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Imagen: César Mejías

Súper poder animal: los increíbles sentidos que no tiene el ser humano

Los animales poseen muchos más sentidos que nosotros, y algunos son envidiables. ¡Te invitamos a conocerlos!

Por Alvaro Lopez B. | 2016-12-15 | 16:32
Tags | animales, sentidos

Uno ve en las películas que hay superhéroes con sentidos aumentados o bien derechamente alejados de lo humano. Spiderman tiene el “sentido arácnido” que le avisa del peligro, Daredevil “ve” con sus oídos, Lobezno... eh, perdón, Wolverine, además de regeneración extrema, tiene una visión extremadamente aguda, etc., etc. Y uno piensa, ¡wow, que imaginación la de estos comiqueros! Pero la verdad, es que todo eso ya existe en la naturaleza, y aún más. ¡Acompáñanos a conocer los “super-sentidos” de los animales, y que los seres humanos ya quisiéramos tener!

Sentidos aumentados

Primero, haremos una rapidísima revisión de cómo los animales poseen sentidos mucho más agudos que los nuestros, para luego mostrarles aquellos sentidos que sencillamente nosotros no tenemos, pero que ellos sí, y que son geniales. ¡Aquí vamos!

- Vista ultra potenciada

Mencionábamos en un artículo anterior, que algunos animales pueden ver más allá del rojo, o sea en el infrarrojo, como algunos reptiles, o que otros pueden ver más allá del violeta, o sea, en el ultravioleta, como las abejitas. Sin olvidar a las águilas, que distinguen a un conejo a 3 kilómetros de distancia. Sin embargo, ¡aún hay más! Y aquí aparece la genial mantis marina. Es un “bichito” que vive en el fondo del mar y cuyos ojos son algo extraordinario.

No tiene tres receptores para el color, como nosotros los humanos, ni cuatro, como algunas aves y peces que ven el ultravioleta (incluido el pez dorado)... no, tampoco cinco, ni seis… tiene 16 receptores distintos! (¡wow!). O sea, su mundo es de un colorido increíble, tienen receptores para cuatro matices distintos de ultravioleta, y además, pueden distinguir la luz polarizada, porque también tienen cuatro receptores para eso. Es más, la manera en que los ojos de la mantis marina tratan la luz polarizada, está inspirando la creación de una nueva generación de blu-ray, pues lo hacen de una manera mucho más eficiente de lo que el ser humano ha hecho alguna vez. Y además, cada ojo se mueve en forma independiente y se puede mover en casi 360°, pues está montado sobre una antenita. ¡O sea, se pasó! Los humanos quedamos como vulgares topos a su lado.

- Oído poderoso

Un sentido que es “derivado” del oído, pero que se reconoce como algo aparte, es la “ecolocalización”. Como vimos en la gran película “ Buscando a Dory”, es algo que algunos delfines tienen (les permite incluso ver dentro de los organismos). Y que también tienen los murciélagos. Y claro, Daredevil.

Consiste básicamente en emitir ultrasonidos, y luego, crear una imagen mental del mundo, a partir de la forma en que esos sonidos rebotan y llegan de vuelta a nuestra cabeza. Idéntico a un radar, pero muchísimo más sofisticado. Tanto, que le permite a un murciélago volar a 60 km/h sin problemas en la oscuridad. ¡Hagan lo mismo en una moto! No, no, era solo una expresión… ¡¡no lo hagaaan!! Porque no somos murciélagos y podemos chocar. 

Ecolocalización en los delfines. Maestros. bioenciclopedia.com

- Olfato y gusto sinigual

El olfato y el gusto son sentidos parecidos, pues se trata de la percepción de sustancias químicas disueltas en un medio. La diferencia, para los humanos, es que el olfato percibe sustancias disueltas en el aire, y el gusto, en el agua. Pero los animales superan largamente al ser humano… por ejemplo, el macho de las mariposas nocturnas o “polillas”, pueden detectar una sola molécula de feromona femenina… ¡a varios kilómetros de distancia! (tal como dijo el profesor Rosa alguna vez.). ¡Ah! y los ratones huelen en estéreo. Así tal cual. Tienen receptores distintos para cada fosa nasal.

En cuanto al sentido del gusto, el rey es el bagre, pez gato o catfish. ¡Es una lengua con aletas! ¡Literalmente! Pasa que toda su piel, está cubierta por 175 mil receptores químicos, que le permiten “saborear” todo en el agua que le rodea a una distancia de cinco metros. Como comparación, el ser humano “sólo” tiene 10 mil receptores, y en un solo lugar - la lengua - no en todo el cuerpo. ¿Se imaginan como sería ir a un restaurant así?

Sentidos que no tenemos (y que querríamos tener)

Y ahora, vienen los sentidos que los humanos no tenemos, pero que sería genial tener... ¡bueno, si no viviéramos en un mundo tan lleno de aparatos electromagnéticos!

- Electrorrecepción

Consiste en percibir la electricidad del mundo que nos rodea. ¡Sí, como un medidor de luz! Ustedes se preguntarán para qué sirve semejante sentido. Pues para muchas cosas, por ejemplo, el ornitorrinco (como Perry), percibe el campo eléctrico que dejan los músculos de sus presas al activarse. Además, puede detectar la intensidad y la dirección en la que se desplazó este campo eléctrico, por lo que puede encontrar fácilmente a sus presas.

¿Se acuerdan del abejorro? ¡Sí, el mismo que “ no puede volar”! Pues además de desafiar a la ciencia, el abejorro utiliza la electricidad. Esto es muy lindo: al volar, el abejorrito se carga eléctricamente (o sea tiene carga positiva), en cambio, las flores tienen carga negativa (en realidad, están conectadas literalmente a tierra). Entonces, los pelitos que cubren su cuerpo, reaccionan a esta diferencia de cargas, y guían al abejorro hasta la flor. Y cuando están ahí, la carga de la flor cambia, lo que avisa al resto de abejorros, que esa flor ya fue “ocupada”.

Finalmente, el tiburón posee un sistema muy sofisticado: el mejor conductor producido por un ser vivo, la gelatina de Lorenzini. ¡Pero ojo que es conductividad de protones, algo muy inusual!. Esta sustancia recubre una red de poros sensibles a la electricidad, llamados ampollas de Lorenzini (¡Se ve que al señor Lorenzini le interesaba el tema!). Con estos órganos, el tiburón puede sentir diferencias mínimas de carga eléctrica entre su presa y el agua que le rodea, permitiéndole orientarse incluso en las aguas más oscuras y tenebrosas. Incluso puede sentir el latido de un corazón, si uno se esconde bajo la arena. Además, gracias a este sentido, pueden detectar las corrientes marinas a distancia, ¿qué tal?

Los tiburones y la electrorrecepción. bioenciclopedia.com

- Magnetorrecepción

Algunos animales poseen literalmente una “brújula” interior. Tienen cristales de óxido de hierro (magnetita) dentro de ellos, y los utilizan para detectar los campos magnéticos, en especial de la tierra. Un ejemplo “clásico”, es el de las palomas.

El año 2004, se comprobó fuera de toda duda, que las palomas utilizan el magnetismo para orientarse. Se trata de un sistema donde hay cristales de hierro en el pico de la paloma, cuyas señales son recolectadas por el nervio trigémino, que las lleva al cerebro. Es exactamente el mismo sistema utilizado por la trucha arcoiris para orientarse… lo curioso, es que si bien se ha comprobado que al aplicarles imanes en los lugares donde está ubicado el sentido, efectivamente se desorientan, no ha sido posible encontrar los cristales de hierro, pues aparentemente son de tamaño molecular. Y además, porque la sangre está llena de hierro (es lo que le da su color rojo). Sin embargo es claro que ese es el sistema que utilizan, al igual que las gallinas domésticas.

También las hormigas utilizan el magnetismo para ubicarse, y las abejas se orientan en su retorno a la colmena, no sólo a través de la posición del sol, como nos enseñaron alguna vez en el colegio, sino que también utilizando el campo magnético de la Tierra. Pero no se sabe bien cómo funcionan... La teoría más popular, dice que utilizan anillos de óxido de hierro en sus abdómenes, los que se mueven de acuerdo al campo magnético, y les permite orientarse. Otra teoría, dice que se trata de una reacción química originada por la luz del sol, que genera productos sensibles al magnetismo. Nuevamente, la ciencia no sabe cómo ocurre… pero a la abeja no le importa, lo hace igual.

Y aunque no lo crean, los seres humanos también tenemos magnetita en nuestro cuerpo, específicamente en el hueso craneal etmoides, ubicado justo atrás de la nariz y entre los ojos. Pero nadie sabe si realmente nos sirve de algo.

- Velocímetro

¿Cómo dijo? Tal cual: velocímetro. Los murciélagos tienen unos pelitos especiales, que le permiten saber a qué velocidad se mueve el aire (en serio, aquí está el paper con la investigación), y por lo tanto, a qué velocidad están volando, y de esa forma, pueden controlar mucho mejor su desplazamiento. ¿Qué es un sentido un poco inútil? ¡Prueben a volar a 60 km/h en la oscuridad, y verán si es inútil!

- Detector de fuego

Ya, ya, ustedes van a decir que esa no es ninguna gracia, y que cualquiera puede sentir el fuego, o verlo si se acerca. ¿Pero qué me dicen de detectar un incendio a 80 kilómetros de distancia, sin usar los ojos ni sentir su calor? Pues es lo que hace el escarabajo joya. Posee sensores infrarrojos en su tórax, tan delicados que incluso el ejército de EE.UU. se está inspirando en ellos para hacer su propia tecnología. ¿Y de qué le sirve esto?

Pues de mucho, porque este escarabajo, pone sus huevos en los árboles calcinados, donde ya no queda ningún depredador que lo amenace.

- Medidor multifacético

Terminamos con el narval, que es el unicornio de los mares. Si no lo ubican, es ese enorme cetáceo del ártico, que tiene un cuerno enorme que sobresale dos metros y medio de su cabeza. Pero ese cuerno, no es realmente un cuerno. Es un diente. Más precisamente un colmillo. Ese colmillo, tiene 10 millones de terminaciones nerviosas. Durante mucho tiempo, se pensó que le servía quizás para cazar. O para algún extraño tipo de cortejo ritual (¡en serio!). Pero no. Se trata de un complejo conjunto de sentidos.

Los estudios científicos, indican que una de sus características, es detectar los cambios en la salinidad en el agua. ¿Y de qué sirve eso? Pues mientras más salina el agua, es más probable que esté descongelada. Y ese es un conocimiento esencial, si vivimos en el Ártico, bajo el agua, y necesitamos salir a respirar por los agujeros en el hielo.

Además, con su “diente mágico”, pueden detectar la temperatura del agua, y su presión. O sea, también saben a la profundidad a la que nadan. Y más encima, pueden detectar la presión del aire. O sea, también sabrán cuando va a nevar. Nada mal, para un “cachito”.

Algunos datos interesantes sobre el narval. supercurioso.com

¿Conoces otro "súper sentido" de los animales?

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