Cuando somos chicos hasta los caracoles del patio eran motivo de diversión. Inventábamos carreras con ellos, jugábamos a que tenían una familia y hasta los “ayudábamos” a conseguir comida (aunque también estaban los que les echaban sal y limón, pero ese es otro tema).

El asunto es que ya ni con tierra jugamos y eso no está bien. Después de todo, los juegos son una parte importante de nuestro desarrollo, aprendizaje y sociabilización. ¿Por qué entonces los dejamos a un lado a medida que nos vamos interesando más por el vino y menos por las piscolas?

Eso fue lo que se cuestionaron los emprendedores Carla Arellano y Kenneth Gent, autores de Mentalidad lúdica, un libro cuya misión es hacer que los adultos no dejen de jugar (y que en el proceso sean capaces de desarrollar las habilidades del siglo XXI).

¿Cómo nació?

La idea surgió a partir de lo que los autores llevaban haciendo en su empresa, Momento Cero, dedicada a hacer asesorías y desarrollar metodologías de juego. Después de trece años en el mundo del emprendimiento y de aprender jugando, decidieron aplicar el conomiento que tenían en una metodología de enseñanza a través de juegos. Fue tanto el éxito, que ya la han exportado a más de diez países y se han ganado el reconocimiento de varios ministerios de Educación del exterior.

“Comenzamos a recabar la información que teníamos en nuestro historial sobre la importancia de de jugar, las implicancias de la mentalidad lúdica, en qué consiste la gamificación, etc. Y así fue cómo conjugamos todo eso y lo llevamos a un formato dinámico y en libro”, nos cuenta la periodista Carla Arellano.

En definitiva, es un libro que está orientado principalmente a adultos, pero en el que todos pueden jugar. Y surge como una respuesta a un problema que los autores identificaron: a medida que vamos creciendo, jugamos menos. ¿Por qué?

Según Carla, esto se debe a que a un fenómeno social. A medida que crecemos cada vez escuchamos más el típico "ya, ponte serio", "deja de jugar", "pareces niño chico". Y se nos olvida lo más básico: los seres humanos primero aprendemos jugando. “Eso no debería cambiar con el tiempo, así que cuando alguien dice que quiere desarrollar habilidades para el siglo XXI (como emprendimiento e innovación) en adultos, nosotros proponemos hacerlo jugando. Y aseguramos que van a tener mejores resultados”, asegura.

¿Qué juegos tiene?

El libro tiene desde memorice hasta sopa de letras, pero también hay algunos más “sofisticados” como “Financity” y “El plan”. El primero tiene que ver con aprender a organizar tu dinero a partir de una divertida simulación de administración de recursos del hogar, mientras que el otro tiene que ver con lo que significa la aventura de emprender.

Cuatro beneficios de jugar:

Además, en Mentalidad lúdica identifican cuatro beneficios concretos de seguir jugando mientras somos adultos.

a) Porque jugar permite botar las barreras de entrada: si invitas a alguien a jugar es probable que acepte de buena gana, en vez de si le dices “vamos a estudiar” o “vamos a trabajar”.

b) Nos permiten ser inclusivos: sin importar el nivel educacional, proveniencia o condición social, el juego hace que todos se sienten en la mesa a jugar de igual a igual cuando está bien orientado como herramienta de aprendizaje.

c) Le dan continuidad a los procesos iniciados: inciaitivas para mejorar la calidad de la educación, solucionar los problemas de innovación y para fomentar el emprendimiento encontramos por todas partes. Pero estas a veces solo duran hasta que los consultores o encargados de los proyectos se van. ¿Lo bueno con los juegos? ¡Se quedan ahí para siempre!

d) ¡Porque se pasa bien!

¿Y por qué no dejar de jugar?

Carla nos cuenta que el aprender jugando y el desarrollo de la mentalidad lúdica nos permiten, además de pasarlo bien y desarrollar competencias, el no depender de organizaciones o consultoras externas. Todo esto, desde la perspectiva de las diversas iniciativas que existen para mejorar la educación en el país.

“Lo que ocurre desde es que muchas veces para afrontar estos desafíos se llama a consultoras que al irse se llevan con ellas las herramientas, la metodología, la posibilidad de seguir replicando y escalando. Por eso elegimos una metodología como esta, que produce aprendizajes significativos en quienes la vivencian, pero que además otorga independencia”, agrega.

Después de todo, ser adulto no debería traducirse en ponerse serio y grave. Y en ese sentido, los juegos comprenden una realidad que permite sumar un montón de habilidades, competencias y conocimientos. Así que en resumen… ¡sigamos jugando!

¿Crees que los juegos son un factor importante para los adultos?