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Imagen: David Bowie, George Michael, Prince, Juan Gabriel

No solo lloremos a los músicos que partieron, ¡reconozcamos su legado!

El dolor y la tristeza se apoderaron del mundo de la cultura durante el 2016. Luego de las múltiples muertes que vimos pasar (David Bowie, George Michael, Prince, entre otros), el sentimiento de luto parece no querer irse. ¿Por qué seguir llorando, si podemos hacer algo mejor?

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2017-01-04 | 15:00
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El 2016 fue un año rudo para todos nosotros. El balance personal que cada uno haga puede variar, pero no podemos negar que a nivel colectivo este año nos dio mucho tema para las sobremesas de domingo. Además de ser un año lleno de debates y remezones en el ámbito político, fue un año particularmente cruel con las celebridades.

Si bien hay explicaciones disímiles para este fenómeno, los números demuestran que el 2016 (sobre todo su primera mitad) cobró un número significativamente mayor que sus antecesores en cuanto a vidas de famosos se refiere.

En el mundo de la música lamentamos las partidas de decenas de artistas famosos durante este año: David Bowie, Glenn Frey, Leonard Cohen, George Martin, Keith Emerson, Greg Lake, Juan Gabriel, Marni Nixon, Pierre Boulez, Toots Thielemans, Prince y muchos otros. Tenemos todo el derecho a lamentar sus pérdidas, obviamente, su ausencia se sentirá por mucho tiempo.

Pero junto con nuestro derecho a llorar sus partidas, también tenemos la obligación de preguntarnos: ¿y qué hacer después?

Mi propuesta es simple: las personas ya no están, pero sus legados siguen aquí entre nosotros. Es hora de dejar de llorar y empezar a sacarle el máximo provecho a lo que estos genios nos dejaron como herencia inmaterial. A modo de ejemplo, aquí van algunas breves reseñas y una breve reflexión:

David Bowie

La carrera de David Bowie fue tan larga y ecléctica que se hace difícil describirla en pocas palabras. Su constante búsqueda musical no solo nos dejó una vasta discografía, sino también un gran impacto en la música popular en general. Bowie fue capaz de empujar los límites de la canción pop más allá de las convenciones de su época, y logró incorporar el teatro, la música y la ciencia ficción como parte de una sola gran obra.

A nivel de contenido, David Bowie fue pionero en la incorporación de discursos nihilistas en sus canciones, los mismos que después servirían como influencia para el punk. Asimismo, el uso de la ambigüedad sexual dentro de sus personajes ayudó a quitarle el tabú a la homosexualidad, contribuyendo al imaginario del glam rock de los ’80 y sirviendo como referente artístico para los movimientos de liberación homosexual de los ’70 y ’80.

Debido a su variado catálogo musical y conceptual, Bowie logró influenciar a artistas de diversos estilos musicales y culturales. Gracias a eso, cada vez que escuchas a los Sex Pistols, a Boy George, a Nirvana o incluso a Lady Gaga, estás escuchando indirectamente a David Bowie.

George Michael

“Aquí hay gente que no necesariamente tiene algo en contra de los gay, no necesariamente son homofóbicos, pero entre ellos hay gente que se siente cómoda al saber que Freddie [Mercury] murió de SIDA, al saber que él era públicamente bisexual… Pero esta comodidad es muy peligrosa. Las estimaciones más conservadoras calculan que para el año 2000 habrá 40 millones de infectados con VIH. Y si crees que esos infectados solo serán homosexuales o drogadictos, entonces lo más probable es que termines siendo uno más en esta cifras”.

Este fue el discurso que George Michael pronunció durante su intervención en el concierto de homenaje a Freddie Mercury, en 1992, justo antes de lucirse con una de las más geniales interpretaciones de Somebody To Love que la historia haya visto jamás.

George Michael no solo fue el autor de grandes canciones de los ’80 y los ’90 como Careless Whisper y Freedom! '90. Fue un importante agente en la visibilización de la homosexualidad, la concientización del VIH y la defensa de los derechos humanos.

A nivel de carrera musical, George Michael dictó cátedra en la reinvención de su “personaje”, al librarse de su imagen de ídolo adolescente, madurando su estilo con inteligencia y dignidad, y sirviendo con ello de ejemplo para otros artistas de su generación. Sus letras siempre fueron de una inusual profundidad para un artista pop, y a día de hoy siguen siendo citadas para procesos tan duros como la guerra, el desamor y la aceptación de uno mismo.

La próxima vez que cantes esta canción en un karaoke, recuerda que en ella George Michael nos habla de cómo decidió emanciparse de las expectativas y presiones de ser un ídolo pop.

Prince

Traspasar las barreras de los géneros musicales y ser capaz de honrar las influencias con originalidad es tarea de toda una vida. En el caso de Prince, sin embargo, estas dos metas fueron sellos característicos de su carrera.

El estilo de Prince, además de extravagante, es muy difícil de clasificar: en su música había rock and roll, funk, soul, jazz, vanguardia, teatralidad y política, todo mezclado sin miedo. Lanzó 40 discos a lo largo de su carrera, y compuso canciones para Foo Fighters, Alicia Keys, Tom Jones, Sinnead O’Connor y Cindy Lauper.

Y por supuesto, al igual que George y David, Prince fue un importante activista contra la discriminación y el racismo. Compuso música para el movimiento Black Lives Mattery donó dinero de su propio bolsillo a varias familias de víctimas de asesinatos con carga racista cometidos por policías en Estados Unidos.

Juan Gabriel

La voz hispanoparlante más importante de todos los tiempos,nos dejó este año a la temprana edad de 66 años. Un infarto agudo de miocardio acabó sorpresivamente con la vida del Divo de Juárez, en medio de una gira que lo tenía de paso por Estados Unidos.

Con una enorme discografía (en serio, es interminable), Juan Gabriel se posicionó a nivel internacional como uno de los intérpretes y compositores más prolíficos de la historia de la música. Su voz se ajustaba sin dificultades a todo tipo de géneros populares y folklóricos, por lo que durante toda su carrera ofició como embajador de la cultura hispana en el mundo. Sus canciones han sido versionadas por un sinnúmero de artistas y traducidas a varios idiomas.

A lo largo de su vida Juan Gabriel fue siempre consciente de su origen humilde, y trabajó constantemente en la protección de la infancia. Tanto en su natal Parácuaro como en su querida Ciudad Juárez, el ídolo mexicano destinó grandes esfuerzos humanos y económicos en construir residencias, otorgar becas y realizar conciertos benéficos para niños en situación de vulnerabilidad y orfandad.

¿Qué podemos aprender de todos ellos?

Convengamos que el listado no es exhaustivo. Si hubiera que poner todo el listado de músicos famosos que fallecieron en 2016, con su respectivo legado, este artículo sería publicado en formato de libro en la próxima FILSA (lo cual tampoco es mala idea, ahora que lo pienso).

Pero detengámonos un momento y echemos una mirada a los denominadores comunes a estos cuatro artistas ya mencionados.

En primer lugar, todos ellos son artistas que, obedeciendo a una genialidad natural o a un proyecto bien elaborado, supieron romper barreras y posicionarse más allá de cualquier etiqueta existente en su momento. Fuera de las categorías dadas por los géneros musicales de la época, o por los formatos estandarizados de la industria, aquí el dicho “quien no se arriesga no cruza el río”, viene como anillo al dedo.

Pero esta innovación no solo es musical, sino también cultural y hasta política: discusiones que hoy se toman nuestros debates públicos, como la discriminación a homosexuales y minorías étnicas, en su momento fueron temas tabúes que recién comenzaron a ser tocados cuando algunos valientes se atrevieron a tratarlos abiertamente. Valientes como Bowie, Prince y Juan Gabriel.

Un legado no puede construirse sin un fuerte vínculo social de por medio: lo que ha hecho grandes a muchos artistas no es solo el gran talento y capacidad técnica para poder hacer lo que nadie más puede, sino la capacidad de usar su arte para decir lo que la gente necesita escuchar en un determinado momento. Y eso, precisamente, es lo que estos cuatro artistas ejemplifican con gran elocuencia.

Lloremos a nuestros ídolos, pero no dejemos en ningún momento de atesorar lo que nos dejan después de irse. Al árbol se le conoce por su fruto, y si hay algo que nos hemos dado cuenta este año, es que los genios musicales que nos ya no están nos han dejado obras que se defienden y se preservan casi por sí solas.

Y por último: no dejemos de tener los ojos bien abiertos. En cualquier esquina o micro podría estar tocando guitarra el próximo genio de la música popular. Apreciar y potenciar el talento joven es la única forma de asegurarnos de que haya un buen recambio generacional en la música, y es como mejor podemos honrar a quienes con su partida dejaron un cupo vacante.

¿Qué otro legado importante crees que dejaron los músicos que fallecieron el 2016?

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