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Seguramente ustedes habrán visto algunas páginas estilo New Age que hablan de “estados cuánticos de conciencia”, de “sanación cuántica”, y cuanta cosa más de estilo espiritual, con la palabra “cuántico” metida entremedio. A esto se le ha llamado “Misticismo Cuántico”, y me parece importante tocarlo, porque muchas veces lleva a concepciones erróneas y tiene la irritante cualidad, para mí, de querer justificar con la apariencia de “ciencia” lo que no se puede justificar con otros argumentos.
Pero antes de todo esto, una aclaración:
Me parece que la espiritualidad es un aspecto esencial del ser humano. Lo que no me parece, es que se mezclen peras con manzanas. Así como no puedo validar datos estadísticos en mis experimentos, tales como desviación estándar o análisis de varianza, a través del mero hecho de orar o meditar, porque es algo completamente fuera de su campo; de la misma forma no puedo pretender validar mis creencias espirituales, a través de la física experimental, pues ésta no posee ni las herramientas, ni es su campo, ni tampoco su especialidad. Esto responde a que los hallazgos en esa disciplina, parecen más serios al ser sustentados por evidencia material.
Sí es válido intentar encontrar un fundamento científico a teorías místicas que hablan, por ejemplo, de energías o sanación, cuando se hace con seriedad y experimentación rigurosa; pero no lo es llegar y sacar palabras del vocabulario científico y usarlas sin ningún rigor para vender mis creencias.
Como en todo, podemos establecer analogías, pero en ambos casos nos estamos saliendo de sus respectivos campos de competencia. Entonces, no mezclemos peras con manzanas.
Hecha esta aclaración, prosigo. Pues ahora veremos muchas peras mezcladas con cajones y cajones de jugosas manzanas.
El cuanto es la cantidad mínima de energía que una partícula puede entregar o recibir. ¡Es pequeñisimo! Para mover un kilo de azúcar a un metro de distancia, se requiere tal cantidad de cuantos, que para escribirla tendríamos que poner un "1" seguido de ¡33 ceros! ¡Muy, muy pequeño!
Y bueno, por extensión, la mecánica cuántica trata de las interacciones de partículas a esa escala.
Y es a eso a lo que se refiere el término “cuántico”. A cantidades infinitesimales de energía. Y estas cantidades infinitesimales de energía, operan a una escala también pequeñísima: más o menos un millón de veces más pequeña que el grosor de un cabello humano.
Es en ese nivel, que ocurren fenómenos muy interesantes:
Estos fenómenos, que ciertamente desafían nuestra lógica usual, han dado espacio a que se produzca una especulación de cada vez menor calidad al respecto.
Durante la década de 1920, se hicieron sorprendentes descubrimientos en el campo de la física, que incluyen los ya mencionados fenómenos de dualidad onda-partícula y el principio de incertidumbre. Esto fue tan sorprendente que sus realizadores, grandes físicos como Edward Schrodinger y Werner Heinsenberg, se vieron tentados a relacionar sus descubrimientos con el misticismo oriental. En particular porque estas interesantes manifestaciones de la naturaleza, dan mucho para especular y sumergirnos en consideraciones filosóficas respecto al carácter de nuestra existencia, la realidad, y el universo y todo lo demás.
Sin embargo durante la década de 1970, las diferentes corrientes New Age se comienzan a apropiar de la terminología de la mecánica cuántica, comenzando no sólo a especular desde dicho vocabulario, sino a dar por verdades científicas sus propias especulaciones.
Se comenzó, entonces, a relacionar de forma indiscriminada, venerables conceptos como el prana védico, o prácticas como la meditación, que son sumamente útiles, con una terminología que se utiliza sin rigor alguno. Así, comienza a extenderse el término “cuántico” a todo lo imaginable… psicología cuántica, medicina cuántica, empatía cuántica, felicidad cuántica, “el por qué cuántico de tu nueva vida”, etc., sencillamente porque suena interesante, no porque haya una relación efectiva con la mecánica cuántica, como es entendida desde la física, lo que constituye un abuso del lenguaje.
La mecánica cuántica, describe fenómenos a una escala subatómica, como por ejemplo, el comportamiento e interacción entre partículas elementales, los que muchas veces se aprovechan en la tecnología de nuestros aparatos electrónicos. Por lo tanto, cuando se habla de “energía cuántica”, hablamos de esa cantidad pequeñísima de energía mencionada al comienzo de este artículo, y que hace saltar de una órbita a la otra a los electrones.
Por otra parte, lo que NO hace es:
Finalmente.. si se argumenta que igual, en un sentido muy laxo, muy, muy, muy amplio, todo esto igual es cuántico porque también implica partículas, habría que recordar que todo lo visible se compone de partículas, y no hablamos de ciclismo cuántico, sólo de ciclismo. O de alpinismo cuántico, solo de alpinismo. Se trata evidentemente de un recurso para llamar la atención sobre algo, que requiere de ese truco para parecer interesante y que posiblemente no lo sería de otra forma. Porque si a la psicología cuántica, le quitamos la segunda palabra, sólo es la ya muy conocida psicología, a secas. No es tan “impactante”. Y además, obliga seguir reglas más rigurosas, lo que ya deja de ser tan divertido.
No porque algo esté dicho con un vocabulario “científico”, va a ser cierto. Es una tentación común, el querer validar de esta forma nuestras creencias. Para mí, el querer validar las creencias espirituales con experimentos de ciencia exacta, habla de una carencia en las creencias espirituales. Los fenómenos del espíritu son infinitamente más sutiles que eso y tienen sus propias reglas.
La física cuántica tiene por objeto el estudio de lo más pequeño observable, a través de sistemas matemáticos altamente abstractos. La espiritualidad, se relaciona con la comprensión de la fuente trascendente de lo que existe. El mezclarlos en la forma indiscriminada que lo hacen los “místicos de lo cuántico”, que en definitivas cuentas plantean un solipsismo donde uno puede aislarse “cuánticamente” de quienes nos rodeen, me parece algo sumamente erróneo. Además, es muy patudo hablar tan sueltos de cuerpo de conceptos de física avanzada, sin tener idea de física. Es como si me pusiera a criticar la práctica del yoga sin tener idea de qué se trata.
Considero que es muy sano equilibrar la vida espiritual, con la del intelecto, pero, justamente, de una forma balanceada. No abusando de nuestra propia ignorancia, utilizando conceptos sólo porque suenan “bonitos”.