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Imagen: César Mejías
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Banco de recuerdos: ¿qué es y por qué hacerlo con tus hijos?

Los recuerdos son clave para nuestras relaciones e identidad como personas. Conservar y atesorar físicamente varios momentos de la infancia de tus hijos puede tener grandes beneficios, tanto para ellos como para ti.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2017-10-02 | 15:12
Tags | recuerdos, niños, memoria, identidad, infancia.
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A los 18 años Trinidad recibió un regalo que jamás se imaginó y la marcó profundamente... un cuaderno escrito por sus padres donde le contaban los momentos más especiales de sus 18 años de vida. No podía creer la dedicación por parte de sus papás, anotando, en ese antiguo cuadernito con la tapa bien gastada, algunos hechos relevantes de su vida, de los cuales la mayoría desconocía, sin embargo, le hacían mucho sentido y la llenaron de emoción conocerlos.

En un mundo agitado e instantáneo como en el que vivimos, dejar tiempo para pensar en el futuro no es una tarea fácil. A veces pensamos que subiendo fotos a las redes sociales estamos “haciendo historia”, pero no tenemos certeza de que en unos años más dicha plataforma seguirá existiendo o que el formato de imagen será legible por algún aparato tecnológico.

Así como muchos padres se preocupan del futuro de sus hijos y les crean cuentas de ahorro al nacer o comienzan a juntar plata para en el futuro pagar la universidad, preocuparse de “ahorrar” recuerdos de sus primeros años de vida puede ser todo un gran aporte para su vida. Los recuerdos constituyen una fuente de riqueza infinita, ya sea para comprender de dónde venimos, nuestra propia identidad o simplemente disfrutar recordando.

Los primeros recuerdos comienzan, en promedio, a los 3 años (hasta esa edad el cerebro tiene mucha plasticidad y se reorganiza continuamente, difuminando recuerdos para dar paso a nuevos aprendizajes). Por otra parte, desde que tenemos conciencia de nuestras memorias, la mente solo es capaz de retener algunos recuerdos, borrando otros.

Por eso, crear una fuente externa de recuerdos que permanezca en el tiempo puede ser un regalo muy valioso y útil para nuestros hijos. En primer lugar, por lo que significa emocionalmente recibir ese objeto que revisa su pasado, su crecimiento y las etapas de su vida. Y también, porque los recuerdos son necesarios para la construcción de su identidad:

“Con nuestros recuerdos constituimos vínculos, al recordar favorecemos la unión con otros constituyendo así, una memoria común, una memoria colectiva. Creamos una historia individual, familiar, escolar, una historia de país, de continente y de mundo. La memoria contribuye a la creación de los que somos y lo que serán nuestros niños y niñas”, señala Claudia Moya Dabed, Psicóloga Clínica Infantil.

Por último, el “banco de recuerdos” también es beneficioso para los padres. Nos ayuda a detenernos un momento y hacernos conscientes de la importancia del desarrollo y las vivencias de nuestros hijos. Tomarse el tiempo para pensar individualmente en los hitos de su vida nos impulsa a crear más recuerdos significativos y estar más conectados con sus necesidades.

Así pues, cada uno en su estilo y a partir de lo que le sale más fácil, puede crear un sistema para perpetuar recuerdos de sus hijos. La idea es poder crear un “banco de recuerdos” para cada hijo, que comience el día que nace y que se registre hasta que estime conveniente (puede ser los 18 años por ejemplo o hasta que la memoria del niño se hace más patente).

En este “banco” se pueden ir registrando días especiales, como cumpleaños; hitos en sus vidas, como el primer día de clases; características de cada uno, como por ejemplo que le encantaba jugar con los animales; momentos importantes, como un paseo familiar; hasta guardar algún trabajo que hizo para el día del papá, el diploma que ganó por su esfuerzo, o la carta que nos escribió, porque nos quería mucho.

4 ideas para hacer un banco de recuerdos

Bitácora de la vida. En un cuaderno ir describiendo y narrando momentos especiales o vivencias del niño. Por ejemplo las primeras palabras que dijo, quiénes eran sus amigos, qué cosas le gustaban, qué lo hacía enojar, etc. En este cuaderno también podemos ir escribiéndole algunas “cartas” en relación a situaciones que él vaya viviendo, donde dejemos registradas las emociones que nosotros como padres experimentamos al verlo crecer, esforzarse y avanzar en su desarrollo.

Álbum de fotos. Cada cierto tiempo (al menos una vez por año), seleccionar fotos que reflejen momentos importantes de la vida nuestro hijo, imprimirlas y pegarlas en un álbum, escribiendo brevemente la fecha y a qué evento se refiere. También se pueden pegar otras imágenes importantes, como tarjetas del cumpleaños o santitos, el diploma que se ganó por ser buen compañero o incluso la carátula de su película preferida.

Baúl de recuerdos. En una caja de zapatos o contenedor plástico ir guardando objetos significativos, tales como su primer juguete, sus primeros zapatitos, el corbatín o corbata del primer año de colegio, una medalla que ganó, algunos de sus libros de cuentos preferidos, una prenda de vestir que le encantaba, la piedrecita que encontró en un paseo y decidió que era mágica…. Podemos escribirle por atrás o en un autoadhesivo, la fecha y la significación del objeto. También podemos complementar estos tesoros con cartas y fotos indicando las fechas.

Archivador personal. Ir guardando papeles y documentos importantes, como certificado de nacimiento, doctores que lo atendieron al nacer, carnet de vacunas, informes del jardín o colegio, trabajos realizados por él, cartas que recibió de algún amigo o familiar, recuerdos de algún viaje o paseo, hasta fichas o informes médicos. También se puede complementar con fotos y cartas.

Cualquiera sea el formato que elijamos para atesorar los recuerdos de la vida de nuestros hijos, es importante ser perseverantes en el tiempo. Suele pasar que comenzamos a hacerlos muy entusiasmados durante los primeros años, pero vamos perdiendo la constancia a medida que van creciendo. Del mismo modo, tenemos que intentar hacerlo para cada uno de los hijos y no solo para el mayor.

Hacer estos bancos de recuerdos puede parecer en un comienzo una tarea difícil, porque implica tiempo y dedicación, pero sin duda el valor que tendrá para nuestro hijo cuando sea un poco mayor será incalculable.

¿Recibiste alguna vez o has hecho un banco de recuerdos?

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