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Cómo ser campeones del mundo (y lo que le enseñó Bielsa a la selección)

A menos de una semana de la final de la Copa Confederaciones en Rusia, podemos rescatar algo mucho más importante que haber levantado una copa.

Por Diego Echeverria | 2017-07-07 | 15:39
Tags | fútbol, selección, Chile, Copa Confederaciones, Mundial

No es fácil tratar de resumir en breves párrafos lo que ha pasado con nuestra querida selección. No pudimos ganar la final de la copa Confederaciones, pero hay mucho que aprender del grupo de jugadores que lo dejó todo en Moscú.

Se habla mucho de la “generación dorada” del fútbol chileno. Son los jugadores producto de los buenos entrenadores que han pasado, ¿o son los entrenadores solamente individuos que los ordenan en la cancha? Es la pregunta más común en los últimos tiempos, y que lamentablemente no tiene respuesta simple.

Cada jugador es una historia aparte, la selección nacional es un claro ejemplo de los casos en que el resultado grupal es mayor la suma de las partes. Es verdad, todos son jugadores de alto nivel, casi todos jugando en las ligas más importantes del mundo, pero cuando se ponen la camiseta roja hay una transformación a jugadores de clase mundial.

Creo que no hay logro en la historia del fútbol chileno que se compare con lo que nos ha tocado vivir estos últimos tres años. Ganarle a Argentina dos finales de Copa América seguidas (cuando en 100 años nunca la habíamos ganado), es algo que probablemente nunca se repita en la historia.

Llegar a la final de la Copa Confederaciones (perdiendo “injustamente” si se considera el trámite del partido) es algo que tampoco tiene precedente, y probablemente tampoco se repita. Pero claro, el fútbol es un deporte en el que no siempre hay justicia.

A mi juicio, lo más extraordinario que nos ha tocado ver a nivel de la selección nacional es lo que pasó después del partido en Moscú. La selección alemana y chilena haciendo mutuamente el “túnel”, aplaudiéndose y laureándose por el esfuerzo entregado, incluso después de haber estado casi “sacándose los dientes” en los últimos minutos. Es un poco “fútbol a la antigua,” en la época que después de los partidos los jugadores hacían un “tercer tiempo”, y caballerosamente invitaban al rival a tomar un vaso de agua o una cerveza en el camarín.

Tantas veces se ven equipos, por lo general sudamericanos, siendo malos perdedores. Evitando darle la mano al rival, no queriendo recibir premios, o sacándose las medallas justo después de recibirlas.

El equipo chileno nos mostró que un buen perdedor es digno de aplausos. Que si bien, cansados de los “triunfos morales” nuevamente nos quedamos cortos, pero no debido al trámite del partido, o a la falta de atrevimiento.

Creo que lo que más me llama la atención de esta generación es el nivel de concentración que alcanzan sus referentes en la cancha. El fútbol es un deporte más mental de lo que se cree, es mucho más cabeza que físico, y el gran ejemplo de eso es la riquísima historia futbolera de Alemania. A pesar de no siempre se los más rápidos, los más talentosos, los más fuertes, están siempre en lo más alto. Pura cabeza.

Como decía Bilardo, gran entrenador Argentino en los años ochenta: "Al equipo le pido concentración. Un médico tiene que estar doce horas concentrado para que no se le muera el paciente; yo pido 90 minutos nada más..."

Y aun así, no es fácil. Un jugador, un error, se pierde una final.

Si dejamos de lado el error de Díaz, Chile fue más “alemán” que Alemania en la final. Está claro, para el que vio los 90 minutos, que el desempeño mostrado por Chile tenía que haber terminado en un triunfo.

Pero el fútbol no es así, es quizás el deporte menos justo. Es de los pocos deportes en que el equipo dominante no siempre termina ganando. Es el deporte que menos anotaciones por minuto jugado tiene. Pero con todo, es el deporte más popular del mundo.

El loco

Y llegamos a lo más importante: Marcelo Bielsa. No hablemos de Pizzi, no hablemos de Sampaoli, no hablemos de “generación dorada”, porque sin el paso de Bielsa por la selección nada de aquello habría sido posible. No habría habido Copa América o Copa Confederaciones.

Sánchez, Vidal y Aránguiz son jugadores extraordinarios. Tenemos un gran arquero, y una base sólida trabajada por Sampaoli y después por Pizzi. Pero hay algo que Bielsa dejó que es difícil de identificar y de analizar. Algo que va más allá de los sistemas de juego y del nivel que han alcanzado sus antiguos jugadores. Hay una frase de Bielsa que explica su entrega al fútbol chileno:

“El equipo que gana a través de esperar el error contrario, no está más autorizado al éxito. Está menos autorizado... Por eso le digo que no se preocupe si no se premia un proceso que obtuvo menos de lo que merecía, no debería generarnos preocupación porque la injusticia es muy común. Pero cuando se premia como bueno algo que no es bueno, que es casual, eso sí es dañino, porque enseña a todos los que observan que un atajo te lleva al objetivo, y un atajo, normalmente, no te lleva a un objetivo.”

La “generación dorada” entendió que para llegar a una final había que trabajar, y mucho. Esforzarse más que el resto, ser más alemanes que los alemanes. No tomar los atajos. Y eso es un ejemplo para la vida.

Por eso, cuando al final los jugadores alemanes hacen el túnel y aplauden uno a uno a los jugadores chilenos, sé que Bielsa habría estado muy orgulloso pensando “que no se preocupen…”.

Bielsa nos enseñó que el objetivo real es hacer las cosas bien. Aunque no se gane, la gratificación de haber dado el máximo esfuerzo, y no solo en la cancha, sino también en los entrenamientos, en la preparación de los partidos, en los almuerzos de grupo, en la concentración y en las noches del hotel. Y hacer las cosas bien generalmente lleva al éxito.

Después del partido, Claudio Bravo habló con los medios y dijo una frase que dice mucho de esta selección: “seguiremos aprendiendo y trabajando”. Porque esa es la verdadera enseñanza que Marcelo Bielsa les entregó, y es la llave al éxito “futbolero” y profesional.

El espíritu de Marcelo Bielsa sigue activo en la selección, y esperemos que perdure más allá de la “generación dorada” y más allá del fútbol. Y además, todavía nos queda el mundial.

¿Crees que este es el ingrediente que ha hecho brillar a La Roja?

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