamiento que llenaba la falta de diálogos hablados, sino además como un recurso dramático en sí mismo. Por primera vez los actores podían cantar sus historias de una forma que, hasta entonces, sólo se veía en teatros y salas de ópera.

Durante las siguientes tres décadas el cine musical se consagró como uno de los géneros cinematográficos más importantes de la industria mundial y terminó de familiarizar a Hollywood con los musicales de Broadway.

La obra musical On The Town, por ejemplo, fue llevada al cine por MGM en 1949, cinco años después de su estreno en los escenarios de Broadway. Al igual que la película The Vagabond King (1930) y su obra homónima de 1925.

Pero si se trata de graficar la íntima relación entre cine y teatro, el más elocuente de los ejemplos es el de The Sound Of Music (“La Novicia Rebelde” en español): la película de 1965 fue creada a partir del montaje de mismo nombre que se estrenó en Broadway en 1959, que a su vez es una adaptación teatral de la película alemana Die-Trapp Familie (1956), basada en el libro The Story of the Trapp Family Singers (1949). Vaya enredo, ¿no?

En esta mixtura de artes escénicas se necesitaba que los actores fuesen capaces, más allá de actuar bien y ajustarse al “molde” que se pedía en el casting, el poder cantar y bailar con gran habilidad. Encontrar actores con estas cuatro habilidades no era cosa fácil, sobre todo cuando se trataba de musicales ambiciosos que requerían un gran entrenamiento vocal.

Ahí es cuando entró la voz fantasma, precursora del lipsync. Al igual que con los dobles de acción para las escenas peligrosas, el estudio contrataba a un cantante profesional para grabar las escenas musicales y luego estas grabaciones eran sincronizadas con la imagen de la película, de modo tal que el espectador siempre creía que era el actor o actriz en pantalla quien cantaba. En ningún caso debía notarse el playback.

Marni Nixon: la más grande de este arte

Margareth Nixon McEathron nació en Altadena, California, el 22 de febrero de 1930. Participó en destacados coros juveniles durante su adolescencia, estudió canto y ópera con maestros como Carl Ebert y Boris Goldovsky, entre otros. A los 17 años debutó en escena con la Filarmónica de Los Ángeles, bajo la dirección de Leopold Stokowski.

Su temprano salto a los escenarios, potenciado por el apoyo de su familia, no tardó en llamar la atención de los productores hollywoodenses. Debutó en el cine el 1948, con 18 años, interpretando los coros angelicales de la película Juana de Arco. Al año siguiente comenzó a hacer doblajes para la película The Secret Garden, reemplazando la voz de Margaret O’Brien. 

Su amplio registro vocal le permitió moverse sin dificultades desde los bajos más profundos hasta los agudos más estridentes y su rigurosidad en el trabajo con los actores garantizó siempre buenos resultados. Además de ser vocalmente muy hábil y versátil, se preocupaba de compenetrarse bien en las escenas, al punto de ensayar sus partes durante semanas con la actriz de turno. Esto le permitía desentramar por completo su interpretación y realizar un doblaje creíble.

El secreto de los fantasmas

Los estudios de cine guardaban un estricto secretismo con los cantantes fantasma, por miedo a que la audiencia dejara de ver sus películas si se enteraban que las grandes superestrellas que las protagonizaban no cantaban realmente (y bueno, Milli Vanilli les dio la razón). Nixon trabajaba a honorarios, como cualquier músico de sesión, pero su nombre nunca figuraba en los créditos de las películas. Por otra parte, los derechos de interpretación en muchas ocasiones iban a parar a los bolsillos de aquellas actrices a las que compensaba su falta de talento con el suyo propio.

Sus contratos contenían cláusulas explícitas sobre la confidencialidad de su trabajo, en algunos casos reforzadas por verdaderas amenazas. Según contó al programa Nightline de ABC en 2007, al firmar el contrato para “The King And I” (1956) los ejecutivos de 20th Century Fox le avisaron que si alguien se enteraba de que ella hizo el doblaje de Deborah Kerr, se encargarían de nadie la volviera a contratar jamás.

Marni Nixon con los discos de sus películas. Foto: www.thefilmexperience.net

Sin embargo, el trabajo de Marni Nixon fue un secreto bastante mal guardado dentro de Hollywood. Su talento tarde o temprano terminó haciéndole justicia y con el paso del tiempo se volvió bastante famosa dentro de la industria del cine. Para los años ’60 su trabajo ya era conocido y comentado abiertamente en programas de televisión. Incluso, más de alguna vez su nombre figuró en el crucigrama del New York Times.

Para la segunda mitad de los años ’60 el cine musical había tocado techo y Nixon ya había trabajado con las más grandes del cine de la época. Además de Deborah Kerr, grabó para Sophia Loren, Audrey Hepburn y la mismísima Marilyn Monroe, para la película Gentlemen Prefer Blondes (1953). En algunas ocasiones sólo grababa las partes más difíciles, como cantante de apoyo, mientras que en otras hacía todo el doblaje.

Después del cine

Durante las décadas siguientes el cine musical fue decayendo, por lo que Marni Nixon continuó su desarrollo artístico en otros flancos. Trabajó con obras de importantes compositores de la época, como Arnold Schoenberg y George Gershwin; hizo clases en universidades, actuó en óperas, animó programas de televisión y se presentó como solista con orquestas del calibre de la Filarmónica de Nueva York, la Orquesta Sinfónica de Londres y la Sinfónica de Toronto, entre otras.

Una de sus últimas apariciones cinematográficas fue en la película infantil Mulan (1998), interpretando las voces cantadas de la abuela Fa (esta vez sí apareció en los créditos).

Posteriormente siguió presentándose en óperas y musicales teatrales dentro y fuera de Broadway, manteniéndose activa sobre los escenarios a muy avanzada edad. Su última obra, de carácter autobiográfico, llevaba por título Marni Nixon: The Voice of Hollywood. Con ella se presentó por todo Estados Unidos durante años.

El pasado domingo Marni Nixon falleció a los 86 años, producto de un cáncer de mama. Durante su vida llegó a ser considerada la fantasma más importante de la historia de Hollywood.

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